Partida Rol por web

Volviendo a centrarse en lo que les ha traido a la selva, Charlie olvida la astronomía. Tras probar algunos extraños frutos y descartarlos con una mueca de asco, localiza otros que parecen comestibles. Desgraciadamente, no hay demasiados, apenas los justos para saciarle a él. En el momento en el que realiza semejante hallazgo, está fuera de la vista de los demás. Alterna su mirada entre la comida y la dirección en la que se escuchan las pisadas de sus compañeros de desventuras. Una mueca de duda se dibuja en su rostro.

-Por favor, una limosna. Dios se lo pagará no dejándole acabar como yo. - la rabia emponzoñaba sus súplicas más allá de lo sutil.

Hacía poco que había llegado a aquella ciudad y no se podía decir que estuviera en racha. Sin trabajo, sin techo y con un par de costillas rotas cortesía de aquel energúmeno que no quiso fiarle las copas que tomó. Para más inri, la nieve con la que aquellos niños ricos jugaban constituía para él y aquellos con los que compartía las frías noches en las calles, una versión blanca de la parca. Más de una mañana se encontraba a un vagabundo muerto, congelado y tieso como una barra de hielo.

-¡Niño! ¡Dame algo para que pueda calentarme las tripas! - espetó con voz rasposa y débil al asustado niño que había llegado hasta él sin darse cuenta, huyendo de las bolas de nieve que le arrojaban sus amigos.

Sin decir palabra, con los ojos muy abiertos por la sorpresa de encontrar a alguien entre aquel montón de cartones y mantas viejas, salió corriendo.

-¡Sí! ¡Corre! ¡Huye del pordiosero come-niños! ¡Maldita sea! ¡Arrieros somos!-le gritó.

Pero, para su sorpresa, el niño volvió al cabo de un rato, de la mano de una mujer oronda. Por la vestimenta, parecía una criada. No había asco o miedo en la cara de ambos, solo compasión. Una compasión lo suficientemente comedida como para no ofender a su ego. Antes de que el mendigo pudiera abrir la boca, la mujer desplegó ante él un paño a cuadros. Contenía un pedazo grande de pan, algo de queso y unos dulces. También le dió unos centavos, acompañados de un casi maternal "no se lo gaste todo en vino, que más que calentar, engaña".

La gente buena no abundaba, pero siempre aparecía alguna excepción justo cuando la fe de Charlie en el género humano estaba a punto de quebrarse.

Suspirando, llama al resto a voz en grito.

-¡Eh! ¡Aquí! ¡He encontrado algo para comer!

Cuando los demás acuden, señala el arbolillo que les permitirá echarse algo a la boca.

-Y seguro que si cavásemos en esa hondonada de allí, encontraríamos agua. Hay muchas más plantas en esa zona que en el resto. Pero sin pala, creo que nos tendremos que conformar con beber el rocío.

Aunque el día está avanzado, en las zonas más sombrías aun quedan algunas gotas en las hojas. Charlie chupa con ansia algunas de ellas tras comerse su parte de la fruta. Sus tripas rugen pidiendo algo más que esa ridícula colación.

-Tendremos que pescar o cazar si no queremos morir de hambre. Sí que hay animales. - su dedo señala unos excrementos recientes cerca de allí. - Por cierto...¿guardamos algo para los de la playa? - pregunta sopesando uno de los últimos frutos.

Guardemos algunas para el resto... de momento podremos racionar bien como para que estemos cada uno debidamente alimentado. - Irina agarra un par de los frutos y los envuelve en su vestido, dejando al descubierto gran parte de su delicado cuerpo.

Volvemos con los demas? o tratamos de cazar algun animal asi tambien nos aprovisionamos de algo para cenar?

Irina queda a mitad de camino, aunque tampoco le agrada mucho el hecho de meterse aun mas en la jungla y encontrarse, vaya a saber quien, con que clase de animal salvaje.

-Pues entonces... habrá que cavar, y los mecanismos de una pala no son muy complicados... pero no la tenemos, habrá que apañar una con algunas ramas partidas o algo similar, un madero de los del barco, que era plano, por ejemplo...

Deberíamos quedarnos aquí lo suficiente, con estas angrunas apenas engañaremos el hambre, y ya que hemos venido hasta aquí, será mejor que acabemos lo que hemos empezado, no?

Yo... tenemos que hablar con los demas que se han quedado en la playa. ¡Necesitamos que todos estemos colaborando en esto! Las cosas no van a ser nada faciles por lo que veo... Dios mio...

Estoy dispuesta a colaborar Charlie, solo indiquenos que hacer.

-Estoy de acuerdo con los dos...-reflexiona rascándose un brazo- Vayamos a la playa y mataremos dos pájaros de un tiro. Reclutamos a los que se quedaron allí y buscamos entre los restos del naufrágio algo que nos pueda servir para cavar. Vamos, hagámoslo mientras aun nos queden fuerzas.

-Muchas manos hacen ligero el trabajo. -pronuncia con solemnidad otro de sus refranes y comienza el camino de vuelta, intentando no alzar mucho la vista para no pensar en la extraña posición del sol.

Un poco más relajados tras haber podido comer algo, aunque fuese solo frutas y un poco de agua que chupasteis de las plantas, intentáis volver sobre vuestros pasos pero resulta más complicado de lo que parece. ¿Por donde vinisteis?

Recuerdo que íbamos dejando un rastro de ramas rotas y cosas así, para bien o para mal...

Después de buscar un rato entre la maleza nuestras propias huellas y rastros, me doy cuenta de que no sirvo para ello.

Educado, puede que mas de lo que Charlie habría esperado, pero notoriamente nervioso, Ezekiel nunca había estado "en blanco" ante ninguna situación, su ingenio y su voluntad de aprender y comprender todo lo que le aparecía delante siempre había sido mayor que todos los infortunios del camino, pero ahora sin duda, era impotente, e inútil, un pez fuera del agua, eso era Ezequiel. Sin instrumentos, sin guías, sin notas...

Sr. Allred, ¿Por donde dejó usted aquellas marcas?

Flora mira desconcertada al Doctor Ezekiel, que parece totalmente perdido

Es por aqui mi buen doctor dice sonriente mientras le muestra el camino, sigame y saldremos de esta jungla dice mientras le sujeta suavemente del brazo

Asi no nos perderemos termina mientras echa a andar direccion a la playa,tratando de sujetar los pocos frutos que ha podido guardar para los compañeros.

Gracias hermana.... digo con apenas un hilito de voz decaída...

...

Los pasos resonaban a lo largo de los pasillos de mármol que se entrecruzaban de un lugar a otro, dejando ver grandes puertas de madera, tras las cuales cientos de alumnos tomaban apuntes o bostezaban mientras escuchaban al profesor de Historia Egipcia, de Álgebra Compleja, de Análisis Espectrográfico...

El Joven Doctorando Ezekiel Brush miraba inquieto cada pasillo, y los pequeños cartelitos colgados en las esquinas, C6, F3, B10...

Cuando pasaba por delante de en fósil de un mamut  que adornaba uno de los salones, aquella visión le dejó absorto durante unos instantes, fascinado por la grandeza y belleza de aquello. Tanto, que no pudo apreciar el escalón que tenia delante, cayendo al suelo y derramando por el suelo el maletín que llevaba debajo del brazo, un cajón de cartón lleno de papeles que se esparcieron por toda la habitación, una foto de su preciosa prometida, en un marco de madera, que quedó sin vidrio tras el golpe, y decenas de cachibaches que acarreaba como podía.

De bruces en el suelo, y avergonzado, comenzó a recoger aceleradamente sus papeles de rodillas en el suelo, amontonándolos en el cajón que llevaba.

-Se encuentra bien?

Un hombre mayor, encorvado que caminaba sobre un bastón.

Levantándose, Brush se sacudió el polvo y cogió apenado el retrato partido.

-Bueno, el vidrio se podrá cambiar. Pero la fotografía esta bien.

Con una sonrisa joven y entusiasta recién dibujada en su rostro,

-Buenos días, me llamo Ezequiel Brush, hoy empiezo a trabajar aquí. Podría indicarme donde está el departamento de Electromagnetismo??

....

-Vamos, hay que traer a los demás...

-Errrr...

Antes de que pueda responder al doctor, la hermana Flora encuentra el rastro. Charlie la señala y asiente con un amago de sonrisa, como si le sorprendiese gratamente lo bien que la mujer parece desenvolverse en un lugar como este.

-Señorita. - invita a pasar a Irina para cerrar él la fila.

La hermana flora encuentra el camino de vuelta así que volvéis sobre vuestros pasos tranquilamente y confiados en volver de regreso a la playa junto a vuestros compañeros. Entonces escucháis el sonido, una especie de chillido agudo y bastante molesto que proviene del interior de la jungla y no muy lejos de vuestra posición.
¿Que hacéis?

No se ustedes pero eso que escuche no era "nada amigable"... vamos apuremos el paso!! - Irina acelera su andar casi corriendo, rumbo a la playa... aunque espera que Flora vaya delante mas rapido ya que parece ser quien tiene mas en claro por donde hay que ir...

La Hermana Flora Godden apura el paso cuando escucha el chillido... no sabe que puede ser pero no desea aguardar a descubrirlo.

Vamos, no quiero esperar a ver que animal es. Ya tuvo bastante...

¡Flora! ¡Flora! gritaba el lider de aquella tribu de la sabana africana esperando la ayuda para evitar morir a su hijo herido.

Flora corria entre la maleza buscandolo acompañada de dos nativos mas. Habian sido tiempos dificiles para estos pobres infelices, que veian como el gran hombre blanco abatia las presas de los principales depredadores, dejandolos a ellos como presas.

De repente, lo escucho. Un bramido aterrador, ¡lo tenia delante!. Un enorme tigre le miraba desafiante. No podia dar un paso, pues desencadenaria su muerte. La boca ensangrentada del tigre le delataba como causa de las heridas de ese chico.

Poco a poco fue agachandose, tratando de calmar al animal. Pero aun estaba hambriento.

Salto hacia ella con las garras en alto, mas no tuvo tiempo de mas. Uno de los nativos saco un fusil de la primera guerra mundial y con toda la suerte que Dios pudo darle le impacto en la cabeza.

El pesado cuerpo tiro a Flora al suelo provocando que ella tuviese que ser atendida primero.

No mas bestidas por favor fueron las primeras palabras que dijo cuando recobro el conocimiento.

A regañadientes, viendo que las damas deciden apresurarse en dirección a la playa, Charlie les sigue.

-¡Joder! ¿Pero no estamos hambrientos? ¡Si chilla se puede comer! - refunfuña con su cascada voz.

Sin embargo, algo en ese sonido no le gusta y echa miradas furtivas hacia atrás, mientras avanza apartando ramas y hojas.