Partida Rol por web

-Vale -concedió Amuir después de ver toda la información de la que disponían-. Vamos por el agua, pues. Una vez dentro, puedo intentar matar a esos ballesteros que ha visto Kéfera, antes de que den aviso de que hemos entrado.

Amuir se dejaba llevar por la impaciencia de Kéfera. Era entendible, pues la mujer sin duda resultaba intimidante. Ante tal temor, el espíritu de Madsul se retrajo, y una voz más oscura y grave pareció tomar el control.

- Ese camino pestilente es sin duda peligroso. Puedo ocultarte a la vista de todos, Amuir, para que sigas el camino de la lona y averigües qué hay más adelante. - miró a Kéfera - Tu sed de sangre pronto se verá satisfecha. Ten paciencia.

Los ojos de Madsul brillaron entonces intensamente, y el nómada pronunció unas palabras que trajeron consigo un humo negro, el cuál se enroscó en torno a Amuir, haciéndole desaparecer completamente a la vista. Después, su voz siseante le dijo a la vívora negra:

- Acompaña a este hombre, y vuelve a avisarnos si algo se tuerce. ¡Vamos!

Entonces el fulgor se apartó de los ojos del nómada, y la sonrisa amable retornó a su rostro, junto con una expresión de momentáneo aturdimiento.

-Si Amuir va a entrar, propongo disponernos en esa entrada por si tenemos que entrar a socorrerle raudos -comentó en voz baja el sacerdote de Toth, listo para seguir a sus compañeros. Se aseguró de tener todas sus posesiones en su sitio y empuñando el bastón, pareció preparado para la acción.

Nathifa asintió a las palabras de Su-namun y se situó cerca de él.

-Recuerda que tu objetivo principal es explorar. No te arriesgues sin necesidad si encuentras más miembros de la Mano ahí dentro de los que hemos detectado.-le dijo a Amuir en tono bajo, antes de que entrara. Puede que fuera capaz de acercarse y eliminar a los dos centinelas en silencio, pero la cosa sería distinta si había más que pudiesen acudir como refuerzos.

A Amuir le gustaba trabajar con hechiceros y arcanos, podían ayudar a uno a sacar el máximo provecho de sus habilidades. No le gustaba, por tanto, tener que matar estudiosos de la magia porque aunque eran fáciles de matar, el problema residía en acercarse lo suficiente como para hacerlo y rezar a Osiris para que no tuviera protecciones encima. Podían volverse muy puñeteros con su fuego, sus rayos y sus cosas voladoras.

Cuando la energía arcana de Madsul lo envolvió, Amuir se estremeció al sentir el hormigueo en todo el cuerpo. Comprobó que no podía verse ni siquiera las manos él mismo.

-Gracias, Madsul -dijo, una voz que provenía de ninguna parte-. Nos vemos dentro.

Miró a Nathifa y le sonrió para tranquilizarla. Aunque ella no podía ver nada.

-He aprendido la lección, descuida.

El asesino se deslizó por detrás de la lona con todos los sentidos alerta.

Tal y como había visto la serpiente de Madsul, había un pasillo y unas puertas a ambos lados. Con mucho cuidado, se asomó a una y a otra. En la habitación derecha, unos hombres aburridos jugaban a las cartas. La otra estaba vacía, solo había utensilios. Se deslizó entonces hacia la estancia siguiente, que tenía todas sus puertas cerradas. Decidió acercarse a la del este para comprobar que podía escuchar algo y acercó la oreja. No podía oír bien, la conversación le llegaba en forma de murmullos, pero reconoció la voz de Loto Negro. Estaba viva, eso era un problema. Fue hacia el oeste y se fijó en que había un candado. Dentro escuchaba un chirrido metálico, que no fue capaz de identificar. Había algo escrito en la puerta "Largo de aquí o te colgaremos a ti también". Amuir alzó las cejas, lleno de curiosidad, pero lo dejó estar, especialmente después de notar el roce de la serpiente en la bota con un sobresalto. Fue hacia la puerta norte, comprobó que no venía nadie y abrió con cautela, hasta ver que era otra habitación más grande con más puertas. ¿A qué tanta puerta, se preguntó? Al fondo a la derecha había luz, de modo que se acercó.

-¿Quién anda ahí?

La voz venía del pasillo que había dejado atrás. Amuir pegó la espalda al muro justo al lado de la entrada y vio entrar a uno de los mercenarios,  buscándolo. El asesino dejó de respirar y deslizó la mano hacia la daga, listo para ejecutar al incauto.

-Bah, lo habré imaginado...

En mercenario volvió por dónde había venido y Amuir vio a la serpiente de Madsul resoplar, desenroscandose para deslizarse hacia la luz. Con cuidado, Amuir se aproximó, escuchando un borboteo salir de la estancia. Pensó que era un mago haciendo pociones, pero solo era un ccocinero. Buscó a la serpiente y le dio un topetazo con la bota. La criatura siseó molesta y lo ignoró, de modo que Amuir tuvo que acercarse para susurrarle.

-Sal y búscalos. Primera puerta, derecha, dos. Siguiente estancia, derecha, Loto. Amuir al norte. Izquierda. Los espero.

La víbora de Madul regresó solo unos instantes más tarde¹, zigzagueando por el suelo. Se acercó a su maestro y le murmuró el recado que le había dado Amuir:

— Primera puerta, derecha, dosss. Sssiguiente essstancia, derecha, Loto. Amuir al norte. Izquierda. Nosss essspera.

1: han pasado, aproximadamente, dos minutos. El conjuro de Invisibilidad debería seguir activo salvo que Amuir haya hecho algo para romperlo.

Así que era cierto que el Loto se las había apañado para sobrevivir. Aunque esta vez la confrontación sería algo distinta.

-¿Vamos entonces?-Les susurró a los demás, acercándose a la entrada para acompañar a Kéfera. No era una experta combatiente, pero algo había aprendido, incluso si en su momento había sido más para ser usado como espectáculo, que explorando pasadizos subterráneos. Y al menos llevaba algo más de armadura que Su-namun o Madsul.

Madsul asintió a su sigilosa acompañante, y luego le preguntó con la voz siseante (aunque inteligible) con la que solía hablar con aquel ser, en tanto sus ojos cobraban el extraño fulgor que acostumbraban. Madsul pasaría mucho tiempo en aquel estado.

- Has regresado. ¿Tiene dificultades el hombre al que acompañabas? ¿Te ha indicado él que avancemos en esa dirección?

Miró a la serpiente con los ojos encendidos, esperando su respuesta.

Aunque no interpretó del todo lo que la serpiente le dijo a Madsul, pero estaba claro que si había vuelto era porque había solo dos opciones: Informar o estaba pasando algo con el asesino, a lo que Kéfera se estaba comenzando a poner nerviosa con tanta espera.

Miró a Shem primero, después a Natifa... y finalmente a Madsul.

- Di, que te ha dicho la serpiente... está claro que algo pasa ahí delante. - Kéfera se quedó mirando fijamente al nómada esperando una pronta respuesta.

Al ver que éste seguía intentando conversar con la serpiente, la exploradora miró al resto que parecían en ese momento algo más cuerdos que Madsul.

- Voy a avanzar, a mí no me conocen...

Sin esperar nada de nadie se introdujo tras la cortina y avanzó despacio pero con paso firme, tranquila pero alerta.

La víbora de Madsul confirmó a su amo que había sido Amuir quien le había dicho aquello, y que, en efecto, había mucha gente allí dentro y necesitaba ayuda antes de que se deshiciera el conjuro de invisibilidad y perdiera el elemento sorpresa. Kéfera pasó el completo silencio por el pasillo, pasando de largo por las puertas que flanqueaban el pasillo. Llegó a una estancia iluminada por la luz de las antorchas. Había bancos y taburetes, pero por lo demás estaba vacía. Los demás no fuisteis tan sigilosos, y el par de centinelas del que había hablado Amuir dejaron lo que estaban haciendo para salir a vuestro paso.

—¡Eh! ¿Quiénes sois vosotros? ¿Qué hacéis aquí? —dijo uno de ellos—. Esto es uhm... propiedad privada. Tienen que marcharse.

Los guardias han salido de la estancia marcada con B1 a la derecha. Kéfera ha podido avanzar hasta B2. Amuir está en la habitación cuadrada grande, cerca de B8. Los demás estáis en la entrada, por debajo de B1.

El sacerdote de Toth recitó una serie salmos arcanos y, por un momento, pareció entreverse una especie de extraño campo mágico envolvente de reflejos dorados que acabó por desaparecer.

Siguió a sus compañeros dentro de aquel lugar con no muy buenas expectativas. Después de todo él no era un hombre amante de las sombras, más bien hasta se podía decir que tenía cierto aire descarado... igual porque estaba acostumbrado más a que su posición y reputación sirviera a la hora de conseguir las tareas que le encomendaban. Pero aquello claramente salía de su zona de confort.

Kéfera estaba ya algo adelantada cuando dos tipos armados salieron de su izquierda deteniendo su avance. Shem no era un hombre de iniciar una trifulca, pero adivinando que Kéfera y Amuir estaban más adelantados, su posición estratégica no era tan mal al fin y al cabo, por lo que optó por una distracción.

Apoyándose sobre su báculo, adoptó una posición de clara jerarquía aunque sin quitarse la capucha que ocultaba parcialmente sus tatujes y dijo:

-¿Privada? -lo cierto es que la palabra le hubiera parecido hasta graciosa, de no ser por las circunstancias- Pues entonces nos han debido indicar mal. No es nuestro deseo molestar a nadie claro está... aunque tampoco éramos conscientes de que este lugar fuera de "alguien en particular" ¿Puedo saber con quién trato? Igual podemos llegar a una conclusión beneficiosa para todas las partes.

Sólo esperaba que aquel absurdo diálogo fuera aprovechado por sus compañeros más adelantados.

Los guardias intercambiaron una mirada entre sí.

—Nosotros solo somos los centinelas, y tenemos la orden de no dejar pasar a nadie ahora mismo —respondió uno de ellos—, pero si esperáis fuera un rato podríamos conseguiros una entrevista con alguien. Dejando vuestras armas fuera de la reunión, claro. Decidme vuestros nombres y cómo podéis beneficiarnos y os digo si alguien quiere hablar con vosotros.

Ha pasado otro minuto. Al conjuro de invisibilidad de Auir le queda 1 minuto.

Nathifa no tenía mucho que aportar a la conversación, así que se limitó a parecer inofensiva, mientras vigilaba la aparición de Kéfera entre las sombras.

Kéfera avanzó rápidamente hasta la siguiente sala sin alertar a nadie, pero la manada de elefantes que salió tras ella no tuvo la misma suerte. Al entrar éstos, más pronto que tarde les cortaron el paso unos guardias.

La exploradora se detuvo para escuchar qué pasaba, y al ver que era Shem el que tomaba la iniciativa en el encuentro, ésta se puso nerviosa, pues sabía que el sacerdote no era bueno en estas situaciones, sabía que él daba ordenes y no negociaba... y la situación era completamente a la inversa.

Ante la respuesta del centinela, a Kéfera le dio la impresión de que su voz sonaba nerviosa, denotaba que realmente quería que Shem, Madsul y Nathifa no eran bienvenidos. Si la situación se alargaba un poco más, ambos guardias podrían intentar intimidarlos e incluso sacar sus armas.

A la exploradora la quedaba una difícil decisión. Ir con Amuir y seguir entrando en la boca del lobo, o ayudar a sus compañeros y asegurarse de que avanzaban sobre seguro.

Intentó visualizar la mejor acción en la mejor situación, pero cuando se quiso dar cuenta ya había desenvainado ambas espadas cortas y cargaba en silencio contra uno de los centinelas.

La exploradora avanzó con decisión, agachada y a grandes zancadas mientras que sus compañeros la veían de lejos. Alguno de ellos ya comenzaba a prepararse para lo que iba a venir y no fue hasta que ya estuvo a escasos 15 pies que cargó directamente contra el primero de los centinelas. Alzó la espada que sujetaba en su mano derecha y describió un arco descendente aprovechando que su objetivo estaba de espaldas y era vulnerable.

En otra situación hubiera gritado durante el ataque, pero en estos momentos era mejor no desvelar nada, pues en pocos instantes el pasillo se iba a llenar del entrechocar del acero y seguro que alertaría a alguien más no deseado.

Madsul se vio sorprendido por la situación. Realmente aquello era lo que había esperado: allí había centinelas, y su irrupción no tardó en atraerlos. Shem buscaba algunas excusas para tratar de negociar con ellos, pero aquel no era el ambiente del sacerdote. Madsul, por su parte, no encontraba las palabras adecuadas en ese momento. Y entonces Kéfera no pudo más. Como un áspid del desierto, se arrojó sin mediar provocación contra uno de aquellos pobres desgraciados.

Más vale cazar que ser cazado. - decía un refrán de su pueblo.

Sin pensarlo dos veces, Madsul echó mano de su larga lanza, presto a combatir desde la zaga de Shem.

Amuir, ajeno a lo que estaba sucediendo, esperaba junto al cocinero a que el resto de sus amigos entrasen en la guarida. O le enviasen a la serpiente para que le diese alguna indicación de lo que pensaban hacer. O enviasen a Kéfera junto a él. Mil cosas le pasaban por la cabeza al Hermano de Osiris.

Ini 20

Sin soltar el bastón con una mano, Shem indicó al grupo que dieran un paso para atrás... o dos.

-Oh, claro, es comprensible. Hacéis vuestro trabajo, después de todo ¿no? -empezó a decir él mismo. Entonces atisbó a ver a Kéfera lanzándose desde su espalda. Al fin la exploradora estaba aprovechando la oportunidad que su absurda cháchara había comprado.

Y dicho aquello, el diálogo había terminado en el momento en el que la espada de Kéfera surcó el aire y fue a impactar contra uno de los guardias... Shem se puso a visualizar cómo mejor ayudar en aquella situación.

Kéfera se lanzó por la espalda contra uno de los guardias, que gritó de dolor cuando le metió un palmo de acero por la espalda. Su alarido reverberó por el complejo, sin duda no pasaría desapercibido...

Solo Kéfera ha actuado en el asalto sorpresa.

Midrangor: correcto, puedes hacerlo.

Faris: según tu ficha Nathifa está a 18/22, ¿me confirmas que ese dato es correcto?

Si veis algún error u omisión, decidlo.

¡TURNO DE AMUIR!

20. Amuir: 29/29 (Invisibilidad 10 asaltos, Isla de Filos)
18. Rufián 2: ileso (desprevenido)
15. Rufián 1: 4 daños, herido (desprevenido)
11. Kéfera: 32/32, no letal 2
10. Nathifa: 22/22, no letal 4 (desprevenida)
3. Madsul: 20/20, no letal 1 (Armadura de mago 1 hora, desprevenido)
1. Shem-su-namun: 27/27, no letal 1 (Armadura de mago 4 horas, desprevenido)

Rufianes 5, 7 y 8 se levantan de donde estaban descansando y se acercan a las puertas de sus respectivas habitaciones.

25. Rufián 5: ileso (desprevenido)
25. Rufián 7: ileso (desprevenido)
21. Rufián 8: ileso (desprevenido)
20. Amuir: 29/29 (Invisibilidad 10 asaltos, Isla de Filos)
18. Rufián 2: ileso (desprevenido)
17. Rufián 3: ileso (desprevenido)
15. Rufián 1: 4 daños, herido (desprevenido)
12. Loto Negro: ilesa (desprevenida)
11. Kéfera: 32/32, no letal 2
10. Cultista: ilesa (desprevenida)
10. Nathifa: 18/22, no letal 4 (desprevenida)
8. Rufián 6: ileso (desprevenido)
7. Rufián 4: ileso (desprevenido)
3. Madsul: 20/20, no letal 1 (Armadura de mago 1 hora, desprevenido)
1. Shem-su-namun: 27/27, no letal 1 (Armadura de mago 4 horas, desprevenido)