Partida Rol por web

 La noche nos ampara, sin embargo, el sigilo nunca ha sido lo mío. Exige una habilidad física de la que yo no dispongo. No obstante, otras son mis armas. Me giro hacia el resto.

- Creo que estar todos en este lugar puede no ser conveniente. Por separado llamaremos menos la atención. El sigilo no es lo mío, pero intentaré encontrar alguien que pueda hablarme de los guardias. Buscaré la posada o burdel más cercano donde, sin duda sabrán de las andanzas de estos guardias ya que serán asiduos al lugar. –

Antes de irme, agacho la cabeza, avergonzado.

- Pero es posible que necesite dinero para poder pagar por la información. ¿Tal vez podríais facilitarme uno de los brazaletes? –

Mientras espero, comienzo a intentar recordar el burdel o posada más cercano donde pueda ir a obtener información.

... antes de que se vaya nuestro compañero para buscar cotilleos en los putiferios de la ciudad... lugares en que siempre se encuentra algo interesante, por cierto.... les comento un plan inicial, una primera alternativa...

-Tengo una idea... llamadla loca, pero podría funcionar... si asumimos que las tres prófugas estarán atentas a la ocasión de salir y escabullirse... podríamos aparecer por un extremo de la calle. Mirit haciendo de esposa ofendida y cornuda, yo, haciendo de esposo cornupiente -dícese de aquel que pone los cuernos-,y Arramel, como hermano de la esposa también ofendido con su cuñado, dándole collejas, pero sin pasarse, al esposo, o sea a mí, y montándole el pollo hasta llegar a la altura de los guardas, a los cuales pediré amparo con cara de pena y justificando mis actos...

-... por el otro lado de la calle, Wahed, como buen conocedor de la zona, y Gaspa, que es un zagal espabilado, tanto para tapar la salida de las damas, tanto para acompañarlas si lo precisan; el caso es que el grupo de la pantomima montemos un revuelo que les tenga atentos, y a poder ser, diverdidos, y que no adviertan lo que pase a sus espaldas...

Y para ello interesa, amigo Wahed.... si conseguís el dato del nombre de esposa, hermana, o... incluso madre, de alguno de los guardas que esté esta noche de turno de la susodicha... podría ser útil...

A fé mía, que un plan se dibuja en mi mente... un plan loco, cuasi-demente, mas podría funcionar, pues en este lugar, el aburrimiento nocturno se romperá con un teatro fugaz

Al oír la propuesta de Renato, asiento con preocupación : Ay amigo Renato, la única locura en esta parte es pensar que yo vaya a hacer de cuñado furioso ¡Yo que jamás he mentido o engañado, ni a siquiera a los chiquillos! Toda mi vida he sido honesto y honrado, nunca he fingido delante de de extraños, y mucho menos extraños con lanzas, ¡no sé si podré hacerlo ahora! ¿No pudieran ayudaros en esta farsa vuestro Gaspa o Wâhed cuando vuelva, y yo estar con los que guíen a las princesas en su lugar?-

La turbación me invade, y me siento inseguro y asqueado a partes iguales Una cosa es sacar a las princesas y otra...eso. ¡Yo para farsante no valgo!¡Ni quiero!

Me detengo un momento al escuchar la petición del bardo.

- Claro maese Renato. No habrá problema en obtener la información que me solicitas. Volveré presto en cuanto tenga algo con lo que trabajar –

Me dispongo a marchar, cuando Arramel indica que no quiere ser el que se encargue de dicha pantomima. Por un momento me planteo convencerle, al fin y al cabo, tras tomar la decisión de aceptar esta misión, todos hemos tenido que renunciar a algo. Honradez, virtud. Pero algo en sus ojos me indica que será un esfuerzo demasiado grande y con altas probabilidades de no conseguir nada. Intento pensar en una solución, no es óptima, pero será lo mejor, al fin y al cabo, es algo que puedo hacer.

- De acuerdo compañero. Yo seré el cuñado furioso. Por mi condición, he tenido que aprender ciertas artes “interpretativas” y creo haber adquirido cierta experiencia. Revisa el lugar por si algo te llama la atención. Más tarde, cuando vuelva, te explicaré las mejores zonas para que puedas sacar a las princesas sin problemas. Ahora… -Me giro hacia la calle más próxima – Si no necesitan nada más por el momento caballeros y señorita, marcho presto en busca de información –

Y me interno en las calles buscando el burdel o pasada más cercano.

-Por supuesto que cumpliré con lo que me queréis encomendar, amo. Una vez más demostrais vuestra gran imaginación.

Miro yo de mala manera de reojo a Wahed al pensar que tengo que compenetrarme con él para la tarea pero mi cara cambia al ver que será Aramel a quien acompañe. 

-Si vamos a andar a deshoras por lugares solitarios con unas muchachas tan vistosas y de las que se ve a la legua que son pudientes sería mejor tener algo con que defendernos si nos asaltan por el camino. Amo ¿Podéis conseguirme un bastón o un cayado? Algo que llame poco la atención y con lo que dar un buen mamporrazo

Al salir y ver los guardias inclinó la cabeza para que mi pelo cubra mi rostro, soy pasos ligeros para procurar pasar desapercibido. Temo que sean guardias que estén buscando a la sirvienta y puedan estar custodiando después a las princesas y me reconozcan.

habíamos tenido una buena cena y era hora de que hicieramos nuestro trabajo, que empezaba siendo el llegar a la fortaleza sin que se dieran cuenta, algo que no se me daba muy bien, pero al musico se le ocurrió una idea mejor, o por lo menos mejor para mis habilidades, "yo apoyo la idea de Renato, pero tengo una duda, ¿como sabemos que las princesas entenderán nuestro griterío como su señal para escapar?"

Encuentras un burdel no demasiado lejos. Es una buena zona de la ciudad y te miran mal cuando entras. El sitio está repleto de gente, una muchacha baila la danza de los siete velos mientras otra toca el laúd. Dos grupos de cinco hombres las miran envelesados por su arte y por su cuerpo, sedientos de lujuria. Las mesas las sirve una muchacha joven que lo pasa bastante mal cada vez que pasa entre los grupos de hombres intentando esquivar sus manos que buscan tocar el trasero o los pechos de la joven. La muchacha no llevará mucho tiempo en el oficio y no es capaz de fingir que disfruta con estos babosos. En la barra una mujer mayor y gorda, a la que ya se le han pasado sus mejores años mira lo que ocurre y vigila a la muchacha que sirve las mesas. Dos matones estaban a la puerta del establecimiento con un garrote al cinto cada uno.

Wahed os abandona con intención de recavar información en el burdel más próximo. Quedáis vosotros a los que los guardias miran como si fueseis parte del paisaje. Menos al joven Gaspa que pasa como una sombra por la calle y al que no consiguen ver. Arramel está con sus remilgos y Mirit tiene dudas, pero Renato tiene claro su plan, falta que vuelva Wahed para poder llevarlo a cabo. 

Me sacudo la muda de manera natural buscando mostrar naturalidad al tiempo que echo una mirada a todos los presentes en el local. Veo que son los típicos feligreses que visitarían aquel lugar, hombretones rudos y zafios que se entregan a los excesos carnales. Me siento sucio por estar en un lugar así y susurro un rezo a Alá para pedir perdón por estar en un sitio así.

Entonces decido empezar tanteando. La joven parece no tener mucha experiencia en el local lo que puede hacer que sea más dada a ser menos discreta. Otra opción es dirigirme directamente a la Madame de la barra y ofrecerle una suma por su información. Sea como fuere, debo tener cuidado con oídos indiscretos. Los hombretones que pueblan el lugar bien podrían ser guardias y yo terminar con mis huesos en el callejón siendo pasto de las ratas.

Mientras me dirijo a una mesa, observo los rostros de los hombres por si alguno me sonara. Alguna cara reconocible de un guardia u hombre del palacio. Una vez me siento, hago una señal a la joven para que se acerque. Cuando lo hace, me resisto a pedir algo, me quedan unas pocas monedas, pero no querría perderlas todas ya.

“Pero la recompensa que ganaré si lo hago será mayor.”

Con estas palabras me armo de valor y sonrio a la joven.

- Ponme un vino – me acomodo en la silla mientras la dedico mi mejor mirada – Debe ser agotador tener que aguantar tanto hombre indecente. ¿Esto siempre está tan concurrido? -

... Tenemos unos instantes... hasta que vuelva Wahed, así que intento contarles a los demás la historia que podemos desarrollar ante los guardas, Les concovo a un corrillo para tratar el tema

-Les contaré lo que tengo pensado; básicamente... y perdonad si lo que digo a alguien ofende. Mi señora Mirit, en esta pantomima, vos seréis mi esposa, y Wahed, vuestro hermano; yo seré vuestro esposo, y habréis descubierto, por habladurías, y pelos que no son ni míos ni vuestros, en mis ropas, amén de un chupetón en mi cuello, que os soy infiel, y que os pongo los cuernos.

-Yo iré andando hacia los guardias implorando su gracia y que me protejan de vos, que ofendida, me daréis de collejas en el pescuezo, por no decir directamente pescozones; si halláis vara de avellano, o toalla mojada con que atizarme, mi lomo es vuestro para que lo deloméis. Que se note que son reales, entre reproches; y no tengáis reparo en hacer daño, pero mesurado, por piedad, que no quiero acabar lisiado.

-Si el tema decae, confesaré el engaño, y al ser vos judía, y yo cristiano, a la vista de la justicia del Visir no habrá delito ni pecado, y los guardias sólo velarán por que la paz de la calle no se vea turbada, ni que la algarabía llegue al otro lado del muro, al sellado; por ello, estarán atentos a nos, y daremos conello la oportunidad a que a sus espaldas, las nobles puedan escabullirse por la portezuela, cubiertas por el ruido de nuestro ardid.

-Mi buen Gaspa, a tí te confío mi estoque, pues un cornudo armado, puede dar cornadas, y eso preocuparía a los guardas, de modo que mejor no me vean portando la citada arma. Cuidádmelo pues es arma de descabello a la que tengo gran aprecio. Si preferís en su lugar algo más contundente, mi laud puede servirte, ya que un golpe con ello de plano, a la cabeza de alguien, adiós laud, pero no mejor parado quien lo reciba, pues quedará empanado.

- Si se os ocurre algo mejor, adelante, soy todo orejas; solo puedo decir, que si esto no funciona... la información que Wahed obtenga, podría servirme para darle un giro... que no quisiera que se produjese, pues me prefiero guardar la sorpresa

  ¡Voy!-dice la muchacha y te trae un vaso de vino mientras recibe otra palmada en el culo de uno de los que están en otra mesa. La muchacha suspira y se muerde la lengua-Ni os lo imagináis-dice con resignación- Esto no es nada.....una noche floja incluso. ¿Alguna cosa más?

Asgo a dos manos el estoque que me da Renato. Desenvaino y lo agito en el aire como si estuviera ensayando que doy con él un mamporrazo. El movimiento es torpe, incluso cómico. Después con la izquierda agarro la fina vaina e imito el movimiento anterior golpeando al aire a modo de enimigo imaginario, aún con más torpeza por no usar la diestra. Al final envaino la espada y me encojo de hombros.

-No sé si podré hacer mucho con esto, amo. No sé manejarlo. ¿No conoce a ningún artesano o carpintero que le pueda conseguir un buen bastón?

Después miro a Mirit.
-La muchacha dijo que el momento acordado es el cambio de guardia. Estaremos esperándolas al otro lado del portillo mientras lleváis a cabo el gran plan ideado por mi amo.

Escucho el plan de Renato y me lo repito para confirmarlo, "entonces, yo estoy furiosa porque me has puesto los cuernos, entendido, y supongo que mi "hermano" ha sido quien a dicho que te gustan ir a lugares de baja moral" sonrío a la parte del plan que tengo que darle golpes con un baston, "ahora el problema es conseguir un baston o algo con lo que atizarte y hacer esto mas creíble, lo único es que espero que Wâhed sepa comportarse como un buen hermano, y me este ayudando o tal vez controlando para que no mate a palos a mi "esposo"" añado, y me giro a Gaspa, "es verdad, dijo que ese era el momento, pues estaremos listos para dar un espectáculo, espero que no salgan los vecinos a unirse a la riña"

Escucho con atención a Renato y Gaspa, hasta que al oír "carpintero" mi semblante se ilumina de repente y empiezo a rebuscar en mi morral -Esperad, esperad, que aqueste carpintero no ha madera con que haceros un garrote, pero si contundencia es lo que pedís, contundencia os daré - , extrayendo finalmente un pesado martillo, de hierro viejo y negro, que alargo al jovenzuelo.

-Aquí os presto algo sencillo y duro, que seguro deja en el sitio a cualquier malandrín, pero cuidadlo bien, que es de los pocos útiles que me quedan de mi ya perdido y malbaratado taller.

Lo había agarrado de entre mis pertenencias antes de abandonar la posada, previendo ya que iba a hacer falta en aquel lance golpear o partir algo. Qué alegría saber que no he yerrado en llevarlo.

Sonrío animadamente a la joven.

- Un trabajo poco agradecido el suyo. Ya se sabe, cuando los soldados dejan sus puestos, olvidan también su rectitud y decoro. Lo cierto es que si que querría algo más. Me gustaría poder ir a un reservado donde tu y yo podamos tener una conversación lejos de oídos indiscretos. –

Le hago señales para que baje la mirada y con disimulo le muestro el brazalete que me han cedido mis compañeros para el soborno.

- El pago sería generoso y le puedo asegurar que nada carnal solicitaré de usted. ¿Qué me dice? –

Mientras me guardo nuevamente el brazalete, la lanzo una mirada cómplice.

  La muchacha te miró ofendida y se marchó a la barra. No sin antes decirte-​Sidi, se está equivocando. Yo no me vendo por un brazalete. Vaya a las "otras", seguro que alguna puede calmar sus "deseos NO carnales".-​Estaba claro que había entendido mal tus intenciones....quizás no te habías expresado correctamente. El caso es que la muchacha te dejó solo con el vino, los puteros y las dos mozas del escenario. 

El baile de la muchacha era sensual y apasionante y perfectamente acompañada por la música de su compañera. Estaba claro que este sitio no era un cuchitril, si no una casa con cierto prestigio. Es posible que no solo la soldadesca, si no que algún noble pasase por aquí.

Al rato de haber espantado a la camarera se te acerca la que parece que lleva el cotarro. Te mira sonriendo y con los brazos en jarra te dice-​Perdone a mi sobrina, no le gusta esto y la tengo sirviendo las mesas. Si quería un servicio debería habérmelo preguntado a mí. Veamos ese brazalete y en seguida llamo a las chicas para que escoja.

Había pecado de inocente y había recibido mi castigo a modo de desprecio. No se lo podía reprochar y solo pude agachar la cabeza mientras se alejaba. Sin embargo, un rayo de esperanza se sentó en la mesa. La dueña del lugar me ofrecía una noche con una de sus chicas.

Intentar sacar información a la Madame era una locura, la confidencialidad era una máxima en este tipo de locales y aunque dicha confidencialidad podía comprarse, debía hacerse con más dinero del que podría sacarse con el brazalete. Sin embargo, tal vez pudiera sacar algo de todo esto. La Madame podría ser reacia a contestarme, pero una de sus chicas podría ser más habladora.

Finalmente la sonrío y le muestro el brazalete, pero sin soltarlo del todo, manteniendo el contacto con la joya. No era el momento de ser crédulo y no quería perder mi única moneda de cambio.

- Perdone mi señora, soy nuevo en este tipo de sitios y no sabía como iba. Si estaría interesado en disfrutar de alguna de sus chicas. ¿Con esto podría disfrutar de algún tiempo con una de ellas? –

Mientras hablo, una parte de mi cerebro que siempre lucho por controlar pero que pocas veces puedo hacerlo se despierta y mi mirada se desvía hacia los hombretones sentados. Y a sus monedas de oro colgadas en sus bolsillos. Intento fijarme si alguno de estos saquitos aparenta tener dinero. Llevármelo podría estar bien.

“Contrólate maldita sea”

Pero aunque intentaba centrarme el la Madame, mi mirada seguía recorriendo el resto de los presentes.

La meretríz te mira con recelo, sopesa el valor del brazalete y te pregunta-¿De dónde has sacado eso? ¿No lo habrás robado?

Mientras, el espectáculo de la danza parece que ha terminado. Uno de los hombres se levanta y coge a la bailarina de la cintura y la atrae hacia sí. La muchacha sonríe y se libera con maña. Extiende su mano ofreciendosela al hombre que la acepta y juntos van a un reservado. Los otros hombres siguen bebiendo mientras de un reservado sale otro hombre al que vitorean los de las mesas. Se lo están pasando en grande. La muchacha que tocaba sigue haciéndolo pero ahora es una melodía tranquila que invita a beber y fumar. Pues la muchacha que te ha despreciado les ha sacado una pipa que huele a sustancias alucinógenas. Mientras los hombres fuman, rien, cantan y beben la señora espera tu respuesta.