Partida Rol por web

Justo cuando llegaban a la parte de la negociación, Kéfera se apartó para dejar esa parte a los que mejor llevaban esas cosas, pues ella no disponía de liquidez alguna.

Cuando escuchó a Nathifa entrar de nuevo en la conversación, dio un par de pasos para atrás volviendo al punto del que salió.

No podía estar de acuerdo con pagar esa cantidad, pero en ese momento no podía expresarlo, pues sería contradecir todo por lo que habían estado "negociando". Se la podía ver un poco intranquila... nerviosa. Estaba segura de que podía haber podido sacar algo más sobre la reliquia, pero a la primera de cambio cerraron un mal trato, muy pronto...

Ahora tocaba esperar a la respuesta de la yuan-ti, pues no podía hacer nada por el momento hasta que ésta se pronunciase.

El mensaje susurrado de Nathifa llegó justo en el momento en el que Shem empezaba a impacientarse un poco.

Las palabras de la cortesana hicieron que Shem enarcara una ceja y mirara al Paladín de Horus-re buscando su opinión.

-Creo que podemos sufragar el gasto -comentó sin usar aún el conjuro de vuelta*- Aunque igual habría que seguir al mensajero de alguna forma para asegurarse que no fuera una estafa. Si no tenéis nada en contra, creo que así se lo haré saber a Nathifa, noble Xanjahar.

El paladín se encogió de hombros, después susurró a sus compañero.

- Si yo fuera un mercader daría los 200 faraones, entendiendo que es un adelanto, pero exigiría que se descontaran 150 monedas de oro del precio de venta una vez se llegara a buen término. Y sólamente si se llega a buen término. Un mensajero no es tan caro, aunque entiendo que lo hacen para guardarse las espaldas.

No sabía mucho de negocios, pero si lo movían bien, podía reforzar su "disfraz". Al fin y al cabo, lo normal es que un mercader mirara por su bolsillo, y protestara ante un abuso obvio. Sin embargo, sabría calmar las aguas y redirigir la negociación para que ambos salieran ganando. El objetivo de esos 200 faraones no era otro que un seguro. Y los seguros siempre había que pagarlos. Sin embargo, podía ser que aceptar sin más levantara sospechas. ¿Qué tipos desesperados pagarían 200 faraones por un simple mensaje? Esta claro que alguien que no espera sacar beneficio económico o está loco, y en cualquier caso, no eran sujetos de fiar. De eso estaba seguro. Él mismo no se fiaría si estuviera en su pellejo.

El sacerdote asintió ante la ocurrencia de Xanjahar.

-Desde luego, sabéis vos más de negocios que yo -comentó Shem más apurado que otra cosa acompañando sus palabras de un cabeceo en señal de respeto. Su dedicación a la comprensión de la naturaleza mágica le habían hecho descuidar muchos aspectos pero, por suerte, el de Horus-re tenía más experiencia "de campo".

Susurró entonces las palabras adecuadas para que el resto recibiera el recado.

-Estamos conformes con esos 200 faraones, pero dejad claro que es un adelanto y que se descontarán 150 cuando lleguemos a un acuerdo final que satisfaga a ambas partes. Después de todo, un mensajero no es tan caro. Queremos comerciar de forma cabal.

Amuir atendía a medias la negociación con la Madre, esperaba que sus compañeras y compañero no tardasen mucho en llegar a un acuerdo, o tendría que entretener a la bailarina más de lo que estaba dispuesto. Cuando la muchacha comenzó con las carantoñas, el asesino suspiró por dentro y le siguió el juego.

-¿Cuál es tu especialidad? -preguntó, por preguntar, mientras le acariciaba solo la cintura, sin buscarla ni más hacia arriba, ni más hacia abajo.

Se-nefer enarcó una ceja sin dejar de sonreír.

—Una técnica que priva de aire a tu compañero en el éxtasis del coito, incrementando la sensación y el placer. Alcanzarás una satisfacción que encenderá un fuego más grande que ninguna adicción y quemará más profundamente que ningún remordimiento —explicó la bailarina, antes de apostillar:—. Es peligrosa, pero pareces alguien que aprecia el riesgo.

Tathtlasss asintió con languidez.

—Dejad el oro encima de la mesa —dijo señalando con el mentón una mesita baja de té que había frente al diván en el que estaba recostada—. Enviaré al mensajero enseguida. ¿Dónde puedo contactaros para daros la respuesta?

Dedicó una mirada, con aquellos inquietantes ojos de pupila alargada, en dirección a la puerta.

—¿O debo transmitírsela a vuestro amigo de la capucha? Parece que ha hecho buenas migas con Se-nefer —dijo, y aspiró profundamente de su pañuelo perfumado.

Dejar a uno de los suyos dentro dentro presentaba varias ventajas de cara a conseguir información, sin olvidar cómo toda clase de secretos eran a veces revelados a un amante en el éxtasis postcoital, pero parecía cruel hacerle eso a Amuir, especialmente cuando estaba bastante segura de que su interés por la bailarina era fingido. Razonablemente segura. Oh, bien, siempre podía Amuir volver más tarde, si se sentía inclinado a comprobar las habilidades de la bailarina.

-Habib debe escoltarnos de vuelta, si es que recuerda que tiene un trabajo.-Dijo con sequedad. Pero eso dejaba la cuestión de cómo establecer el contacto. Los contactos de su señor eran tan ficticios como él mismo, y no podían mandarlos a los hogares reales de uno de ellos, o a los lugares donde trabajaban. Quizás podían poner a alguien que conociese como contacto, pero eso también tenía sus problemas, si esa persona daba nombres indebidos. Giró su cuerpo ligeramente hacia Madsul, inclinándose un poco hacia él, más para tener la oportunidad de esconder con su cuerpo el gesto de su mano, señalando a Shen-su-namum.-¿Quizás, hasta que hayamos establecido una relación más firme, más que dar un lugar para que contacten con nosotros, sea mejor que seamos nosotros quienes contactemos? Puede venir alguien de cuando en cuando a preguntar al portero por noticias. ¿Quizás, preguntando por 10 botellas de licor de escorpión para que se sepa que somos nosotros quienes lo mandamos, sin dejar que otros escuchen nombres o detalles que no sean para oídos indiscreto?

Quizás alguno de los otros en la habitación, o alguno de los que esperaba fuera, tuviese una sugerencia mejor. Por el momento, no se le ocurría ningún lugar o persona adecuado que dar como contacto, así que mandar un mensajero a intervalos regulares parecía una opción más segura.

Madsul extrajo de su bolsa los faraones de oro requeridos por la Madre de las Serpientes, y, con gesto reverente, los dejó encima de la mesa. Sonrió a la mujer, y luego escuchó a Nathifa, asintiendo a la sugerencia de su compañera, dando a entender que le parecía bien resolver de ese modo la cuestión. Siempre que la Madre estuviese de acuerdo.

- Entre tanto, podemos informar a nuestro señor del acuerdo al que hemos llegado. - añadió, sonriente.

-Sin riesgo no hay recompensa -comentó Amuir, aprovechando la cercanía para permitir que ella notase algo más de calor. Y él también, claro, las curvas de tan magnífica bailarina eran blanditas-. ¿Eres de esas personas que prefieren ser regadas con halagos o, más al contrario, que se aplique cierta dureza a sus actos?

En cualquier momento se iba a olvidar de que estaba allí por trabajo, si no fuese porque tenía sujeta a la bailarina por los brazos para que no se le escapara.

—Estamos conformes con esos 200 faraones, pero dejad claro que es un adelanto y que se descontarán 150 cuando lleguemos a un acuerdo final que satisfaga a ambas partes. Después de todo, un mensajero no es tan caro. Queremos comerciar de forma cabal —os llegó la voz de Shem poco antes de que Nathifa enviara su segundo mensaje.

—¿Quizás, hasta que hayamos establecido una relación más firme, más que dar un lugar para que contacten con nosotros, sea mejor que seamos nosotros quienes contactemos? Puede venir alguien de cuando en cuando a preguntar al portero por noticias. ¿Quizás, preguntando por 10 botellas de licor de escorpión para que se sepa que somos nosotros quienes lo mandamos, sin dejar que otros escuchen nombres o detalles que no sean para oídos indiscretos? —os llegó la voz de Nathifa, poco después de que Shem enviara su mensaje, como si no le hubiera dado tiempo a responder a lo que Shem le acababa de decir.

Kéfera se acercó a la mesa en la que Madsul había depositado esos faraones y puso la mano encima de las monedas. 

- Entiendo… que estos faraones son demasiados para pagar a un mensajero. El excedente, ¿se descontará del posible coste de la reliquia?

Dejó la mano firme sobre la mesa cubriendo los faraones y la rodeó acercándose más a Tathtlass.

Kéfera no intentaba intimidar a nadie, si no dejar claro que no les iban a timar. Estaba claro que un mensajero no podía cobrar 200 faraones, y que la yuan-ti ya sacaría una mayor tajada si el que tenía la reliquia se decidía a venderla. Tenían que tener cuidado con la negociación, no tensar demasiado la cuerda… pero tampoco dejarla libre.

- Aunque no hayamos podido usar tu conjuro, lo cierto era que la idea era muy buena. Pero creo que ellos no han sido conscientes de la capacidad que ello les daba - dijo colocando una mano enorme sobre su hombro - Aprenderemos a trabajar juntos, no te preocupes. - dijo quitándole hierro al asunto.

—¿No has prestado atención? Yo ya no tengo la reliquia, así que no os voy a vender nada —respondió Tathtlasss a Kéfera—. No estáis pagando a un mensajero, sino por la información y el contacto. Yo no regateo. Si no te gusta lo que ofrezco, vete a otra parte.

La yuan-ti se encogió de hombros en dirección a Nathifa.

—Como gustéis.

Hizo un gesto lánguido con la mano.

—Creo que hemos terminado, ¿verdad? Lurzco puedes acompañar a estos señores a la puerta.

Lo dejo aquí por si alguien quiere preguntarle algo más a Mami Serpiente. Si no tenéis nada que decir, podéis salir fuera, marcar a todos vuestros compañeros, contarles lo que habéis averiguado y hacer planes para el próximo paso.

El clérigo de Toth agradeció el gesto de apoyo del paladín con un asentimiento sincero.

Las palabras susurradas de nuevo por Nathifa provocaron un fruncimiento espontáneo en el entrecejo de Shem, pero conforme éstas fueron adquiriendo sentido, su rostro fue volviendo a aquella serenidad habitual que parecía siempre adornar su rostro.

-Parece que han llegado a un acuerdo y están cerrando los detalles. -comentó satisfecho porque sus compañeros finalmente hubieran llegado a un compromiso sin levantar demasiadas sospechas... o al menos eso quería creer.

-Esperemos entonces que el precio valga la pena. Y que este sea el primer trato de una larga y provechosa relación.-Hizo una inclinación a la Madre de las Serpientes y se dispuso a dirigirse tras Lurzco a la salida.

No sabía cuanto tardarían en mandar el mensajero. Puede que horas o un día. O puede que unos minutos. En todo caso, si querían establecer la vigilancia del lugar, convenía salir sin tardanza y llevar la información a los de fuera.

Madsul se despidió con una reverencia, y se dejó conducir por aquel feo semiorco hacia el exterior del Faraón. Dadas las circunstancias, no había salido el asunto mal del todo, aunque sospechaba el nómada que bien podía torcerse la cosa si no lograban seguir al mensajero, y el comprador de la reliquia rechazaba negociar un precio por la misma. En cuanto se quedaron solos, Madsul se acercó hacia Shem-su-namun y Xanjahar, procurando que su contacto no resultase evidente en demasía.

- Hemos logrado un acuerdo con la Madre de las Serpientes. - dijo, sabiendo que ya estaban al corriente de algunas cosas - Enviará a un mensajero a buscar al comprador, y este último decidirá si desea contactar con nosotros. Por si no quisiera saber nada, puede ser conveniente seguir a tal mensajero, si es que podemos reconocerle. - miró hacia la puerta del Faraón con ojos anhelantes.

Madsul buscó un lugar discreto (por si el que ocupaban no lo fuera lo suficiente), impaciente por continuar con su plan original. Averiguar quién era ese hombre requeriría de cierta astucia. Sus ojos tomaron un color rojizo intentso, mientras sus labios comenzaban a murmurar ciertas palabras arcanas en una voz queda y oscura. Abrió con los dedos su mochila, dejando salir de ella a una vívora negra que ascendió lenta y sinuosamente por su brazo.

- Entra en ese lugar y acude a la estancia de la Madre de las Serpientes. Debes averiguar quién es el mensajero.

Tras darle las instrucciones pertinentes, Madsul pronunció unas palabras arcanas, y sus ojos brillaron entonces con gran intensidad por un instante. Después de aquello, la serpiente desapareció de la vista de todos.

Madsul encontró al clérigo de Toth y el paladín de Horus-re en una de las esquinas del establecimiento, apostados de forma discreta. 

Shem aguardó paciente hasta que su colega llegó hacia ellos y escuchó sus palabras, para luego asentir de forma igualmente queda. Finalmente, parecían haber llegado a un acuerdo. De momento, el asunto parecía avanzar.

Cuando el nómada extrajo su víbora negra* de la mochila y le dio instrucciones, no pudo evitar guardar las distancias. Desde luego, era un paso muy astuto para conseguir la información que necesitaban, asi que cabeceó de forma afirmativa para indicar a su colega que estaba de acuerdo con su plan.

La bailarina no le contestó, estaba ocupada frotándose contra su cuerpo como lo haría ese gato gigantesco que tenían a sus pies. Amuir vio que sus compañeros terminaban la conversación con la madre y sostuvo con cuidado las manos de Se-nefer.

-Parece que mi tiempo aquí se ha terminado. Un placer. Espero que volvamos a vernos.

Y fue detrás de Madsul y Nathifa como un diligente guardaespaldas, aunque antes de enfilar por el pasillo se giró para ver una vez más a la bailarina. Una vez fuera, el relato de lo sucedido puso a todos al corriente.

-Yo soy lo bastante sigiloso para seguir a ese mensajero, de ser necesario.