Partida Rol por web

El embriagador aroma del barrio de la clase baja se apoderó por completo de tus sentidos, a pesar de ser uno de los sitios donde menos dinero se movía, las gentes de allí parecían felices, es como si hubieran encontrado en Duneth su refugio perfecto.

Las mujeres pasean con sus hijos por las calles mientras que los hombres van de un lugar a otro cargados con sus herramientas.

Este lugar es bastante amplio, incluso podrías considerar que es de los barrios más importantes de la ciudad por su afluencia.

Por un lado estaba la gigantesca posada del Buey Cansado, era un lugar que ofrecía alojamiento barato a todo el que tuviera el dinero necesario, siempre se veía gente a su alrededor aunque seguramente sería porque la taberna "Final Feliz" estaba cerca, con sus hombres aún sonrientes por los efectos del vino y escuchándose cánticos desde su interior.

En el centro del barrio estaba el mercado, repleto de puestos con frutas y pescados, quizás no tenían una apariencia demasiado apetitosa pero eso no parecía importarle a las gentes de allí, quizás es que tenías la mala costumbre de adquirir productos de buena calidad en tu anterior vida.

Por los alrededores también estaban la sastrería, la herrería y los puestos de la guardia, siempre vigilantes para que no ocurra ningún altercado, eso era de agradecer puesto que no todo el mundo sabía defenderse por sí mismo ¿sería ese tu caso?.

Los establos de caballos y los criaderos de animales de granja estaban más alejados del centro, el olor era demasiado particular para compartirlo con otros lugares tan puros como el convento o las diversos negocios como la empresa de transportes o incluso el prestigioso gremio de mercaderes.

Más cercano a las afueras estaba la entrada al cementerio de Duneth, donde dabas por hecho que allí reposarían las almas de los que allí habían decidido pasar sus últimos días, dejando también a la vista unos impresionantes calabozos cercanos a unos callejones donde la oscuridad parecía ser su mayor baza.

¿Qué te deparará ahora tu destino ya que has pisado este fructuoso barrio?

Annie decidió entrar a la taberna y se apoyó en el mostrador.- Ehhh... ¿Hola?

Entraste en la taberna y encontraste un ambiente que más quisieras haber visto en tu ciudad natal. Allí habría más de 12 personas, todas ellas bebiendo o cantando. Hombres y mujeres casi por igual, algunos atractivos, otros que parecían sacados de la peor pesadilla posible. La barra estaba también con muchas personas bebiendo y contándose sus historias y el regente no tardó en dar señales de vida en cuanto escuchó tu voz.

- ¿Qué puedo hacer por ti, preciosa? - dijo el hombre de mediana edad y rostro serio mientras terminaba de servir una copa de vino a uno de los hombres que estaba sentado a tu lado.

- Tienes aspecto de ser nueva, no me suena tu cara -

Sí, es la primera vez que vengo por aquí y bueno... No tengo a donde ir, ¿no tendréis algún trabajillo para mi? Aún que sea un recadito y eso...- Le propone Annie con dulzura, bueno, dentro de lo que cabe ya que ella esté algo mosqueada por el hecho de no tener a nadie que le acompañe, aún no se sabía las calles y tenía miedo de perderse.

El hombre sonrió y te examinó de arriba a bajo.

- Vaya, otra mujer más buscando trabajo en mi encantadora taberna, ¿no eres la única que se ha pasado en estos días, sabes? - comenzó a limpiar uno de los vasos que tenía bajo la barra.

- Veamos... ¿qué sabes hacer? está claro que tienes una cara bonita pero no todo se basa en eso, más vale que tengas alguna cualidad más o no lograrás sorprenderme - mostró ahora su sonrisa por completo.

La verdad es que tengo experiencia en tabernas y posadas, limpiando platos y de camarera, incluso alguna vez he cocinado.- Dijo Annie mirando al tabernero.- También sé algo de medicina... Bastante básico, pero es algo.- Termina de decir la jóven tratando de convencer al tabernero.

De repente, mientras hablabas con el camarero, un tipo tambaleante, claramente borracho por excederse cuando no debía, comenzó a acercarse a un par de jovencitas de muy corta edad, las cuales estaban tranquilamente charlando de sus cosas.

- Ehhh... *hip* presiosas... ¿os gustaría pasar un rato divertido? - balbuceó

- Vamos... vamos... si después me lo agradeceréis... *hip* - inmediatamente las mujeres se miraron con cara de temor, estaba claro que se sentían amenazadas por aquel tipo.

- ¿No decís nada?¿¿eeeen serio?? - no tardó en agarrar del brazo a una de las chicas.

- Pues os vais a venir conmigo queráis o no... *hip* ¡vamos, no te esfuerces zorra! - decía mientras forcejeaba con la chica mientras la otra observaba aterrorizada. Lo que más te preocupó fue que allí no parecía que nadie fuese a hacer algo para impedirlo, ¿qué harías tú?¿te entrometerías o harías la vista gorda como el resto?

Disculpa.- Le dice al camarero.- ¡Oye, tú, sueltala!- Le dice al señor que agarraba a una de las muchachas de un brazo.- ¿No ves que la estás asustando?- Dice claramente enfadada.

El borracho en cuanto te vio no dudó en soltar a la chica, habías logrado tu objetivo pero... ¿a qué precio?.

Sin que contaras con ello, sacó una daga de su cinturón y te amenazó con ella, él estaba a unos 3 metros de ti, no era una amenaza directa pero podría serlo en cuestión de segundos si decidiera acercarse.

- Oh... veo que la tercera amiga ha dado señales de vida... y encima es mucho más guapa que el resto... vas a ser tú la que te vas a venir conmigo, adoro a las mujeres con carácter, después son las que mejor se entregan - se relamió de manera grotesca.

A pesar de como la situación se estaba volviendo cada vez más peligrosa, nadie parecía hacer nada. ¿Estabas realmente sola en esto?

Annie miró la daga indiferente.- Vaya, ¿necesitas un arma para luchar contra una chica...? Vamos, sé un hombre.

El borracho tiró la daga sin pensar y chocó sus dos puños.

- Así que le echas huevos ¿eh?, maldita mujer, deberías estar complaciendo a los hombres en vez de creerte que vas a poder con alguien de mi tamaño *hip* - dicho aquello adoptó una postura que implicaba en todos los aspectos que iba a comenzar a luchar contra ti, ¿era aquello justo? se veía a leguas que esa persona tenía más músculos que tú.

- Luego no vayas a llorar, paleta -

El borracho se abalanzó contra ti con sus puños desnudos con la intención de golpearte, podías casi notar como sus boca babeante sonreía por el hecho de creer que podría acabar contigo de manera rápida para después estar completamente a su merced.

Para ti fue como algo visto y no visto, su puño impactó contra tu estómago, dejándote temporalmente sin respiración. Jamás habías recibido un golpe así en tu vida y llegaste a plantearte si hiciste bien en intervenir en aquel altercado, al menos tenías que dar las gracias de que no tuviera la daga, de lo contrario probablemente ahora estarías muerta. ¿Era eso lo que te deparaba Duneth?