Partida Rol por web

Desde dentro del camión escucháis al teniente. -No se preocupe Daisy. Ya me quedo yo con Altimore. - No sea que se despierte, se desoriente por no saber donde está y decida volver a echarse una cabezadita.

Aunque el teniente no entendía como podía dormir alguien tanto tiempo y que a sus enfermeras no pareciera importarles, tras escuchar atentamente las palabras de Daisy, decidió que era mejor que el equipo médico fuese con los soldados que aún estaban despiertos por si les ocurría algo. Ya llegarían a París.

Dos miembros de un mismo cargo me dan ordenes contradictorias...así va el país. No se ni como estamos ganando.

La joven saltó con garbo al suelo desde la camioneta sin necesidad de ayuda. En tal caso haría lo que su conciencia dictase... y su conciencia decía que Altimore estaba sano. ¡Vamos...iba a saber más ese hombre de salud que ella! Los ronquidos de Altimore eran realmente saludables (y sonoros) ... Dios santo, aquel muchacho era tan guapo como ruidoso en la cama, al menos en lo concerniente al sueño. Pensar en otras cosas hubiese ruborizado a la joven haciendola parecer una zanahoria, más como en ese momento no estaba pensando en nada, salvo en los ronquidos y en que no iba a dejar que se le desmayaran soldados y cayesen como piezas de dominó su piel seguia siendo de un tenue color rosado.

De acuerdo... Teniente.

Una vez empezaron a andar la joven añadió en voz más calmada, tratando de hacer ver al teniente que solo cumplía ordenes.

Agradezco su preocupación teniente Speirs, pero no creo que vayamos a encontrar a una maldita (disculpe la expresión) tropa. Y si así fuese, no vamos a ir cargando, nos mantendremos detrás, sin molestar. Es por su bien y el de su equipo.

Maldito Speirs... Se piensa que es el único que se arriesga en esta misión. Pff Ni siquiera sabe mantener el respeto entre los suyos o que otros de su rango le apoyen. Pero tu simplemente observa. No hagas juicios de valor...aún.

Daphne sabía que a ningún teniente le haría gracia tener a dos mujeres merodeando pero no acababa de comprender porque tanto alboroto al respecto, al fin y al cabo era una misión de seguridad y necesitaban médicos. ¿Acaso era tan obtuso como para creer que sus heridas no sangraban por el hecho de tener un rango medio? ¿Qué no iba a necesitar ayuda si se desmayaba? A pesar de no ser enfermera aquello preocupaba realmente a la joven. Ella tenía muy en cuenta los peligros de la situación más se esforzaba por parecer una persona voluntariosa, voluble y sobre todo animada. 

"Otra enorme muestra del funcionamiento de nuestra Inteligencia Militar, un término contradictorio en si mismo" pensaba Derek mientras sonreía por la actitud de la enfermera.

Una vez aceptado por parte del teniente Speirs, aunque, eso sí, a regañadientes, que las mujeres les acompañarán en la visita al castillo el grupo se pone en marcha.

Cinco minutos después os encontráis entre las ruinas de lo que fue el castillo de los condes de Trounoir, podéis apreciar como la artillería alemana ha dedicado parte de su tiempo en bombardear la zona, restos de un torreón y parte de un lienzo han sido recientemente destruidos y por el efecto de las ezplosiones hay piedras y bloques esparcidos por una zona bastante amplia.

Gracias a la acción del tiempo y las bombas, en estos momentos solo quedán en pie un torreón cuadrado, que amenaza con derrumbarse a cada segundo, una torre de vigilancia y una parte de la muralla.

Aunque el fuego artillero ha sido concienzudo, parece que los alemanes malgastarón tanto tiempo como obuses, ya que, a pesar de que ninguno sois historiadores, es claro para todo el mundo descubrir que el castillo lleva abandonado más de doscientos años como mínimo y que allí nunca ha habido nada que mereciera la pena destruir. A veces los servicios de inteligencia enemigos también fallan.

A parte de Samid, que está convencido de que vió ese castillo mientras estaba inconsciente en las trincheras de Frouard, ninguno más recuerda absolutamente nada nuevo.

Speirs decidió olvidarse de lo sucedido. Al fin y al cabo se quedaba el teniente con Altimore, aunque se sentiría mas seguro de tenerlo a el cubriéndole las espaldas y no a la señorita y a la monja. Se acercó con cuidado a la torre de vigilancia que parecía ser la única torre que no amenazaba con caerse de un momento a otro y una vez dentro empezó a buscar cualquier cosa que lo llamase la atención.

Derek entró con el grupo, atento a alguna cosa que le pareciese extraña o fuera de lugar. El no había soñado con castillos ni con cuevas asi que estaba mas bien como un turista que como un explorador...

Thomas sabió la ladera que conducía al castillo siguiendo a sus compañeros y vigilando en todo momento todo lo que aconteciera. No se fiaba de nada pues sus creencias basadas en lo físico y real se estaban desmoronando como un castillo de naipes y eso al gigantón no le gustaba nada.

Siguiendo a los hombres, Daisy caminó con paso ligero pero siempre detrás de estos observando todo. En aquel momento pronunció en voz baja una palabra en francés.

Trounoir...Agujero negro... ¿Habrá alguna cavidad por aquí? Por ese agujero podrían haber salido... siempre y cuando los sueños fuesen recuerdos reprimidos.

Sor Madeleine ignorando la cara de vinagre que tenía el teniente se puso a buscar por entre los cascotes de lo que en su tiempo fue un gran castillo, la monja no tenía una cátedra en historia, pero si tenía el conocimiento necesario para tener un mínimo de cultura y para conocer la palabra del Señor en su contexto. De manera que era mucho más sensible a aquelos salvajadas que los nazis habían cometido con el patrimonio de su país, y con el malvado deseo de que a los responsables de aquel acto y de otros tantos en los que se habían sesgado vidas humanas, les metieran un misil por donde la espalda pierde su nombre... se puso a mirar por donde ella consideró que se hallaba el patio de armas, quizás si encontrara algún tipo de pasadizo o entrada a algo hallarían respuestas.

La torre de vigilancia permanece en pie, por algún motivo que desconoces no ha sido bombardeada, aunque tal vez haya sido simplemente un golpe de suerte, porque con el resto de la zona lo ha sido a conciencia.

Dentro está totalmente vacía, ni las sillas ni las mesas, ni el resto del mobiliario donde en otro tiempo seguro hacían guardia los soldados del conde se encuentran ya en ella, aunque tanto las paredes de argamasa como la escalera aguantan en más o menos buen estado. Aparte de eso, Ningún ruido fuera de tus propios pasos resuena el la vieja y olvidada torre de vigilancia.

Desde tu posición controlas al resto de tus compañeros, teniendo la absoluta certeza de que si algo les ocurre puedes acudir en su ayuda en breves segundos. El teniente está inspeccionando la torre de vigilancia, mientras la dos mujeres dan una vuelta por lo que sería el antiguo patio de armas y Claypole parece interesado en la arquitectura general del castillo.

Como buen turista te dedicas a mirar atentamente todo lo que te rodea, tratándose de empaparte de la historia francesa e intentando encontrar ideas para tu futura novela.

En una de las pocas paredes que aún quedan el pie, sobre el hueco de una puerta que hace ya mucho tiempo que fue convertida en madera para calentarse hay esculpido un escudo heráldico, que seguramente corresponderá al de los condes de Trounoir. Como elemento principal del mismo hay un roble enorme sin raíces que parece flotar mágicamente sobre un agujero enorme excavado en la tierra.

Mirado más atentamente, jurarías que se trata del símbolo celta del arbol de la vida, el mismo que visteis en el bosque, aunque en aquel lo que faltaba era el arbol y en este lo que faltan son las raíces.

Exactamente en mitad del patio de armas, aunque perfectamente oculto a la vista de cualquiera que no esté buscando una gruta o un pasadizo por unos matorrales hay una trampilla de madera bastante carcomida y algo prodrida por la humedad cerrada.

No tiene candado, por lo que no debe ser muy difícil de abrir, con solo tirar de la argolla oxidada debe ser más que suficiente.

Tras echar un vistazo a su alrededor, Daisy se dio cuenta de que tan solo ella y la monja se habían percatado de la trampilla, por lo que, a pesar de la seriedad no pudo evitar una mueca sarcástica dirigida, en tono cómplice, a la monja. Si uno se ponía a pensarlo era sumamente cómico. Agarrando la argolla con fuerza espero a que Madeleine se acercará para tirar juntas y abrir la escotilla. 

Sor Madeleine le devolvió la sonrisa pícara a Daisy y posicionándose a su lado se dispuso a tirar de la argolla para abrir la trampilla. Intuyó que aquello no sería fácil pero esperaba que la fuerza de ambas fuese suficiente para abrirla.

-Caramba, parece que ahora hemos llegado al otro extremo del túnel... o lo que sea todo esto.- murmura Derek mientras se queda parado frente a los restos de un escudo heráldico esculpido sobre al vacío arco de una puerta.