Partida Rol por web

Me afanaba en recoger víveres y meterlos en las bolsas, cuando un nuevo sonido llamó mi atención, unos ojos brillantes me miraban desde la oscuridad, en un primero momento me quedo paralizado, Hoy quizás sea un buen día para morir Apunto al bicho y disparo

No era bueno el intentar abrir esa puerta. Rinus prefirió probar suerte con los seis autos que tenía cerca. Mientras tanto las voces que habían salido de la parte trasera del camión seguían rebotando en su cabeza.

Se acercó al primer auto, el más cercano desde su posición. Era un chevy blanco bastante grande. Tiró de la puerta pero estaba cerrada, sin embargo eso no quería decir que él no pudiera intentar abrirla. Se arremangó y comenzó con la tarea, si ese coche no se podía abrir, había cinco más con los cuales podría intentar otro tanto.

Lo importante era salir de allí lo antes posible o por lo menos conseguir un refugio.

Miró su reloj y comprobó que eran las 11 de la mañana.

Joy comenzó a correr con toda su alma, y el león la siguió. Puteando por su suerte y con demasiado miedo para meterse por el ascensor, la chica probó corriendo por las escaleras. Bajó al octavo piso pero el león también hizo otro tanto. La chica siguió corriendo: el séptimo, el sexto, el quinto...

Joy sintió una garra volar en el aire, muy cerca de su espalda.

No sabe cómo dió con la puerta de emergencia pero lo hizo. Corrió en plena calle, el corazón la palpitaba fuertemente. El león ya casi la alcanzaba. El animal tenía demasiado hambre para soltar a una presa tan posible. Entonces la chica sintió el chirrido de unas ruedas. Un golpe seco se produjo atrás de ella y vió al león volar por encima y caer, a pocos centímetros de su propia persona, ya sin vida.

Detrás una camioneta frenaba. El parachoques estaba manchado de sangre.

Richard salió y caminó despació hasta estar frente a Joy. La chica tenía sangre en la espalda...

Caí al suelo de rodillas y me cubrí la cabeza con mis brazos, cosa que no serviría de nada contra un león pero ¿qué iba a servir? Era un puto león y yo solo tenía una vara metálica; enfrentarme a él hubiera sido una total locura. Una estupidez.

Sentí un desgarro en mi espalda que me hizo soltar la vara y dejar caer mi cuerpo hacia adelante, quedándome tendida en el suelo y pensando en que iba a correr la misma suerte que casi toda la humanidad... Iba a morir.

Pero entonces, el tiempo se congeló, al igual que todo mi cuerpo. Escuché el chirrido del coche, el golpe seco y girando la cabeza un poco pude comprobar que el león yacía sin vida. Al incorporarme un poco, le vi. Un humano. Alguien vivo como yo. Alguien que no intentaría comerme... O al menos, eso esperaba.

Me levanté despacio y le miré, mis ojos estaban ligeramente llorosos aunque no me di cuenta hasta que me los froté con una mano. Odiaba llorar pero el miedo no me había dado tregua. De todas maneras, ni una sola lágrima cayó de mis ojos.

- Gracias... - le musité al hombre. Era un hombre muy corpulento y mucho mas en comparación conmigo. Calculaba que tendría unos cuarenta y tantos años. Me llevé una mano a la espalda y descubrí la sangre. Al menos tenía un botiquín en mi mochila, algo podría hacer - Me llamo Joy - me presenté a aquel hombre aunque algo desorientada. ¿Acaso había perdido en aquel tiempo mis artes sociales? Supongo que una situación como estas cambia a cualquiera.

Así, había nombrado oficialmente a mi compañero. Pensé en hacer un ritual con la espada, a modo de nombramiento medieval, que aunque fuese un tanto ajeno a mi cultura, seguía siendo genial, habiéndolo leido en varios libros, como gesto de honor y lealtad, compañerismo.

Una vez listo, mirando a N, decidí irme, esperando que me siguiera, no sin antes haberle dado una caricia en la cabeza, a signo de cariño, y de paso, para que me siguiera por el rastro de mi olor, así como el sentimiento de conexión. Algo lógico de hacer... Hasta que algo más pasó.

Un sonido levemente metálico, producido por el rodamiento de un objeto contundente, de masa densa, pero no muy amplia, liviana incluso, sujetable por el cuerpo. A medida que lo iba oyendo, Lucian se detuvo, pasando a un rostro cada vez mas serio, mas taciturno, mas "Decaído", como se podría llegar a interpretar, más concentrado.

Finalmente, el objeto terminó de rodar. Una... Una lata. Una lata de comida, en específico. Quizá pescado, o tofu. O algo semejante, un compilado nutritivo altamente impersonal... Pero útil. Útil en un mundo donde no hay nada. Ni nadie. Y además de eso, algo aún peor. Mucho... Peor.

Una persona. Un ser humano.

Lucian tomó la lata, mirando hacia el piso y al frente. Trató de mantener su Possum de sujeto compuesto y apartado, distante. Sin embargo... No pudo evitar ser cegado, de nuevo... Por la luz. Al ser afectado por dicha, no pudo evitar cerrar un ojo, parpadeando un poco, luego con ambos, por reacción sinérgica. Finalmente, miró al hombre.

"Otro... Superviviente. Significa que no estoy solo en este mundo..."

Miré, perplejo, sinceramente, con la boca un poco abierta, y con los ojos constantes, en el sujeto. Llevaba una mochila, parecía preparado. Sin embargo, no sería tan fácil. Nunca es tan fácil. Tras toma la lata, la guardaría en mi mochila propia, con cuidado, sin quitarle la vista, o sin tener mi katana relativamente tomable. Luego, finalmente, dirgiría mi atención como tal, al hombre. Mi mirada era seria, nada más.

- Me parece bien... Tomaré esta lata como una muestra de confianza... Pero sólo de momento...

Miro al hombre. Al final parecia que el destino quería decirme algo como "No has estudiado suficiente geografía". Todo por estudiar de todo un poco, y aún así nunca siendo suficiente. Puse mi mano cerca de la funda de planos arquitectónicos, en donde estaba la Katana, que el Hombre ya debería haber visto, por lo que no tenía caso ocultarla. Y si no la había visto, la vería cuando surgiese el peligro. Serviría para, poder reaccionar ante cualquier cosa, o simplemente, para darle a saber que no soy un "Niño" simple y subestimable.

- Avanzemos...

Usando la otra mano libre de katana, acaricie a N, con cariño, pero sin perder la vista del Hombre. No sabía su nombre. Ya se presentaría. Aquel que llega, es el que hace los honores, después de todo.

Al final... Dí un paso. Hacia él.

Avanzaríamos... Suponía.

El violento impacto lanzó por los aires al león. Por suerte para la muchacha no se dio ningun tipo de efecto dominó que la arrastrase.

Richard, detenido frente a la chica, llevaba en sus mano una escopeta. Lentamente la guardó y desenfundó un enorme machete. Richard miraba tan fijamente a la muchacha que parecia estar viendo a traves de ella.
Con paso firme se acercó a ella, por un momento parecia que la iba a atacar. Pero pasó a su lado y se acercó al león. Comprobó que el animal estaba muerto y repentinamente le propió dos golpes con el machete.
Cuando se levantó y se dio la vuelta estaba envolviendo en un pañuelo lo que parecia ser la lengua del animal.
Se detuvo junto a Joy y se dirigió a ella mirando al suelo, con expresion seria, casi disgustado.

- Soy el Doctor Richard Matheson - dijo mientras limpiaba el machete en el pañuelo. - Si quieres que te limpie esa herida entra en la camioneta y quitate la camiseta.

Sin esperar respuesta caminó hasta el vehiculo e introdujo el pañuelo con la lengua envuelta en la guantera.

Lenore se cubrió la boca con una mano para contener el chillido de espanto que estaba a punto de escapársele. Sintió un nudo en la garganta y sus piernas se aflojaron. Aquél pobre niño debía tener la edad de Brian. Las lágrimas le nublaron la vista y tuvo que secarse los ojos con la manga del abrigo.

Escuchó las palabras del hombre barbado y el corazón de dio un vuelco. ¿Qué diablos le pasaba? ¿Había perdido la cabeza?

Más tarde, Lenore ni siquiera recordaría qué la había impulsado a hacer lo que hizo a continuación. Sólo recordaría su deseo de que esa monstruosidad que semejaba un niño desapareciera.
Cogió la manija del carrito con ambas manos y corrió hacia el niño, al tiempo que profería un grito de furia.

Carl arroja una piedra a los lobos. Uno de ellos sale corriendo, dejando la presa libre. Parece ser una especie de venado. El otro, por el contrario, se encoleriza y se acerca al hombre, despacio, con todo el pelaje del lomo tenso, erizado... Carl comprende que el lobo número dos es un macho alfa y va a proteger su coto de caza con dientes y garras.

Ahora debe decidir su próximo movimiento.

-¡Bang! - el sonido del disparo rebota en la obscuridad y enciende por un momento las tinieblas...

Los ojos retroceden, con temor del arma evidentemente, sin embargo las balas pegan en una bolsa de harina que comienza a dejar caer el polvo blanco como si se tratase de un reloj de arena de otra época.

El infectado se arroja sobre Ben y empieza a forcejear con él. Su objetivo es claro, quiere quitarle el arma.

-IDsnmm natina natina, ISMI,,,!!!

La criatura habla en ese lenguaje tan horrible que a veces suelen usar. Es una lengua propia, que han desarrollado después de un tiempo, sin embargo conservan conocimiento y manejo de la lengua natal.

Ben también forcejea, si pierde el arma perderá mucho más y ésto lo sabe muy bien.

Me quedo estupefacto cuando veo a Lenore embestir al niño con el carrito. Lamentablemente, la accion es demasiado rápida y yo estoy demasiado absorto en el recuerdo como para hacer nada. Eso si, continuo apuntando al chaval con el rifle y le disparo.

"supongo que tendre que encontrar mas balas"

Carl dispara al lobo con su pistola

Oh, joder. ¡Un médico! El primer superviviente con el que me encuentro desde que ha pasado esto y es médico. Bueno, es un punto de suerte ¿no?

Observo lo de la lengua del león ¿para qué la querrá? Aunque mejor no preguntar, no parece que el hombre sea muy hablador...

Le sigo y entro en la camioneta con todas mis cosas, sentándome y quitándome (con algo de incomodidad, no lo voy a negar) la camiseta pensando en coger otra de las que llevaba en la mochila. Aquella estaba destrozada.

- Joy Harrod - me presenté - Tengo un... Botiquín en la mochila por si lo necesitara.

Dicho estoy desvié mi mirada por la ventanilla aún con el susto del león divagando por mi cuerpo y haciéndome estar algo inquieta.

Me quedé horrorizado al ver como impacta la bala en el paquete de harina, antes de que me de cuenta se abalanza sobre mi y comenzamos a luchar por el control del arma, quizás sea mi última oportunidad, intento vencer mi miedo para hacer acopio de todas mis fuerzas. Pero parece imposible, desesperadamente intento huir escaleras arriba.

Una vez Joy estuvo sentada en la camioneta Richard se giró hacia ella y sacó la escopeta. En apenas un segundo el cañon estaba pegado a la nuca de la mujer, que cediendo ante la presion pegó su cabeza contra la ventanilla.

- Muy bien señorita Harrod, quiero que me ayudes a decidir si te debo volar la cabeza o no. Si mientes apretaré el gatillo, y creeme, se cuando alguien me miente.

Con la mano libre Richard apagó el motor del vehiculo mientras mantenia la presion sobre la nuca de Joy.

- Supongo que Joy Harrod es tu nombre real, dime los nombres de tus padres. ¿Como te ganabas la vida? ¿Eres diestra o zurda? ¿Por que has sobrevivido hasta ahora? ¿Cual es tu talla de zapato? ¿Donde te encontrabas cuando comenzó a propagarse el virus? ¿Donde naciste y cuando? ¿Que haces en este lugar y hacia donde te diriges?

Las preguntas, disparadas cual metralleta, contenian un tono de interrogatorio policial mezclado con una desconfianza casi enfermiza.

- ¿Llevas mucho sin comer?, Ah cierto... se me olvidaba presentarme. Mis amigos me llamaban Jota. - comentó preparandose para descolgar la escalera del balcón. - Llevo unos pocos dias atrincherado en esta casa esperando para reunir provisiones en dirección al norte. No es gran cosa pero al menos tenia algo en la despensa. - Continuó intentando parecer lo mas cordial posible. El joven más bien parco en palabras no se fiaba, y el tampoco se encontraba en mejor situación...

- Al oeste deberia haber algunas tiendas, quizá encontremos algo de provecho en esa zona... - informó al llegar al suelo descendiendo por la escalera.

Cuando quiero darme cuenta tengo la escopeta de aquel hijo de puta en mi nuca y la frente pegada en la ventanilla. Apreto un momento los ojos y, en un movimiento rápido me giro para encararle, teniendo ahora su arma en mi frente. Con un valor que no sentía abrí los ojos para mirarle.

- Anthony y Reena Harrod - contesto a su primera pregunta controlando mi voz como puedo - Trabajaba en la tienda de ropa de mi madre, "Clothes for All". Soy diestra aunque mi mano izquierda no es del todo inútil. Calzco un cuarenta. Cuando todo ocurrió me encontraba en Iowa, vivía en una modesta casita con mis padres. Nací el 15 de septiembre de 1987 en Minnesota - trago saliva un momento debido a la tensión y a las preguntas contestadas - Me estaba refugiando de la noche anterior en el hotel que hay ahí fuera y ahora salí huyendo del león. Y, si le digo la verdad, ni siquiera yo misma sé a dónde me dirijo pero si le puedo decir que he estado yendo hacia el noroeste: hacia Dakota del Sur. No sé muy bien por qué. No tengo un plan; solo sobrevivir.

A pesar de que sentía miedo, mantuve mi mirada en él y me mantuve recta frente a su escopeta. No le estoy desafiando pero tampoco quiero que se piense que voy a echarme a llorar por esto.