Partida Rol por web

-Yo la llevaré. Tu visión es mejor, amigo, pero quizás yo pueda iluminar a más altura, jaja -seguí la broma del enano de buen grado, aún había motivos para sonreír a pesar de estar buscando a un desaparecido. Tomé la antorcha y tras encenderla, entré tras ellos en la cueva.

-Mut, no sé qué hay dentro, pero quizás podrías quedarte a vigilar la entrada o venir también. No parece que haya peligro fuera. ¿Nos acompañarás?

En el poco tiempo que nos conocíamos, el hobbit había demostrado ser valeroso y con arrojo. Me encantaba formar parte de un grupo tan variado, pero con tanto por aportar en una causa común como la que nos había unido... Mis historias en la aldea serían apasionantes, si nuestras aventuras llegan a buen puerto.

- Iré con vosotros... - digo mientras me preparo para entrar y cuento las flechas de mi carcaj - ...prepararé mi arco corto para poder cubriros en caso de peligro...

Dicho y hecho, me preparo para entrar con una flecha en la mano aunque no la cargaré todavía en el arco.

- Creo que es justo que Naowën vaya el primero, en el medio deberíamos ir Axe y yo ya que no contamos con su visión y cerrando el grupo creo que tú Angainor. Aunque podrías ir delante nuestra y yo me encargaría de vigilar nuestra espalda con la luz que la antorcha nos brinde...

Todos, incluidos los Uncas, vais para adentro. La cueva se va ensanchando según se va entrando en ella. Esta es una de las que dispone de riachuelo que os acompaña por el lado izquierdo. Cerca de la entrada hay restos de huesos humanos. En el lado derecho, en el suelo, hay pequeñas vasijas de colores, todas están vacías.

Encontráis a Naöwen diez metros más adelante acuclillado delante de los restos de una hoguera. 

A partir de donde se encuentra la hoguera, la cueva se divide en dos. Derecha e izquierda. El riachuelo proviene de la parte izquierda

Puedes comprobar que si bien no hay rescoldos calientes, la ceniza no está apelmazada, podría ser perfectamente la causante de las luces del día anterior, pero no se ha encendido en las últimas 5 horas.

La oscuridad que nos envuelve me hace tener un escalofrío involuntario. Siempre me hace sentir desprotegido, aunque en esta ocasión la compañía de mis bravos amigos mitigue esa sensación. Mi martillo me daba la seguridad que mis ojos me negaban, así que de nuevo conjuré su fuerza asegurándome que seguía conmigo.

La antorcha titilante nos acompañaba al adentrarnos en la cueva hasta que el elfo nos mostró su descubrimiento. La cueva se dividía y parecía estar habitada. Los restos humanos no invitan a pensamientos buenos.

Era tiempo de decidir qué hacer.

-Sea como sea -dije, susurrando y mostrando uno de los huesos evidentemente humanos a mis amigos-, quien viva aquí no se anda con bromas. No deberíamos separarnos. Supongo que tomaron el camino de la derecha al pensarse seguros. ¿Os parece que vayamos a por ellos?

Huesos humanos y una hoguera. No se trata de bestias, parece que son caníbales...como los salidos de las historias que se cuentan en La Comarca de los pueblos del Lejano Harad.

- Axe tiene razón, hay que andarse con mucho ojo. Lo mejor es seguir juntos, yo elegiría el túnel del riachuelo...porque al menos tendremos una pista de hacia donde está la salida. Aunque como siempre me amoldaré a lo que la mayoría de nosotros elijamos...

Compruebo que mi espada corta está presta, y mi carcaj lleno de flechas. En una cueva no debería tener demasiada dificultad para apuntar pero la oscuridad me perjudica claramente. Así que debo andar con los cinco sentidos al máximo y no perder la concentración.

Naowën terminó de examinar el lugar, no parecía haber nada más que lo que llamaba la atención a simple vista, la hoguera era relativamente frecuente y aquellos huesos claramente humanos dejaban más incógnitas que respuestas.

Seamos cautos en nuestros juicios, esos huesos parecen llevar mucho tiempo aquí y puede que no tengan nada que ver con la gente que ha encendido este fuego. Lo que no hay duda es que esta hoguera ha sido usada esta misma noche, echemos un vistazo... sigamos el riachuelo como dice Mut ocultará nuestro propio rastro.

Al irnos adentrando en la caverna sujeto con más fuerza la correa de los Uncas, más por el desagrado que me genera el ver los huesos que por algún tipo de preocupación o miedo. Sin embargo, la duda me invade al ver tal espectáculo... "¿Por qué los huesos, para qué las vasijas?", me digo. Sin embargo, mi atención se vuelve nuevamente al grupo una vez encontramos a Naowën.

"- Bien, tomemos hacia la izquierda esta vez y al regresar podremos ver qué hay por el otro camino- digo bajando la voz-. Estoy de acuerdo con nuestro compañero en mantener la calma, pero aun así deberíamos estarnos atentos. No vi con detenimiento los huesos de la entrada, pero sean hombres o animales los que lo hayan hecho eso no quita que la recepción invite a andarse con cuidado- agregué".

Axe porta la antorcha con su mano izquierda, mientras con la derecha se aferra a su arma. El grupo ya está junto y procede a examinar la bifurcación izquierda de la cueva, la del riachuelo. El agua está fría pero el volumen escaso y solo hay que tener cuidado con no dar un resbalón en la roca húmeda.

Pero… a penas a un par de metros del recodo el riachuelo desaparece. El agua se filtra desde el muro izquierdo de forma natural. Al haber tantos pequeños riachuelos, podría explicar el origen de estas cuevas, desde hace cientos o miles de años, horadadas con paciencia por el agua.

La caverna se ensancha creando una especie de cámara, pero sin más salida que por la que habéis entrado. En el centro y desde el techo hay unas bonitas estalactitas. Y en el fondo, sobre el suelo, unos cuantos objetos brillan a la luz de la antorcha.

Desde una distancia prudencial tras ver las estalactitas echo un vistazo a los objetos brillantes que pueblan el suelo.

Susurrando les indico a mis compañeros:

- Creo que no han venido por aquí, seguramente su guarida esté por el otro pasillo...de todas formas es interesante lo de los objetos esos brillantes... - hago una pausa y añado - ...aunque con cautela, no conocemos el estado de las estalactitas y es posible que puedan desprenderse por ruido o si las tocamos...

El riachuelo pronto desaparece en una de las paredes dejando paso a una gran abertura en forma de gruta, todo parece normal excepto por algunos objetos que parecen responder a la luz de las antorchas. Naowën respiró profundamente intentado obtener algún olor a parte de la humedad del lugar y dio un par de pasos al frente aferrándose a su bastón para alejarse de la influencia de la antorcha y poder ver mejor los objetos que claramente parecían no deber estar allí.

Observo la cámara tras ingresar en ella y detengo mi vista inicialmente en las estalactitas. Escucho las palabras del mediano y asiento, pues la caída de una de ellas sobre alguno de nosotros sería fatal.

Me acerco hacia la pared por la que el riachuelo se unió a la piedra y camino cauteloso, intentando alejarme del peligro de las rocas. Asimismo tenso un poco la correa para evitar que los uncas se separen demasiado de mí.

Ante el aviso de mi compañero me percato también de los objetos brillantes del suelo. Mi reacción inicial me lleva a la sorpresa e intriga, pero de inmediato me contengo. Por mi cabeza se mueve demasiado fresco el recuerdo del túmulo, de los peligros y el costo que supuso, de la necesidad de mostrar cautela ante todo.

"- Mut ten cuidado, tanto de las estalactitas como de esas cosas que brillan- le digo en voz baja-. No revisamos aún el otro camino así que no estamos seguros de estar solos aquí- agrego mientras me giro observando el camino por el que ingresamos y llevando instintivamente la mano a mi arma".

-Cautela, cautela todos -añado susurrando.

Todo lo dicho era cierto. Las estalactitas podían desprenderse, no sabíamos si estábamos solos, y si lo que había en el suelo podía ser arriesgado.

-Los que tengan mejor visión... ¿Qué es eso, monedas? Quizás sean los restos de algún botín de ladrones, quizás tan solo mineral brillante... Asegurémoslo y vayamos a por el otro túnel. Éste no parece tener más misterio que esos brillos.

Acerco la antorcha, procurando ver yo pero facilitando el escudriñamiento a Mut, Angainor y Naowën. En momentos como éste lamentaba mi poca vista nocturna. Con estos amigos que la fortuna quiso poner a mi lado, quizás podría mejorar mis habilidades. Aunque cuando la naturaleza no es generosa en genética, poco más hay que hacer. Mi vista no podría mejorarse, pero sí mi atención y concentración, acrecentando así la de los demás.

Me mantuve en silencio hasta saber qué veían en esos brillos misteriosos

El grupo extrema las precauciones y quiere examinarlo todo con cautela. El sonido del transcurrir del agua debería ser tranquilizador, pero por lo visto no es el caso.

Los objetos brillantes parecen ser dos brazaletes de vidrio rojo con adornos y un recipiente de cobre pulido con una capacidad de unos dos litros.

Efectivamente predomina el olor a humedad y de fondo muy ligero olor a humo, seguramente el humo de la hoguera impregnó estas paredes en más de una ocasión.

Los Uncas miran a su amo el enano y aprovechan la ocasión para beber agua de las cristalinas aguas del riachuelo.

- Creo que esos objetos no son suyos... - comento - ...puede que se dediquen a asaltar a viajeros que pasen por estas tierras...lo mejor es que antes de llevarnos algo de botín nos encarguemos de ellos...no me gustaría que nos cogieran desprevenidos...prefiero ser yo el que los coja a ellos...y si no están en esta sala...tiene que ser por el otro camino.

De todas formas realizo un vistazo para ver si hay alguna salida que los ojos no puedan ver a primera vista.

Una vez el elfo se separó de la antocha pudo ver los brazales con claridad,  Naowën torció el gesto ante la impresión de que algo no iba bien.  Demasiado fácil, demasiado a la vista... nadie dejaría unas joyas así sin una buena razón.

No me gusta, ningún ladrón dejaría esas joyas tan a la vista... creo que es mejor no acercarse no me extrañaría que activaramos algún tipo de trampa.  Sigamos por el otro camino

-Cierto, pero no olvidemos nuestra misión principal. Si los encontramos, mejor poder interrogarlos. Quizás sepan algo de lo que ocurre en estas montañas. Ya que no encontramos a quien íbamos a preguntar, ellos a lo mejor pueden resolvernos las dudas. 

No era preciso recordar que íbamos a rescatar al joven desaparecido. De nuevo el ser prudentes era prioritario. El olor a humo combinado con la humedad de la cueva me recordaba levemente a mi hogar, en esas noches frías de invierno donde una hoguera era lo único que nos amparaba del gélido viento. Las historias de los presentes flotaban en el ambiente rememorando batallas y luchas, y otros ensimismados perdían su vista en las llamas danzarinas. 

Qué tiempos. Parecían lejanos, y no hacía mucho que los había dejado. Es cierto que hay que alejarse un poco para apreciar lo que se tiene.

-Vayamos por el otro camino, pues

"- Tienen razón, es muy llamativo que se dejen esos objetos ahí- comento mientras observo hacia los brazaletes y el recipiente-. Como bien dice Naowën, invitan cuando menos a una trampa".

Me agacho un momento para acariciar a los pequeños mientras continúo paseando mi vista por el lugar unos instantes más. Luego me paro y comienzo a caminar hacia el lugar por donde entramos.

"- Es verdad, mejor continuemos… y si encontramos a alguien, bien podremos hacer las preguntas- digo caminando hacia afuera de la estancia".