Partida Rol por web

Me había mantenido al margen durante la llamativa presentación de la mujer, sin mover ni un solo músculo cuando aquel cabeza de chorlito saltó indignado. Todos éramos lo suficientemente mayorcitos y sabíamos dónde nos metíamos y, lo más importante, todos sabíamos defendernos a la perfección. El conato de trifulca se desinfló igual que había empezado. Mucho blablabla pero a la hora de la verdad... nada. Suspiré mientras observaba al resto de los que iban en el vagón, pensando en que, una vez entráramos en combate, dependeríamos los unos de los otros pero ¿sería capaz de confiar mi vida a alguno de ellos? La respuesta era clara... No.

El grito me cogió por sorpresa y, a pesar de mi rapidez al intentar saltar del vehículo, no pareció ser lo suficientemente ágil llevándome un buen golpe en la caída, algo que no impidió que cogiera mi verred preparada para lo que pudiera venir... Aquellos malditos gusanos estarían esperando darse un buen bocado con nosotros.

Me había sumido nuevamente en mis pensamientos que por lo general se centraban en mi hogar, pero un grito me sacó de aquello y lo que ocurrió después pasó a tanta rapidez y lentitud ante mis ojos, que poco pude hacer ante el ataque.

Estaba demasiado lejos de la salida como para saltar fuera, así me lancé al suelo haciéndome un ovillo entre los asientos cubriendo mi cabeza con mis brazos, intentando así encontrar algo de protección, aunque lo veía poco probable.

— Empezamos bien...—pienso mientras me reagrupo y me centro. Tengo dónde cubrirme y mis compañeros han quedado avisados. 

Echo un vistazo y veo que Selisse es la que está más cerca del peligro. La arrastro entre dos de los asientos y la cubro con mi cuerpo. Cierro los ojos y me cubro la nuca, el impacto va a ser de los buenos. 

Como el resto de la misión sea igual de interesante, más me hubiese valido quedarme en casa. 

El traqueteo del vagón y el cáos creado por el repentino ataque no hace que os sea más fácil encontrar una posible salida del lugar, pero os fijáis en las ventanas que dan un poco de luz al sombrío lugar y pensáis que es mejor pelear por vuestras vidas con los gusanos, que reventar en mil pedazos por las numeneras de los supervivientes de Pejite.

Por los que os lanzáis hacía la ventana más próxima reventando los cristales en vuestra huida y cayendo los 3 metros que os separan del suelo. Mikor a pesar de ser menos atlético que Lya consigue un salto casi perfecto y no es lastimado, en tanto Lya sufre las raspaduras de la fricción por el mal aterrizaje, pero nada serio, gracias a la protección de su armadura. Veis como el vagón tirado por el gran saurio se aleja unos 20 metros antes de que las explosiones partan el vagón en dos y hagan que la bestia, sin conductor y sin estar sujeta al vagón se aleje trotando asustada. A lo lejos ves como otros 3 vagones sufren una suerte similar. Antes de que podáis pensar en nada, notáis como el suelo se mueve bajo vuestros pies.

El grupo se disgrega por el aviso de la bomba, Lya y Mikor huyen por las ventanas dispuestos a enfrentarse a las criaturas que moran en las arenas, antes que la cierta explosión de las numeneras que llevan entre las manos los hombres de Pejite. El caos en el vagón es total, como si un zorro se hubiese metido en un gallinero. Los "duros" mercenarios corren por el pasillo o intentan esconderse entre los asientos. Selisse nota como alguien se le pone encima para protegerla, Sara la hosca gladio sabe de su parcial inmunidad al fuego, por lo que espera poder resistir el embite de la granada, en tanto que Casandra reza a sus dioses detrás de los asientos y Tian utiliza sus poderes junto con su escudo como defensa.

El sargento dispara su arma y le acierta al muchacho en el pecho lo justo para que se le caiga la bomba sin detonar pasillo arriba. Y de repente todo se vuelve blanco, el ruido es tan ensordecedor que vuestros oidos se desconectan y zumban por el dolor. Una bola de fuego recorre el vagón devorando a los ilusos que se han quedado en los pasillos y reventando en mil pedazos a los que han tenido el infortunio en quedarse al lado de los numeneras en su detonación. Decenas de trozos de asiento sirven como metralla mortal que esparce muerte en el vagón.

Tian resiste los golpes, aunque un trozo de metal se incrusta en una pierna al no poder protegerse todo el cuerpo, pero nada grave. Casandra sufre más daños por culpa del fuego que le ha abrasado la espalda, pero está viva al menos. En cambio Sara y Selisse solo reciben la conmoción del golpe, ya que Sara ha podido proteger del fuego a la nano. Pero no ha terminado todo, cuando notáis como el vagón se parte en varios trozos y la parte delante que lleva al conductor ha desaparecido, haciendo que el gran saurio se desboque, dejándoos varados en la arena.

Selisse nota como alguien se le pone encima cuando la explosion sucede, tras el fuerte golpe esta un poco aturdida, mira hacia arriba y ve a una persona, bastante aturdida aun dice:

- Esto...gra..gracias.

Se toca la cabeza le dolia del golpe y del efecto de la explosion, mira a los alli presentes y despeus a la persona que le ha salvado:

- Esto...estas bien? muchas gracias por ayudarme, tienes alguna herida o algo? puedo ayudarte de alguna forma?

Pregunta con autentica preocupacion a fin de cuentas esa persona le habia salvado la vida, estaba segura ya que tenia una granada demasiado cerca como para salvarse con tanta facilidad

La primera explosión termina y levanto mi cabeza solo para quedarme helada por el horror que se avecina nuevamente, una segunda bomba cae al suelo y alcanzó a agachar nuevamente la cabeza cuando la bola de fuego recorre el vagón, los gritos ensordecedores de quienes sufren estando en primera línea pero todo eso desaparece, las lenguas de fuego cubren todo a su paso, abrasando mi cuerpo - ¡AAAAAAAAAAAAAAAHH! – Grito de dolor mientras parte de mi piel arde por el fuego, tiemblo y cuando las llamas cesan mi primer , segundo, e incluso mi tercer intento por ponerme de pie son inútiles, el dolor es inexplicable, pero no tenía tiempo ni intención de quedarme lamentándome por mi suerte, así que vuelvo a intentarlo una vez más, con dificultad y un dolor inmenso lo consigo, cojo mi ballesta y como puedo intento bajar de la criatura para prepararme para lo que está por venir –¿ Estás bien? Le pregunté a Tian al ver su pierna herida, no era que estuviese en mi mejor momento, pero había que salir de aquí – Ven, te ayudo a salir de lo que queda del vagón – le ofrezco.

Los demás ¿cómo estáis? -  pregunto mirando especialmente a la gladio y a la nano.

Buf, hacia por lo menos 10 días que no me tiraba de un transporte que explotara, estoy algo desentrenado tendré que hacerlo más a menudo... Mikor mira a sus compañeros y confirma que sus palabras de humor no se han producido en el mejor momento pero eso era normal en él.

El suelo comienza a temblar y las fuertes manos del gladio buscan rápidamente un lugar donde asirse previniendo una posible complicación de su situación y la de sus compañeros, el día estaba siendo movidito y aún no sabía muy bien que rayos hacía allí pero eso, también era normal en él...

Vuelvo a trepar por el lateral del vagón para acceder a su interior. De alguna forma, la explosión me ha alcanzado en la pierna, pero es tan solo una ligera molestia que a penas limita mis movimientos.

- ¿Estáis bien? - pregunto a mis compañeros. Al ver las quemaduras en la espalda de Casandra, me acerco a ella para echarle una mano y juntos nos ayudamos el uno al otro a volver a tierra.

Observo un momento el estado del vagón, completamente inútil para continuar el trayecto. Al mirar la parte delantera veo que prácticamente ha desaparecido y el skoriet se aleja escapando del lugar. - Parece que nos va a tocar caminar, después de todo - les digo a mis compañeros tras comprobar que sus heridas no son graves.

Por último me vuelvo hacia el resto de los mercenarios para comprobar su estado y ver si podemos ayudar a los que hayan sufrido más con la explosión.

Había saltado mal y eso se había traducido en algún que otro rasponazo, por fortuna mi armadura era los suficientemente resistente para ayudar en casos como estos. Me quedé expectante durante unos segundos hasta que, con un tremendo estruendo, la explosión se cargó el vagón dejando libre al saurio que no se lo pensó dos veces y se alejó de allí a la carrera.

Eso deberíamos hacer nosotros también.

Justo cuando me disponía a acercarme a los restos del vagón humeantes, oí otras explosiones en otros tantos vehículos, desde luego habían programado muy bien el ataque, pero en aquellos momentos me interesaba saber si alguno de mis compañeros había sufrido daños. Pero apenas había avanzado un par de pasos cuando sentí movimiento bajo mis pies.

Maldita sea... Estos gusanos han tardado poco en detectarnos.

Con la espada en una mano y sujetando el látigo con la otra, esperé sin moverme lo que fuera que apareciera ante mí.
 

Me levanto un poco dolorida por el impacto pero sin heridas reseñables. Ayudo a Selisse a levantarse. 

- No te preocupes por mi, soy dura. Deberíamos salir de aquí- digo en tono serio y algo cortante. 

Siguiendo a Casandra y a Tian al exterior, me siento mucho mejor. Prefiero mil veces ir andado que seguir en aquella lata, hacinados y teniendo que oler a ciertas personas. 

- Andar no será un problema, a no ser que esa herida en tu pierna nos complique el paseo- digo a Tian. 

Selisse asiente y sigue a la chica que le habia protegido, la Nano desciende por el lateral del vagon y dice:

- Yo...creo que ire con vosotros tambien, no me termino de fiar de quedarme ahi parada. 

Les dedica una sonrisa a todos y añade:

- Por cierto me llamo Selisse un placer estar con vosotros

Mikor busca en la superficie arenosa algo a lo que agarrarse, pero excepto el vagón siniestrado que se encuentra a unos 20 metros de él, no hay nada que permita un agarre o que pueda utilizarlo como "balsa" en este océano de arena. Lya recuerda lo que habían comentado en el vagón sobre los gusanos de arena que pueblan ese lugar y espera arma en mano a cualquier cosa que salga de la arena. Lo cual no se hace esperar.

Decenas de cuerpos tubulares del grosor de un brazo y del tamaño de un hombre (al menos lo que sale de la arena) salen de la arena en el punto donde habíais caído y empiezan a lanzarse contra los alrededores en busca de una posible presa. Por ahora parece que no os han detectado, pero sus golpes se acercan más y más.

El maltrecho vagón se ha dividido en 3 partes. La delantera que esta erguida en la arena como si fuera un monolito y la del centro y el final que hacen una piramide apoyados uno en el otro. El extremo del centro esta apoyado en la arena y se hunde poco a poco por el peso. Pronto notáis que no sois los únicos supervivientes, algunos de los mercenarios con más suerte (o que son más duros) han sobrevivido a la explosión encadenada. Y pronto empiezan a ayudarse entre ellos o a cuidarse las heridas. De repente de uno de los asientos que están por encima de vosotros veis como se levanta Lyonell agarrandose la cabeza donde tiene un buen golpe...

El sargento agarrandose la parte herida proclama:- Un maldito mes de sueldo gastado en el escudo y se ha ido a la mierda incluso antes de ir a batalla...- Al veros más o menos intactos del ataque explosivo sonríe:- Al menos parece que no todos hemos recibido el golpe... Creo que algún cabrón ha untado a los reclutadores y ha permitido que entrarán perros de Pejite entre las filas.- Se levanta y se acerca a vosotros:- He oido que pretendéis marchar a pie, pero no es recomendable...- Entonces escucháis como el suelo arenoso en el que se apoya la parte central del vagón se llena de grandes gusanos del grosor de vuestro brazo y del tamaño de una persona, que intentan agarrar a uno de los mercenarios cercanos que escapa como puede de ellos. Knin se rie en tanto y dice:- Vosotros no podéis pero yo si puedo, Lyonell, me caes bien y si quieres puedo llevar a otros 4 conmigo, sabes que no tengo problemas con los animales.- Lyonell duda ante la oferta de Knin.

La mujer con los labios cosidos se levanta de su protección entre dos asientos y os mira intensamente, entonces en vuestras cabezas podéis escuchar estas palabras:- Os puedo sacar de aquí, tengo una proposición de mi señor para vosotros.- Os enseña una pequeña caja de extraños colores que cambian según observáis.

Lya... ¿Hay algo que me debas contar y yo no sepa?

Mikor desenfunda su montante y se aferra a él con las dos manos situándose espalda con espalda con su compañera preparado para el combate todo esta situación estaba resultando surrealista incluso para él.

Me acerco al sargento y miro su herida. No hay mucho que pueda hacer para curarle ahora mismo, así que me separo de él.

Frunzo el ceño al escuchar a Knin hacer su ofrecimiento. Después de su presentación inicial encarándose con Cassandra, tanto su ofrecimiento como su exhibición con los gusanos resultan, cuanto menos, sorprendentes.

- Pensé que no respondías de ti cerca de nosotros - le digo observando su reacción.

En ese momento escucho la voz en mi cabeza. Miro a mi alrededor, fingiendo buscar al resto de nuestros compañeros. - ¿Dónde están Lya y Mikor? - pregunto a los que están conmigo. - Les perdí con la explosión. - Aprovecho para observar a la mujer de los labios cosidos y dedico una mirada a la caja que nos está mostrando.

"¿Qué proposición?" Pienso sin decir nada en voz alta. Por el momento no hago ningún gesto, esperando a ver si su telepatía solamente puede transmitir pensamientos o también captarlos.