Partida Rol por web

Miro con curiosidad a los dos hombres cuando regresas, suponiendo que tienen algo que decir, y pensando que nada bueno.

Me acerqué al viejísimo aparato, intentando ver cómo estaba formado. Mi compañero en la universidad, el profesor Matthews, es un radioaficionado experto. Sin duda él sabría qué hacer en este caso.

Al igual que Félix, me temía no saber usarla o estropearla más de lo que está. Por fortuna, me fijé en que a pesar de estar en la cabina del avión y sufrir toda clase de golpes durante el accidente,se mantenía bastante decente.

Apelé a la memoria del señor Tesla, a quien su misma marca recordaba, y me decidí a conectar la radio.

-Veamos qué pasa.. -comenté a Felix-. Dígale a Irina y a Leroy que vengan. Si funciona, ojalá podamos transmitir algo.*

Te das cuenta, gracias a tus conocimientos de Electricidad, que la radio puede ser desacoplada para funcionar fuera del avión, ya que incorpora una batería ingeniosamente ligera y pequeña. El conjunto, ¡pesa sólo 15 kilos!

El Profesor invita a entrar a Irina y Leroy, que se unen, apretados, en la cabina de la piloto desaparecida Amelia. Allí hay una radio modelo Tesla Technologies que con paciencia y seguridad, Ezekiel comienza a manipular.

- ¡Diablos, una radio! ¿A qué espera, Profesor? Haga algo o déjeme a mí - dice Leroy, buscando ser protagonista de la situación -.

El Profesor activa varios interruptores y un zumbido llega a vuestros oídos. A continuación ajusta el volumen y hace un barrido por las distintas frecuencias.

Sólo ruido...

Estáis comenzando a sudar por el calor y el agobio de estar hacinados en la cabina, y el Profesor decide sentarse en el asiento que debía ocupar Amelia para operar más cómodamente.

Ruido...

Parece que estáis incomunicados y que lo único que podréis escuchar es ruido. Por si acaso, Ezekiel Brush pulsa el botón de transmitir y pregunta varias veces si hay respuesta, pero sólo ruido. Al cabo de un par de minutos de barrer todas las frecuencias, el ruido se detiene y se perciben gritos de terror en una lengua extranjera, seguidos por el húmedo y chasqueante sonido de la carne y el hueso desgarrados.

-Félix, ya que podemos, saquémosla al exterior. Tal vez funcione mejor fuera, sin toda esta chatarra que impide la conexión.. ¡Ayúdeme! -me dispuse a cargar con el aparato con la ayuda de mi compañero. 

Ahora que no llovía y todo parecía en calma, era un buen momento para hacer experimentos. De todos modos me preguntaba cómo no vimos antes el aparato.. Quizás por las prisas, y la oscuridad. Tomé nota mental de ese fallo tan grande. Quizás me fuese útil en otra ocasión el recordar mirarlo todo con suma atención.. ¡más aún si mi vida depende de ello!

Mis dedos se detienen al oír algo reconocible en el dial, pero sin duda no era lo que yo buscaba. Queríamos comunicarnos con el exterior, lanzar una petición de ayuda, de búsqueda.. Aunque no supiésemos decirles dónde buscar. Al menos sabrían que estamos vivos.

Pero no.

Gritos desgarradores y horrores que se intuían por esos macabros chasquidos.

Miré a mis compañeros, angustiado. Quizás era un aviso. Pero sin querer, un pensamiento cruzó por mi mente, y lo exterioricé:

-Ya lo han escuchado, todos.. No hay duda de qué eran esos gritos. Pero.. ¿cómo lograron que se transmitan por radio? ¿Cómo saben que tenemos una funcionando? Hasta que Strode me avisó, ni siquiera sabíamos que disponíamos de una.. O hay magia aquí, señor Currie, o nos vigilan. Lo siento, pero ya no puedo pensar de otro modo. Sea lo que sea, quiere amedrentarnos.. Podría ser un truco mental, pero lo hemos escuchado los cuatro.. ¿Qué podemos hacer?

Seguí manipulando el dial buscando más frecuencias, pero ninguna respondía. No quería gastar demasiada batería, pero necesitaba seguir intentándolo.

El Profesor siguió rastreando las frecuencias durante varios minutos sin éxito...

-Creo.. creo que necesito descansar un poco. Todo ésto ha sido demasiado*. Si me premiten, me retiro unos instantes y reflexionaré sobre lo ocurrido.

Me dirijo al exterior del avión, sin alejarme demasiado, buscando algo de soledad. Pensé en todo lo ocurrido, y en lo fuertes que tendríamos que ser mentalmente para superarlo. Meditar y psicoanalizarme siempre me fue útil en momentos de mucha presión.

Pones en orden tus ideas y al cabo de un rato, te quedas más sosegado.

Aquel aparato trajo un poco de esperanza, pero duró poco. Los gritos habían conseguido ponerme la voz de gallina. Era cierto lo que decía el profesor. O bien alguien nos vigilaba y estaba jugando con nosotros, o era una coincidencia terrible. ¿Alguien más estaba en aquella isla, con una radio, retransmitiendo en el mismo momento que nosotros, y para eso?

Bueno, pensándolo fríamente, no era tan extraño. Habíamos dado por hecho que la isla estaba abandonada pero quizás no era así. A lo mejor había misioneros, o exploradores, que hubieran llegado por su propio pie y tuvieran radios que funcionaran, y alguien con quien comunicarse. Y habían sido atacados en ese preciso instante.

Otro escalofrío.

- Calmémonos, señores, y veamos el lado positivo. Esto... esto significa que hay más gente en la isla - aunque la cuestión es si viva o muerta - y que posiblemente retransmitían para alguien en concreto, pidiendo ayuda al ser atacados. Lo que nos dice que puede que haya alguien que puede sacarnos de aquí.

-Tiene usted razón, Irina.. Tal vez me precipité en mis conclusiones. Ahora que puedo razonar más claramente, veo que algunas opciones que barajé rozan lo descabellado, aunque, como ya dije, lo descabellado cada vez me lo parece menos.

Quizás debiésemos armarnos debidamente y suplirnos de provisiones para un tiempo, cazando y pescando y secando la carne de animales y peces, y con armas, aventurarnos por la isla a ver qué encontramos. Como usted dice, señorita Krilov, tal vez no estemos solos, sea eso bueno.. o malo. Si es bueno, estupendo. Si es malo.. ya nos hemos topado con parte de ello -dije, recordando a los dos seres que nos atacaron-. ¿Salimos de caza y pesca? -ya estaba un poco harto de tantas bayas y hierbas. Realmente la carne, aunque sin duda daría más trabajo, también es una fuente de proteínas que nos mantendría más resistentes a lo que fuese. Era necesario cazar.

- Sí, por supuesto. Toda provisión será bienvenida para conservar las fuerzas y la mente clara. Soy conocedora de lo que le ocurre a una persona cuando no puede comer o beber, y no todo es debilidad. La mente también sufre.

Nos internamos Félix y yo en la selva, para poder cazar alguna presa que nos ayudase a sobrevivir. Encontramos un cerdo salvaje* distraído, y aunque yo llevaba mi lanza, Félix disparó, alcanzándole.

Lo rematé con mi lanza afilada, ahorrándole sufrimiento, y con el machete empecé a descuartizar al animal. Con fuego, podríamos ahumar o secar la carne al sol, y nos duraría más tiempo.. Tampoco sabíamos si habría tiempo para ello. De momento, estaba contento con el resultado de nuestra aventura.

Siendo hombre de ciencias, convertir el cadáver de un animal en algo comestible no era mi labor habitual, pero la desempeñé lo mejor que pude, utilizando a Félix para llevar cada parte del animal a nuestro improvisado campamento cerca del avión siniestrado. 

Una vez terminada la labor, regresamos para organizar los nuevos avituallamientos, y preparar lo que necesitábamos para una buena cena