Partida Rol por web

Curro negó con vehemencia. Si él no fumaba no le iba a dar ni una puta calada al resto. Miró de reojo a Lucía y les dijo "Aquí nadie va a fumar porros delante de una niña, por mis cojones que no. Habrase visto poca vergüenza... que es sordomuda, pero oler va a olerlos y solo faltaba que la criaturita se nos coloque..... En cuanto paremos en algún sitio seguro donde la niña no esté cerca os los doy todos....pero ahora ni de coña!"

La tensión se podía cortar con cuchillo, incluso de esos malos que te ponían en el avión para comer, y la tensión es mala consejera. Yolanda volvió a perder los nervios y encañonó a los capullos que parecían llevar la voz cantante. Tenía que actuar. Un disparo perdido al conductor y estaban todos muertos, y total, él ya estaba muerto. Extendió los brazos y avanzó hacia ella impidiendo que disparara y esperando que lo hiciera. Tenía miedo. Nunca había visto la muerte tan cerca y la muerte tenía los ojos muy bonitos, bonitos y llorosos. La podía entender. Él tampoco quería morirse, ni convertirse en una mierda de esa, pero era lo que había, 2 vidas eran mejor que todas las de las personas que estaban allí. Aguantó la respiración y la vio temblar, seguro de que iba a volarle la tapa de los sesos, pero la distancia se acortó hasta que estuvo lo suficientemente cerca para arrebatarle la pistola. Se acercó un poco más y la abrazó con ternura y le dijo

"Te juro por mi madre y el cristo de la buena muerte que enseguida que podamos parar en un sitio y conseguir un coche te llevo al hospital. Iremos tu y yo solos, te lo juro.... palabra de Curro. Yo tampoco me quiero morir si se puede evitar, pero no quiero que ellos se arriesguen si no tenemos remedio.... Alberto, si ves un sitio sin zombies y con coches para, así podremos bajar"

Tenía la adrenalina a flor de piel. Se le escapó una lágrimilla anticipando el adiós. Así mataba dos pájaros de un tiro, apuraba sus pocas opciones de vivir después del mordisco y les libraba a sus amigos del marrón de matarlo en cuanto los síntomas aparecieran. Miró la pistola y el cargador para contar cuantas balas quedaban. No debían ser muchas aunque desconocía el tamaño del cargador. Hizo memoria de lo vivido en la gasolinera para tratar de adivinar lo que le podía quedar.

3 tiros cuando estuve fuera, el disparo al dedo de Oli y al menos 2 más en cuanto aquellas cosas entraron y otro al segurata... eso hacen 7, u 8, putas matemáticas... así que....si las pistolas tienen entre 6 y 20 rondas... pues... igual nos hemos peleado por un trozo de metal.

Rio y sacó el peine del cargador para contarlas. Y entonces gente empezó a entrar. Karen les había abierto. Le sonrió aprobando lo que había hecho, metió el cargador a toda prisa y le dijo a los recién llegados enseñándoles la pistola pero sin encañonarles "Vamos a llevarnos bien, id a la parte de atrás y que revisen si alguien os han mordido"

Parecía que se había calado el motor. El conductor se había acojonado, o se había acabado la gasolina o lo que fuera. Necesitaba saber que pasaba y desde la ventanilla no se veía una mierda. Cogió algo a lo que encaramarse y abrió la trampilla mientras decía

"Voy a apartar a los muertos de la puerta con la pistola... agarradme de las piernas y cuando arranque estirad para abajo. Vamos! y cerrad la puerta...os avisaré si viene alguno vivo para que podáis abrir"

Subió al techo sacando solo medio cuerpo, listo para saltar adentro si hacía falta y preparado para repeler a los muertos con las pocas balas que le quedaran.

Y sigue la locura. ¿Es que no tendremos descanso? 

Me lo pregunto cuando de alguna manera busco hallar la calma y quizás ponerme a revisar la mano, todo este esfuerzo y la situación en sí, dudo que se vea muy bien. Pero entre Yolanda, los héroes de hecho y lo que va surgiendo, es imposible encontrar la calma. No cuando hay tanto samaritano suelto, pese a que no me parece justo, gracias a la bondad de la mujer estamos arriba de la caravana y por esa razón, no le impido que siga subiendo gente. 

Así que sin más inmediaciones, intento quitarme la venda y ver el estado en el que está la mano. No quiero ni imaginar como se puede ver y la impresión que va a darme, pero necesito saber. Algunos fueron mordidos y yo herido, posiblemente tengamos el mismo futuro al fin de cuentas. 

Yolanda pareció resignada. Escuchó, ausente, a Javi, que trataba de consolarla, y se fue hacia el fondo, cojeando, hacia la puerta que daba a un minúsculo dormitorio. Lloraba. Cuando no disparaba, lloraba. Pasó al lado de Oli, preocupado por su herida. No tenía buen aspecto, pero sí el normal en estos casos. La cura entre Lex y él mismo estuvo bien ejecutada. Agnete se lo miró, y sonriendo afablemente le tomó la mano para echarle un vistazo.

La situación se tornó caótica. Javier trepaba al techo de la autocaravana. Lexie se revolvió para ayudar a Eusebio y luchaba con Karen para impedir que dejase subir a más refugiados. Y Alberto, entrando en pánico, no atinaba a sacarlos de allí.

-The caravan is ours. I decide who goes up, we have to help them! –se escuchaba aullar a la joven fiera danesa.

 Arvid quiso echar una mano a su hermana, pero un manotazo de su madre, olvidándose por el momento de Oliver, hizo que se sentara y no se moviese del sitio, pese a la ansiedad en los ojos asustados del chico.

Y todo entre gritos, reproches y chillidos amenazando con volver loca a la gente.

En cuanto Javi se puso a disparar desde el exterior, con la lluvia torrencial cayendo sobre su cabeza y colándose por la trampilla, la pareja que había entrado no se lo pensó dos veces y se lanzaron a auxiliar a la danesa. La puerta que se había cerrado, lograron abrirla de nuevo. Resonaron varias detonaciones, Curro dio buena cuenta de dos zombies, reventando sus enfermos cerebros, e hirió a otros dos, con las cuatro balas que restaban en el cargador y en la recámara.

Los infectados agarraron al hombre que trataba de subirse al vehículo. No pudo zafarse de tanto brazo y agarrón y mordisco, sucumbiendo a la marea zombie. Al menos logró aupar a la chica que corría con él. Tras ella, la inglesa cerró de un portazo la puerta.

-¡Lo intento, joder, lo intento, este maldito trasto no tira!! –respondió Alberto a Lex. Apurado, pudo dar marcha atrás, y luego poner la primera, entretanto su tío se peleaba con palabras y puñetazos con el trío que acaba de unirse al grupo y con Karen. En la pelea, Lex fue empujada y no pudo colocar el cerrojo a la puerta.

-¡Enoug, that´s it, it´s over, stop everyone! Please! – Esta vez era Karen la que rogaba calma a todos.

Alberto giró, sorteó un coche, aceleró y giró una vez más, acelerando…La puerta se abrió de sopetón, en aquella lucha Lex recibió un empujón y su pequeño cuerpo fue impulsado afuera, cayéndose a la calzada, entretanto el vehículo tomaba velocidad una vez superados los caminantes y los coches siniestrados.

Su intento de consolarla no funcionó, y es que Yolanda era la pava más difícil a la que se había enfrentado. Suspiró y la dejo irse a llorar, igual era lo que necesitaba. Al menos al pasar junto a Oli no se lió, no estaba para muchos más líos con lo que había fuera, con los golpes de los caminantes y aquel capullo que no sabía ni poner primera. La lucha en el interior de la caravana podía esperar, lo que importaba era lo que pasaba fuera, si los zombies entraban iban a morir todos, así que primero arreglaría lo de fuera y luego lo de dentro, que no es que quisiera ser un puto héroe pero es que se comportaban todos como una versión descerebrada de Lucía.

La lluvia fue el único saludo que tuvo cuando subió al techo. Se acercaban varios zombies y su trabajo era que no pasaran, que no llegaran a la puerta. Plam! Plam! Plam! Plam! Eso fue todo. No había más cera que la que ardía, no habían más balas, 2 muertos menos, al final no era como un trabuco pero casi, demasiado suave, sin retroceso apenas, y a él le gustaba notar el carácter ardiente en sus manos. Eran lo más parecido a las mujeres.

Desde abajo llegaban gritos, peleas, y la rulotte parecía ponerse en marcha, pasando por encima de zombies y sorteando obstáculos con lentitud pero sin pausa. Entonces vio el cuerpo de Lexie caer, levantarse y correr hacia él... Sacó la mano sacando más de su cuerpo, pero sin tener mucha esperanza de que lo pudiera conseguir. Era muy bajita, la caravana muy alta y él no podía descolgarse para cogerla... Intentó ayudarle con su plan pero no lo iba a conseguir. Había un plan alternativo, saltar y tratar de coger uno de los coches, y seguir al vehículo del que había salido despedida. Si fuera así aprovecharía la cercanía con un coche para saltar sobre el capó y girar. Era algo parecido a lo que hacía en su espectáculo, pero la altura de un caballo y una rulotte no era la misma. No la iba a abandonar.

Estaba pendiente de la herida y una chica que ni registré el nombre estaba conmigo intentando ayudarme. Era un minuto de descanso, pero eso no significa que la locura de esa caravana sea una puta mierda. Es que no se puede detener el caos cuando va en subida y tampoco se puede detener la demencia de algunas personas. Héroes no héroes, capullos de libro y gente inconsciente hay en todos lados, pero esta situación los reactiva igual que un brote en pleno otoño o primavera. 

Y así es como sucede, intento como puedo vendar la mano mientras escucho a Lex, momento en el que la miro mientras me levanto como si fuera un resorte del asiento y no lo pienso. Joder que no, se ha caído y yo no tengo nada que perder si se salva ella, no me importa que me devoren los zombies pero ella tiene que sobrevivir y así será. 

Así que el héroe de turno salta, luego lo hago yo pero con mis años de parkour sé como caer sin lesionarme. De ahí que soy medio gato, aunque espero no pisar un reborde e irme al cuerno. Como sea no digo nada, la lluvia quita la visión terriblemente pero me guío por ese grito llamando al grandote. No me detengo en ello, sino que comienzo a buscarla y enfrentar lo que sea a patadas para alejarlos y avanzar. 

Lexie no iba a alcanzar a la autocaravana. Corrió, persiguiendo con la mirada las luces traseras del vehículo y con el lacerante dolor del hombro atravesándole de parte a parte lo mismo que una fina aguja incandescente.

Javier tardó unos segundos en comprender que Lexie no iba a alcanzar a la caravana.  Y que Alberto no iba a frenar ni dar media vuelta. Pero él no abandonaría a la chica.

Oliver vio caer a Lexie. No podía ser. No justamente ella. O podía dejarla atrás. Decidió seguirla. ¿La amaba?

No había ningún coche más. O javi no los distinguía en la oscuridad. No, no los había. Descendió por la parte trasera de la roulotte, aprisa…era ágil, sabía lo que se hacía y estaba condenado. Qué más daba. Se descolgó y se soltó, tuvo contacto con el asfalto, amortiguó el impacto y rodó.

Cuando se puso en pie un cuerpo menudo casi choca con él. Una agotada y magullada Lex. Esforzada y con voluntad de sargento O´Neill.

Tal vez Javier la abrazó bajo la inclemente lluvia.

El chico sin dedo igualmente se arriesgó. Alguien atrapó su antebrazo para que desistiera de la acción.  Él tironeó, sin mirar atrás, se zafó de la mano que impedía su rescate y se lanzó a la carretera. Sus piernas y su cuerpo entrenado hicieron el resto. Se comportaron, flexibles, girando y volteando en la noche, sobre la carretera encharcada. Luego, inició la carrera hacia la chica que nublaba el cerebro a los dos hombres.

Dio con ella, se reunió con Lexie y con su amigo Javier. Los tres, solos, bajo el intenso aguacero al que no le daba la gana de remitir. Los envolvía la noche, la oscuridad y la lluvia. Fijaron la vista, sin ver más allá de un par de metros de distancia. La caravana desapareció en la distancia,  sus luces rojas de posición indistinguibles ya.

Y lo que procedía del otro lado, de donde se había producido el accidente, esas sombras…Eran Ellos. Difícil de decir el número. Dos…tres…aquí…allá…No los tenían encima. No, todavía no.

Excepto uno…Lex no se percató, sin embargo  Oliver y Javier lo pudieron ver a través de la catarata de agua. Muy cerca, los brazos estirados, avanzaba rápido, más que ninguno de los que habían visto hasta ahora.

No iba llegar. Los cabrones de la caravana no iban a parar aunque Lexie se hubiera caído, aunque tal vez estuvieran peleando todavía por ver quien se hacía con el control de la caravana. No iba a llegar y tenía que decidir una decisión que ya estaba tomada. Sacó lo que le restaba del cuerpo y se descolgó de la caravana rezando por no matarse en el intento o no quedar tullido. No había coches con los que frenar la caída así que se descolgó por detrás y cuando estuvo cerca del asfalto se dejo caer, rodando para amortiguar la caída, como hacía en todos los entrenamientos de "Bandoleros de corazones". Nunca pensó que su estúpido espectáculo sirviera para algo más que para entretener a guiris borrachos, de esos que piensan que en España todos son toreros y que siempre comen paella, beben sangría y bailan flamenco, pero ese día le salvó la vida. No tuvo ni que pensar, su cuerpo actuó por iniciativa propia y tras una vuelta en el suelo estaba de pie y listo para enfrentarse a lo que viniera.

Alguien se acercaba y su cuerpo se tensó, listo para atacar. Levantó la pistola a modo de martillo, lo único que tenía después de dejar el gato machacazombies en la roulotte y cuando estuvo apunto de pegar a la figura que venía vio que era Lexie, que corría sin verle directa hacia donde estaba él. La abrazó con fiereza y enterró su cabeza en su pecho, aferrándose a ella como un náufrago a una tabla. Javier tembló, apenas un par de segundos, hasta que con delicadeza pero firmemente la apartó de su pecho. La miró con atención mientras le preguntaba

"Estás herida? Te han mordido?"

Afortunadamente se había separado de Lexie porque Oliver apareció a la carrera. Había saltado. Por Ella. Tal vez no era tan capullo y tal vez si que la quería. Lexie no iba a quedarse sola cuando él muriera, así era como debía ser. Sonrió al verle y le preguntó lo mismo que a Lexie

"Oli, estás herido? Te han mordido?"

Parecía estar bien, salvo por el dedo, lanzarse de una caravana en marcha y lo capullo egoísta que podía ser parecía estar bien así que centró su atención en lo importante, mantenerles vivos. Atrás habían dejado varios zombies, podían ser pocos pero un grupo de 5 o 10 podían ser demasiados, a no ser que los pudiera despistar. Tenía una idea. Una buena que tal vez les daría un coche a Oli y a Lex para seguir su huida. Tal vez. Bajando la voz les dijo

"Si seguimos por la carretera es posible que no duremos mucho. No estamos armados, estamos cansados y no hay refugio. En cambio si volvemos... hay zombies, pueden ser muchos o pocos, pero hay coches." - Miró a los ojos a Oliver y se sacó los cigarrillos de la risa para dárselos y vació sus bolsillos a excepción de los condones y la estampita del cristo de la buena muerte - "Los dos sabemos que estoy jodido, y puestos a morir me gustaría morir sabiendo que vosotros os salváis. Así que correré hacia los zombies y les provocaré para que me persigan. Cuando lo hayan hecho os avisaré y vosotros corréis para coger un coche y os largáis. Los tiene bien puestos pero no aguantará mucho fuera..." -dijo sin mirar a Lexie pero refiriéndose a ella. Sabía que Oliver probablemente no haría nada por él, pero había saltado de un sitio seguro por ella, y eso debía significar algo.

Estaba esperando su respuesta cuando a través de la catarata de agua vio una figura que se acercaba a ellos a toda velocidad. Podía ser un humano, o que hubiera zombies rápidos como los de guerra mundial Z, pero no había mucho tiempo para pensar. Había que reaccionar. Entrecerró los ojos para saber si era un humano o un zombie y se dispuso para atacar. En caso de duda atacaría, a la cabeza. Si era humano y lo mataba, al menos no se volvería a levantar.

Y el encuentro surge entre los tres, aliviado de que estamos bien, de que podemos dar batalla un poco más. Pese a que alguien quiso retenerme en la caravana y no quiero imaginar quien era, mi corazón pese a que me cueste admitirlo estaba en la pequeña rubia con aires de rambo. No hay otra alternativa, es lo que tiene querer a alguien de una forma tan libre, pero a su vez tan profunda. No lo puedes evitar, porque sabes que de soltarla, todo se derrumba en el interior de mi corazón. 

- Estoy bien. ¿Tu?- pregunto a Javier. 

Veo a Lex mientras la lluvia ya no tiene nada más que empapar y mis cabellos están pegados al rostro. Los acomodo un poco y cuando quiero acordar tengo a la cosita pequeña encima abrazándome. Si tuviera que describir lo que sentí en ese instante, podría decir que muchas cosas, pero una de ellas fue felicidad de que esté bien y conmigo. Así que me dejé llenar de besos, me encanta que lo haga y cuando termina con su sesión de mimos, más su dulce reprimenda. 

Cojo su rostro y beso sus labios, quizás sea la única vez que pueda hacerlo y sino lo hago, me perderé finalmente en esta oscuridad que me acecha. Ya no estoy siendo el mismo, he colapsado más de la cuenta y siento que el Oliver que se subió al auto no es el mismo que bajó, así que debo hacerlo. 

- Te amo. - susurré sobre sus labios. 

Y me separo, ya decidido a continuar con esto. Además, no quería incomodar a Javier, que ya con el morreo seguro lo hice y la intervención de aquello que se acerca, corta cualquier rollo. Vamos, dura la realidad se muestra. 

Ante el plan de Javier suspiro, de nuevo intentando ser el héroe y ahora con la posibilidad de no salir de esa. Lo han mordido, no tiene mucho para perder, aún así no puedo ser tan hijo de puta al aceptarlo. No soy así. 

- Regresar es enfrentarse a una horda. No estoy dispuesto a que lo hagas, la lluvia nos resta visibilidad y sería pelear a ciegas, buscar a ciegas... Con un riesgo al 100% de ser atacados. - respondo. - Yo seguiría avanzando, por la línea del borde de la carretera y que sea lo que deba ser. No quiero que ella se exponga a los zombies por un coche, que la mayoría estaba destrozado, y con poca funcionalidad. No sé. 

Tras decir aquello, miro a Lex y luego a Javier. 

- Derribamos a lo que sea que se está acercando y seguimos la línea de dirección por dónde va la caravana. No haré otra cosa. - termino por decir, serio. 

Y jodidamente empapado con toda la intención de atacar al zombie que se asoma o lo que sea que esté delante. 

Lex no distinguió lo que se les venía encima. Javi apenas. Así que golpearon a través de la cortina de agua.  Sin mucho resultado. El caminante atrapó a Curro por los hombres, tratando de morderle baboseando y gruñendo.

Oliver fue más efectivo. Sus patadas desestabilizaron al atacante, se inclinó aunque revolviéndose, y mientras Lexie le asestaba un brutal golpe en la cabeza con su llave de tuercas, el zombie lanzó un manotazo que acertó en la cara de la chica, dejándole la huella dolorosa y el escozor de tres dedos en la mejilla izquierda, tres surcos de los que manaron sangre rápidamente.

Pero las patadas de Oli, los culatazos de pistola de Javi y otro tuercazo, os permitieron salir de ahí corriendo en la misma dirección de la caravana. Una carrera loca, con alguna caída, tropezón y resbalón. Abriendo espacio entre ellos y vosotros. Hasta que el corazón y los pulmones os iban a estallar.

Y luego fue una caminata penosa bajo la lluvia hasta que el cielo decidió dejar de descargar su llanto. Una caminata de madrugada, con la única compañía de una luna creciente y el silencio pavoroso dejado tras el chaparrón constante.  Con algunas paradas donde tomar aliento. Pero siempre adelante a los pocos minutos. Apenas pasó ningún coche, un par, que ni os vieron o no pensaban para nada detenerse.

Lexie conservaba alguna de las bolsas, con agua y algo de comida. Tres horas o cuatro, o quizá cinco,  después, os tomáis un descanso más largo. El peligro constante, inminente, parece haber pasado.

Javier no se encuentra bien. La infección se transmite rápido por su cuerpo. Acusa la fiebre, el agotamiento, está pálido y la visión se le va en ocasiones. Le arde la frente, la lengua seca, los miembros entumecidos.

No debiste. Sonrió y se encogió de hombros quitándole importancia. Como podría haber vivido sabiendo que la había dejado atrás? Imposible. Había hecho lo que tenía que hacer, dada su condición que era lo peor que podía pasarle? matarse? El estaba muerto ya, lo notaba, empezaba a sentirse mal, nada demasiado limitante, pero lo notaba, aunque tal vez era el cansancio. Llegó Oliver y le preguntó que como estaba y con una sonrisa irónica le dijo

"Genial, como si me hubiera tirado de una caravana en marcha. Todavía no noto los efectos del mordisco, no me ha llegado la hora todavía".

Lexie los llamó idiotas. Miró a Oliver y se rió mientras le daba un pequeño codazo en las costillas y le decía

"Mujeres, las salvas y ellas te insultan. Quien las entiende? Creo que la señorita no está contenta con nuestra aparición así que mejor llamamos un taxi y nos vamos" -  Miró en ambas direcciones y dijo - "TAXIIII". - Pero allí no iba a venir ninguno así que suspiro teatralmente antes de decirle - "Creo que Uber no llega hasta aquí así que nos tendrás que aguantar, lo sentimos". - Dijo con una sonrisa.

Los dejó hacerse arrumacos, avanzando unos metros en la oscuridad para darles intimidad, por ellos, por él. No les gustó su plan y Javi se encogió de hombros y les dijo - "Es vuestra vida, vosotros decidís, yo os seguiré mientras pueda"

Entonces les atacó el zombie rápido, el de guerra mundial Z, que se ve que habían dos o más tipos de caminante. Le cogió y lo tiró al suelo, estaba débil, estaba cansado, y aun así lucho. Oli lo pateó, Lex lo aporreó y él hizo lo que pudo con la pistola. No era lo mismo que el gato del coche de su prima, pero a base de darle golpes pudieron escapar a la carrera bajo la lluvia con el temor de encontrarse con una de esas criaturas de frente.

La lluvia remitió y pararon un par de veces para beber agua y comer algo. Javier apenas tocó la comida. Se sentía arder, como si tuviera un volcán bajo la piel y la vista parecía fallarle. Se mareaba. Las piernas se le doblaron en un par de ocasiones y se cayó en el suelo, levantándose rápidamente y componiendo una sonrisa antes de decirles

"Creí que había visto una moneda de 2 euros.... Maldición"

Siguieron caminando, cada vez más penosamente. Las piernas las notaba rígidas, la lengua de trapo y los brazos pesados. Javier se detuvo, en silencio. Los miró alejarse unos cuantos pasos. Era el momento. No podía dejar que Lex le viera convertirse en una cosa de esas, no quería que se tuvieran que encargar de él. Era el momento. Alzó la voz, cansada y ronca por la sequedad y les dijo.

"Adiós"

Se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección contraría, arrastrando los pies, pero todavía vivo. Que podía decirles? Ellos se tenían el uno al otro, y no tenía derecho a inmiscuirse en su relación. Oli era un capullo estirado, pero era su capullo estirado, y Lex, bueno... fisandchis era algo demasiado bueno para él, un cazurro que dejó los estudios y que tenía la cabeza hueca. Caminó en dirección contraria sin mirar atrás, buscando en la mirada un sitio donde poder saltar y acabar con su vida. Un zombie menos,  uno menos que se comería a las personas. Y si no... bueno, se lanzaría contra el primer zombie que viera. Mataría cosas de esas mientras le quedara el aliento.

La respuesta de Javier a Oliver le hizo sonreír divertida. ¿Como podían tener algo de humor luego de abandonar ese refugio seguro? No tenía idea, pero lo agradecía. Si hubiese odiado algo más que la culpa que sentía porque se hubieran arriesgado por ella, habría sido verlos arrepentirse.

Ya cuando soltó lo del taxi, Lex derechamente soltó una carcajada, dándole un golpecito cariñoso en el hombro. - Bloody bastard - murmuró sin dejar de sonreír. - Supongo que tendré que aprender a vivir con ustedes al lado. - contestó divertida. En realidad, ahora mismo sentía que lo mejor que le podría haber pasado en medio de aquel apocalipsis zombie había sido tenerlos a ellos dos de compañía.

No tenía intención de apartar al showman, pero no había podido resistirse a besar el rostro de Oli con la felicidad que había sentido al verlo, así que agradeció que les diera su espacio. Lo que no se esperaba, en un principio más por las circunstancias que por la acción misma, fue que Oliver le tomara el rostro con ambas manos y la besara. Lo había hecho mil veces antes, pero el ímpetu con que lo hacía esa vez, la intensidad de sus labios, y el cariño en sus gestos, hablaban de mucho más que de la pasión que normalmente los envolvía, y eso la confundió en un primer momento... hasta que lo escuchó. Lo que ella misma no había pensado que oiría nunca, y lo que, en más de una ocasión, había surgido como una pregunta para sí misma, una que hasta ese momento no se había permitido responder.

Y yo te amo a ti, babe - murmuró, con el corazón en la mano de lo fuerte que latía en ese preciso instante. No era el momento, y tampoco podrían hablarlo mucho más hasta estar a salvo de los peligros de esa noche, pero no quería arriesgarse a morir sin corresponderlo.

Así que, una vez dicho todo, entendió que se separara. No podían pasar mucho más tiempo ahí, y era momento de tomar decisiones. Aunque entendió que a Javier no le gustara mucho que se opusieran, estaba totalmente de acuerdo con Oliver. La verdad, no estaba en absoluto lista para despedirse de Javi, y no sabía si en algún momento lo estaría.

Tras enfrentar el zombie lo mejor que pudieron, y correr alejándose, hizo la mayoría del resto del camino en silencio. Por un lado, estaba agotada, y los descansos breves no llegaban a ser suficiente, y si comía era solo por mantener la energía, porque tenía cerrado el apetito. Además, algo la había preocupado. No sabía que diferencia tendrían realmente las mordidas y los rasguños, y ahora temía que las tres marcas en su mejilla no solo fueran una cicatriz de guerra, sino que una sentencia de muerte. Y, por último, pero definitivamente lo más importante, había notado como Javi se iba haciendo progresivamente más torpe, y eso quería decir solo una cosa: estaba cerca del final. Aunque estaba preocupada, intentó sonreírle ante su excusa de los dos euros, ayudándolo a pararse, pero sabía que no quedaba mucho más. Aquella caminata, para Lex, fue un duelo largo, silencioso y sentido.

Cuando lo escuchó decir "Adiós" su corazón se detuvo. Seguía sin estar lista, pero ya no tenía más tiempo para prepararse. En un principio lo observó alejarse, repitiéndose que era lo mejor dejarlo ir, que si se despedía era porque ya estaba muerto... pero no fue capaz de solo darle la espalda. Así que, queriendo despedirse, corrió a él y lo abrazó por la espalda fuertemente - Muchísimas gracias - logró pronunciar, con la voz quebrada y un nudo en la garganta, intentando aguantar las lágrimas. No quiso rodearlo, pues no quería hacerle las cosas más difíciles de lo que ya eran. En silencio, todo lo que quiso decirle, se le hizo insuficiente. Cuanto se alegraba de haberlo conocido, de haberlo tenido a su lado, de cuanto había aprendido de él y cuanto apreciaba lo que hacía, y de como lo quería mucho más que a la mayoría de la gente que había llamado amigos. Ni había tiempo ni se sentía capaz de decir más de dos palabras sin romper en llanto desconsolado. Así que, tras las dos palabras que sí fue capaz de decir, lo apretó fuerte una última vez y lo soltó, retrocediendo hacia Oliver sin girarse ni apartar los ojos de Javier mientras rogaba que no se diera vuelta a mirarla, porque sería incapaz de fingir que no le rompía el corazón verlo marchar a su muerte.

Su forma de corresponder aquel beso es diferente, más sentido y joder, me desarma completamente mientras siento que mi corazón es suyo. Qué idiota he sido... Pienso rápidamente cuando nos miramos a los ojos, cuando tras confesar lo mucho que la amo, es su respuesta la que llega a mis oídos y cala hondo. Había perdido el tiempo en tardar, en decidirme, en hacerme el idiota para negar lo que sentía por ella y darle esa libertad propia de un hombre que sabe amar en libertad. Pero ahora no, prefiero ser un poco egoísta, aunque sea un instante, por más eterno que sea. 

Por esa razón tras lo dicho, la abrazo fuerte y nada, sueño despierto. Incluso con tanto derrumbe, con un zombie cerca y un Javier que está más allá que acá. Así que nada, la tríada antizombie allí va, golpe aquí y allá hasta que cae para no volver a incorporarse más. Y nos vamos, juntos pese a todo. Yo tengo una sonrisa dibujada en mi rostro, sigo creyendo que soy muy estúpido, pero estoy feliz. No sé, como un chiquillo que ve la luz tras tanta oscuridad. Quizás no estaba perdido del todo, quizás...

Sólo que el colega no puede más y lo comprendo, hubiera hecho lo mismo. Así que al igual que Lex, corro hacia donde está y le doy un abrazo sentido. Un abrazo de hermano, de esos que hablan de gratitud y admiración. Puedo pensar infinidades de cosas, puedo odiarlo todo el tiempo, pero joder... ¡Se hace querer! Y lo quiero. Lo siento por él, siento por toda esta mierda de situación que nos ha arruinado por completo. 

Así que tras despedirme de él y ver que Lex hace lo mismo, la abrazo por el hombro para hacerle la despedida más fácil. No sé si moriremos en el camino, no sé si terminaré como Javi y más quisiera amarla allí por última vez. Pero debe esperar y yo resistir, tengo a la persona que amo y mi corazón una pequeña huella negra, el colega, el bro, mi amigo, no estará más. 

- Vamos preciosa. Tenemos que seguir, nosotros podemos. - digo y beso su cabello. 

No queda más opción, pero no hay tanta oscuridad en mi. 

Javier marcha en una dirección.  Lex y Oliver, la pareja de enamorados en el apocalipsis zombie, en la otra. Curro morirá solo. Ha tomado una decisión que secundan sus amigos.  Las siluetas van desapareciendo, chico y chica afanándose por arañar felicidad a su vida. El otro joven solo encontrará, en el mejor de los casos, una muerte benigna y el Olvido.