Partida Rol por web

La ciudad arrasada es poco más que una mota en el horizonte, que con el traqueteo del vagón donde os encontráis, danza según las ruedas pisan una roca o un bache. Es lo que ocurre por ser llevados por un Skoriet. Esos gigantes lagartos de 6 patas son muy fuertes, pero tambien estupidos, y no es poco que no os lleva hacía un barranco. Junto a vuestro vagón hay otros 7 similares, todos llenos de soldados o mercenarios llamados por la desgracia que se abate en Pejite.

En vuestro caso sois mercenarios, vuestros motivos, sean más altruistas o de simple carácter monetario, os han llevado a esta ruina. Como tantos otros un reclutador os ha engatusado para traeros a la ciudad. Ahora os encontráis hacinados en el vagón con ese traqueteo que os remueve el estomago, a lo que no ayuda el olor que desprenden algunos de los hombres que se encuentran entre vosotros. La mayoría os conocíais de antes y por eso os habéis puesto juntos, quizás eso os salve de lo que vendrá después.

Es entonces cuando un orondo sargento sale de entre la multitud y empieza a pasar lista de los recien llegados. Que deben informarle de su nombre y habilidades. Tarda poco para llegar a vuestro lado e inquisitivamente os pregunta:- Bueno ¿Y vosotros que tenéis para mi?.-

El viaje estaba siendo bastante incomodo, los olores, el movimiento de aquel vagon, Selisse no estaba acostumbrada a esa clase de viajes y sobretodo esos olores, de vez en cuando tenia que reprimir las ganas de vomitar incluso pero podia aguantar, por fortuna o desgracia su mente no paraba de ir de un lado a otro pensando en que era lo que podria encontrar, seguramente grandes aparatos o al menos eso era lo que ella esperaba, aunque se temia que no pudiera encontrar nada ya que por lo que vio en los otros vagones habia muchos soldados y esos no eran mas que unos bestias que lo detrozaban todo

- Espero que no lo destroce todo y al menos pueda ver algo interesante y bueno, que le vamos a hacer... uhi viene alguien

Se dio cuenta de que un hombre se acercaba un sargento por lo que escucho que les preguntaba sus nombres y habilidades, ella le mira y con una sonrisa dice:

- Yo soy Selisse y ummm pues digamos que se me dan bien las maquinas y los artefactos

Observo al lagarto gigante con mal humor cuando el traqueteo del vagón me obliga a estirar una pierna para no desequilibrarme. Normalmente prefiero caminar en vez de ser transportado como si fuera ganado, pero parte del trabajo de un soldado consiste en estar descansado en el momento de la batalla... o al menos eso es lo que intentan la mayor parte de los luchadores que pretenden sobrevivir.

Durante un momento, me quedo parado mirando la ciudad. Viendo las tierras que hemos atravesado, es evidente que este lugar ya ha visto alguna batalla. Pocas ciudades han resistido hasta ahora el ansia expansionista de Torkemekia, pero hay algo que no deja de llamarme la atención: 8 vagones llenos de soldados y mercenarios son una fuerza considerable, y Pejite no es conocida precisamente por su abundancia de recursos. ¿Acaso son ciertos los rumores de las excavaciones en la ciudad?

Mis pensamientos me recuerdan el mensaje grabado que encontramos, el verdadero motivo por el que nos alistamos en esta campaña. Intento recordar si en las palabras del muerto había algo de información sobre el artefacto que tendremos que sacar de esta ciudad y sobre quién nos dará la información que necesitemos sobre esa misión.

Un sargento se acerca a nosotros, pasando revista a las tropas de recién llegados. Observo un momento el perímetro de su cintura y no tardo en llegar a la conclusión de que su rango no le servirá de mucho en una batalla de verdad. Tampoco parece el tipo de persona que nos pueda proporcionar los detalles que estamos buscando. Me encojo de hombros en respuesta a su pregunta.

- Sé manejar esto - le digo separando ligeramente de mi cuerpo el bastón-espada que suelo utilizar en combate. - Y no será la primera vez que participe en una batalla. - Era cierto, por supuesto. De joven me había unido a la milicia de mi ciudad. Aunque el tipo que tenía ahora frente a mí no tenía nada que ver con el que entonces había sido mi sargento. Balker era un guerrero nato, que me había enseñado casi todo lo que sabía, mientras que este hombre ni siquera me inspiraba la menor confianza.

Frunzo el ceño, molesto conmigo mismo por mis pensamientos. Estaba prejuzgando por su aspecto a alguien a quien no conocía de nada, lo cual siempre era un error. Suspiro para tratar de concentrarme; desde que me uní a esta empresa he tenido la sensación de que algo no estaba bien, de que un peligro mayor de lo que esperamos se cierne sobre nosotros y el estado de la ciudad no ha servido para tranquilizarme. Me retiro un poco, dejando espacio a mis compañeros para que se presenten ante el suboficial mientras observo a mi alrededor para tratar de ubicarme un poco más.

El hombre que parece ser todo papada mira de hito a hito, casi se espera la burla ante su evidente falta de habilidades bélicas, pero al contrario sonrie amigable:- Pues no sabes cuanto quebraderos de cabezas nos vas a quitar, esa maldita ciudad parece estar llena de cacharros peligrosos.- Poco después sigue con Tian que enarcando una ceja le pregunta:- Ya veo... ¿Y cual es tú nombre? Aunque no te lo creas hay más soldados a los que pasar lista.-

Trato de devolverle la sonrisa al sargento, aunque en mi estado de ánimo me cuesta hacer que parezca realmente amigable. - Mi nombre es Tian - le contesto escuetamente dejando que siga con mis compañeros. Incluso su forma de hablar es algo distinta a lo que recuerdo de las secas palabras de mis anteriores oficiales, pero algo en su sonrisa resulta ligeramente tranquilizador.

El hombre asiente y apunta el nombre en tanto te tranquiliza:- Muy bien, ya te tengo en nomina... Veamos el siguiente...-

Buf, menos mal que otro gladio varón se halla entre nuestras filas…  - pensaba Markus para sus adentros - Normalmente las mujeres estropean todas las misiones con sus floripondios y cursilerías. Tendré que hacerme cargo de este grupo tan pintoresco y femenino yo solo, espero que Tian sepa lo que hace y responda valientemente con su acero si no quiero morir sin cobrar.

Ensimismado en sus divagaciones Markus es interrumpido por un señor que pregunta por sus habilidades a lo cual es contestado con decisión.

Mi nombre es Markus “el destructor” el acero es mi mejor virtud y cobrar mi recompensa la segunda.  Dígame cual es nuestro objetivo y en dos días se lo serviré en bandeja aunque agradecería primero un poco más de información ¡por supuesto! Estar afinado en una vagón con mercenarios malolientes sacados de una pocilga andrajosa no dice nada  bueno de nuestra misión ya que nos hace parecer más esclavos que aventureros ¿no le parece buen hombre?

Markus espera contestación mientras limpia su Montante mediante un calculado ecupitajo en la gran hoja afilada que frota enérgicamente con su túnica gris al mismo tiempo que dedica una mirada de reojo al resto del grupo.

El hombre enarca una ceja y luego sonrie en tanto que apunta el nombre de Mikor y su especialidad, pero no por eso deja de apuntillar:- Las ordenes se os darán en la ciudad. Como a todos...- Pero le interrumpe un jovenzuelo de traje coloridos y sonrisa divertida:- Si ve que nuestra compañia no es digna de nuestra presencia siempre puede hacer el camino a pie.- El sargento se rie:- En verdad que eres un pequeño bastardo Syu, nadie sobrevive a los gusanos de tierra que prueban el lugar a no ser que este montado en un Skoriet.- Se gira hacía Mikor y le apostilla:- Queremos que lleguen todos los hombres a la ciudad, por lo que intenta modular el tono. No es ningún viaje de placer para nadie...- Y avanza al siguiente haciendole la pregunta de marras:- Y bien ¿Que tienes que contarme?-

Me estaba arrepintiendo de haber aceptado aquel encargo, no porque no necesitara el dinero o por la curiosidad que me despertaba saber qué demonios se había encontrado en aquella ciudad a la que a casi nadie le interesaba quedarse, sino por tener que soportar a unos compañeros de viaje malolientes y los continuos vaivenes del skoriet.

Malditos bichos sin cerebro.

Sin ganas de entablar conversación, me dediqué a estar pendiente de un punto indeterminado en el horizonte, con un mar de pensamientos a punto de desbordarse. Eran muchas las preguntas y dudas las que me planteaba en esa misión. El interés de Torkemekia en aquella maldita ciudad sólo podía significar que, fuera lo que fuera lo que se hubiera encontrado, era de suma importancia. Mirando al resto de skoriets cargados con mercenarios y soldados, esa opinión se consolidó pues nadie defendería algo que no tuviera valor alguno.

El hilo de mis pensamientos se vio interrumpido por aquel oficial que, por su aspecto, debía estar más acostumbrado a dar órdenes tras una mesa, y si estaba cargada de comida mejor que mejor, que a participar directamente en el campo de batalla.

No tenía ganas de polémica, sólo de llegar, hacer mi trabajo, coger la recompensa y volver por donde había venido para dedicarme a darme la vida padre, por eso contesté a su pregunta.

-Lya... Se me da bien explorar.

No necesitaba saber más y, si por casualidad tenía algún interés en conocer algún dato más sobre mí, tendría que preguntar. Por mi parte consideraba que, con la contestación que le acababa dar, tendría que darse por satisfecho.

El hombre ante la seca respuesta de Lya apunta rapidamente en su libreta y dice:- Creo que ya he oido de ti. Nos vendrás bien...-  Algunos de los mercenarios os miran cualitativamente sopesando si terminaréis siendo rivales incluso antes de que sepáis de que va el asunto. Aunque la mayoría es morralla hay algunos que se notan que son buenos como el chico de traje colorido que hablado antes y otros siniestros, como una chica de piel palida con la boca cosida que os mira de forma penetrante. -El siguiente... A ver...-

Los días eran largos cuando no había nada mejor que hacer, había pasado semanas desde mi último “trabajo” y aunque el dinero no era algo que escaseara, me distraía con demasiada facilidad haciéndome olvidar muchas veces mi propio estado.

Por eso no dudé en unirme a esto, necesitaba acción, algo por lo que sentirme viva, y si podía sacar dinero de esto no me quedaría en lo absoluto, todo lo contrario. Al entrar en el vagón me senté en un rincón, ahí donde las sombras son mas densas y las miradas curiosas apenas miran, ahí donde podía pasar desapercibidas sin preguntas molestas o conversaciones absurdas. No me importaba ir en Skoriet, tampoco me molestaba el olor, había olido cosas mil veces peores y realmente, no estaba por la labor de caminar mas de lo necesario, no era una exploradora,  mi arte era mucho mas sutil…

Levanté la mirada para ver quienes eran los que se presentaban ante tan pintoresco interrogador, sonreí de medio lado al escuchar las habilidades de mis compañeros y esperé pacientemente, como siempre, para alzar la voz no más de lo necesario.

Mi nombre es Casandra, y soy… bueno, digamos que soy buena en no hacerme notar – dije levantando una mano para que pudiese no solo verla, sino que también pudiese ver a través de ella, la reacción a este hecho por parte de los demás solía ser muy divertida, en especial para quienes no estaban acostumbrados, pero cuando el robusto hombre la miró si esque lo hizo, volvía a bajarla para volver a quedar sumida en la sombra.

El sargento en un principio sonríe ante el comentario de Casandra, principalmente porque una mujer como ella al menos hace que las miradas del resto la sigan, pero cuando hace utilización de sus poderes de forma ligera su rostro cambia de hito a hito:- Ohhh por los dioses... Muy bien le apuntó...- Algunos de los mercenarios murmuran entre si, ante la evidencia de esos poderes "paranormales" que ha demostrado la Iso. Pero uno de ellos se levanta con la mano en la empuñadura...

El hombre que  se acerca unos pasos, tiene ya cierta edad y su rostro le define como alguien ducho en la hora de combatir, quizás su higiene deje que desear pero desprende un aura peligrosa. Sabe lo que hace y ganarselo como enemigo quizás no sea lo mejor que se pueda hacer en plena guerra.  Su ropa está compuesta de remiendos de otras armaduras y partes de criaturas quizás cazadas en sus correrias. Escupe en el suelo y con un tono cortante amenaza a Casandra:- Si tengo que trabajar con esa bruja, no respondo de mis actos...- Unos cuantos mercenarios asienten, nerviosos ante los que han visto. Pero el Sargento no se deja asustar y le dice:- Todos los mercenarios se dividirán en grupos, quizás hasta tengas un grupo para ti solo, Knin.- El nombrado murmura y vuelve a su asiento, no sin dedicar una mirada asesina a la mujer. Finalmente el sargento suspira y se acerca a Sara:- Eres la siguiente... y por favor no hagas demostraciones.- Aunque le dedica un gesto amable a Casandra, como indicandole que no es su culpa.

Sujeto la empuñadura de mi arma con fuerza ante el gesto amenazante del hombre al que han llamado Knin. Sin embargo, el sargento se impone antes de que pueda decir nada. Un punto más para el hombre; quizá después de todo acabe sorprendiéndome.

- Alguien que no es dueño de sus actos no es una persona de fiar... - susurro, en voz suficientemente alta como para que me escuche el sargento y alguno de sus mercenarios. - Y menos aún en una batalla. - Había visto a muchos hombres buenos perder todo lo que les hacía humanos en la guerra y, aunque el miedo era libre, el saber controlarlo era una de las cualidades principales de cualquiera que se hiciese llamar guerrero.

Dedico una mirada serena a Knin y a los hombres que le han secundado en su afirmación contra Casandra; si bien no tengo intención de desafiarles por el momento, sí pretendo que quede claro que la iso no está sola y cualquiera que pretenda enfrentarse a ella tendrá que encararse también conmigo.

Selisse no prestaba mucha atencion a lo que sucedia hasta que un hombre se acerca diciendo algo de una bruja, en un primer momento mira pensando que es a ella ya que lo dijo muy cerca suyo, pero era a otra chica, se queda mirando sorprendida, no se habia dado cuenta de porque lo habia dicho pero las amenazas no estaban bien, aquel hombre era bastante rudo, menos mal que el sargento pronto lo puso en su sitio.

Tras aquello Selisse se hecha un poco para atras para estar mas comoda y saca uno de sus libros y comienza a leer esperando encontrar cosas interesantes en aquella ciudad

El cambio en el rostro del sargento no me sorprendió, la gente solía actuar así cuando me hacía notar… o dejaba de hacerlo, pero ahora mismo, de camino a un combate donde no sabía que podía encontrar, no estaba por la labor de usar mi energía en algo tan banal como materializarme por completo, debía guardarla para cuando fuese útil.

Más la pronta intromisión del otro soldado me hizo mas gracia si cabía, un hombre grande, de dudosa higiene por el olor que despedía,  y de aspecto intimidador se acercó un par de pasos, Ah! Un gran guerrero asustado por lo que no conoce, intentando asustar ¿a quien? ¿A una mujer? ¿a una bruja? ¿a algo que su limitada y primitiva mente no entiende ni entenderá? Por su aspecto quizás debería haberle temido,  y aunque no esperaba que nadie a excepción del sargento viese mi don, tampoco tenía intención de dar explicaciones y mucho menos pedir perdón por lo que era, levanté levemente la mirada para mirarle a los ojos una fracción de segundo, su mano en su arma presta para atacarme, su amenaza escupida de su fétida boca, todo aquello no significaba nada para mi, pero al menos ahora sabía que debía mantenerme mas que nunca en las sombras, la ignorancia mata mas que las espadas, y este hombre parecía ser uno muy ignorante. Desvíe la mirada y volví a centrarla en el suelo, escondida en las sombras esperando que la tormenta pasara, pero grabando en mi mente su rostro, y el de todos aquellos que estaban de acuerdo con él.

Pero las palabras de Tian me sacaron de mi nuevo letargo voluntario, siempre con la palabra justa y las convicciones por delante habló con diligencia, a esto no pude mas que dedicarle una sonrisa como agradecimiento, un agradecimiento silencioso que decía mas que muchas palabras, volví a tapar mi rostro con mi capucha y me quedé en mi sitio, tranquila y expectante. Devolví el gesto también al sargento que con una mirada y sonrisa intentaba darme a entender que no era culpa mía el actuar del guerrero, podía que se equivocase, ya que mi imprudencia había puesto en guardia a unos hombres que equivocaban su objetivo, pero ahora solo podía esperar…

La mujer habla con rapidez, como si quisiera quitarse al hombre de encima lo más rápido posible, nunca a ha sido alguien que haga buenas migas con nadie, a pesar de que es una buena guerrera y compañera (aunque quizás algo entusiasta con las llamas):- Me llamo Sara y soy una guerrera especializada en el fuego.- El Sargento apunta, sin querer añadir más y se acerca a un muchacho que está sentado en el asiento justo detrás del que está sentada Selisse y el orondo soldado va a preguntarle su nombre, pero en vez de eso grita:- ¡Mierda! ¡A Cubierto!- Antes de intentar sacar su ballesta de mano. No comprendeis por que ha gritado, hasta que veis la granada de mano que ha alzado soltando su seguro el muchacho en tanto que grita:-¡¡¡Por Pejite!!!- Otras tres voces repiten la consigna y seguramente también estén cargadas de explosivos. Solo tenéis unos segundos para reaccionar, sino menos... 

Selisse estaba leyendo tranquilamente o al menos lo tranquilo que se podia estar ahi cuando escucha aquellos gritos, la chica abre los ojos de par en par cuando escucha lo de la granada, casi sin ser consciente se tira de donde esta, sabe que no va a poder alejarse asi que al menos intenta apartarse, da un salto para tirarse al suelo mientras dice:

- Que...pero...ah una bomba, no!!!

Exclama asustada meintras se tira al suelo con los ojos cerrados esperando poder sobrevivir a ese ataque el cual no entendia porque se producia

Vaya vaya, cada vez me sorprendo más de mis muñequitas compañeras de viaje... Ahora resulta que son temidas allí por donde vayan, ummmm esta Casandra esconde algo que debo descubrir y eso ¡me pone!...

Absorto en sus pensamientos Markus ve como un ataque terrorista amenaza el vagón, conoce esas granadas y sabe que reducir a tantas personas en tan poco margen de tiempo es tarea imposible por lo que decide saltar del vagón al exterior.

Sujeta con firmeza sus armas y pertenencias y cogiendo impulso se abalanza hacia el exterior rodando en su caída para amortiguar el impacto. Tras el suceso procura recomponerse y saca su ballesta para estudiar la nueva situación que se le plantea.

Observo el numenéra que lleva en la mano y, aunque no sea experto en esos artefactos, intuyo que no va a tardar mucho en explotar.

- ¡Cuidado! - aviso prácticamente coreando al sargento.

Mientras salto hacia un lateral para cubrirme con el costado del vagón, trato de concentrarme en mis poderes para desviar ataques. Desafortunadamente, mi control sobre la materia es aún incompleto y sólo puedo protegerme a mí mismo de la explosión. Sujeto el bastón a mi espalda mientras embrazo mi escudo y desenfundo la espada, listo para enfrentarme a varios oponentes.