Partida Rol por web

Presentación y Contabilidad

Historia de la Sociedad:

Miembros:

Milo Shackleton, Henry Francis Dewey- miembros fundadores

Marion Malone, Nigel Guildford y Lew Harper - miembros

Caroline Pehan  y Cole Parker - miembros a prueba

Inmueble: Casa Alquilada en Princess St. nº 134, Edimburgo. 7 Habitaciones, zona cara.

Dinero Inicial del club: 4190,6$+ 18.766,8$+ 1.000$+750$+200$+100$+4.750$= 29.757,4$

Gastos:

Indemnización por abandonar investigación -1.000$

Gastos Alquiler mes 1 -200$

Gastos Alquiler mes 2 -200$

Gastos Alquiler mes 3 -200$

Gastos Alquiler mes 4 -200$

Gastos de Alquiler mes 5 -200$

Gastos de Alquiler mes 6 -200$

Comidas - 600$

Agua, Luz, telegramas y gastos varios - 1.700$

Fondos Actuales:18.182,40$ (actualizado a vuelta a Escocia)

Inventario del Club:

Libreta, lápiz y navaja

Papelotes acerca del aquelarre, encontrados en casa de Duncan MacBein

Armas.-

Escopeta Sako (Calibre 12)

148 cartuchos de escopeta

mauser.20

200 cartuchos para Mauser

Libros.-

Catecismo del Guardián de la Puerta de Plata

Catecismo de los Hijos de Yog -Sothoth

Nameless Cults (Bridewell) (inglés)

Revelations of Glaaki (inglés)

Cultes des Goules (francés)

Cthulhu in the Necronomicon (inglés)

Libro de Whateley(inglés)

Objetos extraños.-

Bastón de John Scott

Cristal Azul

2 Fragmentos del Disco de R'lyeh

Arco de Vlactos

Listado de Miembros

En activo:Henry Francis Dewey, Nigel Guildford,Lew Harper ,Marion Malone,Caroline Pehan,Nigel Guildford y Cole Parker.

Incapacitados:

Heridos.-

Locos.-  Milo Shackleton (Psiquiátrico 3 meses para curarse del todo).

Muertos:

Charlie O´Conaill - Carl Standford lanzó un hechizo sobre él que lo consumió en la sede de la Hermandad del Crepúsculo de Plata de Boston.

Roy Crowley- Asesinado por uno de los moros que defendían la casa del líder de Mirando Hacia el Futuro en Nueva York, al igual que Herbert, con un arma ametralladora extrañísima que nadie había visto.

Herbert LLoyd- Asesinado por uno de los moros con el extraño arma ametralladora en el interior de la sede de la Organización Mirando Hacia el Futuro en Nueva York.

David Lee y  Jim Malone- Asesinados por los rayos de energía de los cristales azules de los Hombres-Serpiente de las cuevas de detrás de la casa de Duncan McBein en Cannich.

Edward Call y Hughie McDonald-Asesinados por los indios convertidos en Cazadores Espectrales en el Cañón del Diablo de California.

Comunicaciones externas

Cinco meses después de los sucesos de Cannich, una carta llega a la sede de la Sociedad para  Milo Shackleton

Estimado Señor Shackleton:

He estado siguiendo sus progresos y los de su grupo desde hace algún tiempo, mis confidentes me han informado de lo ocurrido en Cannich y quisiera contratarle para que investigara lo ocurrido en El Cañón Del Diablo, donde rodaba una de mis películas. Lo ocurrido es tan extraño que creo que pueda estar relacionado con las criaturas que usted y los suyos combaten. Ofrezco trabajo para usted y su grupo,pasaje hasta aquí, hasta Hollywood y 700$ al finalizar el trabajo a cada uno.Si está interesado, escríbame un telegrama a la dirección que figura en el remite de esta carta.

Atentamente suyo,

Grant Winwood.

Búsquedas

Carol investiga sobre el Cañón del Diablo.

Estudios

Carol está inmersa en el larguísimo volumen de Revelations of Glaaki, apenas duerme un par de horas al día mientras estudia y estudia.

Cole lee despacio pero no con menos interés Nameless Cults, otro libro no menos fino que el de Carol. Ambos se encierran en la sala de lectura de la Sociedad y estudian y estudian durante día tras día...

Historia de La Sociedad

Un par de semanas después de Cannich y con la Sociedad ya fundada por Milo y Henry, ante la misma se presentó discretamente un día una persona a quien en realidad no conocían en persona, pero de la que habían oído hablar a Lew: El Dr.Call de Boston. Había sido miembro del Crepúsculo de Plata y había desaparecido sin más, al parecer había advertido a Lew, Charly y los demás y le había entrado un miedo reverencial que le hizo abandonar Boston por una larga temporada. Cuando leyó en el períodico el incendio de la Sede de la Logia, volvió aprisa para buscar a sus conocidos, pero ya se habían ido a Nueva York. Intentó buscarles pero les perdió la pista hasta que se enteró de que Lew había sido ingresado en un psiquiátrico escocés, una nota a pie de página en un periódico británico sobre el ingreso del Detective en una institución mental y el Dr. Call que lo leyó por casualidad fue esperanzado hasta Glasgow a ver a Lew, pero desgraciadamente le encontró incapacitado. Sirviéndose de su condición de médico, consiguió que le informasen sobre el paradero de las personas que le habían internado, y así fue como dio con la Sociedad.

Unos días antes, se presentó Marion Malone, la sobrina de Jim que curiosamente vivía en Edimburgo. Al parecer Jim se había guardado un as en la manga por si algo le ocurría y tenía a su sobrina permamentemente informada sobre vuestros pasos, sabía lo de la investigación, pero no sabía qué era lo que le había pasado a su tío realmente. Fue acogida como pasante y estuvo estudiando uno de los gordos volúmenes arcanos de los que habían robado de la Logia y ahora se la reconoce como un miembro a prueba hasta que sea considerada como un miembro de pleno derecho.

Por las mismas fechas, tres personajes más se unieron a la Sociedad: Un hombre negro del sur cuyo empleador había investigado a la Hermandad y había desparecido misteriosamente, una bibliotecaria maltratada que había huido de su marido muy amiga de Henry  y ahora ejerce también como pasante y un ex soldado amigo personal de la sobrina de Jim, Marion, el cual dice haber tenido experiencias cercanas a las muerte en las que dice haber conocido a Hombres-Serpiente que le hablaban a gritos.

Estos tres últimos personajes, están ahora mismo como pasantes. Se les permite leer uno de los anchos volúmenes de la biblioteca y familiarizarse en los Seres Míticos del Universo, se les ha contado lo ocurrido con la Hermandad , Mirando Hacia el Futuro y Cannich, pero no se les tiene relativamente vigilados y no tienen acceso a los objetos extraños. Su trabajo ahora mismo es ayudar y apoyar a los miembros.

Henry entró en la habitación principal de la Sociedad que se había convertido en su hogar con paso presuroso. Sin embargo, una vez dentro, comenzó a caminar con más tranquilidad e incluso sonriente, tratando de aparenterar que todo iba bien. Desde su breve estancia en la casa de reposo, estaba claro que Henry no era el mismo, por mucho que tratase de disimular.

La semana que había pasado en el sanatorio había sido a peor de su vida. Sedado, delirando y aislado. Y encima el día que le habían dejado llamar a alguien había llamado a Caroline... menos mal que rechazó la propuesta, aunque tambien la había mandado un sobre con dinero. Semanas despues la chica había aparecido, con mala cara y el brazo vendado en la sociedad. Había sido un error, pero al menos solo estaría mriando libros.

Además estaba "aquella cosa"....aquel "hechizo" ¿realmente sería capaz de invocar a un ser tan terrible como el que se describía? Henry temblaba solo de pensarlo, y solo se había atrevido a confesarselo a Milo. Despueés de aprender aquel hechizo, Henry había comenzado a sentirse muy incomo estando solo, por lo que procuraba pasar el mayor tiempo posible con los miembros de la logia. No es que llegase al nivel de una fobia pero...

Marion— exclamóo nada más entrar en la habitación sin fijarse si realmente estaba allí —¿Donde está mi Malone favorita, la que se quedó con la hermosura de la familia?

Desde detras de un montó de libros, henry oyo murmurar una voz femenina, con tono divertido y cansado "Ya estamos otra vez"

Por no olvidarnos de nuestra bella zurda— continuó sonriente pero sin añadir nada más debido a la mirada de advertencia de la joven.— ¿Y Milo? me pasó esta nota para un caso...pero no lo he visto desde entonces

Mientras hacía la pregunta, Milo puso una nota en la mesa central. Realmente deberían de ordenar algo aquella sala. No había forma humana de encontrar algo o a alguien entre tanto trasto y libro viejo. Las mujeres deberían haberse puesto a ello, Henry no entendía porque no hbaían hecho nada al respecto.

Estimado Señor Shackleton:

He estado siguiendo sus progresos y los de su grupo desde hace algún tiempo, mis confidentes me han informado de lo ocurrido en Cannich y quisiera contratarle para que investigara lo ocurrido en El Cañón Del Diablo, donde rodaba una de mis películas. Lo ocurrido es tan extraño que creo que pueda estar relacionado con las criaturas que usted y los suyos combaten. Ofrezco trabajo para usted y su grupo,pasaje hasta aquí, hasta Hollywood y 700$ al finalizar el trabajo a cada uno.Si está interesado, escríbame un telegrama a la dirección que figura en el remite de esta carta.

Atentamente suyo,

Grant Winwood.

Que el tío Jim era un gilipollas y un bravucón, lo sabía bien Marion, pero aún a pesar de sus múltiples defectos, él había cuidado de su bienestar en la medida de lo posible, más teniendo en cuenta que un océano les separaba, y quizás por esto la joven no podía evitar sentir ese vacío en su interior que le atenazaba el estómago.

Era una joven atlética y le gustaba cuidarse, pero en las últimas semanas había comido bastante poco y descansado aún menos, se sentía en la obligación de averiguar que estaba pasando y cuál había sido el destino de su tío.

Su humor no era mucho mejor, Henry bromeaba constantemente a su alrededor, pero ella no terminaba de verle la gracia, incluso había cometido la desfachatez de tirarle los trastos, qué coño le pasaba a ese hombre. Cuándo dejó la nota al descubierto sobre la mesa captó por primera vez su atención en varios días.

¿Hollywood?.- La joven se levanto cerrando el libro que estaba estudiando.- No me vendría mal salir unos cuantos días de aquí, más teniendo en cuenta que probablemente sea alguna broma de mal gusto.

Caroline miró patidifusa a Marion, la tímida joven no comprendía como, a pesar de estar leyendo y descubriendo por los libros aquellas aberraciones y herejias podía pensar que era una broma. La chica se quito las gafas para frotarse los ojos, llevaba días a falta de sueño y acosada por las pesadillas que la producía aquel libro, mezcladas con pesadillas sobre su marido. Quizás era el motivo por el que pasaba tantas horas leyendo, para evitar dormir y evitar las pesadillas. Cierto era que, al principio no había creido las palabras del libro, pero entre la llamada de Henry, las pesadillas y todas aquellas pruebas que les habían presentado... "cuando el río suena, agua lleva", solían decir en su pueblo.

Marion... ¿Cómo va a ser una broma? En todo caso, podría ser una trampa porque ¿Cómo sabían lo de Cannich?

Las ojeras de la joven bibliotecaria se hacían más patentes sin sus gafas, cosa que solucionó tras volver a colocarselos para enfocar mejor a la sobrina de Malone.

El Doctor Call entró entonces en la habitación, siempre acompañado de su inseparable maletín. Se quitó el sombrero y el abrigo y los colocó cuidadosamente en el perchero, ignorando aparentemente la conversación que estaban teniendo los presentes. Después se acercó a ellos, colocó el maletín sobre la mesa, y les dedicó una amplia sonrisa.

- Buenos días, caballeros... señoritas - añadió una leve inclinación de cabeza al saludo inicial.- ¿Tenemos noticias? - preguntó al ver que Henry sujetaba una carta en la mano.- ¿De qué se trata esta vez?

Piénsalo durante un momento Carol.- dijo con cierto enfasis.- Una sociedad secreta, que ha pasado desapercibida durante años y ahora actúa en Hollywood!!!, no concuerda para nada, si se arriesgaran a semejante estupidez tendría que ser por algo realmente importante, y de seguro que ya habríamos oído de algo más, ¿no crees?

Marion fue interrumpida a mitad de su intervención, aunque espero a finalizar para girarse hacia el doctor y responderle educamente.

Buenos días, Dr. Call. Al parecer nos tenemos que rifar quien se ha ganado unas buenas vacaciones.- comentó afablemente.

Milo escuchó jaleo en la habitación contigua. Desde hacía días su vida se había llenado de sensaciones contradictorias y disruptivas. Su vida en Denver se le antojaba lejana e igualmente extraña. Apenas hacía unas semanas que había dejado atrás una vida que, si bien no era excesivamente complaciente como sicario de un maleante de alta alcurnia, al menos era una vida en la que uno sabía qué esperar. Un tipo hacía algo que no debía y Milo acudía a re-equilibrar la balanza del lado de quien pagaba las facturas de su casa, su coche y algunos caprichos de más. Pero ahora ya todo era diferente.

El mundo se acababa de poblar de seres horribles y amenazadores... de hombres que, presa de una locura malsana y nunca antes vista, alentaban a esas entidades a barrer de la faz de la tierra la humanidad como una mala capa de polvo de la superficie de una alacena. Con esto y con todo, la vida se habría paso y ahora pensaba mucho más en la trascendencia de sus propios actos y en lo vacía que se encontraba su joven vida y lo cercana que se encontraba, con toda probabilidad, de su propia extinción. Alguna vez había albergado la idea de formar una familia, dejar una vida mediocre y convertirse en alguien de provecho. Y la irrupción en la Sociedad de dos preciosas mujeres habían hecho reverdecer esos pensamientos. Pero, ¿realmente merece la pena una vida familiar dedicada a alimentar un amor que, a todas luces, acabará por extinguirse rápida y terriblemente como se apaga la llama de una vela sobre la que cae un maremoto? Además estaba Henry... por supuesto. Su insistencia y su sentido del humor era un verdadero calvario para las féminas. Su recuperación había sido casi milagrosa pero había una parte mala... seguía siendo el mismo Henry que antes de aquellas cuevas. Exactamente igual.

Luego estaba el asunto de la carta. Apenas llevaba unas semanas de vida aquella asociación y ya comenzaban a llamar la atención del resto del mundo. El lazo que oprimía el gaznate de la humanidad se hacía cada vez más prieto y parecía que ellos eran los únicos que podían interponerse. Aquel mensaje no pasó desapercibido tampoco para los demás. Milo prefería no convertir aquella asociación en una democracia o probablemente todo acabaría mal. Nadie podía obligar a nadie a participar en algo de lo que no estaba seguro y, por supuesto, si alguien quería abandonar en algún momento era bien libre. Pero no esperaría indicaciones para saber que, tanto si era una trampa como si no, debía de ir al encuentro del horror.

Milo cerró el sobre con el texto del telegrama e irrumpió en la habitación dónde los demás se afanaban a discutir la situación.

- Marion, preciosa... - comentó con tono despreocupado, como si no hubiese escuchado la conversación precedente. - ¿Te importaría llevar éste telegrama a la oficina de Telégrafos?

Luego miró a los demás con los ojos cargados de intención. 

- Nos vamos a Los Ángeles. El que no quiera venir no tiene porqué hacerlo. Aquí estará bien.

Los ojos de la joven se llenaron de ilusión. Era toda una mujer, no cabía duda, pero rebosaba la alegría de una niña que estrenaba juguetes.

Será todo un placer.- Sonrió, abiertamente al principio, luego, cuando se giraba y nadie podía verla, de una manera más pícara. Ansiaba viajar a Estados Unidos, soñaba con llegar donde cientos de jóvenes iban para cumplir sus sueños.

¿A Estados Unidos?—inconscientemente Carol se llevó la mano a su anillo de casada. Aún lo llevaba, aunque no sabía muy bien porqué. Puede que en parte fuese por sus creencias católicas, pero en el fondo sabía que era porque temía volver a atraer el interés de algún hombre que la volviese a maltratar. Ademas, ¿de que servía atraer el interés de alguien con quien no iba a poder estar si ya estaba casada? La joven no tenía ninguna gana de volver por allí, y menos tan cerca de Texas. Aunque había dos estados de por medio, para la joven bibliotecaria parecían dos simples pasos— Nunca he estado allí la verdad. Puede ser bonito— dijo finalmente tratando de parecer animada

¡Ey Carol! América es muy grande— dijo adivinando sus pensamientos al verla mover el anillo nerviosamente— No creo que ese ca...no creo que nadie te encuentre por allí. Pero si quieres quedarte, nos resultará util que sigas leyendote esos libracos ¿verdad?— comentó buscando apoyo en sus compañeros. A Henry no le hacía ninguna gracia que las mujeres se metiesen en problemas, especialmente si era él quien le había metido en el turbio asunto. A pesar de ser un picaflores -por supuesto de pago- no le gustaba ver como nadie le alzaba una mano a una de ellas. Y mucho menos como era tiroteada o asesinada por algún terrible ser como los de Cannich. Si por el fuese, tanto Marion cómo Caroline se quedarían tranquilamente respondiendo llamadas y alejadas del jaleo y el horror. Como debía ser.

- Los Ángeles... California - dijo el Doctor Call como si aquella palabra tuviese una gran relevancia, y de hecho así era.- Mi intuición me dice que este asunto bien puede tener que ver con el texto que encontró Harper, las piezas comienzan a encajar, caballeros... ¡Oh! Por cierto, les gustará saber que el señor Harper se recupera satisfactoriamente, su estado no es tan grave como supuse en un principio y puedo decir que está en buenas manos. Hemos tenido alguna que otra charla más o menos lúcida, tiene sus momentos claro está, e insiste bastante en este asunto de California ¿Casualidad? Yo diría que no.

Tras su corto retiro alejado de los asuntos de la Logia del Crepúsculo de Plata, Edward Call había regresado con un afán irrefrenable de conocimiento místico y esotérico. Como hombre de ciencia nunca tuvo esas inquietudes, la mayoría de las historias sobre dioses primigenios y criaturas extraplanares siempre le habían parecido una chufa, al menos claro está, hasta que se hizo un hueco en aquella sociedad secreta que mantenía una tapadera como club de nobles caballeros. Había tenido suerte y los sectarios no habían ido a por él a pesar de que conocía importantes datos sobre la Logia, supuso que habían estado bastante ocupados tratando de eliminar a Harper y los demás, que por el momento habían demostrado ser mucho más peligrosos.

Edward Call tamborileó ligeramente sobre el maletín de piel, como esperando que alguien diese el pistoletazo de salida para aquel nuevo viaje.

- Supongo que deberíamos ir armados ¿No es así? - preguntó asumiento cual sería la respuesta.- Me temo que si damos crédito al texto Old California, deberíamos estar preparados para enfrentarnos de nuevo a esos hombres-serpiente.

La mejor manera para llegar hasta Hollywood... humm... rebuscas en tu memoria y miras en un par de cuadernos que tienes en tu habitación. Sí, sí... ferry hasta Nueva York  1 semana u 8 días a lo sumo, de Nueva York la Southern Pacific haciendo varios transbordos hasta Los Ángeles y de allí coche de línea  a Hollywood. El tren no tarda más de cuatro días y el coche de línea una mañana, así que en un par de semanas os plantáis en Hollywood, así de simple. Otra cosa son los gastos del viaje, a ver si es verdad que os los pagan, pues no serán baratos.

En aquel momento entró Hughie por la puerta. Detestaba aquel lugar y prefería pasar mas tiempo fuera, haciendo cualquier otra cosa que estar allí encerrado entre libros. Le daba la sensación de que no hacían nada. Parecía molesto, pero siempre parecía molesto auunque cuando hablaba no mostraba enfado ni desagrado. Llevaba siendo así desde que se licenció del ejercito y desde entonces no era el mismo. Pero allí estaba tratando de ayudar a esas personas a eliminar lo que fuera que acechaba en las sombras.

-¿Que pasa?-preguntó al ver la agitación de sus compañeros- Decidme que son buenas noticias