Partida Rol por web

- "Phi-Rho 87, usted y su servidor, adelántense a una distancia de cien metros y vayan marcando los proyectiles sin detonar, tal y como ha ordenado el Capitán.

Soldado Grish, usted y su camarada les darán escolta.

Padre Karras, usted y yo vigilaremos la retaguardia.

El resto al Chimera y en marcha.

Conductor, conduzca despacio y especialmente atento a las indicaciones de nuestro tecnosacerdote." -

-Sí, señor -dije al Sargento y saludé tanto al Capitán como al Sargento y me puse a trabajar.

Iba despacio, con cuidado; pero no tenía nada con que marcar los proyectiles, así que rasgué mi poncho de la compañía y até unas tiras alrededor de los proyectiles, dejando un trozo colgando y visible, a la vez que les indicaba a los que me seguían cuales eran seguros y cuales no, para que lo trasmitieran hacia el chimera.

     Grish avanzó junto con Mark para cubrir al tecnoadepto mientras trabajaba. Mantuvo una cierta distancia por si uno de aquellos artefactos que marcaba detonaba sin previo aviso. Intentó fijarse por si podía ayudarle a encontrar alguno mas, pero sus ojos se iban instintivamente hacia las lindes del camino, donde podría haber enemigos acechando. El no era artificiero, sino soldado y su instrucción prevalecía.

Debido a las precauciones adicionales, ahora avanzamos más despacio, a apenas unos seis kilómetros por hora.

Tan sólo espero que el objetivo esté ya muy cerca.

Venía seguía en lo alto del transporte atenta a lo que pudiera venirles... o al menos eso pensaba ella, que más de una vez recibió un pellizco en el muslo a manos de Sanaia al verla absorta mirando a la inopia

La macedonia
La presa sobre el río Ku-wai

Pese a las torpes indicaciones de los soldados de Eolo el conductor logró circular, por la carretera o la cuneta en función del momento, con seguridad. Completa seguridad. Nada explotó. Nadie explotó. Dejaron atrás la zona minada y siguieron avanzando por el borde de la carretera. El sol aumentó su intensidad y la luz inundó el mundo. Las antes abstractas formas de la carretera se convirtieron en nítidas líneas a seguir. Un cartel anunció:

Río Ku-wai

Ya estaban allí. Lo que encontraron no fue mejor que lo que dejaron atrás. Un edificio, una especie de barraca de almacenaje, ardía en llamas, junto con un sentinel derribado contra su pared. No tenía conductor en sus interior, pero había muchos cadáveres cerca.

Había cuerpos cubriendo la orilla oeste, donde ellos estaban. La presa presentaba marcas de explosiones en su zona superior, sin daños estructurales. Muchas de las armas de los difuntos estaban allí, rifles láser imperiales, fusiles de los herejes, algunas armas pesadas, etc.

El conductor detuvo el vehículo a una distancia prudencial, había tropas en la zona. El capitán Septus usó los magnoculares.

Me quedé algo sorprendido por el estado del lugar. La guerra era algo destructivo, y más cuando surgía de forma inesperada en el interior de los que llamabas compañeros.

Estaba algo inquieto, pero a la vez ansioso de poder mirar todas las células de energía de las armas para ver si había algunas sin sabotear.

-Señor, cuando la zona esté calificada de segura, ¿podría revisar la calidad de las células de energía?

- "Sí, aunque lo prioritario será poner el Chimera en la mejor posición estratégica y confortar a sus espíritus máquina, que estarán furibundos por el trato recibido. Si pudiéramos volver a poner sus sistemas de augurio en funcionamiento podríamos detectar la aproximación del enemigo, lo que nos sería de gran ayuda." -

Cuando me bajé de un salto del vehículo tras revisar el estado de los heridos* me quedé helado. Rápidamente tomé el arma en mis manos y desplegué su culata retráctil. Oh dios mío… Se me escapó sin que pudiera evitarlo. Lo siguiente ya fue instinto profesional. ¡Drake! Rápidamente, comienza a comprobar el estado de los caídos, mira a ver si hay algún superviviente. Comencé a ir de cuerpo en cuerpo, soltándoles el caso y aflojando el barboquejo para buscarles el pulso en las venas del cuello. Había muchos cuerpos. Trono sagrado, había una gran cantidad de cuerpos por todas partes… Pero tambien había armas, las de los caidos. Algunas parecían dañadas, otras podrían ser útiles.

Descubiertos.

Mientras Flavion revisaba a los heridos, tras haber divisado una jugosa arma entre los escombros, oyó un silbido del exterior. Las tropas de Ishmael empezaron a correr hacia posiciones de defensa, poniéndose a cubierto en sacos terreros de las armas de los de Eolo. En uno de aquellos edificios dañados se veía la silueta de un cañón láser que cuatro hombres desmontaban de su soporte para orientarlo hacia el chimera. Por el momento nadie disparaba a la par que desde otro edificio se enviaban señales luminosas a los del chimera.

El capitán Septus había estado intentando contactar con el mando terrestre, el mando aéreo, el servicio de inteligencia o quien fuera...pero no había tenido "suerte". Los códigos proporcionados también estaban equivocados. A cada momento descubrían nuevas ramas por las que se había extendido la traición. Resultaba completamente desalentador saber cuantos esfuerzos había puesto el enemigo en desbaratar por completo los planes de ese regimiento anodino con una misión de relevo. Una traición de ese calibre habría requerido una extensa y pormenorizada planificación.

Se alzó por la torreta bolter y miró con los magnoculares a las tropas que se preparaban para repeler su llegada. Eran 9 hombres. Nada más. El capitán relajó el gesto.

Son amigos -comunicó- Es Tipo duro.

Bajó los magnoculares y observó el campo de batalla.

Les han dado duro...¡Nihilus! Tome el mando mientras hablo con ellos. Padre Karras -añadió cuando sus ojos se posaron el miembro del Adeptus Ministorum-, venga conmigo.

- "¡A la orden, mi Capitán!

Conductor, detenga el Chimera.

Chicos, que nadie haga ningún gesto brusco o amenazador. Son amigos." -

El Padre Karras, con la espada firmemente sujeta en la vaina del cinto y el lanzallamas colgando de la correa, se puso a la altura del capitán y avanzó hacia la tropa. Pronto tendría una mejor visual de su rebaño, y del servicio que sus almas necesitarían.

Uno de los hombres que defendían Ishmael se aproximó a los dos soldados. Se aproximaron en un campo sembrado de cadáveres, cuerpos que se extendían a lo largo de toda la presa y en ambas orillas. Lo que vieron no gustó a los de Eolo. Para empezar sólo había seis soldados defendiendo la posición, menos incluso que su grupo. Quien venía recibirles era un simple sargento, nada de oficiales. Para rematar la faena llevaba un collar explosivo al cuello.

Sargento Krot, del 72º de choque de Lonis. Joder. Nunca me había alegrado tanto de ver a un oficial y un sacerdote. El Emperador os bendiga, ya casi estábamos muertos. Nos han dado una buena paliza, pero hemos acabado con todos esos bastardos.

Ante las palabras del Sargento asiento al Capitán. Espero a que nos dén la orden de avanzar.

Venria se relajó un poco, pero estaba ojo avizor sobre el chimera; no era una posición cómoda, pero la ventaja que suponía la altura y la torreta a la hora de cubrirse le daban cierta ventaja. La artillera no dijo nada, únicamente se mantuvo a la espera de ordenes con ninguna intención de interaccionar con nadie más allá de Sennya, estaba harta de tanto inútil.