Partida Rol por web

Caminé por los pasillos observando el estropicio que nos rodeaba. Todo estaba en un estado deplorable - ¿Qué demonios ha ocurrido aquí? - me pregunté mientras veía los cadáveres descompuestos y los pasillos derruidos. Comencé a cuestionarme si Phoena no tendría parte de razón en sus palabras. Quizás todo lo que nos había contado fuera cierto, excepto la parte en la que habíamos sido creados. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al pensar en ello, pero traté de reprimirlo en la medida de lo posible. Ahora lo importante era pensar con claridad y obtener respuestas. Las dudas solo me harían perder tiempo, y si algo había aprendido en el hospital es que el tiempo es algo valioso.

Al llegar a la sala de los ordenadores y ver los equipos tuve una sensación que no supe describir. Entrecerré los ojos en una expresión pensativa mientras asimilaba lo que estaba ocurriendo, aunque no tardé más de unos segundos en hacerlo. Me sentía desconcertada y confusa, pero a la vez segura de lo que debía hacer.

- Creo que... - comencé a decir mientras caminaba hacia uno de los equipos, pero me detuve en mitad de la frase. Estaba concentrada en lo que debía hacer. Probé a encender el equipo, asegurándome de que tuviera corriente. Cuando la pantalla se encendió comencé a navegar por el sistema, en busca de los archivos que quería encontrar. Información sobre el proyecto Legión, sobre nuestras letras, sobre lo que le ha ocurrido al planeta, detalles referentes a mi nombre o al del hombre que también estaba en el proyecto. Cualquiera de esas cosas podía servirme para despejar mis dudas. Miraba a la pantalla con el ceño fruncido, absorta en la búsqueda. Solo después de haber empezado volví a hablar, sin dejar de mirar la pantalla - ... puedo manejar estos equipos. No prometo encontrar mucho... - hice una pausa bastante prolongada, antes de añadir - ... por cierto, creo que todos nos hemos presentado menos tu. ¿Cómo te llamas? - pregunté al aire, confiando en que la chica se diera por aludida.

De camino a la búsqueda de algún ordenador pasamos por varios pasillos en ruinas, derruídos y abandonados y toda sala que podía verse desde ellos estaba en el mismo mal aspecto que la primera que ví. Vistos algunos derrumbamientos me limité a seguir al grupo en silencio y caminando con mucho cuidado, aquel sitio no parecía demasiado resistente y si estábamos bajo tierra eso no era muy tranquilizador.

De pronto, sobresaltándome un poco, Phoena volvió a hablar. Osea que ni siquiera estamos en la Tierra... ¿Todos los que quedaron en ella murieron? Mis padres, mi hermano y mi hermana, Sophie, la buena de Margaret*... pienso con tristeza recordando vagamente algunos de sus rostros.
¿Llevábamos 25 años o más metidos en esos tubos? ¡Increíble! pienso cayendo en la cuenta de que mis últimos recuerdos en la Tierra son normales, sí, había noticias de que el cambio climático cada vez iba a peor pero salvo por eso y por unos cambios cada vez más bruscos de temperatura... aún parecía quedar mucho para que algo sucediera... y por lo visto sucedió.

Entre pensamiento y pensamiento al fin llegamos a una sala donde unos desvencijados ordenadores nos esperaban... con poca pinta de dejarse manejar. De todos modos reconocí algunos aspectos en ellos que me ean familiares de algún modo y, tras ver como la otra mujer -que se había presentado como Clarisse- se acercaba a uno de los aparatos me dispuse a hacer lo mismo y a toquetear aquí y allá. Bien, no era ninguna experta de la informática pero había pasado frente a ordenadores muchas horas de mi tiempo libre aunque fuese descargando películas y series que luego veía con Sophie. Aquello no parecía que fuese a resultar demasiado complicado... o eso parecía.
Escuché que se dirigía a mí, sin apartar siquiera la vista de la pantalla así que la miré de soslayo antes de responder en voz bien alta y clara, ahora que estaba concentrada en lo mío los nervios me habían abandonado por un momento:
- Perdón, tienes razón... Mi nombre es Selene, Selene Ashford... y soy de... bueno, era de Jacksonville, a menos que toda mi vida haya sido un sueño... - respondo mientras observo con detalle los complementos del viejo ordenador. No termino de asimilar que haya sido creada por alguien que no sean mis padres pues aún mantengo frescos recuerdos de adolescencia y de madurez con ellos y mis dos hermanos a mi lado, es por eso que sigo algo reticente a asimilar dicho dato y busco con toda la rapidez que puedo datos sobre eso de "legión", sobre mi nombre y los de los otros dos que están conmigo o sobre la marca que llevo tatuada en la muñeca.

El hombre de color, rodeado de mujeres seguía a su guía hasta el último rincón de aquel extraño centro de desarrollo. Si bien no podía estar seguro de muchas cosas, habia algo que habia calado de fondo. No estaban en casa, y eso lo podía traducir por peligro.

La mujer explico lo que habia sucedido. Si bien no podía entenderlo bien del todo, al menos era un patrón con el que seguir.
Tenía dos compañeras de probeta, que si se paraba a pensarlo, muy bien podían ser lo más parecido a una familia en aquel planeta.
Aun era pronto para tomar decisiones, pero tenía claro que tenía que ayudarlas a ellas y a sí mismo a salir adelante.

Memorizo sus nombres, Selene y Clarisse. Lo repitió un par de veces en su cabeza hasta aprenderlos.
Cuando sus extrañas hermanas se pusieron a teclear miro hacia su guía. El no sabía usar aquellos cacharros. Tecnología. Siempre habia pensado que lo más avanzado en tecnología era el cuerpo humano, y la voluntad para hacer con el cualquier cosa.

Las dejaría con sus trastos haber si descubrían algo importante. Mientras el explotaría su otra fuente de conocimiento mientras no los dejara atrás.

Bien Phoena, bichos malos, supongo que si me cruzo con un marciano sabré reconocerlo. Pero si me dieras algún consejo para acabar con ellos te lo agradecería.

Y hablando de cosas que te pueda agradecer. Que más necesito saber para sobrevivir. Hay bandas o grupos sociales a los que afiliarse, gente con la que no mezclarse, sitios a los que no ir, para no perder la vida.

Recordaba perfectamente su vida pasada, y fuera cierta o no, estaba decido a aprovechar cada recuerdo que tenía en su mente. Por eso recordaba todo tipo de películas de cine, Mad Max III habia sido una gran película, una de tantas con temática sobre el futuro post apocalíptico, aquello siempre lo habia considerado una locura, pero podía estar viviéndola ahora mismo.

Sabía que en aquellas películas, habia grupos de humanos intentando salir adelante todos juntos, pero que eran una minoría de los que decidían coger lo que querían por la fuerza. Así era como se montaban las bandas armadas. Si habia también que luchar contra ese tipo de problemas, como si los supuestos bichos no fueran suficiente, necesitaba saberlo ahora, y no perder la vida tontamente por no saber con quién estaba hablando.

Ahora mismo, y sin armas, eran el eslabón más débil. Como niños pequeños en un mundo desconocido, sin saber que era cada cosa. Y tenía la sensación de que la mujer que los habia guiado por aquel complejo, no iba a estar ahí para siempre. Parecía un lobo solitario, y quizás así fuera mejor para sobrevivir en aquel planeta. Y eso era otra cosa. ¿Donde estaban?

Selene se acerca a uno de los monitores encendidos y empieza a teclear en él un tanto titubeante. Nunca ha usado ese sistema pero ha visto a algunos conocidos usando similares así que prueba unos cuántos comandos que recuerda y acaba teniendo algo de suerte.

Por su parte la actitud de Clarisse es distinta: enseguida ha sabido encender el ordenador que parece en mejor estado y sus dedos se mueven como pez en el agua entre el mar de códigos y procesamientos de esa vieja máquina. Cualquiera diría que se ha pasado media vida trabajando con sistemas de ese tipo.

Karim y Phoena optan por quedarse a un lado y observar como las chicas "trastean", parece que se les da bien y eso provoca una sonrisa ladeada en vuestra guía. No parece sorprendida, para ella es como si confirmarais lo que ya ha dicho hace un momento.

-¡Ah! Puntos débiles, claro que sí, muchacho. Cualquier bicho de esos tiene uno de ellos, lo distinguirás fácilmente porque está cubierto de unas extrañas esporas fluorescentes... y altamente tóxicas. Por eso no hemos podido acabar con ellos, si les matas ellos te matan a ti pero puedes herirles y aguantar la respiración para correr todo lo que puedas. Lo mejor es que los evites y no te enfrentes a ellos- niega con la cabeza y después se agacha palpando entre sus botas y en el interior de las mismas.

-En cualquier sitio puedes toparte con un Bicho o algún imbécil caníbal, los únicos sitios relativamente seguros son las escasas colonias de humanos que todavía permanecen en pie y algo organizadas, aunque cada vez quedan menos. Encontraréis Washignton's Colonial al sur-este de aquí- tras esto extrae un cuchillo de su bota. Por el tamaño podría catalogarse de caza, o incluso militar, pero su diseño es mucho más simplón y tosco aunque no por ello menos efectivo.

-Mi regalo de despedida. Mucha suerte a los tres- se lo tiende a Karim y tras darle un par de palmaditas en el hombro y dirigir una última mirada a las chicas abandona la sala dejándoos a vuestra suerte aunque al menos ahora sabéis un poco a qué ateneros.

Te cuesta un poco navegar entre un sistema de archivos tan obsoleto pero aún así lo consigues y eso ya es un gran logro.
Enseguida compruebas que muchos de los archivos y carpetas están dañados o corruptos, lo cual imposibilita el poder abrirlos pero tras unos segundos que se te hacen largos das con algunos sobre el proyecto Legión.

En un principio el proyecto estaba destinado a crear más de una veintena de sujetos con propiedades genéticas únicas y por encima de lo humanamente posible aunque la máxima prioridad era darles la inmunidad a la toxina de los Vytrus que al parecer ningún humano es capaz de soportar, ni siquiera mediante antídotos, vacunas, máscaras o cualquier otro método conocido.

El proyecto comenzó 20 años atrás y dio esperanza a la gente, una posibilidad de vencer a esas bestias y volver a ser una sociedad civilizada.
Por desgracia los experimentos no avanzaron con el éxito esperado y casi todos los sujetos acabaron falleciendo, mutando de forma horrorosa o simplemente sin ser inmunes a la toxina.

Es la única información que puedes recopilar en ese panel de control, no hay datos específicos de cada sujeto y el resto de información permanece corrupta.

Accedes al obsoleto sistema operativo con bastante facilidad aunque eso no ayuda cuando descubres que la mayoría de archivos de la red interna se encuentras corruptos y dañados por lo que no pueden ser abiertos. Probablemente se deba al deterioro evidente de todo el complejo científico pero también es posible que alguien intentara borrar datos en su día.

Tras pocos segundos das con el proyecto Legión aunque cabe decir que tampoco hay muchos más, al parecer este era el más importante... o el de mayor envergadura.

En un principio el proyecto estaba destinado a crear más de una veintena de sujetos con propiedades genéticas únicas y por encima de lo humanamente posible aunque la máxima prioridad era darles la inmunidad a la toxina de los Vytrus que al parecer ningún humano es capaz de soportar, ni siquiera mediante antídotos, vacunas, máscaras o cualquier otro método conocido.

El proyecto comenzó 20 años atrás y dio esperanza a la gente, una posibilidad de vencer a esas bestias y volver a ser una sociedad civilizada. Por desgracia los experimentos no avanzaron con el éxito esperado y casi todos los sujetos acabaron falleciendo, mutando de forma horrorosa o simplemente sin ser inmunes a la toxina.

Al cabo de poco las propias mutaciones del proyecto comenzaron a crear problemas insalvables e incontrolables en las instalaciones y al parecer fueron unos de los motivos por los que el complejo acabó abandonado y los escasos proyectos "útiles" clausurados herméticamente por su propia seguridad hasta que se pudiera seguir con su experimentación... o tuvieran que ser liberados por falta de recursos.
Para su propia supervivencia y evolución se les implantó un sofisticado método mental de "vida virtual" con el cuál desarrollarían su propia personalidad e intelecto sin salir de las probetas, además eso les ayudaría a ser más humanos y comprender a sus creadores.

Mientras tanto sus cuerpos evolucionarían de manera natural gracias a los constantes espasmos eléctricos y los fluidos proteínicos implantados. Se sabía que éstos fluidos no durarían eternamente pero está claro que no pronosticaban que todo el complejo acabara destruido o abandonado.

Consigues encontrar los ficheros específicos de cada sujeto "Legión" pero en cuanto presionas sobre el primero, Alpha, un mensaje en rojo parpadea en la pantalla.

"Introduzca contraseña, sistema de alarma inminente" seguido de un contador regresivo de tan sólo 10 segundos...

- Ojalá no... yo soy... - me detuve un momento dudando - era... de Boston - seguí buscando entre los archivos del equipo, hasta dar con lo que quería - La mayoría de los archivos están dañados y son inservibles... pero parece que aquí hay algo sobre nuestro proyecto - dije en voz alta, para que Karim y Selene pudieran oirme - sí... aquí está... Legión - me introduje en los archivos y eché un vistazo rápido de apenas un par de segundos, suficiente para asimilar la información que allí se encontraba.

Mi expresión cambió súbitamente. Una sensación de impotencia y rabia comenzó a crecer dentro de mí. Miraba la pantalla del equipo con la boca entreabierta e incredulidad en el rostro, mientras asimilaba que mi vida, mi familia y todo lo que creía real había sido apenas una fantasía. Reprimí las ganas de echarme a llorar por mi marido y mi hijo inexistentes. No era tiempo para lágrimas. Si lo que leía ahí era cierto, ahora mismo cualquiera de nosotros podía estar en peligro. Tendría tiempo para llorar más adelante, cuando estuvieramos en un lugar seguro - Si es que existe algún lugar seguro aquí - Aún con la vista puesta en la pantalla, comencé a leer en voz alta lo que hacía unos segundos mi mente había analizado, para que Karim y Selene pudieran ser concientes también de lo que habían hecho con nosotros.

- Aquí hay unos ficheros sobre cada uno de nosotros... - dije cuando hube terminado de relatarles todo - Voy a ver si hay alguna pista sobre lo que nos han hecho... - clické en el primero de ellos, correspondiente a la letra Alpha. Justo en ese momento un mensaje en rojo aparece en la pantalla - ¡Mierda! Tiene contraseña... ¡y hay una cuenta atrás! - dije nerviosa mientras veía los números correr desde el diez al cero. Desesperada intenté sortear el sistema de seguridad para detener la alarma... sin éxito.
 

A la par que la mujer rubia hablaba en voz alta yo me limité a navegar entre carpetas y subcarpetas, aunque era difícil encontrar algo útil en aquel cacharro. La mayoría de archivos estaban dañados pero finalmente encuentro algo sobre "Legión" y me meto de lleno a indagar en ello.

- Legión era un proyecto dedicado a crear unas veinte personas con ciertas propiedades genéticas desde su creación... algo así como súper-humanos, creo... - iba medio leyendo medio narrando lo leído en voz alta a la par que su compañera.- Lo que querían sobre todo era poder crear en esa gente una inmunidad a los bichos esos, los Vytrus. Las fechas me confunden increíblemente... Si Phoena ha dicho que estamos en el año 25 estos archivos datan de hace veinte años...

- Ah, al parecer no fue ningún éxito el experimento. La mayoría de los humanos creados murieron o mutaron horriblemente... - dije para terminar a la vez que me estudiaba el cuerpo con miedo temiendo encontrar alguna cosa extraña, aparte del tatuaje, en su piel... Pero no terminaba de ver qué tenía que ver conmigo hasta que escuchó lo que Clarisse había encontrado aparte de lo que yo ya había leído.

En ese momento ella alzó su voz por encima de la mía sobresaltándome avisando de una alarma que al instante pude ver en la pantalla. Una cuenta atrás. Estabamos destinados a morir... por mucho que fuéramos súper-humanos, lo que estaba claro que yo no era. Con los ojos muy abiertos me quedé parada frente al ordenador que había estado manejando pero sin lograr reaccionar, mirando los números bajar desde el diez al cero en el aparato de Clarisse.

Una alarma estridente empieza a sonar por todo el complejo y unas luces intermitentes de color rojo iluminan todos los pasillos y parte de las salas.
"Atención, cinco minutos para cierre de seguridad hermético. Cancelación de nivel A requerido" dice una voz entrecortada por unos altavoces implementados en el techo, repitiéndose una vez tras otra para dejar más claro si cabe el estado de alerta.

Oís algunos chasquidos mecánicos lejanos y como se cierra algo, en la lejanía, aún así es probable que la mayor parte del sistema automático no funcione pero, ¿quién sabe? puede que sea mejor no arriesgarse.

Clarisse echa otro vistazo al terminal que ha desencadenado todo ese caos y se percata de que ahora el mensaje ha cambiado. De hecho todos los monitores ofrecen la misma imagen: "Introduzca llave de nivel A para cancelación" y nuevamente una cuenta regresiva, aunque esta vez de 5 minutos. No hay ningún tipo de espacio para introducir contraseña así que debe referirse a otra cosa.

Karim no necesito decir nada, sus gestos con los brazos pidiendo premura y que las chicas salieran de aquella sala bastaron.
Se vieron deambulando por los mismos pasillos que unos minutos antes, aunque su vida ya había cambiado drásticamente. Atrás quedarían durante un rato las dudas sobre si mismos, que eran, y o quienes eran, lo que tenía claro ahora es que debía de salvar a aquellas mujeres y salvarse a sí mismo.

Mientras seguían a buen paso un puñado de pasillos de forma aleatoria, el hombre de color buscaba con la mirada entre las luces rojas parpadeantes algo que les indicara como salir de aquel problema. Cinco minutos era un tiempo considerable, y estimaba que según el último mensaje era poco más o menos lo que les quedaba para quedar atrapados en el fondo de vete tú a saber qué.

Vio una serie de tubos que iban en unas canaletas por el techo de los pasillos, algunos rotos a intervalos, pero que parecían seguir un patrón determinado. Quizás fueran fuentes de alimentación en desuso, quizás desagües. Solo esperaba que aquella fuera la solución a sus problemas.

Mientras no paraban de moverse y sortear toda suerte de escollos y escombros el único hombre de la comitiva insistía en dar pequeñas indicaciones a sus compañeras.

Por aquí. Por allí. Cuidado con eso.

Frases que no iban a ningún lado como interacción social, pero que servían para mantener un contacto directo entre sus ideas de escape y la cohesión del grupo.

Sea lo que sea que va a pasar, hermanas, hay que salir de aquí sin pensárselo dos veces.

Sentía, que abandonaban en cierta manera la única fuente de información de la realidad que estaban viviendo. E incluso si su vida había sido programada, un concepto que por el cine, no le resultaba nada extraño, no podía dejar de sentir en cada célula de su cuerpo que el peligro era inminente. Podría tal vez conservar la esperanza de que más adelante pudieran volver a buscar respuestas sobre sí mismos. Si es que aun quedaba alguna pregunta de la que quisiera saber la respuesta.

Su cuerpo, a pesar de tener tan poco tiempo de uso, estaba en plena forma, y avanzaba a buen ritmo, en aquella frenética carrera en busca de no perder la vida.

Ví que mi compañero nos invitaba a abandonar la sala. Dudé durante unos segundos aún mirando la pantalla, preguntándome si sería capaz de desactivar la cuenta atrás. Sin embargo me dije a mí misma que quizás sería peligroso tratar de averiguarlo. El tiempo que perdiera buscando esa llave podía ser valioso para salir de allí, y no encontrarla significaría quedar encerrada, tal vez para siempre. No quise arriesgarme. Abandoné la sala, saliendo tras Karim y siguiendole en su recorrido por los pasillos, buscando la salida. Me preguntaba si lograríamos escapar a tiempo o acabaríamos bloqueados en mitad de aquel complejo desconocido. Crucé los dedos para que no fuera así, mientras notaba mi pulso acelerarse a medida que iba pasando el tiempo y la tensión aumentaba. No teníamos mucho tiempo, quizás ni siquiera el suficiente para escapar. ¿Qué pasaría entonces? Algo dentro de mí me decía que pronto ibamos a descubrirlo.

Las cosas se precipitan un poco una vez suena la alarma. Teniendo en cuenta el poco tiempo del que disponéis ni siquiera os planteáis la idea de buscar esa llave de nivel A, pues probablemente no sabríais ni por donde empezar.

Así pues, empezáis a caminar a paso rápido y enseguida transformáis ese ritmo en una carrera encaminada por Karim que sigue varios tubos y cañerías con relativa facilidad... Aunque algunos se cortan en varios tramos podéis encontrarlos unos metros más allá hasta que al cabo de poco os topáis con una gruesa compuerta de acero impidiéndoos el paso.
Los tubos sigue su camino a través del lateral, por el que ya hay un hueco dispuesto a tal menester, pero es evidente que por ahí no cabéis y no parece haber ningún tipo de botón o panel que controle esa compuerta. Al menos no en las inmediaciones...

"Atención, cuatro minutos para cierre de seguridad hermético. Cancelación de nivel A requerido"

Observáis con frustración la enorme compuerta frente a vosotros, ¡imposible de esquivar! Y sin embargo, por algún motivo que desconoces, estás casi convencida de que podrías levantarla y permitiros el paso...

Es una completa locura, o al menos eso parece, pero algo dentro de ti te dice que puedes hacerlo y a fin de cuentas no pierdes mucho por intentarlo...

Karim examinaba la puerta, palpándola con las manos. Tenían que seguir avanzando. Y no podía ser tan jodidamente complicado. Phoena había tenido que salir por algún sitio, y también entrar, tenía que hallar una respuesta. Y hacerlo rápido.

¿Alguna idea hermanas?

Una pregunta lanzada al aire, mientras buscaba en la puerta y luego en las paredes laterales algún tipo de mecanismo. Intentando ver hacia donde se abría, para imaginarse en qué lado pondrían un maldito botón para abrirla.

Mientras, y a pesar de que la carrera casi no le había hecho perder el ritmo cardiaco ni la respiración, comenzaba a sudar por el estrés de tener que hallar algo que ni siquiera sabía que forma o tamaño tenía. Era como jugar a los puzles, y no era precisamente su juego favorito.

Tras unos instantes de quedarme mirando pasmada las pantallas de las computadores que la mujer rubia y yo estábamos toqueteando, me doy cuenta de que no hay más tiempo que perder. Sea lo que sea quiero vivir, sea un ser creado por la ciencia o por la humana magia de la semillita, sabía que quería seguir respirando así que ni corta ni perezosa emprendo la carrera tras el hombre de color, de nombre... Karim creo recordar.

Corremos en fila sin pararnos ni un momento por estrechos y anchos pasillos llenos de escombros, tubos y en general en mal estado.
Apenas me detengo a mirar alrededor, costumbre muy arraigada en mi, limitándome a seguir al resto.
Casi me choco con quien iba delante mío al llegar a toda prisa frente a una compuerta de aspecto duro y pesado y, como el resto, me dispongo a mirar una forma de poder pasarla... sin hallarla.

Una extraña sensación me invade de pronto estando allí, parados, agobiados... sin vistas de poder pasar tras aquella compuerta. La miro, reflexiono un momento y me acerco a ella con rapidez para intentar meter las manos por debajo y levantar despacio la dichosa puerta de hierro. Me siento con renovadas energías y, aunque me parece una locura, tengo el convencimiento de que de ese modo lograré levantarla.

¿Cómo es posible? pienso dispuesta a intentarlo al menos. No pierdo nada por intentarlo aunque no me hace gracia dejarme la espalda con ello... pero menos es nada.
En ese momento suena la voz diciendo que quedan cuatro minutos y me doy algo más de prisa en tratar de subir la compuerta.

Pasa asombro de todos, incluida Selene, ésta consigue colocar la punta de los dedos bajo la puerta y en un instante ya ha subido la compuerta varios palmos, tras lo cuál la sujeta en alto hasta que sus compañeros pasan hacia delante y ella hace lo mismo.

La gruesa puerta de acero cae pesadamente tras vosotros provocando un leve temblor, dejando claro que su peso no era sólo aparente... pero una chica tan aparentemente endeble como Selena ha conseguido levantarla como si fuera una simple almohada.

Sin demasiado tiempo a pararos para pensar en lo sucedido o hacer preguntas, no tenéis más remedio que seguir corriendo mientras más puertas se cierran tras vosotros y a vuestro alrededor aunque no podéis evitar pensar que quizá la carrera ya no sea necesaria...

Finalmente conseguís llegar hasta la puerta que da acceso al exterior, o al menos eso indica, sin embargo está protegida con un panel de seguridad con clave numérica que parpadea en rojo.

"Atención, dos minutos para cierre de seguridad hermético"

Aun estaba flipando con lo que su compañera había echo. Si su hermana podía hacer eso, que no podría hacer el. Sin embargo era lo suficientemente adulto como para no intentar levantar la puerta otra vez.

En cuanto noto que todos estaban a salvo, dio una palmada calurosa y amigable en el hombro de Selene.

No perdamos tiempo...

Sabía que no había que cantar victoria. Aquel lugar por el momento se estaba convirtiendo en una trampa mortal. Y ellos hacían el papel de conejillos de indias.

El siguiente obstáculo no tardo en llegar, y en forma de puzzle.

MIERDA DE PUZZLES

Ante la atenta mirada de sus compañeras, y sus caras de extrañeza, Karim fruncio el ceño y se encogio de hombros.

Para Karim todo aquello que significara hacer más cálculos que un simple 2+2, o en los que hubiera que discurrir contra una maquina, eran puzzles. Y odiaba los puzzles, esa clase de puzzles. Podía pasarse horas armando y desarmando lo que fuera, pero no luchar a ser más listo, porque normalmente cuando lo había intentado, terminaba con dolor de cabeza.

Le echo un vistazo, veía los números, y los dejo tranquilos. Sabía que no tenía nada que hacer, así que pego la cara mucho a la consola. Buscando una marca, una pista que le dijera cuales se usaban mas.

Creo que el 7 y el 9 no se usan mucho....

Pero aquella afirmación no la dijo tampoco muy convencido. Volvió a quitarse de en medio, dejando espacio para que las dos tipas listas desentrañaran aquel misterio. Respiraba moviendo toda la envergadura de su caja torácica como si se tratara de un animal enjaulado. Y en cierta manera así lo era.