Partida Rol por web

Y el bosque volvió a bramar con ese grito escalofriante que parecía proceder de todas partes a la vez. Marius, que está blanco y respirando con demasiada dificultad, emite un grito de pánico en correspondencia al inhumano. Sin embargo, una vez estáis en el prado de cesped perteneciente a la finca Sartorius, no podéis ver que hay en la espesura de los árboles del bosque colindante pues la cortina de niebla se queda en esa linde. Como si os mirase en su quietud. 

- Joder, joder, joder... - repite una y otra vez Dorian, que está petrificado mirando el blanco manto. Acaba cayendo de rodilla, abrumado, saliendo  precipitadamente de su boca y fosas nasales el aire caliente condensado por el frío.

Sin duda, algo que no podía cruzar aquella barrera invisible, os mirada entre los árboles.

Miro con gesto desencajado hacia los árboles. Al tiempo que trato de retomar mi respiración. Me ardían los pulmones al llenarlos de aire frío, pero no podía hacer otra cosa que tratar de seguir respirando. Sentía calambres en las piernas y la tripa me pinchaba debido al flato y el esfuerzo.

-Mierda…- digo en un gimoteo muerta sobre la hierba. –Esa cosa quiere matarnos a todos…

El gimoteo de Marius es aun mayor y, en un acto de pánico absoluto, de pronto echa a correr hacia la casa sin poder dejar de lloriquear y emitir una especie de grito lastimero. Como si hubiera perdido la razón. Va dirección a la casa, pero el gitano que parecía mas acostumbrado a las estampidas en pos de salvar la vida, le intercepta antes. El chico intenta zafarse y hay un pequeño forcejeo, ero Dorian consigue dejarlo quieto, asiendolo desde la espalda. 

- No puedes ir allí hasta que  no te calmes. Pensarás que te has vuelto loco, pero no es así... Lo que has visto es real y si vas a contarlo si que te tomaran por loco... Aquí estás a salvo. - le dice en voz pausada pero tensa. Marius contesta algo ininteligible, una especie de farfullo agónico, dejándose sujetar como un muñeco roto, que acaba por echarse a llorar de la pura tensión.

No me siento mejor que Marius, aunque supongo que a mí la puñetera tele me ha insensibilizado. He visto tantas pelis de miedo y mierdas que esto no me causa parálisis, aunque estoy acojonada. Tengo la sangre helada solo de haber visto a esas cosas y no paro de tocarme la muñeca donde me tocó. Además está la herida que tiene Dorian. Esto es una locura. Sigo pensando que lo mejor es quemar el bosque si es que no puede entrar eso a la finca, alguna razón habrá para ello.

-Haz lo que te dice, Marius… Irás a un loquero si cuentas eso…- señalo hacia el bosque. –Hasta a mí me cuesta creerlo y tengo marcas para probarlo- le enseño la muñeca, que debe estar como su tobillo. Luego miro a Dorian. -¿Por qué no entra aquí?

Marius mira tu herida sin ver. La imagen penetra en sus ojos, pero sigue en shock y no debe estar asimilando lo que ve, sino lo que acaba de pasar hace unos instantes. Al menos deja de forcejar con Dorian y simplemente se entrega al llanto. Aun con todo, el gitano no le suelta. 

Dorian te mira ante la pregunta.

- Esto es parte de la finca de los Sartorius... - dice, emitiendo vaho por la boca debido al frío - Te dije que hace mucho hablé con una anciana que decía saber mucho sobre el banshee, y que su familia conservaba libros... Era una Sartirius...

-Entonces quizás aquí dentro hay libros...- miro la casa y luego a Marius. Sabía cómo se sentía, al menos en parte. Me acerco a pasar un brazo sobre sus hombros. -Tenemos que acabar con eso y tienes que ayudarnos, Marius. Asiente si entiendes lo que quiero decir... Hay que buscar algún libro que hable sobre la cosa del bosque.

Marius no dice nada, sigue en shock. Pero Dorian lo levanta del suelo, luego te mira.

- ¿Donde dices que te dio refugio? Puede ser un buen lugar hasta que reaccione...- le mira a él preocupado - Si reacciona...Entiendo lo al borde de la locura en que se encuentra ahora....

Señalo la pequeña casa que está dentro de la finca, donde había pasado yo la noche. Luego me acerco y paso un brazo por la espalda de Marius y su brazo de él sobre mis hombros.

-Sí, mejor vamos allí hasta que se le pase un poco...- digo haciendo fuerza para que Marius se ponga al menos de pie.

Entre ambos cargáis el chico y os movilizáis hacía la casucha que se ubicaba dentro del territorio Sartorius. Aunque Marius no dice na, acaba reaccionando en parte y sus pies cooperan, andando a vuestro paso aunque aun un poco desvanecido. Es así como vuelves al paraje en donde , no hace tantos días, pisaste y pasaste la noche. Aquella cabaña te dio cobijo durante la primera fría noche que pasaste Saint Louis y en ella descubriste además dibujos un tanto extraños. Horripilantes. 

Una vez en el portal, Dorian empuja un poco la puerta pero la encuentra cerrada. Es cuando Marius parece salir de su lapsus y saca un manojo de llaves, metiendo una de ellas en la cerradura de la desvencijada puesta ya la abre. La luz del exterior penetra en la estancia que ya conoces y os permite ver en el interior. 

Marius pasa primero, aun temblando. 

Sigo a Marius y voy a buscar la manta que me prestó para no helarme de frío. Voy a cubrirle con ella y le froto los brazos para darle fuerzas y que entre en calor. No sabía bien de las costumbres de esta época, pero para hacerle sentir más o menos bien solo necesitaba apoyo. Saber que no estaba loco.

-Enséñame tu tobillo, te cogió de ahí, ¿no?- digo señalando y luego le enseño mi muñeca. -A mí también me agarro...

El chico está en tal estado que pone resistencia a que le cubras con la manta y le toques. Está temblando como un flan y seguramente lo agradecía. Te mira la muñeca cuando se la enseñas, observando con espanto las marcas que te dejó aquella cosa. Aun están rojas, cual quemadura reciente. Los ojos abiertos como platos de Marius enfocan después a su propio tobillo, cubierto por el bajo del pantalón que parece haberse rasgado con los matojos del suelo. 

Cuando se levanta un poco la pata del pantalón, tu ves que la zona donde se enrollaron los zarzillos de pesadilla está cubierta por aquella sustancia del la textura del alquitrán. La misma que te pringó la muñeca y te carcomió la carne.

Al verse eso, Marius emite un gemido agónico. Dorian, que se encontraba cerrando la puerta de la cabaña, se acerca a ver aquello de cerca.

Al ver que queda la sustancia negra, cojo parte de la tela de su pantalón e intento retirarla. Sabía lo que quemaba aquella cosa y había tenido suficiente. Sin embargo Marius parece que ni se da cuenta que todavía tiene eso encima.

-No pasa nada, está bien. Esa cosa vino a por todos... Pero tienes que calmarte y entender las cosas, ¿vale Marius?- le miro, dudando que de verdad pueda superar esto. Espero que no esté roto.

Intentas quitarle la ponzoña negra, pero esta requiere de paciencia y buenos frotes para que salga de la piel. Se la quitas un poco, pero con agua y un paño quizá iría todo mejor. Dorian se acerca a encender el hornillo para caldear la estancia, mientras Marius se tiene que sentar, aun mirando sel tobillo.

- No entiendo nada... - contesta ante tu "y entender las cosas"- Hay un monstruo en el bosque...es...es... - boquea un poco, sin poder acabar la frase.

Me siento a su lado, quitando aquello. Tendría que hacerlo con lo que tenía ahora mismo, que era un trozo de tela.

-Has visto lo que todos... La cosa que vive en el bosque y que probablemente me trajo aquí. No te mentía. Pero lo importante es que vamos a echar de aquí a esa cosa. Deberíamos quemar el bosque, o algo así. No sé por qué no puede entrar aquí...

Te mira, quizá recordando tus confesiones. Aquellas que le soltaste a bocajarro y por las que él te tomó por loca. Es cuando la cara de Marius refleja un poco su estado interior. Está desencajado y quizá su mente esté sufriendo un cortocircuito por sobrecarga de información. 

- Para un poco, creo que necesita asimilar esto. Le va a dar un ictus... - acaba interviniendo el gitano, viendo la palidez del chico.

Tu le quitas la pringue del tobillo, descubriendo así que lo tiene en carne viva. Tal como tu brazo. 

-No es para tanto...- comienzo diciéndole a Dorian, pero porque no miro la cara de Marius que estoy a otra cosa. Cuando por fin miro al muchacho frunzo el ceño y me aparto, habiendo retirado antes la cosa negra. -Pues háblale tú, que parece que tienes más tacto.

Dorian se agacha frente al muchacho, para quedar cara a cara. 

- Se que no entiendes lo que viste, pero lo viste... Como lo vimos todos. El niño Sartorius... Jacob. ¿Está bien? - le pregunta, preocupado. 

Marius alza la mirada y parece recordar en ese momento al situación en la que se encontraba antes de que pasara la locura del bosque. 

- Su padre le encerró en casa... - te mira a ti - Cuando me dijo que algo le pasaría, le busqué y se estaba metiendo al bosque. Decía que alguien le llamaba, que alguien le decía que jugaría con él...- traga saliva - Al decírselo a mi señor, me dijo recorriera la zona con algunos hombres y que diera parte a la policía....- aún esta temblando.

-Mejor que siga en casa, no puede salir... Y seguro que lo intenta, es un niño- digo pensativa, mirando a Marius y a Dorian. Los niños eran puñeteros y siempre hacían lo contrario a lo que se les decía, no creo que ir varios años atrás en el tiempo haya cambiado eso.

Putos críos...

-¿Ahora qué? Si esa cosa no puede entrar y se lleva niños, podríamos traer aquí a los niños... ¿Pero cómo nos cargamos a ese cabrón, o cabrona?

- ¿Esa cosa se quería llevar al señorito Sartoriuous?  - pregunta Marius con horror. Dorian vuelve a alzarse y comienza a caminar de un lado a otro de la pequeña cabaña. 

- ¿Estas hablando de secuestrar a unos niños y encerrarlos aquí hasta que arreglemos el asunto? - te mira el gitano - No digo que sea mala idea, pero sus padres no pensarán lo mismo. Y no se como nos podemos cargar a esa cosa, en realidad... Tiene que haber algo en los archivos Sartorius... No puede entrar aquí, no puede ser casualidad. La madre del actual dueño sabía cosas...

-Sí- asiento a Marius resumiendo y luego miro a Dorian. -Yo no he dicho de secuestrar a nadie, esa es idea tuya. Tiene que haber una forma de que vengan o algo, si secuestras niños será mucho peor...

Me levanto y voy a buscar los grabados que encontré cuando dormí ahí, esos que me dieron escalofríos. No los toco, pero llamo a Dorian. -¿Esto tendrá que ver con esa cosa?