Partida Rol por web

Gorst volvió a ver a aquel monstruo, fruto de sus pesadillas. Sus miedos se revolvieron dentro de él, tornándose en ira, pues comprendía que jamás escaparía de la criatura, tan solo podría destruirla. Con un grito descarnado, blandió su hacha y corrió hacia el monstruo, dispuesto a partirlo en dos.

- ¡Muereeeee!

Era prácticamente imposible acercarse al hechicero sin recibir las caricias de la criatura invocada. Parece que alguien había estado jugando con fuerzas oscuras allí.

Me moví hacia un lado, evitando acercarme al mago y tratando de rodear a la criatura. Si podía llegar a uno de los pebeteros, tiraría el contenido sobre el octógono destruyendo esa sangre. Parecía que era lo que daba poder a la criatura.

Suficientes muertes se ha llevado el río y demasiadas molestias hasta ahora como para ahora abandonar la misión. Podría ser muchas cosas, pero desde luego no era un cobarde. ¿Cómo regresaría al pueblo habiendo abandonado? Aunque se quedase callado, sus propios pensamientos lo señalarían hasta el suicidio.

Sea como fuere, estaban allí abajo enfrentándose al infierno. En su batalla idealizada hubiese deseado que se tratara de un ejército de mugrosos verdes montados de otros animales peores, donde poder dar un sentido más personal a su participación. En realidad, ese sentido sí existía, teniendo en cuenta que el viejo y gruñón aguacil ya no estaba con ellos. Necesitaba cierto grado de honra.

—¡MUERE BESTIA BRUTA!

Aprovechando que el cadente alargado se acercó amenazador, le asestó un golpe contundente con su hacha. No fue una herida tan brutal como la del enfurecido pescador, pero por lo menos llamó la atención del bicho, quedando él como protagonista de su ataque.

Ahora Leopold tendría libertad con sus hechizos a distancia y los otros el camino libre para acercarse al hechicero deformado.

Efectivamente tus suposiciones son acertadas, ese círculo fue hecho para convocar a esa criatura, pero una vez en este plano solo "matándola" puede ser devuelta a su lugar de origen. Sin embargo las palabras de su invocador te inquietan y a la vez te dan una pista; pues si necesita sangre para mantenerse es porque de algún modo está ligado a la criatura. A medida que la sangre de vuestros compañeros degollados se vierte en en el círculo, la criatura se vuelve más fuerte. 

Mirar aquel símbolo causó que en mi mente entendiese que es ese signo el que mantiene cierta conexión entre el hechicero y el demonio. El hecho de que la sangre esté fluyendo al símbolo y las mismas palabras del degenerado del hechicero enemigo indican que la sangre lo fortalece.

"Debemos detener eso. No puede fortalecerse aún más."

Pienso en la idea de atravesar al monstruo para derramar mi odre sobre el suelo y así lavar la sangre, pero jamás podría esquivar a la mole que significa esa criatura sin ser devorado en el proceso:

 - "Hårr y Gorst, deben distraerlo. Ándor, debes interrumpir la sangre del símbolo. Usa aceite, agua, tus propios meados si es necesario."

Intento canalizar energía pero la tensión del momento me vuelve incapaz de lograrlo con efectividad. De todas maneras saco uno de mi pequeños dardos y conjuro el poder de un proyectil mágico para dañar el símbolo del suelo. Lo consigo pero la fuerza del impacto no hace más que rebotar en la roca sin causarle una muesca útil.

El monstruo no os ponia la cosas faciles, pero tampoco era invulnerable. El hacha de Hârr había rebotado en la dura piel pero la de gorst si hizo mella, y el líquido ambarino comenzó a brotar de nuevo.

Su respuesta no esperó. Uno de los apéndices golpeó violentamente a Gorst clavándose en su brazo izquierdo y rasgándolo. La sangre manaba sin parar de la masa sanguinolenta en que se había convertido su brazo.

Asentí a las palabras de Leopold mirando el símbolo en el suelo que se iba llenando de la sangre de los marineros degollados. Los pebeteros estaban cerca de allí si conseguía lanzarlos hacia el símbolo y hacer caer los rescoldos sobre la sangre, podría detener el avance de ella por el suelo.

Mientras el monstruo lisiaba a Gorst, me escabullí por el lado oeste de la sala buscando el pebetero más cercano. Una vez detrás de él, usé la pared como punto de apoyo y con el pie empujé con fuerza el pebetero en dirección al octógono

Gorst cayó de rodillas, agarrándose el muñón ensangrentado de su brazo mientras chillaba de terror. La locura y la desesperación le invadieron, y solo le quedó esperar una muerte rápida, aunque se arrastró miserablemente unos pocos metros hacia atrás, dejando un reguero de sangre y desesperación.

Maldito bicho inmortal, no había otra que el círculo le diera su poder. Aprovechando que el gusano bubónico se cebaba con Gorst, el enano adelantó a Ándor  y le ayudó a tumbar el pebetero. Esperaba que no fuera demasiado tarde para que el pescador usase el potingue comprado.

Veo que Hårr corre para ayudar a Ándor a derribar uno de los pebeteros con aceite, lo que significa que pronto lo conseguirán. Lamentablemente Gorst ha caído y, por la cantidad de sangre que veo, dudo que vuelva a levantarse. Si el demonio va a interrumpir a los otros compañeros, no solo no podrán interrumpir la alimentación del símbolo sino que también los tomará desarmados.

"No, mi única labor ahora es distraerlo lo suficiente para que ellos concreten."

Suspiro, sabiendo que probablemente será mi final. Intento canalizar la energía mágica en mis manos y lo consigo a duras penas. La perspectiva de morir es algo que claramente no me permite concentrarme mucho. Luego intento lanzar el hechizo, pero no consigo el esquema mental necesario para canalizar la energía y son solo palabras huecas lo que salen de mi boca.

Decepcionado por ser un mal momento para fallar, le grito a la criatura para intentar llamar su atención:

 - "¡Ven acá, sucio y miserable esclavo! ¿Que sacas con ser tan grande y fuerte si cualquier imbécil te convoca y le obedeces?"

Agito los brazos para que me vea y decida atacarme a mí. Utilizar mi cuerpo como objetivo es la única forma en la que puedo ser útil ahora mismo.

El pebetero de piedra pesaba más de lo esperado y no se movía. Mientras Hárr iba en ayuda de Ándor, Leopold intentaba conseguirles tiempo para poder acabar con el demonio para siempre, arruinando el efecto mágico que había en funcionamiento. Pero una voz a la que no habíais tenido en cuenta, se alzó dando instrucciones al demonio.

-¡Estúpido!, encárgate de esos dos. No dejes que arruinen el ritual. Yo me encargaré de esa pobre imitación de hechicero.- El monstruo obedeció las órdenes alargando su cuerpo hacia donde estaban el enano y el humano, mientras el ser inmundo que controlaba al monstruo salmodiaba palabras arcanas impuras, que hacía daño a los oídos con solo escucharlas. El adepto del caos sacó un frasco de líquido color negro y empapando la daga con él, intentó lanzarlo hacia Leopold sin efecto alguno. 

Parecía que no era tan bueno como pensaba.

El monstruo, ignorando su herida, se dirigió hacia vosotros con esos cuatro apéndices que suponíais habían acabado con la vida del pobre pescador. No pintaba bien. Pero el lento ataque del demonio os dio la posibilidad de esquivarlo sin mucho esfuerzo. 

No se lo piensa dos veces. De nuevo, intentamos tirar el pebetero. Piensa en las calurosas cavernas, enterrados bajo tierra, minando, sin saber si estaban de día o de noche. Lo había hecho muchas otras veces y ahora casi lo consigue, solo necesitaba el empujón de Ándor que acabaría por derrumbarlo.

—GRRRRRRUUUUUUUUUAAAAAA

El hecho de que el Demonio me ignore y el intento de conjurar los vientos de la magia por parte del hechicero del caos, sumado a su abierta amenaza, me dejan claro de que no se quedará quieto para ver como acabamos con su bestia. Más aun, quiere exterminarme pues sabe que soy el único del grupo que no necesita acercarse a él para dañarlo:

 - "¿Imitación de hechicero? ¡Te demostraré como se ve el verdadero poder!"

Me concentro en canalizar los vientos de la magia y lo consigo con soltura. Reúno el poder mágico con seguridad y, manteniendo el esquema mental correcto, pronuncio las palabras con absoluta confianza:

 - "Ventorum magicae potentiae efficiunt ut inimicos meos pura virtute laedant."

El poder se reúne alrededor del pequeño dardo que saco de mi bolsa y sale disparado directamente en contra del Hechicero del Caos, para impactarle de lleno con gran fuerza.