Partida Rol por web

Tengo una sala oscura pero con un potente foco en el centro. Hay unas mesas, sillas y un futon junto con los materiales que he pedido. 

Aparto todo lo que no es necesario como las mesas y el futon y dejo una silla en el centro en la cual coloco un mecanismo para tener sostenida la cabeza de Julius. Al lado de la mesa coloco una mesa alta con todos los utensilios. Uno para hacer la trepanación, los somniferos en un frasco para aplicar en una gasa al lado y la jeringilla en la cual pongo la arena que guardaba en un frasco en el bolsillo. 

La sala no tiene mucho más, intento guardar todo lo que me molesté excepto los adornos japoneses puesto que no quiero perder el tiempo guardandolos con cuidado. 

Vyktor mira con fastidio a Aedalus mientras se marcha con el dueño de local. Era evidente que se mostraba siempre molesto cuando alguien le mandaba algo. 

- Parece que Aedalus comienza a moverse más deprisa que antes... - Se vuelve a acomodar en el asiento. - Empiezo a añorar la tranquilidad. 

Habla lo bastante fuerte como para que le escuche Victoria, pero hasta que no se ha girado no la ha mirado. 

- Ciertamente, algo de tranquilidad no vendría mal - digo esto mientras miro la cortina por la que acaba de desaparecer Aedalus - Sin embargo, esto podría ser divertido - sonrío ampliamente, y añado - me pregunto qué tiene planeado y cómo podrá sernos ese hombre de ayuda… 

El tiempo pasa, me levanto y digo - Vamos, es la hora - sin esperar me dirijo hacia el joven.

- Espero que merezca la pena... - Digo por lo bajo mientras que me levanto de mala gana. 

Echo una ojeada más al local, y acompaño a Victoria. 

El joven parece en trance y les sigue sin dudar. Abandona su abrigo, sus dibujos y su bebida tras él.

Cruzan dos reservados para llegar a las escaleras.

En uno de ellos un hombre con una máscara de médico de la peste pasa el rato con dos mujeres completamente tatuadas. En el otro, un par de hombres occidentales en posición del loto, levitan.

La sala del fondo es oscura pero con un potente foco en el centro. Hay unas mesas, sillas y un futon junto con materiales médicos. 

Hay una silla en el centro sobre la cual hay un mecanismo para tener sostenida una cabeza. Al lado de la mesa hay una mesa alta con  utensilios: Uno para hacer l trepanaciones, comprimidos en un frasco y una jeringilla. 

La sala no tiene mucho más, algún adorno japonés.

Vyktor se para y mira con curiosidad un rato al hombre enmascarado (El de la máscara de médico de la peste), pero después hace un encogimiento de hombros y continua caminando por el pasillo. 

Entra en la sala detrás de Victoria, pero automáticamente se apoya en la pared de al lado de la puerta y se queda observando, parece que no tiene intención de seguir avanzando. 

Victoria entra a la sala.

Vyktor se queda en la puerta, apoyado en el marco.

Julius avanza hacia Aedalus, confuso pero directo.

Siento a Julius en la silla que hay colocada en el centro de la sala. Con el foco ilumandolo me acerco a su oreja y le susurro unas palabras mientras le pongo un pañuelo debajo de la nariz. Después de unos momentos en los que se ve que a Julius le cuesta cada vez más mantener los ojos abiertos se desmaya. 

- Victoria, por favor. Sostenlo un momento.- Digo tranquilamente mientras subo el aparato que había puesto en la silla. 

Fijo la cabeza de Julius a la silla de tal manera que pueda calcular perfectamente la incisión. Para esto me paso un rato haciendo calculos y marcas sobre la cabeza para asegurarme que no vaya a clavar la aguja en algún sitio peligroso. 

Cuando estoy seguro, con la aguja llena de un material arenoso digo solemnemente. - ¿Por qué Dios ocultaría tales poderes en el cerebro del hombre? Con esta pequeña operación quizás abriremos una caja de pandora que será el gran paso de la humanidad al reino de los Dioses. 

Inserto la aguja y con mucho cuidado inyecto la cantidad de material que calculo que tienen Victoria y Vyktor. 

Cuando acabo retiro la aguja lentamente y tapo el punto con una gasa. Se puede notar mi nerviosismo por si mis musas de inspiración estaban en lo correcto o incluso si estaban correcta que un gran monstruo emergiera de la mente de la persona que tengo delante. 

Primero Vyktor muestra confusión, luego muestra curiosidad y acaba mostrando diversión. Era otro de muchos de los experimentos de Aedalus, a estas alturas ya estaba acostumbrado a vérselos realizar y desde luego estaba entrenado mentalmente para operaciones mucho más peliagudas que aquella. 

- ¿Nos vas a contar cual es la sorpresa o tendremos que esperar a los resultados? - Dice Vyktor, que aún sigue apoyado en la pared, con los brazos cruzados y mirando la escena con diversión. 

Aún sujetando un poco al hombre, miro de hito en hito, primero a Aedalus y luego a Victor - si no fuera molestia, me gustaría saber que está pasando

Si os fijais bien bien en el tal Julius parece más afeminado o más niño de lo que habíais percibido en primer lugar. Parece más bien una mujer. Os fijais bien y veis que efectivamente, es una mujer.

Me siento en una de las butacas de fumar Opio. - Calma, espero que los fuegos artificiales empiecen cuando abra sus ojos. - Concluyo mientras miro a Julius. 

Me relajo en la butaca a esperar. 

Lo primero que sientes es cómo te hormiguean los dedos y te duele la cabeza. Te centras en el dolor. Parece que te rebota dentro. Si parase...oh Dios si parase...

Poco a poco remite y puedes abrir los ojos. Ves que estás sentada. Hay demasiada luz. Te cuesta un rato más erguir el cuello y ver la sala. 

Se trata de una sala sencilla, poco amueblada. Estás en la mitad. Un hombre está sentado en una butaca, observándote. Una mujer se hiergue al lado tuyo, no parece saber muy bien qué hacer. En la puerta, sonríe una tercera persona, un hombre muy pálido.

Te cuesta pensar. Todo te hormiguea.

Me aparto, de la ahora mujer, despacio y sin dejar de mirarla. Me retiro a una esquina y pregunto a Aedalus sin dejar de mirar a la mujer - ¿Cuánto tardará en despertar? - le miro momentáneamente - ¿esto es por diversión?¿sólo curiosidad? - vuelvo a mirar a la mujer rápidamente, no quiero perderme detalle de lo que vaya a pasar.

Cuando la luz choca con mi cara, vuelvo a cerrar instintívamente los ojos. Antes de volver a abrirlos, tapo la luz con una mano.

Una vez he acomodado un poco mi vista, miro a todos los presentes.

- ¿Ah?

Cuando me escucho, veo lo estúpida que he sonado. Pero eso poco importaba ahora.

- ¿Quiénes sois? ¿Dónde estamos?

Miro de forma nerviosa e intermitentemente a los presentes y la puerta.

Al sentir un fuerte hormigueo, doy un fuerte respingo.

- ¿Y qué me habéis hecho?

Me levanto, pero las piernas me flaquean y termino por sentarme de nuevo. Parezco estar muy nerviosa.

[En la linea temporal de cuando Z pregunta y antes de que julius despierte]

- En cuestión de minutos despertará. -

Miro a Victoria a los ojos un momento para añadir. - La curiosidad guía mi vida. Todas las riquezas del mundo palidecen ante el conocimiento de las leyes que gobiernan el universo mismo. 

La expresión de mi cara muestra que parece que algo ha salido mal pero el hecho de que siga viva me alegra. 

Me acerco lentamente hacía Julius.

Cuando estoy delante digo con una voz solemne, como si de una sentencia se tratase. - Te he otorgado el don de los dioses. - 

Antes la confusión respondo. - Tranquila, eres de los nuestros ahora. - Aunque poco después pregunto un poco preocupado - ¿Qué es lo último que recuerdas? 

La desconfianza cada vez era mayor.

- De... ¿de los tuyos? - digo, mientras vuelvo a mirar a todos - ¿Qué debería recordar? ¿No recuerdo absolutamente nada? ¿Qué me habéis hecho? ¿QUÉ ME HABÉIS HECHO?

Comienzo a ponerme histérica y a recuperar levemente las fuerzas, pero sigo sin moverme del sitio.

Vyktor se remueve inquieto en su posición. Parece que quiere intervenir pero sabe que no es el momento oportuno. Debido a que Victoria esta a su lado le susurra algo, y vuelve a mirar a Aedalus y la mujer con el ceño fruncido. 

- Yo tampoco se de que va esto.