Partida Rol por web

Al decirle lo que pasó, su padre exhaló agobiado. Habían sido tantas veces que le avisó que serían innumerables y ella, omitiendo la verdad, le ignoraba si no entraban en una discusión típica. Su padre tenía razón, esa relación era tóxica desde hace mucho tiempo. Sus sueños se lo mostraron, un Dylan capaz de asesinar a cualquier que acababa de conocer, aunque fuese como un subconsciente muy extraño, pendientes de la realidad misma. De alguna forma, trajo unos sentimientos tan realistas del Morfeo, en donde se incluían una sensación de irrealidad, un temor por su ahora exnovio, en contraposición a la sosegad que le otorgó su padre. Miró su teléfono y la respuesta de David, no sabía si realmente Dylan le había hecho tal cosa, no se acordaba de eso que decía, pero tenía una brecha y una amenaza en su móvil, recordando al peligroso sueño. En frente suyo, su padre exhalado.

—Perdón, padre... tenías razón. Debí creerte hace años. Me gustaría hacer las cosas bien, empezar de cero o retomar un mejor rumbo a partir de ahora —le confesó, agachada con sus sentimientos pesantes—. Menos mal que estás aquí. Si no fuera por ti... yo no sabría qué hacer.

Le dejó irse cojeando, cada vez le veía más anciano y débil. Decidió lavarse la cara de nuevo y escuchó a su padre. Comprobó que ella misma era la responsable de sus nervios y su infelicidad, quizás le estaba provocando algo lentamente a raíz de todos estos años. Sería poner la denuncia, regresar a casa y dejarle descansar. Tampoco podía depender de él a partir de ahora. Si quería hacer cambios en su vida, tendría que ser por ella misma, sin dejar que el cronómetro del tiempo le juegue una mala pasada. Quería una relación como la que vivió en los sueños, un compromiso de amor y confianza con la persona que le dio la vida. Su corazón volvió a latir de lleno.

—Papá, es él... ¿qué hago? —no sabía lo que hacer. Dylan estaba teniendo una de sus acostumbrados acosos, de mandarla a la mierda y no querer verla más, a la vez que acosarla con miles de llamadas. Al final, puso los altavoces, dio al botón de grabar audio y dejó que hablase—. ¡Qué quieres ahora! ¿No estás contento con el golpe que me diste?

En mitad de la conversación, quiso mandarle las imágenes que le había hecho. Abrió sus mensajes con él y vio una entrada que ella había escrito hace escasos minutos, pero que no recordaba en absoluto. Era ella quien le estaba dejando y decía de bloquearle. Nada de eso lo había hecho ella. ¿Qué está sucediendo con su móvil? ¿Será él manipulándolo a lo hacker, o será...?

Cuando Ashley cogió el teléfono, aquella chica se acercó a ella, con la navaja aún en mano eso sí. Parecía que quería escuchar la conversación y sobre todo ver si Ashley hacía algo para intentar escapar de allí o pedir auxilio de alguna forma velada. Pero al descolgar el móvil, algo sorprendió a ambas y es que la voz de la propia Ashley salía a través del telefonillo.

¡Qué quieres ahora! ¿No estás contento con el golpe que me diste?

¿Pero qué coño? - comentó Veronica de pura sorpresa. Estaba claro que algo raro pasaba allí y es que no parecía que hubiera forma humana de que hubiera alguien con exactamente la misma voz que Ashley llamando a través de un contacto llamado "Dylan Duncan". 

Era evidente que George no estaba nada de acuerdo en que su hija contestara al teléfono, pero viendo la determinación de la chica a cambiar su vida y lo enfadada que parecía a la hora de enfrentarse a aquél maltratador, hicieron que el padre se quedara en un segundo plano.

Tras enviar las fotos, Ashley pudo escuchar una voz femenina irreconocible a través del aparato.

¿Pero qué coño?

No parecía haber dicho nada más aquella voz, que fue seguida no mucho después por la de Dylan.

¿Con quién estás? ¿Quién es esa? 

Dijo confuso el chico, quien continuó hablando.

Como sea ¡yo no he hecho nada! ¡Y tengo pruebas de que no te he puesto la mano encima, estuve toda la noche en casa tras ver que pasabas de mí!

Que fuerte me parece que después de todo y andar ayer todo el día preocupándome por ti, ahora me andes con estas.

¿Qué pasa? ¿Cómo ya te han echado del trabajo de camarera y te ves inútil perdida, tu única forma de intentar sacar dinero es denunciándome?

¡Pues que sepas que no te va a salir bien, aunque te golpees a ti misma!

A través del teléfono, ahora sonó una voz reconocible para Ashley, pues era ni más ni menos su tóxico ex-novio.

¿Con quién estás? ¿Quién es esa? 

Dijo confuso el chico, quien continuó hablando.

Como sea ¡yo no he hecho nada! ¡Y tengo pruebas de que no te he puesto la mano encima, estuve toda la noche en casa tras ver que pasabas de mí!

Que fuerte me parece que después de todo y andar ayer todo el día preocupándome por ti, ahora me andes con estas.

¿Qué pasa? ¿Cómo ya te han echado del trabajo de camarera y te ves inútil perdida, tu única forma de intentar sacar dinero es denunciándome?

¡Pues que sepas que no te va a salir bien, aunque te golpees a ti misma!

La conversación fue por teléfono fue absurda. Estaba dando unas excusas muy deprimentes y típicas de hombres maltratadores, alegando al dinero, como si ella no fuese capaz de conseguirlo por sí misma mientras él se pasaba el día jugando con los videojuegos. Además, le acompañaba otra mujer,

—¡Escúchame pedazo maltratador, esto me lo has hecho tú! ¿Quién sino? ¿Quién es la única persona que me odia tanto para hacerme eso? ¡NO CONOZCO A NADIE MÁS POR CULPA DE TUS CELOS! —tuvo que gritarle para que se enterase, mientras las lágrimas le caían por la mejilla. Su padre estaba al lado, le daba vergüenza que escuchase esas cosas de ella. Quizás le advirtió alguna vez, pero nunca le hizo caso—. ¿Quién es esa tía? ¡Eh! ¿Tan rápido me sustituyes? ¿Tan necesitado estabas? —tenía el móvil pegado a la boca, como si estar más cerca la escuchara mejor. Exasperada, una chispa se encendió en su espina dorsal y la recorrió con un escalofrío helador hasta su mente. Recordó el final del sueño, su rostro palideció—. ¡CHICA, SI ME OYES, HUYE DE AHÍ! ¡ES UN ASESINO!

Colgó de inmediato. No quería hablar más. La conversación la dejó sudorosa y en tensión constante. Tenía que estar mintiendo, él había sido el que dio ese golpe. Él era... el que mató aquél chico... Tenía que denunciarlo.

—Vamos, padre, ha sido él... Debemos avisar a la policía antes de que mate...

Ashley asistió con la boca abierta a aquella especie de conversación telefónica consigo misma. Era su voz, sin duda alguna, pero sabía que no había dicho esas palabras nunca antes, por lo que tenía que ser otra Ashley. Sin embargo... ¿Cómo era posible que estuviera en la misma línea que ella? ¿Podía haber acaso dos Ashleys coexistiendo a la vez? Miró a Verónica sin dar crédito a sus oídos, ni siquiera vio la navaja con la que la seguía amenazando.

— ¿Acabas... de escuchar lo mismo que yo? - preguntó, más para confirmar que no era todo su imaginación. La cara de la chica le decía que todo aquello estaba lejos de ser una invención suya. — Yo no soy esa. Pero se escucha exactamente igual que yo... ¿Entiendes lo que me está pasando ahora? ¡Te dije que no te conocía, y es verdad! Tampoco sé quién es tu jefe, ni nada parecido realmente. Pero sí quiero rehacer mi vida, y que toda esta mierda pase. Llevo días con cosas así de raras, y no sé qué está pasando. Pero si te parezco igual a la otra que conociste es que eres una estúpida. - No le importó insultarla, de hecho pensaba que al hacerlo le confirmaría aún más que ella no era la Ashley a la que conoció. Quizá después de esto dejara de intentar amenazarla, porque de todas maneras no iba a conseguir nada con ello.

— Conozco a ese Dylan, no obstante, y es un capullo integral, un descerebrado de mierda. Pero esa tía parecía estar saliendo con él, y ahora ha fingido malos tratos o algo. No sé si te cuadra más su comportamiento que el mío, pero está claro que está chiflada. O desesperada. - Seguía intentando convencer a Verónica, tenía la sensación de que si ella la dejaba en paz y la creía, habría salido bien parada de esa situación. Aquella llamada repentina podía jugar a su favor, o por el contrario podría confundir más a Verónica, no lo sabía. Esperaba que fuera lo primero.

Mientras Ashley seguía hablando con aquella chica que acababa de conocer de una forma inesperada, el teléfono continuó la conversación.

¡Escúchame pedazo maltratador, esto me lo has hecho tú! ¿Quién sino? ¿Quién es la única persona que me odia tanto para hacerme eso? ¡NO CONOZCO A NADIE MÁS POR CULPA DE TUS CELOS! 

 ¿Quién es esa tía? ¡Eh! ¿Tan rápido me sustituyes? ¿Tan necesitado estabas?

¡CHICA, SI ME OYES, HUYE DE AHÍ! ¡ES UN ASESINO! 

 Entonces se colgó de sopetón la llamada. Veronica se quedó mirando a Ashley, entonces guardó la navaja. - Esa es la chica de la que me habló David, la chica que tenía problemas con su novio abusador. - admitió, asintiendo. Rápidamente y sin dar tiempo a reaccionar a aquella chica, la agarró con una mano, de forma muy firme. - Y tú tienes su misma cara ¿o me vas a decir que es casualidad? - rió levemente y entonces se puso muy cerca suya. - Y la llamas de chiflada ¿pero y si eres tú la chiflada?

Fue entonces cuando le mordió un labio, con la suficiente fuerza como para hacerle algo de sangre. Como es lógico, Ashley reaccionó inmediatamente y se separó de ella, pero aquella curiosa chica, parecía estar más sorprendida que la propia Ashley. - Sin embargo ¿sois la misma persona? ¿Qué mierda está pasando? - al igual que Vincent, aquella mujer parecía tener cierto poder sobrenatural, aunque parecía ser bastante inferior al del chico.

Arqueó una ceja, curiosa, dejando de lado toda la agresividad. - ¿Desde cuando te pasa esto? ¿Fue desde la visita que te hizo David? - fue entonces cuando su tono se tornó ciertamente agresivo de nuevo. - No leerías algo que no debiste leer ¿verdad? - parecía que nuevamente, todo giraba entorno a un libro y si bien aquella mujer no parecía estar tan enterada como Vincent, estaba claro que algo sabía.

George se sorprendió muy positivamente ante la actitud de su hija, pero su última frase le dio un cierto susto. - ¿Un asesino? - empezó a sudar, de hecho se tambaleó un poco. - ¿Intentó asesinarte ayer? Dios mío, Dios mío. - suspiró. - Vamos cuanto antes a la policía, vamos a acabar con esto.

Que Ashley colgara de sopetón dejó a Dylan sin poder responder, algo que seguramente le había cabreado aún más, pero lo importante ahora era asegurarse de que acabara entre rejas.

Al llegar a la comisaría, un agente de policía con una pinta un poco extraña les atendió en la gran mesa de la recepción, mientras otros policías parecían hacer otras cosas, como escoltar a sospechosos, criminales, rellenar informes... - ¡Agente especial a su servicio! ¡Nombre en clave, Amapola! - aunque pronto se echó la mano a la boca. - Uy eso no tenía que decirlo en voz alta. - aunque era algo que ponía en su placa... Y definitivamente no ponía "Amapola".

Se apoyó en la mesa, con cierto aire de superioridad y una sonrisa ciertamente pícara. - Dígame señorita ¿en que la puedo ayudar? - parecía ignorar completamente el hecho de que George Hill se encontrara allí.

Tan rápido como colgó el teléfono abrieron la puerta y salieron dirección a la comisaría. Ashley asintió a su padre, avergonzada. No quiso asumir la responsabilidad de mirarle a los ojos. El trayecto fue angustioso y vacío de palabras, pero ruidoso en su mente. Repasaba una y otra vez lo que iba a decir en la denuncia, como si fuese un examen que se tuviera que saber a la perfección. Leyó que había veces en que nadie creía a la víctima, sobre todo cuando no tenía pruebas y eso le recordaba a la pesadilla de anoche, cuando nadie creía lo que decía. Pensó que el subconsciente era tan misterioso que se adelantaba a los acontecimientos. Tenía miedo de que en la realidad, ahora, sucediera algo parecido.

Al llegar entraron a la oficina sin fijarse bien en dónde estaban. El policía que les atendió se comportó extraño, como si estuviera imitando a un oficial, de modo que tuvo que asegurarse primero de que realmente se encontraba en una oficina de policía y no en otro lugar.

—Ho... hola... Mi nombre es Ashley Hill. Vengo a poner una denuncia —tragó saliva, estaba nerviosa por estar en frente de una autoridad y contar su intimidad a un extraño. Ya sea a este oficial en recepción o siguiendo el protocolo que le indicaba, acabó diciendo lo que había pasado—: Mi novio me ha golpeado en la cabeza. Lo hizo anoche. He perdido el conocimiento, no me acuerdo de nada, pero sé que fue él, estoy segura. Mi padre es testigo del maltrato que he sufrido durante muchos años y nunca me he atrevido a hacer esto, hasta ahora... —Ashley recordó a los policías llamando tras la puerta y su voz se quebró—. E... es peli... groso, cr... creo que podría ma... tar a alguien.

Como prueba, Ashley sacó su teléfono móvil y le enseñó las conversaciones tóxicas que solía tener con él, entre insultos y amenazas. Le enseñó la foto con la brecha en la cabeza y después otra foto que se hizo los anteriores días. La foto de Ashley sexy que envió a Dylan hace dos días serviría si la encontraba.

La llamada era cada vez más extraña. Aquellas voces eran sin duda la suya, pero era imposible que estuvieran sucediendo al mismo tiempo. ¿Se habrían... sincronizado las líneas temporales de cada mundo, o algo así? De repente la llamada se colgó, y Verónica se le acercó de manera intimidante, aunque guardando la navaja. Al menos no pretendía hacerle una pinchadita ya, pero eso no quitaba que diera un salto cuando le mordió el labio.

— ¡¿Y me llamas a mí chiflada?! ¿Pero a ti qué coño te pasa? - gritó mientras se limpiaba la boca de sangre con la manga. Aquello le dejaría una mancha bastante aparatosa, pero prefería eso antes que seguir sangrando y sentir el sabor metálico en la boca. — Tú pareces saber más. No sé de qué cojones hablas, no he leído ningún libro más que mis apuntes de filología. Créeme, no son tan interesantes como para causar esto.

Sin embargo, algo la escamaba mucho de Verónica. Parecía saber cosas, muchas más cosas que ella al menos. Y tenía cierta... sensación extraña con ella. Al mirarla, sentía que podría tener respuestas que deseaba. Y necesitaba. Pero eso sería si cooperaba, claro.

— Mira, yo no sé qué hacía esa otra... Ashley. Pero yo ni siquiera conozco a David. Al menos no aún, supongo. No sé qué hizo o qué planeaba la otra, pero yo solo quiero volver con mi padre, y estudiar en mi universidad de siempre. Solo sé que me desperté ayer y ya no era la misma Ashley. Mi padre era distinto, mi profesor ahora era una profesora... Y al parecer sacaba buenas notas, yo qué sé. - Hizo una pausa, caminando para intentar volver a su casa. — No sé si tienes algo que hacer, pero yo tengo que volver a casa, o mi "padre" se preocupará - comentó, enfatizando de manera que Verónica intuyera que no era su verdadero padre. — Si me quieres vigilar, ven conmigo, me da igual. Y si quieres arreglar algo de esto, también ven conmigo. Hazme caso, soy la primera interesada en que toda esta locura termine de una puta vez.

Empezó a reír levemente. - ¡Nada de lo que dices tiene sentido! - entonces cesó de golpe su risa, y la miró fijamente, sin quitar aquella sonrisa de superioridad. - Pero suenas tan convencida, además de que literalmente ¡sois dos! - sacó su móvil. - No puede ser pérdida de memoria, ni confusión, nada de eso explica lo que está pasando.

Fue entonces cuando empezó a llamar por teléfono y levantó un dedo, indicando a Ashley guardara silencio. - David ¿dónde estás? - una pequeña sonrisa apareció en su rostro. - ¿Tú también? Ya somos dos entonces. - esperó un poco, para escuchar su respuesta. - Sí, como oyes. ¿Y a qué no sabes lo que la he visto hacer? Ha tirado un coche al agua, uno de lujo, uno como los que solía llevar tu amiguito. 

Su expresión se tornó entonces algo seria. - Oh venga ¿de verdad aún vas a defenderlo? Esto tiene el sello de Banes por todas partes. - suspiró. - Sí, vamos a hacer eso, será lo mejor ahora mismo. - siguió escuchando y entonces rodó sus ojos. Le entregó a desgana el móvil a Ashley. - Toma, es para ti, si quieres cogerlo al otro lado de la línea, claro.

Ajá, ajá. - decía desinteresado al principio, aunque cuando le enseñó el móvil se frotó las manos. Aquél muy poco profesional policía parecía más interesado en cotillear que en el problema en sí. - ¡Fuaa! - gritó mientras leía. - ¡Ostras! - dijo también mientras seguía leyendo.

Joé, pues esto es fuerte ¿eh? Normal que lo quieras denunciar. - admitió sin ningún tapujo. - Pero esto prueba que se ha portado mal contigo, verbalmente. ¿Tienes alguna prueba o testigo de que te haya arreado en la cabeza? - se rascó detrás de la nuca. - Porque si ni si quiera tú lo recuerdas y él lo niega, no hay arma del crimen ni testigos... Como mucho lo podemos poner una multa. Por difamación y calumnias. - asintió, escribiendo ya en un papel aquellas palabras, por si se le olvidaban.

Pero para sorpresa de todos, llegó allí un tipo escuálido, con la respiración entrecortada y Ashley pronto lo reconoció, pues era alguien a quien le había estado sirviendo hamburguesas durante mucho tiempo.

Jo-joder... - murmuró, intentando recobrar el aire. - Debería hacer más ejercicio. - con un último soplido, se recuperó y decidió intervenir en todo aquello. - Ashley, te dejé anoche en casa, vi como cerrabas, lo que me has dicho es... - se quedó callado un segundo, miró sus vendas. - Es imposible. - se acercó a revisar las vendas. - Estas son de hospital, las gasas también, pero es imposible, no puedes haber estado en el hospital en las pocas horas que llevamos sin vernos.

Parecía bastante confuso, menos que el policía, eso sí, quien parecía estar pasándolo en grande rellenando aquél papel. Pero antes de poder decir nada más, le llamaron por teléfono y decidió contestar. - ¿Si? Ah, Veronica, estoy aquí con Ashley, la chica que conociste ayer. - se rascó la cabeza, confuso. - ¿Cómo que ya somos dos? No te entiendo. - siguió escuchando, entonces la cara de confusión se tornó en una de cierto temor, mientras miraba a Ashley. - No será una broma ¿verdad? Joder, joder, joder.

No, no. Nos lo prometió, no puede ser, tiene que ser una coincidencia. - suspiró, la verdad es que era la única explicación lógica. - Vamos a reunirnos, deberíamos ver todos juntos lo que está pasando, te espero en la empresa, de ahí ya veremos que hacemos, pero creo que antes deberían hablar entre ellas. - le ofreció el teléfono a Ashley. - Deberías cogerlo.

Ashley ya no estaba muy segura de estar haciendo lo correcto con aquél policía que cuestionaba su versión de los hechos con esa actitud entrometida. Se sentía como si estuviera dando explicaciones a un tertuliano de la prensa rosa, pero su placa no engañaba, era policía, no se trataba de ningún disfraz. Cuando terminó de ver el móvil, lo retiró recelosa y lo custodió en su bolsillo, alejado del policía que parecía con más ganas de revisar la galería de fotos que de escribir la denuncia.

—Con la denuncia básica, de momento, estará bien. Puede quedarse en trámite. Pronto traeré la prueba definitiva. —Al mismo tiempo el chico de las hamburguesas apareció jadeando, contando su versión de los hechos—. ¡David! —le sonrió, contenta de verle, primera alegría en la mañana—. No me acuerdo de nada... de verdad... Solo de un sueño que duró mucho tiempo en el que no me hablabas... —Entonces, se giró hacia su padre para preguntarle—: Padre, ¿tú viste llegar al hospital? ¿O me pusiste tú las vendas? Puede que haya sido él...

David empezó a hablar rápido con una tal Verónica de la que no se acordaba. No se enteraba de nada. Asintió a regañadientes, creyendo que David sabía algo que ella no. ¿Qué está pasando ahora? Decidió coger el teléfono.

—¿Hola? Soy Ashley Hill. ¿Con quién hablo? —Esperó paciente su respuesta y descubrir de quién se trataba.

Banes... ¿De qué le sonaba ese apellido? ¿Era quizá el hombre que conocía a la otra Ashley? No conseguía recordarlo con claridad, pero parecía estar relacionado con el tal David y esa muchacha rubita que cada vez le estaba cayendo peor. ¡En serio, no podía ser más arrogante y estúpidamente idiota! No le sorprendió que la delatara a la primera de cambio, si pensaba que podía contar de alguna forma con su ayuda, ya podía ir olvidándose. Lo cual la dejaba en una mala posición, pero poco más podía hacer. Si tenía oportunidad tendría que tomar distancias. Y asegurarse más de seguido que no la seguía nadie. Empezaba a pensar que acabaría paranoica como la típica película de detectives donde perseguían al protagonista hasta para cagar.

— ¿Para mí? Bueno, si insiste... No es que le pueda contar mucho más de lo que te he contado a ti - declaró, cogiendo el celular para pegárselo a la oreja. — ¿Diga?

¿Diga?

 ¿Hola?

Se escuchó casi al unísono, algo que hizo que ambas Ashleys se sorprendieran pues estaban escuchando a través del teléfono, su propia voz. ¿Un error en la llamada quizá?

Soy Ashley Hill. ¿Con quién hablo?

Contestó finalmente Ashley Hill, esperando respuesta de su interlocutor. 

— ¿Pero qué cojones? - preguntó Ashley al oír su misma voz al otro lado del teléfono. ¿Cómo era posible? — Hablas con Ashley Hill también. En otro momento creería que es una broma pesada, pero no tenemos mucho tiempo. ¿Qué sabes sobre donde estás ahora? ¿Es tu realidad habitual? 

— Soy yo misma, al parecer - dijo ella tras una pausa, tapando brevemente el micrófono del celular para dirigirse a Verónica. No sabía cómo se lo tomaría, ni si la creería siquiera, pero le traía sin cuidado. Si después de todo lo que había pasado no era capaz de ver que algo raro estaba pasando, sería porque era mucho más tonta de lo que creía en un principio.

Se escucha un silencio prolongado de desconcierto.

—No puedes ser... yo —se escucha otro silencio—. Sí, ¿no? Sí es mi realidad habitual... ¿no? Estoy con... David y mi padre aquí en la comisaría. ¿Quién me hizo el golpe en la cabeza? Fue Dylan, ¿no? Él mató a... ese otro chico —una pausa, como si no se acordase del nombre— Kyle Wood, pero aquí no lo conozco... ¿Qué está ocurriendo?