Partida Rol por web

La nube de murciélagos se cernió en torno a Aerin. A diferencia del resto, parecía paralizada, sin inmutarse frente al resto de sus compañeros. Sus ojos se abrieron de par en par, mientras la nube de murciélagos se cernía en todo a ellos. Y cuando terminó, silencio. Cubierta con las manos la cabeza, se las retiró poco a poco jadeando entrecortadamente.

- Yo, yo… - estaba pálida y sudorosa, como una muñeca desmadejada y casi rota – Yo… lo siento- no… no sé muy bien que hacer, ha sido todo tan… tan duro, ella era muy fuerte, casi no lo cuento – Intentó levantarse, apoyada en la pared, pero los pies no la sostenían, a punto de caerse al suelo, apenas logró sujetarse –

- No… no merezco ser vuestra líder, soy un fracaso. Iba decidida a vencerla y de golpe y plumazo, ha acabado conmigo, me ha convertido en su juguete. Sólo soy una muñeca de trapo, al lado de Lancelot, nadie. No sé si tengo fuerzas siquiera para levantarme, total, no podemos ganarla, y menos ahora mismo –

Se quedó derrumbada, a expensas del juicio de sus compañeros, total, había fracasado, y para los guerreros fracasados solo había un destino: el desdén y el destierro.

Levanta Aerin, todos tenemos momentos de necesidad, pero necesitamos ahora de tu fortaleza. Este sitio es una ilusión, pero saberlo no hace que la ilusión se disipe o que no sea peligrosa- la tiefling hablaba con firmeza, aunque sin duda era sencillo cuando te respaldaba una resistencia al miedo sobrenatural, muy adecuada para estos menesteres -¿algún arcano puede indicarme qué ocurre?

Mientras hablaba la tiefling seguía irradiando luz, si era una ilusión como ella creía entonces seguían en la estancia y, de ser así, esperaba que Lilith o por lo menos la chiquilla estuviesen recibiendo la bendición del sol en sus carnes.

¿Qué hacer? No había traído turmalinas y dudaba que sus compañeros tuviesen una a mano, aún menos si tenía que ser de cierto valor. ¿Podría invocar algo útil? ¿Y por qué había decidido llevarles allí? Seguramente era para intentar enervarlos mostrándoles una imagen de profanación de la Gloriosa Luz del Alba.

Tenía que ordenar sus pensamientos y ocuparse de sus compañeros. Necesitaba recuperar el estado anímico de Aerin y cualquier otro hundido, determinar si podían romper la ilusión y preparar defensas.

Había pasado unos segundos pensando tras hacer esa pregunta y añadió otra -¿alguien tiene capacidad de romper una ilusión? ¿Una turmalina en su defecto?- mientras hablaba se acercó a Aerin y la ayudó a sostenerse mientras decía con voz un poco mas dulce -si te eligieron líder es porque tienes cualidades que los demás necesitan. Puede que Lilith te haya vencido una vez, pero eso no significa que te haya derrotado, eso sólo ocurrirá si te rindes.

Cuando estaba por liberar su rabia, la vampira hizo sus trucos y los metió en una situación nueva, no se sentía una amenaza inminente, y Ronrroneo estaba a la expectativa, sorprendido también por este cambio. 

- Aerin recomponte, si sigues así, tu serás su objetivo, el eslabón a cortar para destruirnos a todos, hemos venido a luchar y sabemos que puede ser un camino sólo de ida, recuerda quien eres y por que luchas. - olisqueo el aire - no sé si está atacando nuestra mente o nos ha transportando a otro lugar... sea lo que sea no nos quiere muertos, como da ha entender, o no tiene tanta capacidad, o le somos demasiado útiles como para que nos elimine.

Se uso a cuatro patas usando su nariz y la de Ronrroneo, buscando una falla en la trama de Lilith, esto lo tenía preparado de antes como siempre, hablar y llevarlos a su terreno, como siempre la diplomacia los había llevado a caer de nuevo, la buena voluntad llenaba tumbas.

No le sorprendió, pero aún así no le gustó. Aún esperándolo, frunció el ceño cuando varios de aquél grupo se lanzaron sobre Lilith, desencadenando las inevitables hostilidades. Si, puede que fuera a ocurrir tarde o temprano, pero Flautista habría deseado que fuera más adelante, después de haber podido hablar un poco más, sonsacarla parte de sus planes, descubrir algún secreto. Por desgracia, todo aquello quedó atrás en el momento en que la vampiresa se convirtió en un enjambre de murciélagos que se lanzó sobre ellos.

Los animalillos les rodearon en un frenético torbellino de alas negras y agudos chillidos. Lejano, cada vez más, se oían los alaridos de dolor de la chiquilla más joven, cuya carne ardía a la luz de Sarenrae. Pronto esos gritos se volvieron un eco, el batir de los murceguillos se convirtió en un vibrante zumbido, la oscuridad se cernió sobre ellos. Y entonces todo acabó.

De primeras no habría sabido decir si estaban en una vívida ilusión, habían sido teletransportados o aquello era otra cosa. Lo que si sabía es que ya no estaban en el mismo sitio que antes. Las cosas empezaban a torcerse rápidamente y los nervios comenzaban a aflorar. Aerin fue la primera en sucumbir; él, al contrario que sus compañeros, no la dio una palmadita en la espalda. Había caído rápidamente bajo el influjo de la chupasangres y tener una líder así era peligroso. Sin embargo, no todo estaba perdido, se le había venido la persona idónea para sustituirla.

—Yo puedo dirigiros —dijo dicharachero, sin perder la compostura—. Te propondría a ti —añadió dirigiéndose a Friza cuando esta le dedicó una dura mirada como queriendo decir que no era el momento, la cuál ignoró por completo—, pero no te ofendas, serás paladina y todo lo que tú quieras, pero con ese aspecto no generas mucha confianza. —Se encogió de hombros—. Además sois demasiado impulsivos, o mentalmente inestables —continuó, mientras empezaba a acariciar algo por encima de su hombro, aunque ahí no había nada—. Conmigo todo el mundo se lleva bien, soy un dechado de carisma, amabilidad y virtud, y el que todos los que me han seguido estén muertos y devorados, y sean ahora espíritus vengativos que se me aparecen de vez en cuando, no debería tenérseme en cuenta, eran otros tiempos. —Restó importancia a eso último con un ademán; luego el mismo frunció el ceño—. MMM, olvidad eso último, es la emoción del momento. ¿Qué me decís, me votáis como líder y salimos de aquí como un nuevo grupo unido y poderoso? Será una etapa memorable —terminó con una ancha sonrisa cargada de ánimo. Y un toque de humildad.

Si le importaba lo más mínimo estar teniendo esa ocurrencia en medio de un entorno claramente bajo el dominio de su mayor enemiga, o que los demás estuvieran haciendo algo por ayudar a salir de ahí y él no, no dio muestras de ello.

Cuando Aerin saboreó la sangre de Lilith sintió un cosquilleo que sacudió cada parte de su cuerpo. Sus pupilas se dilataron, los latidos de su corazón se ralentizaron y su mente cambio por completo. El miedo y las dudas desaparecieron, siendo sustituidas por un sentimiento más fuerte que el amor o el simple respeta. Su existencia giraba entorno a la madre de los condenados, alguien a quien amaba de manera obsesiva, siendo capaz de darlo todo por ella, hasta su vida. O al menos así fue hasta que pasaron los segundos. Instantes después la intensidad de tales emociones se redujo, permitiendo que la parte racional tomara el relevo. 

Por su parte, la aventurera, dispuesta a ganarse el favor de Lilith, no por estrategia, sino por necesidad, se acercó al inquisidor y colocó el cuchillo sobre su garganta. Tal fue su ímpetu que una pequeña gota de sangre se deslizó por su garganta. Un pequeño corte nada más, nada grave. Con mirada ansiosa la antigua vigilante observó al motivo de su existencia. Una sola palabra bastaría para que la vida de Vicnan llegara a su fin. 

La cainita la observó con una sonrisa juguetona en sus labios. Aunque la bruja no era capaz de leer los pensamientos ajenos, podía sentir como los engranajes de la mente de la emperatriz se movilizaban, valorando tal propuesta. Por suerte o desgracia, depende del punto de vista desde el que se mirara, la chupasangres rio de manera cantarina. 

—No es necesario mi pequeña, al menos por el momento— aclaró con una voz cargada de gozo y suavidad—. Me resulta curioso tu deseo de cambiar de nombre, pero te complaceré, al menos en esta ocasión.

» Tu nombre será un recuerdo de lo que fuiste y una guía en tu nueva existencia. A partir de ahora te llamaras Nirea— sentenció poco después. 

En ese momento, la segunda vampiresa, apareció de nuevo en la sala, pero no sola. En sus brazos cargaba a una persona inconsciente, Iriel, la consejera de la moneda. De sus labios caían un fino hilo de sangre, mientras que un lado de sus labios y parte de su mentón comenzaba a instaurarse un doloroso hematoma. Sin decir nada, la chiquilla de Lilith colocó a la descendiente de Ary en el asiento vacío de la mesa y esperó. 

—El resto de tus compañeros, aquellos que tratan de traducir el Libro de los Condenados, ¿son completamente leales a la causa?—preguntó poco después, revelando si siguiente movimiento en el tablero—. ¿o alguno sería capaz de servirme como merezco?

De manera instintiva, la ghoul evocó la imagen de Agatosh. De todos sus compañeros, él era el único capaz de desligarse de sus emociones, la única persona que había dejado claro su camino a seguir, uno basado en el pragmatismo. Aunque el ser infernal era de mente fuerte y espíritu indómito era un candidato a tener en cuenta. 

La paladina de rasgos infernales, incapaz de darse por vencida, solicito el poder de Sarenrae. El primer favor de su diosa le permitió comprender que estaban bajo el influjo de un encantamiento o al menos eso creía. Alrededor de sus compañeros reposaba una vapor carmesí, tenue y casi imperceptible. Jamás había visto algo así, pero era algo posible. Antiguas historias relataban el poder de poderosos cainitas capaces de encerrar la mente humana en un laberinto de pensamientos y vivencias pasadas. Recordaba pequeños retazos de aquel manuscrito; sin embargo, una parte en concreto se quedó grabada en su mente más por su evolución espiritual que por la posible utilidad: Los vástagos, al contrario que los mortales, son incapaces de mostrar sentimientos bondadosos y en ocasiones ese es el fin de sus maquinaciones. 

—No creo que sea ni el momento, ni el lugar para tener tal debate— espetó Vicnan ante las palabras de Flautista—. No sé donde nos encontramos, pero una cosa es clara. No es una ilusión y mucho menos es real. 

» En mi infancia, en un intento de limpiar la estatua de Sarenrae, rompí la base sobre la que se alzaba— añadió señalando la imagen de piedra—. Nunca se reparó y aquí está intacta. 

En aquel momento las gruesas puertas de madera del edificio se abrieron, revelando la figura de un hombre ataviado con unas modestas túnicas. En su rostro se dibujó una clara sorpresa, tras lo cual miró a ambos lados, obviando en el proceso la presencia de los aventureros.

—Hola pequeño— saludó el sacerdote mientras tomaba al bebe en brazos—. ¿Qué haces solo en esta noche tan fría? Mejor vayamos dentro. Seguro pronto alguien regresa a por ti.

De nuevo los ojos de inquisidor se tornaron vidriosos. Aunque nunca lo había compartido con los demás, el fue abandonado en un pequeño templo de Sarenrae. No recordaba a padre o madre alguna, pero sabía con certeza la causa de su abandono. Era un mestizo, un motivo por el que avergonzarse. Nunca sería aceptado por los humanos, ni los elfos, pues bien era demasiado longevo para algunos, mientras que para otros era tosco e imperecedero, incapaz de comprender el significado de la palabra paciencia. 

Cuando Friza compartió sus sospechas, quedo claro que solo podían continuar hacia delante, caminando por los senderos prefijados de la mente del semielfo. De modo que siguieron al sacerdote al interior del templo. Atrás dejaron la sala destinada al rezo y la lectura del "Nacimiento de la Luz y la Verdad", el principal texto sagrado de Sarenrae. Poco después, tras cruzar los pasillos carcomidos por la humedad y el frío, el grupo llego a una pequeña estancia, calentada por una tímida chimenea. A escasos metros de esta se encontraba el anciano, acunando al infante entre sus brazos en un intento de ofrecerle el consuelo que solo un padre o una madre podía ofrecer. Por fortuna, el vaivén continuo, la calidez de la estancia y la calmada voz del adepto surgió efecto. Pasados unos minutos el llanto cesó, siendo sustituido por una respiración relajada y una mente dormida. 

En mitad de aquella cautivadora escena, los sentidos de Balthor percibieron una voz de origen desconocida. Inclinó su cabeza tratando de comprender las palabras que susurraba, pero estas se perdían entre las brumas de su mente. Tan solo logró escuchar una pregunta de todo el discurso: ¿...alguno será capaz de servirme como merezco?

Este mundo no es algo que sea fácil de evaluar ¿Es algo creado en sus mentes? ¿Acaso están en un punto entre los planos? Divagar no les ayudaba, cada segundo que estaban en este limbo Lilith podía seguir maquinando, estudiarlos, o incluso desaparecer y dejarles de nuevo como perseguidores sin pistas.

Vicnan parecía especialmente afectado, parece que la vampira estaba interesada en enseñar su pasado, otro intento de manipular su voluntad o de enfrentar al grupo en medio de una crisis de liderazgo.

- No conocemos la naturaleza de esta trampa, pero de momento seguimos vivos, y no nos queda otra que seguir adelante, debemos escapar cuánto antes y luchar.

Tras la escena del bebe, algo llegaba a su mente, apenas un susurro, tuvo que concentrar a fondo sus sentidos para que algo comprensible llegara a sus oídos, ¿...alguno será capaz de servirme como merezco?

- ¡Lilith, estás mirando como superamos esta prueba tuya, pues quiero que te quede claro que ninguno de este grupo te servirá, vamos a destruir tus planes y a ti con ellos!

Se quedó mirando a la vampiresa, fascinada, el éxtasis la recorrió, y aunque fue bajando poco a poco, aún estaba ahí, ahora mismo se sentía como una adicta, y no podía negar que le gustaba.

La voz interior intentaba calmarla, hacer que pensase con claridad, pero se vio dificultada por un nuevo fenómeno: un nombre. Como una neblina que toma forma, una nueva voz empezó a tomar forma, esa voz tenía un nombre: Nirea. Era perfecto, la consolidación de unos aspectos reprimidos durante mucho tiempo en la propia Aerin, emociones que tomaban forma y tenían dueño.

- Es un honor, madre, espero serviros bien y ser digna de vuestra confianza. aunque me preocupa, os estaís tomando muy a la ligera a estos vigilantes. Son algo más que mosquitos, pueden ser incómodos, pero vos sabéis más que yo lo que hacéis.

Miro con curiosidad al cuerpo que traían, como quedaba claro, todo lo que habían hecho había sido en vano. Ella ya había previsto sus movimientos, y lo tenía todo controlado. Razón de más para no seguir con ellos.

- ¿Serviros? Hay quizás uno... es fácil de reconocer, el más llamativo del grupo cuando no se disfraza, heredero de un linaje maldito. Dispuesto a sacrificarlo todo por la causa, por unos ideales vacuos que no llevan a nada, aunque también es peligroso y extremista. Llevado en la dirección adecuada podría serviros. Si lo deseáís, puedo buscarlo y traerlo a vuestra presencia. Lo que me digáis está bien, estoy para ayudaros.

Nombrar a Agatosh evocó sensaciones muy contradictorias. Aerin no quería involucrarlo, ese hombre... era importante para ella, y era quien podía traerla de vuelta si caía. Nirea lo deseaba, llevado por el camino adecuado caería y se convertiría en una piedra angular. De momento Nirea llevaba la voz cantante. ¿así era como se sentían los locos con personalidad doble?

En Aquel momento, Aerin parecía demacrada, le habían caído los años encima, se sentía derrotada, inútil. Se levantó a dura spenas, como un fantasma que miraba al suelo. 

- ¿Y de que sirve, Balthor? ¿De qué ha servido todo? Ya os dije que no podíamos con ella, vamos a ser sinceros, ahora mismo no podemos ganarla, nos ha atrapado con un truco, si quisiese matarnos, ya lo habría hecho. Ni siquiera sirve cambiar de líder.

Su mirada se posó en Flautista - ¿Crees que sirve de algo que te erijas como jefe? No nos conoces, ni siquiera nuestra historia, el carisma no nos ha hecho ganar batallas, precisamente, mira lo que fue de Lancelot, el tenía más carisma y mejor espada.

Una lágrima surcó su mejilla, recordarlo era doloroso, muy doloroso recordarlo.

Flautista, a priori, no replicó. Su única respuesta fue un encogimiento de hombros y girarse para mirar alrededor, extendiendo una mano, como si invitara a mirar. Su gesto evocaba preguntas lanzadas al aire sin palabras: ¿Qué lugar más tranquilo que este? ¿Y qué tenéis mejor que hacer? Pero nadie estaba ya prestando atención. Si acaso Aerin, que seguía encerrada en su propio dramatismo. A ella le dedicó una amplia sonrisa y un guiño ufano. Luego, echó a andar.

El interior de la Iglesia de Sarenrae era como tantos otros templos dedicados a otras tantas deidades. El eco de sus pasos resonaba en las estancias vacías, reverberando en las paredes. Todo allí era solemne, y se respiraba una paz solo rota por el llanto lejano y su propio caminar. Al final, cuando ellos se detuvieron y el sacerdote detuvo el lloro del bebé, ni eso. Aquellos lugares, demasiado serios, demasiado tranquilos, le aburrían sobremanera.

—¡Bueno! —dijo dando una palmada, rompiendo la quietud y sobresaltando a todos—. ¿Y ahora qué? Supongo que habrá que seguir moviéndonos por estos recuerdos. —Miró al inquisidor; al hacerlo, más allá de su siempre fingida actitud despreocupada, se pudo apreciar pena y compasión durante un instante—. Está claro que es dónde vivías y que el huérfano eres tú. ¿Hay algo aquí que te llame especialmente la atención? ¿Algo que rompiste? ¿Una marca que dejaste? ¿Es este hombre quién te crió? ¿Un recuerdo fuerte sobre algo? Parece que debemos encontrar el desencadenante para avanzar en la historia, como antes.

Mientras la paladina escuchaba las palabras de los demás intentaba entender su desaliento, parecía que habían pasado por demasiadas cosas como para escucharse o escuchar a otros, cada uno parecía sumido en su propia batalla interna.

Es cierto que mi aspecto no inspira confianza, pero de todo lo que me han dicho sobre ser paladina es la primera vez que me llaman mentalmente inestable por ello, meditaré sobre ello en un futuro cuando tenga que catalogar las necedades que me lanzan como dardos y hacer un poco de orden.

Después asintió a Vicnan, no era el momento de discutir, de todos modos la única forma que tenía ahora mismo de imponerse hubiese sido mediante la fuerza y eso siempre era el último recurso.

Observó la escena del bebé y escuchó las palabras de Balthor, era una buena noticia que alguno mantuviese el espíritu indemne contra el asalto de Lilith, sin embargo Aerin seguía en modo derrotista y replicó -¿Puede matarnos? Quizá, pero... ¿Acaso no sabíais eso antes de embarcaros en la lucha? ¿O sólo os embarcáis en una lucha que sabéis que podéis ganar de antemano?

Hizo una pausa para mirar a Aerin y añadió -la respuesta da igual, es irrelevante que seáis unos héroes inconscientes del peligro, unos cobardes que abusan de los débiles o cualquier gris intermedio. Estamos juntos en una situación en la que admitir la derrota es la única forma real que tiene de derrotarnos, si quisiese matarnos lo haría, ¿No? Pues usa esa cabeza bonita para pensar en porque no lo hace y qué significa eso. Y si de verdad quieres salir de aquí entonces usaré todos mis recursos para hacerlo ahora mismo, te dejaré en mi iglesia y podrás ocultarte ahí, irte del reino o lo que desees.

Su cola se agitaba y a pesar de sus rasgos demoníacos era fácil ver el desdén que empezaba a sentir Friza por Aerin, por mucho que empatizase con ella no era el sitio ni el momento para llevar a alguien quebrado con ellos, hasta Flautista parecía mantener el espíritu a su modo, pero si Aerin quería seguir así sin recapacitar entonces la sacaría de allí y volvería esperando que sus poderes mermados fuesen aún suficientes para lidiar con lo que hubiese por delante.

Vicnan espera un momento, por favor -su voz con él era bastante más dulce y amigable - deja que Aerin haga su decisión antes de proseguir. 

Las palabras de la bruja provocaron que Lilith sonriera de la misma manera que hacían los padres antes las ingenuas ocurrencias de sus hijos. Por su parte, la vampiresa de cabellas carmesí la observaba con resentimiento. Aquello era normal. Después de todo su sire tenía un nuevo juguete con el que dividir su atención un poco más. Tales emociones fueron percibidas por la madre de los condenados, la cual interfirió para calmar la situación. 

—Roxanne querida, no me olvido de vosotras— pronunció con gran dulzura—. Nirea tiene mucho camino que recorrer. Ella al contrario que vosotras no me ha demostrado su valía, ni ha caminado conmigo en mis primeros pasos en esta era. 

La chiquilla de Lilith asintió orgullosa ante las palabras de su creadora. Era curioso el efecto que podían tener las palabras en una persona, siempre y cuando se alimentara su ego. 

—Estos críos que llamas Vigilantes son insectos, cielo— dijo poco después, retomando el hilo de la conversación—. Sus intentos por boicotearme son inútiles, aunque eso no significa que dejen de tener cierta utilidad. Gracias a ellos y a otros más, logré que la nobleza les atacara, provocando una nueva guerra civil en el imperio de Daenash. Pronto el reino de Velsarion responderá el ataque de Tanora contra el poblado de Darwen. Tal acto provocará que el resto de estados se vuelvan desconfiados, poniendo en duda la información que suscite nuestra presencia, rechazando posibles alianzas, llegando incluso a realizar movimientos bélicos de manera preventiva. 

» Falta decir que en todos esos conflictos estarán manipulados por la Cofradía Carmesi, para que así, sea quien sea el ganador, nosotras obtendremos la victoria—añadió poco después con gran seguridad—. El único obstáculo que se presenta es la ciudad de Shitary, un faro de esperanza que recuerda en exceso la virtud ensalzada de la Hermandad de los Vigilantes. Me encantaría integrar este lugar en mis planes, pero sus dirigentes se niegan a someterse ante el poder de mi sangre. Sin duda su linaje celestial les brinda cierta protección. En cualquier caso, no es algo que nos importe.  

La Sombra de Lilith avanzaba por manera sinuosa e imperceptible. Sus decisiones buscaban sembrar el caos de diversas maneras, sin por ello jugar todo a una sola baza. Su capacidad de manipulación era admirable y temible, pues sus palabras, unidas a unos rostros hermosos y el poder de la sangre, había provocado la caída de Lancerot. Pronto sus diversos planes, sin importar si fracasasen o triunfaran, darían sus frutos. 

—Tus "amigos" pueden sernos de utilidad ahora mismo, sin importar si viven o mueren— sentenció con gran arrogancia—. Es ahí donde entras tú. Si quieres ganarte un lugar entre nosotros, dos cosas deberás hacer. Por el momento centrémonos en la primera, acabar con Iriel y sembrar la desconfianza entre los descendientes de Ary. Después de esta noche, dudaran de todo. 

Tras pronunciar aquellas palabras, la princesa del terror levantó su mano, invitando a su nuevo juguete a cumplir sus designios. Sin duda, beber la sangre de la cainita había supuesto un punto de inflexión, pero aquella decisión suponía un punto de no retorno. 

El grupo de aventureros afrontó la situación de la mejor manera que supo. Algunos colapsaron, otros se dejaron llevar por el peso de los recuerdos, mientras que otros se alzaban como una roca en mitad de una tempestad, inamovibles. A su modo Flaustista, Friza y Balthor trataron de ofrecer estabilidad, aunque sus puntos de vista contrarios entorpecieron tal labor. No obstante, el juego de Lilith continuaba avanzando. 

De imprevisto las paredes del lugar comenzaron a temblar. Al principio lo hicieron de manera leve, pero pronto tal evento comenzó adquirir fuerza, sacudiendo la estancia con gran violencia. Pronto, las paredes y el techo se vinieron abajo, dejando a los presentes, tanto vivos como simples recuerdos, en mitad de un bosque hermoso de arboles grandes y frondosos. Tal lugar fue reconocido al momento por el druida, el cual se trataba de su hogar, los bosques de Allandor. Quizás aquello fuera una simple recuerdo o una elaborada ilusión, pero lo cierto es que aquel lugar le atraía emociones enfrentadas.

—¿Qué debería hacer con este pequeño Sarenrae?— preguntó el sacerdote al aire, ajeno al grupo y la floresta. 

Inquietos observaron el lugar, tratando de escudriñar más allá de la oscuridad que reinaba en la zona. Animales nocturnos realizaban sus vidas sencillas. Algunos caminaban en la oscuridad, tratando de obtener alimento lejos de los depredadores. Por el contrario, otros situados en una escala alimentaria superior, oteaban las ramas y el suelo en busca de una presa que devorar. Así era la naturaleza. 

En ese momento, el eco de unas voces lejanas alcanzó a los opositores de Lilith. La cadencia de esta era rítmica y armoniosa. ¿Alguien estaba cantando? El corpulento bárbaro no recordaba que aquel lugar conociera más canción que la lluvia al golpear el suelo, el canto de los pájaros o el viento acariciando las hojas de los arboles. ¿Sería la presencia de un tercer recuerdo?

Un fragmento de la realidad logró perforar el evento creado por la princesa del mal, ofreciendo los retazos de un discurso pronunciada por Lilith. Aunque sus mentes estuvieran atrapadas en aquel mundo de recuerdos y ensoñaciones, sus cuerpos seguían presentes en el mundo real, percibiendo lo que sucedía a su alrededor. 

—Estos críos que llamas Vigilantes son insectos, cielo— dijo con gran arrogancia—. Sus intentos por boicotearme son inútiles, aunque eso no significa que dejen de tener cierta utilidad. Gracias a ellos y a otros más, logré que la nobleza les atacara, provocando una nueva guerra civil en el imperio de Daenash. Pronto el reino de Velsarion responderá el ataque de Tanora contra el poblado de Darwen. Tal acto provocará que el resto de estados se vuelvan desconfiados, poniendo en duda la información que suscite nuestra presencia, rechazando posibles alianzas, llegando incluso a realizar movimientos bélicos de manera preventiva. 

» Falta decir que en todos esos conflictos estarán manipulados por la Cofradía Carmesi, para que así, sea quien sea el ganador, nosotras obtendremos la victoria—añadió poco después con gran seguridad—. El único obstáculo que se presenta es la ciudad de Shitary, un faro de esperanza que recuerda en exceso la virtud ensalzada de la Hermandad de los Vigilantes. Me encantaría integrar este lugar en mis planes, pero sus dirigentes se niegan a someterse ante el poder de mi sangre. Sin duda su linaje celestial les brinda cierta protección. En cualquier caso, no es algo que nos importe.  

Los recuerdos se entremezclaban en aquella quimera más allá de la ilusión, ajenos a su voluntad. Quisieran o no detenerse un momento, aquello continuaba a su ritmo inamovible. Flautista chascó la lengua.

—Mmm. Se superponen unos a otros, salta de una mente a otra. Debe de estar indagando en nuestras memorias, buscando algo. ¿Un punto débil tal vez? —Se llevó una mano al mentón mientras caminaba hacia el sacerdote. Con los dedos de la otra produjo un chasquido delante de la cara de la reminiscencia, a ver si hacía algo—. Vicnan es huérfano, si no hubiera encontrado a un padre, posiblemente ahora estaría perdido, dispuesto a abrazar la familia que ofrece la vampiresa. —Miró alrededor—. Balthor se crió en un lugar salvaje, dónde el fuerte se come al débil. ¿Es Lilith la que está más arriba en la cadena alimenticia o somos la humanidad? Parece que nuestro compañero ya tomó la decisión, él no le vale tampoco. —Negó—. Sigamos, a ver que nos depara ese canto —dijo, poniéndose en marcha con el corazón latiendo rápidamente.

Balthor tras los debates del grupo, no esperaba encontrarse de nuevo en los bosques de su juventud, por una lado alegraba su espíritu que ante sus ojos volvieran a ver los árboles y los animales de su niñez, los rincones donde creció y se formo en la naturaleza, pero por otro sabía que era una malvada perversión de Lilith, un intento de quebrar su voluntad profundizando en los retazos de su mente, pero debía ser fuerte.

- Buen intento Lilith, pero estos bosques no son lugar para una abominación de la muerte como tu, aunque logres tus planes, el sol seguirá saliendo por el este, las plantas creciendo y los animales hoyando la tierra, puedes dominar a las personas, pero no cambiarás la naturaleza - en otro lugar estaría gritando sus amenazas, pero el bosque atemperaba su cáracter, intentando bajar el tono de su voz.

Gracias a relajar su cuerpo, algo llegó de nuevo a su mente, era Lililth hablando ¿Estaba tan confiada de su trampa mental como para hablar sin tapajos?

- Ojo, puedo escuchar de nuevo a la vampira:

—Estos críos que llamas Vigilantes son insectos, cielo— dijo con gran arrogancia—. Sus intentos por boicotearme son inútiles, aunque eso no significa que dejen de tener cierta utilidad. Gracias a ellos y a otros más, logré que la nobleza les atacara, provocando una nueva guerra civil en el imperio de Daenash. Pronto el reino de Velsarion responderá el ataque de Tanora contra el poblado de Darwen. Tal acto provocará que el resto de estados se vuelvan desconfiados, poniendo en duda la información que suscite nuestra presencia, rechazando posibles alianzas, llegando incluso a realizar movimientos bélicos de manera preventiva. 

» Falta decir que en todos esos conflictos estarán manipulados por la Cofradía Carmesi, para que así, sea quien sea el ganador, nosotras obtendremos la victoria—añadió poco después con gran seguridad—. El único obstáculo que se presenta es la ciudad de Shitary, un faro de esperanza que recuerda en exceso la virtud ensalzada de la Hermandad de los Vigilantes. Me encantaría integrar este lugar en mis planes, pero sus dirigentes se niegan a someterse ante el poder de mi sangre. Sin duda su linaje celestial les brinda cierta protección. En cualquier caso, no es algo que nos importe.  

Balthor transmitió las palabras tal y como llegaban a su psique, si era otra artimaña, debían juzgarlo al salir de aquí.

Puede que Friza no fuese la más avispada de la colmena, pero incluso ella había entendido que estaban viendo los recuerdos de los demás. Lanzó un suspiro interno ya que probablemente llegaría su turno, algo que hubiese preferido evitar a toda costa.

Al igual que Balthor había visto que esta ilusión no era infalible, ella también había podido escuchar a Lilith proferir esas palabras, por lo que intentó blindar su mente todo lo posible.

Yo he escuchado las mismas palabras- dijo lacónica sin quitar la mirada de encima a Aerin, aún esperaba su respuesta para decidir que hacer a continuación. Quería validar las palabras de Balthor pero también resolver un problema a la vez, o por lo menos intentarlo.

La presencia de la vampiresa colmaba sus sentidos, asintiendo a lo que me decía, como una estudiante que observa asombrada a su maestro. No podía evitar la mirada de la segundona, a la que respondió con una encantadora sonrisa, sin inmutar su expresión. Aerin seguía tratando de recuperar el control, en vano, en realidad. Es parte suya había muerto, y de resurgir ahora y oponerse, sólo sería un fiambre. Ahora mismo era obedecer o morir. Y aunque pudiese salvarla, ¿iba a hacerlo? Esa vampiresa tenía planes sobre planes, no la iba a invitar a la boca del lobo sin tenerlo todo planeado.

• Los insectos pican, en realidad, el veneno de un escorpión mata. Si vas a usarlos, ¿que mejor forma que cumplan su cometido pinchando a otro?

Se acercó al cuerpo inerte de la paladina y tomó su espada. No es que la supiese manejar muy bien, tampoco importaba. Una estocada era una estocada. Antes de todo, se acercó a la descendiente y la observó. Era… demasiado perfecta, a su modo. Un don divino que no se merecía, en realidad, otros tenían que vivir en el fango y aguantar lo que les cayese. El asco y la envidia, emociones que hacía tiempo que no sentía, brillaban ahora en su mente. En fin, daba igual. Enarboló el arma.

• Ha sido un placer servirte… pero ya no me sirves de nada, he conseguido lo que realmente quería. Hasta nunca.

Lanzó la espada contra el pecho de la iluminada. ¿Camino de no retorno? En realidad, lo había sido desde que contemplo a la madre de los condenados por primera vez, era una pelea para la que no disponían cartas para ganar en ese momento. Sabía realmente a lo que se enfrentaba. De momento, tocaba ser una pupila obediente.