Partida Rol por web

Al notar la primera mirada de Alejandro, no digo nada, al poder ser algo puntual, pero cuando noto la siguiente (o más bien la tercera o la cuarta, quién sabe), finalmente le pregunto:

- ¿Sucede algo, sodalis? -le pregunto con tono apacible, sin entender el por qué de sus miradas.

En mi fuero interno, sé que puede ser una idea muy mala darle cuerda, pero tampoco voy a fingir que no lo he visto.

- ¿Qué... qué pensáis sobre lo que nos ha dicho el pater? - pregunto un poco tímido, un poco tanteando, no muy seguro de que terreno piso. Por sus miradas también a Angelus quizás quiera que el también participe en la conversación, quizás el terreno que le preocupe sea precisamente él.

Observa a la niña recoger todo su trabajo y desaparecer discretamente. Se sienta en una de las mesas y observa lo que la rodea mientras espera. Ha decidido que es un lugar acogedor y si vuelve a ir a Confido se quedará en ese lugar. Deberían haberle dado una oportunidad.

Hace un gesto de agradecimiento cuando el hombre le trae el desayuno.

Desayunas tranquilamente y con calma, al cabo de un rato entra un hombre a quien el posadero sale a recibir y lo hace sentar a unas mesas de distancia. Entiendes que igual que tu viene a yantar, sospecha que se confirma cuando el posadero le saca una racion de lo mismo que a ti. Paralelamente hueles que en ambiente se comienza a llenar con el olor a algo de carne, deben estar preparandose para recibir la hora de la comida, habia pasado ya un buen rato desde que saliste de la posada.

Con las visiones de Alejandro y lo dicho por el pater, a Angelus la respuesta se le antojaba sencilla.

—Todo coincide. Cristina debe ser la criatura que nos atacó y mientras su alma no descanse todos en este pueblo estarán en un grave problema.

Mentem nunca había sido de sus Artes favoritas; su pasión eran las Artes más elementales, pero conociendo ahora toda la historia no podía eviar sentir lástima por esa alma en pena. Desear que sus conocimientos y poderes fueran mayores para poder ayudarla en su viaje al descanso eterno.

—Aunque tengo miedo —añadió—, de que se haya callado algo. Es obvio que no nos queria allí y quizás haya omitido fragmentos con tal de echarnos cuanto antes. Pero supongo que no podemos hacer nada al respecto...

En realidad sí se podía, pero Angelus mantuvo la idea que le rondaba la cabeza para sus adentros. No sería él quien indujera a otros a pecar.

Sin intención de abundar más en el tema, asiento con tranquilidad ante las palabras de Angelus:

- Concuerdo. -verbalizo- ¿Vos pensáis algo distinto, sodalis Alejandro? -pregunto, dándole pie a decir lo que le turba.

- En general estoy de acuerdo – comencé despacio con ciertas dudas; claro, era mentira. Dudaba sinceramente que el pater tuviera mucha más información que compartir de unos sucesos que pasaron hace 10 años o de tenerla probablemente no pensara en ella como algo relevante y no la compartió con nosotros simplemente porque no la relacionó con lo ocurrido. Los humanos tienden a pasar por alto los detalles importantes y centrarse en lo banal y trivial como si el mojón que delimita mi campo estaba ayer un palmo más aquí o uno más allá. Pero sabía que era tontería discutir tales asuntos con otros humanos, incluidos los sodale; siempre me había traído nada más que problemas.
>> Pero… entre la muerte de Ignacio y desaparición de Cristina y su reaparición como el monstruo de anoche pasaron 9 años… ¿dónde estuvo ese tiempo? ¿Por qué reapareció justo ese lapso de tiempo después? – hice las preguntas en voz alta aunque sonaban claramente a que eran preguntas que me hacía a mí mismo y sobre las trataba de meditar.
Aunque hasta cierto punto estaba implícito en mi comentario me abstuve de señalar abiertamente que si había pasado tanto tiempo entre un acontecimiento y otro no corría urgencia que lo investigáramos antes de llegar al Tribunal, que bien podíamos ir y volver después a investigar… claro que sabía perfectamente que entre esa intención y que luego la cumpliéramos mediaba un trecho como el de Granada a estas tierras y que si no lo investigamos ahora probablemente no lo haríamos jamás.

El tiempo parece haber pasado rápido y a la vez lento. Para ella se ha detenido mientras estaba sentada ahí, pero el mundo ha continuado girando a su alrededor, avanzando y dejando atrás las primeras horas de la mañana. Y es que, sin pensar en ello, la hora de la comida ha llegado.

¿La estarán esperando los demás? Quién sabe. Seguramente, hayan emprendido la marcha hacia el siguiente punto. Si retrasan demasiado la salida, es probable que tengan que pasar la noche al raso. Se levanta y deja el dinero junto al plato. Debe irse y encontrar a los demás.

Todo esta a oscuras. No te puedes mover y solo ves oscuridad, te notas arrastrado por un suelo de piedra, las manos son especialmente grandes, pese a todo te llevan con cuidado. Cuando tus pies notan algo blando las manos te dejan en el suelo de piedra fria. Tu cabeza cae hacia atras y vislumbras una luz al final de un largo tunel. Recortada contra esa luz una silueta, de pelo largo. No aciertas a distinguir mucho mas, pues la luz es especialmente fuerte en contraste con la oscuridad del tunel.

La oyes decir sin comprenderla segundos antes de que tapone la entrada y todo quede en la mas absoluta oscuridad.

Conforme Alejandro termina de hablar veis que sus ojos se cierran quedando parado completamente y acto seguido se desploma en el suelo.

Sales de la posada y deshaces el camino andado. Antes de alejarte de la posada puedes ver que la niña morena te observa con curiosidad desde una ventana algo alejada.

Las calles siguen tan concurridas como cuando ibas y cuando llegas a la calle principal divisas 3 figuras reconocibles a lo lejos, son Alejandro, Angelus y Mia. Cuando te vas a acercar ves que Alejandro queda parado y de pronto desfallece.

Ante las palabras de Alejandro, medito durante un instante, y finalmente comienzo a negar con la cabeza:

- Quién sabe co... -comienzo a decir, pero corto la frase a mitad al ver que se ha quedado estático y cierra los ojos- ¿Soda...? -comienzo a preguntar, extrañada y girándome hacia él, cuando veo que comienza a desplomarse- ¡Rayos! -digo mientras me acerco veloz.

Por desgracia no me da tiempo a atraparlo antes de que toque suelo, pero sí me arrodillo cerca mientras le doy golpecitos en la cara.

- ¡Eh, eh! Alejandro... -lo llamo, pero antes de que tenga tiempo a reaccionar, le digo a Angelus- Sodalis, no nos conviene llamar más la atención. -indico, resuelta- Uno de los dos debiera ir a llamar a Magnus e ir sacando la carreta. ¿Te parece bien? -en caso afirmativo, le pregunto- ¿Prefieres ir o quedarte?

Esta vez estaba más preparado -tras la experiencia en el desayuno- pero no pudo evitar un pequeño sobresalto cuando el cuerpo de Alejandro cayó a plomo sin razón aparente. Dichosas visiones...

—Iré de inmediato —dijo tras echar una ojeada al cuerpo tendido, para descartar peligro—. Intenta que no lo vea nadie, volvere con los demás tan pronto como pueda.

Se alejó con grandes zancadas, rápido pero sin llamar mucho la atención de los transeuntes, o al menos eso esperaba. Una vez entró de la taberna dejó las precauciones de lado y corrió hasta plantarse en frente de Magnus.

—Alejandro está teniendo otra de sus visiones en medio de la calle. Hay que sacar el carro y llevarselo cuanto antes —dijo, haciendo un ademán para que lo siguiera.

Magnus se habia quedado traspuesto mientras esperaba a que Auria terminara con el equipaje. En ese momento entra Angelus apresurado llegando hasta frente al giganton.

—Alejandro está teniendo otra de sus visiones en medio de la calle. Hay que sacar el carro y llevarselo cuanto antes —dijo, haciendo un ademán para que lo siguiera.*

─¿Qué tripa...? Ah, vale. Sacad al idiota de en medio de la calle o nos busca la ruina. Voy a por el carro. ¡Auria! ¡amaitu orain!(1) ─dijo Magnus tras analizar la llegada y palabras de Angelus y sopesar la respuesta. Bueno, tampoco lo sopesó demasiado, había sido su naturaleza poco amigable instintiva la que se podría decir que había contestado por defecto.

El vasco se levantó con gesto hastiado, gruñó algo más por lo bajo y comenzó a dirigirse hacia el exterior, a por el carro, con intención de reunirse con el resto del grupo y salir cuanto antes de aquel pueblo maldito.

Su mirada se cruza con la de la niña de la posada por unos segundos antes de perderse por las calles de Confido en busca de sus compañeros. Hay algo en esa niña que le despierta... curiosidad.

Avanza por las calles del pueblo y por fin llega a su posada. Por suerte, o por desgracia, sus compañeros aun están ahí. Se acerca con calma cuando Alejandro se desploma en el suelo. A pesar de todo, no acelera el paso. La única que le inspira simpatía es Mía.

En ese momento Alejandro despierta en el suelo y ve a Mia sobre el agarrandolo para que no caiga, Leonor llega a los pocos segundos sin correr.

Abro los ojos mientras me recorren unos escalofríos. La luz del día me vuelve a bañar, una luz como la luz al final del túnel. Mía encima agarrándome. Trato de sonreír torpemente.

- Gra… gracias…

Centro mi mirada alrededor nuestra. Angelus se ha transmutado en Leonor. Cosas más raras he visto. Hace un momento ahora mismo, sin ir más lejos.

- ¿Y Angelus? – pregunto confundido mientras trato de reincorporarme despacio. Es mejor cuando estas cosas ocurren estando sentado.

Auria, como esposa diligente, no tardó mas de un par de minutos en bajar por la escalera con todo el macuto a su espalda esperando a que Magnus la dijera de marchar.

Tras sacudirlo un poco, Alejandro vuelve en sí y levanto la vista para ver si pillo a Ángelus antes de que se largue, pero en su lugar veo a Leonor acercándose, pero vuelvo rápidamente al desvanecido.

- No pasa nada, tranquilo... Angelus ha ido a que preparen el carro y eso para irnos, y a llamar a Magnus por si había que llevarte hasta allí. -le indico con tono pausado- ¿Estás bien, chiquillo? Me has dado un buen susto. -le digo, mientras hago movimientos para recolocarle el pelo, tocarle las mejillas y la frente y demás.