Partida Rol por web

Renata es una hermosa imagen a los ojos, tanto que siento que el solo verla probablemente sano mis males. Luego, con el toque de sus manos y su ungüento termina de brindarme lo que necesito para mejorar mi salud:

 - "Muchas gracias Renata. Tus atenciones son muy apreciadas."

Luego de un reparador sueño, me despierto sintiéndome mucho mejor. No es que no tenga un catarro molesto, pero no hay fiebre ni dolor muscular. Me pongo de pie y me visto lo más abrigado que puedo para así continuar con la misión.

Bajo a la planta baja de la posada para ver si el grupo no me ha dejado abajo y así poder seguir con nuestro propósito.

Bajas a la sala donde se hacinan los hombres que, como tú, aceptaron ese trabajo. Algunos heridos ya están mejor, pues sus heridas han sido tratadas con maestría, según oyes, por Renata. 

Una olla descansaba sobre la lumbre, cocinando algo que olía bastante bien, pero no era lo único que allí se cocinaba. Afuera, debajo de la techumbre que cubría la puerta, alguacil y viejo hablaban acerca de los peligros del río, algo mas interesante que ver la lenta ebullición de la olla, mientras la lluvia seguía cayendo sin piedad.

 
-No señor,- decía el viejo meneando la cabeza. -Eso que decís es lo normal. Los malditos pellejudos verdes se divierten usándonos de blanco para sus practicas por pura diversión, menos mal que tienen mala puntería los jodíos.- Para darle más énfasis, o para sacar de su boca el mal sabor de nombrar a los goblins, terminó la frase escupiendo al suelo. 
-Entonces deben de ser los malnacidos elfos. Esos no dejan barco sobre el agua.-

 -Tampoco, señor Gotfried.- El viejo volvió a menear la cabeza mientras chupaba una calada de su pipa de barro. -Los orejas picudas os matan si poneis un pie en la orilla que dicen ser suya. Además, esos tienen buena puntería, no habríais salido ninguno del negro Salz si en vez de goblins hubieran sido elfos.- Otro esputo alejó el nombre de los malditos elfos de la boca del cantinero.

 -Piratas de río entonces.- Dijo el alguacil molesto por el comentario anterior. -Deben de tener su cubil en algún punto del bosque, ¿cómo les hacemos salir o encontramos su guarida? 

Termino de bajar la escalera y veo que todos los hombres están reunidos y mucho mejor de lo que estaban la noche anterior, gracias a la atención de la bella hija del cantinero. Veo también que este conversa con el alguacil, por lo que me acerco a ellos y le hablo al cantinero primero:

 - "Buenos días. Me han sentado muy bien las atenciones de Renata, buen hombre. Se lo agradezco mucho."

Luego me giro hacia el alguacil y le hablo:

 - "Buenos días, alguacil. ¿Así que los Pieles Verdes no son los atacantes misteriosos y letales que estamos buscando?"

Me quedo esperando una respuesta mientras pienso en lo último que dijo: Piratas de río, ¿como encontrarlos o hacerlos salir? Supongo que la respuesta es haciendo correr la voz de una embarcación cargada de dinero con la que emboscarlos. Lamentablemente, si hacemos eso, cabe la posibilidad de que los bandidos que salgan a por nosotros no sean otros que desesperados envalentonados por el rumor y no los que buscamos. No habría forma alguna de saberlo.

La noche no había transcurrido como quisieran muchos, en el sentido de los mal de amores. Brindaron por los novios, pero los novios no eran los que se pensaban de primeras, más bien el desencuentro de un triángulo peliagudo.

—"A vista de buen cubero, tapemos un ojo al marinero". —Ni siquiera sabía lo que significaba, se lo había escuchado mil veces a los sabios de su pueblo.

En cuanto a la salud de los hombres, todo parecía que aquella mujer compensaba su lindeza con sus dotes serviles. Saludó a Leopold, que bajaba con mejor cara que ayer.

Mientras la mañana se hacía con el día, el enano estaba más interesado en descubrir a sus enemigos y planear un plan de ataque con los señores.

—¡Jum! Piratas de río, pero qué desgraciados. Por lo menos les durará lo quel temporal. En cuando el río baje no tendrán agua por donde flotar ni bruma donde esconderse. —Atento, se relamió los bigotes recogidos ahora con un cordel—. ¿Y qué pueden ser esos piratas? ¿Humanos? ¿Algún bicho verde más inteligente? Espero que no sean esos enanos caóticos...

Cogí el pañuelo bordado que Renata me tendía y no pude evitar la tentación de darle un buen cachete en el culo, apretujando sus carnes. Quizás me había precipitado en mis observaciones de la noche anterior y quizás a la vuelta volviera para catar el producto local.

Evidentemente no me quedaría allí a vivir con Renata ni tener una camada de críos ni nada de eso, pero un buen revolcón si que me pegaría si conseguía salir con vida de aquello. Fui hacia donde estaban sentados Harr y Leopold y les enseñé mi nuevo trofeo encogiendo los hombros y sentándome a la mesa.

Parece que tendré recompensa a la misión tanto si sale bien como si no. Un buen revolcón entre las tetas de una moza después de una misión es la mejor manera de acabarla. Significa que has salido con vida de ella.

Escuché entonces la conversación. Goblins, elfos, piratas. La cuestión era acabar con quien fuera aunque la opción de los piratas me parecía más aceptable que tratar con orejas picudas.

Si son piratas tendremos más opciones de acabar con ellos.

Gorst se había sonreído al ver a la muchacha acercarse, pero sus esperanzas fueron pronto truncadas, pues esta no tenía ojos más que para el tal Ándor. Con un gruñido, a caballo entre el agradecimiento por el vendaje y el enfado por el desplante, despachó a la moza y se entretuvo en sus propios asuntos. Y así pasó la noche, con pensamientos calenturientos dirigidos a la misma hija de Nurgle, con la que, de haberse unido, los frutos habrían sido engendros del caos.

A la mañana siguiente Gorst se encontraba mejor, y su humor también era menos árido. A la pregunta del sargento, el pescador no tuvo dudas:

- A la anguila de río se la pesca con cebo, señor. Se la pone un trozo de carne bien fresca y sangrante cerca de los roquedales en los que vive, y se la espera arpón en mano para cazarla en cuanto se asoma. A estos, más de lo mismo: una barcaza con algo que parezca mercancías, y, en cuanto que asomen, ¡ahá! - hizo un gesto como de arponear algo.

El viejo os miró de reojo mientras chupaba su pipa, y escuchaba paciente las ideas que teníais cada uno. Finalmente, escupió al suelo y comenzó a hablar.

-Fui espadero en la quinta legión del grandioso Conde Elector Wilhemm III durante su ascenso al trono como emperador. Combatí contra los hechiceros en la purga mágica y la ciénaga de Groostcher, donde perdí mi ojo derecho, y una cosa os digo, esos convierte ranas saben hacerte pensar.- Hizo un guiño a Leopold. -Los goblins en el bosque son perseguidos implacablemente por elfos y dríades.- Veis como un escalofrío recorrió al viejo que se sacudió inconscientemente escupiendo al suelo otra vez. -Su fuerza radica en su número y es en campo abierto donde tienen las de ganar. Además,- añadió -no conozco a ningún goblin que sepa nadar y menos manejar un bote. Si fueran ellos se habrían encontrado los barcos.-

-Hum, hasta ahí llegué yo también.- Añadió el alguacil. -Pero los elfos, según dices, no atacan a menos que "entres en su territorio".- Dijo remarcando la última parte.

-Ahí te confundes, mozalbete, jejeee.- El viejo dio una calada profunda y exhaló el humo que ascendió hasta el techo de paja que os resguardaba de la pertinaz lluvia.- Esta conversación me está dejando seco. ¡Renataa!¡Renata! Trae una jarra de cerveza y unos vasos. A ver, por dónde íbamos.- Dijo el viejo mientras se daba toques en la barbilla con el mango de su pipa. -Los elfos de Laurelorn suelen dejarnos en paz, es cierto, pero siempre hay disidentes que opinan que el mejor hombre, es uno muerto. ¿Pero para qué quieren los elfos destrozar los barcos o su contenido?. Hemos hallado restos de embarcaciones y barriles de provisiones flotando río abajo, o enredados en nuestras redes de pesca.-

-No sabía nada.- Dijo el alguacil.

-Si preguntarais más os enteraríais de estas cosas, pero a los pisaverdes de las ciudades solo les interesa acabar con lo que les jode. ¿A que el gremio de mercaderes ha presionado a las autoridades para que salgáis a cazar a quien está jodiendo el comercio?.- El alguacil rumió algo para si mismo que era una clara afirmación a las conjeturas del viejo. -Ya lo sabía.- Dijo dando otra chupada y escupiendo al suelo. -Y contratáis jóvenes botarates para que salgan a dar su vida sin saber a lo que se enfrentan. Esta juventud ya no piensa.-

-¡NO VI A CONSETIR QUE JABLES ASÍN DE MI NOVIO!.- De repente la chillona voz de garza de Renata os hizo dar un salto, apareciendo con una bandeja donde llevaba la jarra de cerveza y cinco vasos de barro.- ¡Noh cazaremo y haremos churrumbele!. ¿erdá novio nio?- Preguntó afirmativamente a Ándor dándole un codazo en las costillas. Y después de esa explosión de ira dejó la bandeja en manos del viejo y se fue, haciéndole ojitos a Ándor.

-¡Eso espero de verdad!.- Dijo el viejo cantinero repartiendo vasos mientras echaba una mirada evaluativa al joven Ándor. -Mas te vale hacerla feliz. Su chillona voz me ha dejado un poco más sordo.-

-Nos estamos desviando del tema.- Interrumpió el alguacil.

-Piratas de río.- Aseguró el viejo. -Si, lo tienen todo a su favor. Piratas de río.- Dio un trago a la cerveza y otra chupada a la pipa, mientras el humo ascendía lentamente. -A menos que el tonto de Roter Kargüm tenga razón y sea el espíritu del Negro Salz el que se traga los barcos. Por lo que os aconsejo que hagáis un sacrificio de cinco gallinas antes de salir a navegar.- El viejo comenzó a reirse, pero la tos le interrumpió. -Mirad a ver que cebo ponéis para que piquen esos barbos.- 

El pequeño gruñó entre dientes con un ademán de agarrar su daga bien cercana a su mano izquierda. Una reacción corriente cuando se sentía insultado. Quería arrancarle la pipa de la boca y quizás soltarle un par de gotas de sangre en el intento. Mira que había insultos varios que ya tenía asumido, pero "¿¿botarate?? GRRR" Pasó de gruñir a burbujear en cuanto la jovenzuela le sirvió su vaso de cerveza y se olvidó del tema. Otra reacción corriente.

—¿!Qué espíritu ni qué pamplinas¡? Eso de seguro son hombres corruptos y alguna que otra mujer corrupta. Y digo hombre por no decir raza. Solo diré estamos muy lejos de mi tierra. —Dijo, como dando a entender que si no eran elfos, tampoco serían enanos—. Además que para sacrificar comida dénmela a mí, les daré mejor uso.

Dio unos cuantos sorbos escuchando al resto y miró al pescadero, quien era el que mejor pudiera contestar.

—¿Qué otra cosa pudiera ser? ¿Algún monstruo marino?

Luego se dirigió a Leopold, quien controlaba los saberes de la magia.

—Muchacho, no es por meterme en sus asuntos, pues soy un obstinado con la magia, pero ¿hay algo en vuestros libros sobre enfrentar el agua o manejarla?

Finalmente, interrumpió a los tortolitos para preguntar a Ándor.

—Usted es un hombre sagaz con don de gentes, ¿verdad? Si finalmente son los piratas que pensamos, ¿quién puede estar detrás de los asaltos?

Bebió el resto de la cerveza de un trago y miró el vacío de la taza. Había sido la cerveza más efímera de su vida.

Saludo a Hårr cuando se acerca y escucho lo que comentan de los posibles piratas de río. No entiendo a que se refiere Ándor con el pañuelo pero con lo que dice después, me hago una idea. No es algo que conozca realmente pero supongo que ya llegará mi momento. Claro, cuando conozca una mujer que no se cague de miedo con solo saber que soy un hechicero.

Las palabras del viejo cantinero me causan una gran cantidad de dudas cuando intercambia palabras con el alguacil y menciono lo que quizás no han notado al pensar en que son piratas de río:

 - "Disculpen, caballeros, pero ¿no es acaso la intención de los piratas el llevarse las mercancías? Entonces no tendría sentido que hayan encontrado barriles de provisiones, pues ellos no las dejarían sin más."

Rechazo la cerveza que me ofrece la moza a medida que la miro y estoy seguro de que no es la misma mujer que me atendió la noche anterior.

"¿Tiene el hombre dos hijas que se llaman igual?"

Pero la verdad es que no me interesa e indagar en ello sería una distracción. Me concentro mejor en el enano, que menciona la posibilidad de un monstruo de agua. Cuando me pregunta de la magia, le respondo con un encogimiento de hombros:

 - "No es algo que esté a mi alcance y probablemente jamás lo sea."

Pero creo firmemente que tampoco es el agua misma o algo así sino alguna clase de criatura o grupo pero no lo hacen por el interés en las mercancías. Los Pieles Verdes habrían calzado bien pero es cierto que no dan la talla. Debe ser algo más, algo no considerado hasta ahora.

Muchas cosas se hablaban allí, pero Gorst ya no tenía gran cosa que decir. Un cebo sería lo que necesitaban, sin duda. Claro que si las mercancías se abandonaban, entonces estas de poco servirían como engaño. Quizá, símplemente, una embarcación fuese bastante, seguida de otra a cierta distancia.

- Está claro que esa cosa, lo que sea, ataca a los barcos. ¡Pues démosle barcos! Ya habrá tiempo de echarle las redes y tirarle los arpones cuando asome.

Los detalles de cómo hacer aquello requerían una mente militar, y el pescador nada tenía de esto. Su visión era simple: echar el cebo, y esperar a que el pez picase.

La idea de espíritus y demás ideas místicas tampoco iba conmigo, en eso estaba de acuerdo con el enano. Aquí se veía claramente la mano de alguna raza y si me dejaban apostar, la idea de humanos piratas era la que más se acercaba.

Démosles cebo, Gorst. Pongamos uno bueno en los barcos y esperemos que nos ataquen. Esta vez estaremos preparados. ¿Tienen aquí arcos y flechas que podamos llevarnos a la barca para defendernos?

En ese momento Renata paso por nuestro lado y me miró con esos ojos diciendo nosequé de críos y novios. No tenía intención de formar familia con ella, pero la idea de retozar ya no me pareció tan descabellada y, la verdad me estaba empezando a tentar. La cogí de repente por la cintura y la senté en mis rodillas.

Dime, moza. ¿Hay arcos o arpones por ahí? - No me quitó mis manos de ella aunque intentaran llegar más allá de lo permitido.

- "Disculpen, caballeros, pero ¿no es acaso la intención de los piratas el llevarse las mercancías? Entonces no tendría sentido que hayan encontrado barriles de provisiones, pues ellos no las dejarían sin más."

-No se ha encontrado gran cosa. Tan solo uno o dos sacos y algún barril. Sin duda arrojados por la borda para aligerar carga, o cayeron al agua en el fragor del combate.- El comentario del hechicero dejó pensativo al alguacil, pero el viejo lo desestimó enseguida. 

-Harpones hi, amor io. Arhos desos no, semos pescaores, no holdaos.- Renata se mantenía embelesada con el joven Ándor, y cuando este le bajó la mano mas de lo debido, le sonrió descaradamente susurrándole algo al oído.  

-Renata, atiende a los heridos y luego sube al piso de arriba.-

-¿Pa´que?. Pa que bahe la estirá y me quihe mi novio. No me subo arriba.- Contestó  Renata.

-Que subas he dicho.-

-Quie no quero.- 

-Renata ha hecho más ungüento. Aplícaselo a los heridos y tendrás a todos los hombres que quieras.- Concluyó el viejo.

-Pos quie baje la estirá, y lo aplique ella. Llo me queo aqhi.- Finalmente el viejo murmuró algo acerca de las mujeres y volvió a la conversación.