Partida Rol por web

El destino...las cosas no pasan porque sí...hasta ahora todas esas chorradas de Greg sobre el karma, la predestinación, un destino escrito para cada uno, se la habían traido floja a Diamante que se limitaba a seguir la corriente a su hermano cuando empezaba a filosofar con él con extrañas teorías. A pesar de saber que no eran más que paparruchas Steve le solía asentir y emitía pequeños ruiditos de asentimiento aunque la mayoría de las veces ni siquiera le escuchaba. Sin embargo, esta vez, este extraño viaje le empezaba a dar la razón...la niebla por la que se habían perdido...el depósito de gasoil que había dicho basta justo al llegar a esa mansión...y, ahora, el descubrimiento de ese granero al haber salido tras Rick, el quinquel listo para su uso...y esa trampilla que les invitaba a pasar a un piso subterráneo.
- No se tios- responde algo dudoso mientras recoge su pelo tras las orejas dejando a la vista los brillantes pendientes con los que le habían puesto su apodo- Todo esto es muy raro.- hace una pequeña pausa en la que aspira profundamente a pesar del mal olor que los rodeaba- Voy a ver si puedo ver algo desde aquí...-dice finalmente poniéndose de rodillas al borde de la trampilla, metiendo el brazo con el que sujetaba el quinquel por el agujero y bajando la cabeza hasta casi quedar tumbado en el suelo intentando ver lo que tenían bajo sus pies...

Unas rudimentarias escaleras de piedra, llenas de polvo y tierra asoman tímidamente a la luz del quinquel de Diamante. Las paredes rezuman humedad y el sonido de un goteo de agua puede escucharse perfectamente.

¿Habrá un pozo aquí abajo?

La escalera gira 90º un par de peldaños más abajo y es imposible ver nada más sin descender...

Jimmy acerca un pie a la trampilla y lentamente cambia el centro de gravedad hasta quedar asomado, escudriñando los jirones de luz que el quinquel roba a la oscuridad. Con cuidado y llegando a la conclusióin de que no se ve un carajo, da un paso hacia atrás.

Joder, no se por que nos gusta complicarnos tanto la vida. Osea, que tenemos una confortable biblioteca aquí al lado y decidimos ir a corretear bajo la lluvia y no contentos con eso ¿vamos a bajar ahí?

El hermano pequeño se pasa una mano por las greñas apelmazadas por la lluvia, tratando de escurrir el agua.

Empiezo a pensar que mama fumaba maría mientras estaba embarazada, por que hemos salido como las chotas de locos. ¿Es que ya no os acordáis de la puta aparición del comedor?

Tranquiiiilo Jimmy…-Greg le hablaba con voz calmada y tranquilizadora-. La aparición del comedor fue en la casa, porque alguien no nos quería allí… Ya no estamos en la casa, así que aquí no nos causará problemas ese espíritu. Ahora, ya que estamos aquí echemos un vistazo.

Greg asoma la cabeza por la trampilla, observando las escaleras que descendían en aquella oscuridad. Da una palmada en la espalda de Steve, invitándole a comenzar el descenso…

Steve miró a Greg de una forma un tanto extraña cuando le dió la palmada en la espalda, invitandole a abrir el paso hacía ese piso subterráneo. Parecía algo temeroso. De hecho, lo que sentía en ese momento distaba mucho de la aparente calma que irradiaba su hermano mayor...no solo han pasado cosas raras en la casa...también en la biblioteca...y lo peor de todo es que este sitio tiene mucha más mala pinta que los otros.... Sin embargo, no protestó lo más mínimo, al contrario que lo que había hecho Jimmy, y fué el primero en pisar los peldaños de la escalera que parecían conducir a las entrañas de una cueva. Era como si hubiera sucumbido al caprichoso destino al que se refería Greg, como si hubiera aceptado la apuesta a pesar de saber que sus cartas no eran precisamente una mano ganadora...las veo......como si hubiera olvidado todo lo que había insistido en pasar la noche en la biblioteca y ya no quisiera volver a ella, al calor del fuego, ni ver a los demás compañeros que habían dejado allí por alguna desconocida razón.
Los pasos al bajar los escalones resonaban como las gotas de agua que se filtraban por las paredes mientras el cuerpo de Diamante se hundía cada vez más en la negrura que lo esperaba abajo- No tienes que bajar si no quieres- le dijo a Jimmy cuando la única parte de su cuerpo que estaba por encima del nivel del suelo era su cabeza- Casi diría que lo mejor que puedes hacer es quedarte aquí arriba...no quiero ni pensar que pasaría si alguien cerrara esta trampilla...- y, agachándose para no chocar contra el techo al bajar, desapareció.

El pequeño de los Skilton es el primero en bajar. Él es quien lleva el quinquel, así que si alguien se queda arriba tendrá que hacerlo a oscuras. -No quiero ni pensar que pasaría si alguien cerrara esta trampilla...- El pensamiento de Diamante es cuanto menos previsor. Aún así tal vez lo menos inteligente es seguir separándose unos de otros. La unión hace la fuerza. Divide y vencerás. Cara y cruz a la hora de tomar una decisión.

La cabellera rubia de Steve desciende poco a poco y lentamente. Los peldaños son estrechos y están húmedos. El olor a cerrado es casi asfixiante. La escalera se inclina de manera pronunciada bajando bastantes metros en poco avance. Gira a la izquierda un poco más abajo. El quinquel no alumbra más que un metro hacia adelante...

¿Y si el quinquel se apagara ahí abajo?

El descenso te impresiona.

¿Y si el quinquel se apagara ahí abajo? Ese pensamiento ha entrado en tu cabeza dándote una fuerte sensación de opresión y agobio, de miedo y claustrofobia.

Los escalones mojados parecen convertirse en una rampa muy peligrosa cuyo destino final desconoces.

La campana había sonado, la batalla comenzado. El ring, bajo tierra, como un pozo, como una cueva, como una tumba abierta entre paredes de piedra que espera ansiosa la llegada de alguien, la incursión del curioso, del que busca en su interior sin saber que el premio encontrado no tiene por que ser agradable.
En un rincón, pequeña, debil, agitada y titilante, como estremeciéndose y anticipando la desigualdad de aquel combate, una llama protegida por los finos cristales de aquel quinquel. En el opuesto, pesada, acechante e intimidadora, la oscuridad, con la ventaja del que sabe que juega en su terreno y del que hace mucho tiempo que nadie ha osado enfrentarse de tú a tú, del que domina cada rincón, cada centímetro, cada milímetro.
La pugna empezó y, desde el primer momento, los negros brazos de la oscuridad acorralaban y acosaban a la llama del quinquel, cuya luz apenas servía para que su portador viera más allá de sus narices, una luz que intentaba encontrar el resquicio entre la penumbra donde recomponerse y hacerse fuerte, a pesar de saber que la diferencia de tamaño era tal que nunca podría doblegarla, podría robarle algunos metros, tal vez, pero volvería a perder el camino dejado atras. No obstante, tenía que aguantar, tenía que luchar, esperar al menos hasta el próximo toque de campana...un KO supondría una nueva victoria...y la oscuridad volvería a reinar ahí abajo...

Jim observa la espalda de su hermano descender, apenas visible ya, iluminada levemente por la tenue luz del quinquel. La calma de Greg parecía difuminarse, a cada paso que su hermano se adentraba en aquella oscuridad asfixiante. Su palabrería sobre el destino parecía haber convencido a su hermano…, ¿pero y si el destino que les esperaba abajo era un destino negro, frío, húmedo como aquellos escalones? O peor aún… ¿y si ni siquiera el destino había tenido las agallas de bajar a aquel agujero tenebroso?

Greg se apresura a seguir a su hermano, antes de que la oscuridad se lo trague por completo. A pesar del quinquel, saca el mechero, con el cual se ayuda a alumbrar los escalones bajo sus pies. Cada pisada retumba en sus oídos, amplificando el sonido en aquel estrecho hueco, rompiendo el silencio agobiante. Echa una mirada hacia atrás, para comprobar si su hermano Jimmy decide acompañarlos.

Jimmy observa como la escasa luz que daba el quinquel es engullida por la trampilla, evidentemente el joven duda de si debe bajar pero cuando los tentáculos de oscuridad le engullen, un escalof´rio le recorre la columna vertebral. No puede evitar mirar a los lados, viendo entre penumbras los silos para el grano que se antojan enormes mostruos de silueta amenazadora.

Y una mierda, yo no me quedo aquí solo...

Con más miedo que verguenza, empieza a bajar despacio, por esa trampilla que ahora parece más una gran boca despiadada que unas escaleras.

El mediano de lo Skilton se une al resto de sus hermanos y emprende la bajada por la misteriosa escalera. Jimmy y Greg observan como Diamante está muy cerca de resbalar en los húmedos peldaños y caer rodando hasta saber donde... El fuego del quinquel se balancea igualmente como agarrándose a paredes invisibles. Las sobras proyectadas por esta deslíz son caóticas e imprevisibles. El resbalón termina en anécdota y Steve consigue mantenerse en pie.

Aún así se para en mitad descenso... "¿Y si nos quedamos a oscuras aquí abajo?" Ese pensamiento le ronda como una polilla alrededor de una lumbre, obstaculizando sus movimientos.

Finalmente el rubiales es el primero en llegar a una especie de rellano de techo bajo, paredes húmedas y ambiente asfixiante.

El ambiente te está afectando. El hecho de tener a tus hermanos a tu espalda no consigue hacerte espantar tus fantasmas interiores.

Vamos Steve. La claustrofobia la tenías superada joder!

Greg termina de bajar los escalones, parándose junto a su hermano. Apaga el mechero, ya que no necesita alumbrar los escalones. Así, si se terminase el combustible del quinquel tendrían el mechero para al menos encontrar el camino de vuelta.

Cuando Jimmy termina de bajar, Greg le pasa un brazo por los hombros, para mantenerlo cerca de el.
Cuanto más juntos estemos mejor. La luz del quinquel no abarca mucho…

No se había matado de milagro. La humedad que había allí abajo junto con la fina alfombra de moho que precedía su paso, había hecho que los escalones de piedra fueran tan resbaladizos como el propio hielo. Además, el hecho de tener sus zapatillas todavía empapadas no había ayudado mucho. Diamante consiguió mantener el equilibrio al apoyarse en la pared que tenía justo al lado pero cuando se recompuso, en vez de frotarse el ahora dolorido hombro que le había servido de apoyo al evitar la caida, paró con suma delicadeza el balanceo del quinquel cogiendolo con la otra mano por abajo. Gracias a Dios y en contra del instinto natural, sus dedos se habían aferrado a la pequeña lamparita en lugar de abrirse en busca de algo para agarrase.
- Pues parece que aquí no hay nada, ¿no?- pregunta de forma retórica Steve nada más dejar la escalera. Su respiración era algo agitada, quizas aún se estaba reponiendo del susto del resbalón- Ya nos podemos pirar entonces...- dice girando rápidamente preparándose para subir de nuevo, poniendo especial cuidado en alumbrar bien los peldaños esta vez

El susto que ha recibido Steve le hace plantear la opción de regresar escaleras arriba de vuelta al granero, a pesar de que el pasillo subterráneo parece extenderse en la oscuridad hasta perderse de vista.

Aquí abajo hace tanto frío como arriba, aunque la humedad es mucho mayor...