Partida Rol por web

Ansiosa por acabar con la exploración de la cueva y con el llanto del bebé, me adelante para quitar las sábanas sin ninguna delicadeza en busca de lo que había en el interior de la caja.

Farid acompañó a Joan y asomó la cabeza para ver qué se escondía en aquel cajón.

Adam, por su parte, prefirió mantenerse alerta a su alrededor para evitar una posible emboscada.

Entre las sábanas aparece un bebé, es una chica de unos dos meses de edad, a simple vista no parece que tenga alguna lesión exterior, aunque llora desconsoladamente. 

Cogí al bebé entre los brazos e intenté acunarlo para que se tranquilizara, a pesar de que lo sórdido de la situación y el ambiente me ponía nerviosa hasta a mí.

- Señor El Seoud, si no se lo impiden las heridas, registre esta habitación por si nos dejamos algo -dije en voz suficientemente alta como para que se escuchase a través de los gritos de la pequeña.

Farid echó un vistazo rápido a la estancia. Si allí no había sectarios, no tardarían en llegar.

Joan coge al bebé de dentro de la caja e intenta calmarlo. Sigue llorando. Farid hecha un vistazo rápido a la habitación, la estancia está totalmente vacía, no hay nada más. 

Cogí también algunas de las sábanas que había en la caja, para tapar al bebé y que no cogiera frío. Inmediatamente después alenté a mis compañeros a subir las escaleras y marcharnos de aquella pequeña estancia.

- Nos quedan dos pasillos por registrar, y el altar que esta de paso en mitad de la gran cueva también merece un vistazo, por si acaso. Tengo en mente dos escenarios: el señor El Seoud coge al bebé y se mantiene 10 pasos por detrás del señor Highlay y yo mientras exploramos el resto de lugares... O la opción que yo voto: abandonar directamente este lugar, si acaso después de examinar el altar de camino a las escaleras. Llevamos un bebé al que no podemos meter en este tipo de asuntos, y supuestamente tenemos uno de los trozos del disco. ¿Que pensáis vosotros?

Farid meditó las opciones.

-Mal que me pese, y aunque me gustaría seguir explorando este lugar, ahora ya no solo somos responsables de nuestras vidas, sino también de la de este niño. Yo voto por marcharnos de aquí. Si usted confía en el sacerdote local, entreguémosle el niño y volvamos a Estados Unidos con la información conseguida.

Adam estaba de acuerdo.

Subís por las escaleras y salís hacia la caverna principal buscando la entrada por la que accedisteis desde Creag Dhubh. Joan intenta echar un vistazo al altar antes de abandonar este siniestro lugar de locura, mientras que Farid y Adam avanzan con paso vigilante para evitar ser sorprendidos.

El bebé no ha dejado de llorar aunque parece que lo hace con menos intensidad, es posible que algo de contacto humano lo haya calmado un poco.

En la parte frontal del altar hay grabada en relieve una figura, esta tiene la forma de una esfinge egipcia pero con un rostro de bestia de grandes fauces.

De repente, un vago y terrorífico recuerdo vivido en Egipto llega a tu mente. Posiblemente sea el mismo dios que adoraba "La Hermandad de la bestia".

- ¡Señor El Seoud, mirad este símbolo! ¡No es posible! -dije señalando el altar y sorprendida.

Farid notó cómo su cuerpo se tensaba. Los recuerdos se agolparon en su cabeza como una descarga. Era sin duda aquella encarnación horrible a la que combatieron y que casi les cuesta la vida. Un dios terrible al que lograron expulsar y que ahora volvía a amenazar la existencia de la humanidad.

-Maldita sea, otra vez adoradores de este ser de otros mundos... Marchémonos e informemos a la organización.

El recuerdo de "La Hermandad de la bestia" os perturba por un momento. ¿Qué poder es el que promete este dios que atrae a tantos adoradores por todo el mundo? ¿Por qué adorarlo si pretende extender el caos y la destrucción entre la humanidad? Muchas cuestiones y muy poco tiempo para darles respuesta, pues los enemigos no cesan en su objetivo y hay que impedirlo a toda costa por el bien de la raza humana.

Con el bebé más calmado subís por las escaleras hacia el exterior, veis que sol se está poniendo en el horizonte y empezará a oscurecer rápidamente. En lo alto del monte de Creag Dhubh, entre menhires, decidís vuestro siguiente paso. 

Ya en la cima, expresé mis dudas sobre nuestro siguiente paso:

- Confío en el padre MacBride, pero... Dejarle solo el bebé no me parece una buena solución. Es solo un hombre de Dios, tendrá recursos, pero la secta parece estar asentada en esta pequeña comunidad. Si le descubren lo matarán sin más como al profesor y volverán a tener al bebé para lo que quiera que estén preparando. Y no podemos acudir a la policía directamente, a estas alturas puede que ya sepan lo del tiroteo en las ruinas.
Lo ideal sería entregar el bebé al padre y que él acuda a la policía, con nuestra supervisión pero sin nuestra intervención directa. Pero francamente, no estoy seguro de que la policía de aquí logre salvarla, la secta puede engañarlos con relativa facilidad presentando unos falsos padres, o aunque se los devuelvan a los originales, si por algún motivo este bebé es especial, ¿qué les impedirá volver a secuestrarlo? Esta es una pequeña comunidad y la policía se reducirá a 2 o 3 agentes, que seguramente anden muy lejos de solucionar el caso del profesor. Y tampoco les veo por la labor de pedir ayuda a comisarias externas.
Creo que deberíamos separarnos. Ustedes dos vuelven inmediatamente a la sede de la sociedad y reportan lo sucedido al señor Stalin directamente. Yo contacto con el padre MacBride y cuidamos al bebé hasta que sepamos que la logia o los monstruos de ese sótano no volverán a por él y podamos devolvérselos a sus padres sin que haya peligro... Suponiendo que sus padres sigan vivos y no lo hayan entregado voluntariamente -finalicé con tristeza, mirando al bebé.

Farid meditó las palabras de Joan, consciente de que debía tomar una postura rápidamente, pues cada segundo allí era exponerse al peligro.

-No me agrada la idea de que se quede aquí sola, pero sus argumentos son, mal que me pese, acertados. Además, no se me ocurre nadie más capaz y con quien más seguro pudiera estar este bebé que con usted. Quizá pueda hospedarse en otro pueblo donde se sienta más segura y operar desde ahí. Eso ya queda a su discreción. Además, recuerde que también cuenta con el señor MacDonald como aliado. Tomaremos solo el efectivo que sea necesario para nuestra vuelta y le dejaremos el resto. Intente ponerse en contacto regularmente con la organización o directamente conmigo para saber cómo van las cosas. 

Farid tomó lo justo y entregó la cartera con el resto del dinero a Joan. Él y Adam se despidieron efusivamente de su compañera. Ahora sus caminos se separaban, pero confiaban en que en un futuro volvieran a encontrarse.

- Mucha suerte, señor El Seoud. Hemos pasado por mucho juntos, no hace falta que le diga que espero verle de nuevo y totalmente recuperado de su herida... Y con usted, señor Highlay, era nuestra primera misión, y no por ello le deseo menos que a mi compañero.

Les agradecí de nuevo que me dejaran efectivo (aunque tuviera que cambiarlo por moneda local de alguna forma) y les seguí con la mirada un rato antes de partir hacia mi destino.

Joan decide entregar el bebé al padre MacBride, con el que ya había coincidido antes. Este sorprendido por el hallazgo lleva al bebé a la policía, ya que una pareja de Cannich, Rab y Elizabeth MacRae, habían denunciado su desaparición. 

Esta buena acción supone un poco de paz en el alma de Joan, aunque no es suficiente. Lo vivido en estas últimas semanas le ha afectado, y con la intención de no poner en riesgo la misión, además de su cordura, decide tomarse un descanso en uno de los refugios para agentes que tiene la Sociedad Theron Marks por el mundo. Este se encuentra en Londres.

Una vez resuelto el tema del pequeño Joan partirá hacia la estación de tren más cercana, esa misma noche, con rumbo a la capital inglesa. Y una vez allí intentará recuperarse con total tranquilidad.