Partida Rol por web

No estaba dormido en absoluto, porque, a pesar del cansancio, la situación era lo bastante tensa para impedirme conciliar el sueño. 

Escuché los ruidos que procedían de la selva, y automáticamente busqué el contacto de mis acompañantes para asegurarme de que ellos los habían escuchado también sin tener que decirles nada.

-Shhhhhhh... -murmuré, casi en un susurro inaudible. El sentido común indicaba ocultar nuestra presencia lo mejor posible, a pesar del resplandor de la hoguera. Quizás fuesen animales.. quizás no. 

Eché de menos habernos armado de algún modo, aunque la cabina del avión podría ser buena protección llegado el caso de necesitarla. 

El sonido se intensifica. El bambú repiquetea más fuerte, los sonidos guturales os rodean y la lluvia se hace más intensa. Parece venir de todas direcciones hasta que el bambú para de sonar. Se producen unos intensos segundos de silencio hasta qur un relámpago ilumina el claro y veis dos figuras humanoides retorcerse en lo que parece un lento caminar hacia vosotros. Tienen el rostro desfigurado, como si un extraño y perverso dios hubiera decidido trocear seres humanos y volverlos a montar sin ningún tipl de orden. Un tipo de naturaleza poderosa pero grotesca es la única que podía crear esos seres absurdos.
Cuando la luz del relámpago desaparece, dejáis de ver a ambos seres, pero sabéis que están, acercándose a a vosotros...

Me quedo quieto, paralizado ante la idea del ataque inminente de esas criaturas. La luz del relámpago nos las mostró, y... mejor no haberlo hecho. 

Apenas con un susurro les digo a mis acompañantes:

-Buscad armas-, cosa que yo también hago sin movimientos bruscos. A la titilante luz del fuego no se le podía pedir mucho, pero el fuselaje era tan antiguo que fácilmente conseguí una barra de hierro con apariencia resistente.

Si nos atacan, desde luego que venderemos cara nuestra piel.

¡¿Pero qué demonios... ?! dice para sus adentro al ver a esas dos figuras. Felix se pone en guardia, se gira hacia Leroy, extiende su mano hacia él y dice de forma un tanto autoritaria:

¡El revolver! ¡Rápido!

En caso de que Leroy se lo pase dispara rápidamente y con pulso firme hacia los atacantes.

Me coloco detrás de quien tenga finalmente la pistola tanto para protegerme como para no estar en el ángulo de tiro mientras busco a mi alrededor bien algo que sirva de arma o algo que nos ayude a iluminar.

Encuentro el cuchillo y se lo paso con cuidado a Irina en la oscuridad*, para que también ella tenga un arma, quedándome yo con una caña de bambú afilada y las otras a mano, tanto para mí como para Leroy**. Miro hacia atrás, convencido de que esos seres pueden no estar solos, pero parece que solo se los ve a ellos. 

Bastantes eran, para personas casi desprotegidas en plena oscuridad.

Felix había disparado, ojalá acertase a alguno.. ¡o al menos salieran huyendo!

Leroy lanza el revólver cargado a Felix y el cuchillo al Profesor, que lo agarran con extraordinaria destreza.

Cojo el cuchillo que me ofrece el profesor, con cierto miedo a que aquellas criaturas lo vieran, lo tomaran como una amenaza y aceleraran su ataque.

¿Pero qué demonios son?

Sufrís un tremendo impacto al ver lo que se acerca. En medio de la jungla, la lluvia parece impactar con algo sólido y transparente, que sólo las gotas de agua dan forma. Es algo humanoide de más de dos metros de altura, y son dos figuras. El terror os produce un escalofrío en la columna y un relámpago os revela lo que es:

Unos seres de carne retorcida sin orden alguno. Parecen ser una caricatura diabólica de un ser humano. El primero de ellos tiene la cabeza girada, con la boca llena de terribles dientes encima de los ojos, y el otro tiene la boca desgarrada y justo en medio de ambos ojos. La carne está arrugada en unos lados y estirada en otros. ¿Qué horripilante naturaleza puede producir estos seres? Se asemejan a torpes muñecos de trapo cosidos por una mente enferma.

Tras el relámpago, vuelven a convertirse en semitransparentes. Parece que sólo la luz parece revelarlas claramente ante vuestros ojos. Ambas figuras las tenéis casi encima y la primera de ellas se encara con Felix, y la segunda con Irina. Su largo brazo arremete contra vosotros. Os producen sendos golpes en el rostro.

Cuando no son transparentes, son aún más horripilantes. Su figura, su forma de moverse. Es como una pesadilla de la que no se puede despertar.

El terror me tiene atenazada mientras la criatura se acerca a mí, y reacciono demasiado tarde. Llega a herirme, y no puedo evitar gritar, pero el dolor me trae de nuevo a esto que podemos llamar realidad, y contraataco.

Aprovechando que tengo a la criatura cerca, intento clavarle el cuchillo con toda la fuerza que me sale.

Veo a la criatura en la penumbra, y el miedo ancestral a la muerte me atenaza. Mis pulsaciones se disparan, y siento como si el corazón fuese a estallarme.

A pesar de ello, intento verla bien, verle si tiene puntos débiles.. Tengo una lanza afilada, y no puedo malgastar mis fuerzas en ataques inútiles.

Confío más en la pistola de félix, pero, por si acaso, embisto con mi lanza a la criatura buscando algún punto vital.. Procuro apuntar al sobaco, con idea de que mi lanza se clave en su corazón de lado 

Irina clava el cuchillo en la parte inferior de la mandíbula, ensartando su cráneo de abajo a arriba. El devorador que estaba frente a ella se convulsiona y de repente, su carne se desmenuza en pedazos rosáceos empapados en sangre. Al caer al suelo, se oscurecen rápidamente, como por efecto del paso del tiempo a gran velocidad, para acabar deshaciéndose por efecto de la corrosión. Todo en efectos de unos pocos segundos. Irina acaba de acabar con uno de los dos devoradores de un solo golpe, devolviéndole la confianza en sí misma.

El Profesor Ezekiel se arma de valor, pero las dificultades del entorno y las extrañas leyes de la óptica a la que obedecen estas infernales criaturas lo confunden y su lanza no ensarta nada más que aire y lluvia.

Leroy se fía más de sus puños y dirige su derecha contra el estómago amorfo del devorador que queda en pie. Impacta en su estómago y desestabiliza por unos instantes al engendro y le hace escupir sangre y vísceras por sus fauces.