Partida Rol por web

-¡Adiós, amigos! -les gritó el cantinero-. ¡Vuelvan pronto a El Dragón Borracho!

Los Escudos de Setesper salieron al exterior. Era la Hora de Correr el Manto, y la diosa Selûne cubría de negrura el cielo de Faerûn mientras que sus lágrimas comenzaban a titilar en el cielo.

Era una noche bella y serena, en la que una ligera brisa traía un agradable olor a tierra mojada. Los exhaustos viajeros pusieron rumbo a El Elfo Durmiente. La visita a la taberna había sido bastante provechosa después de todo, y ahora lo que deseaban era descansar del duro camino.

El trayecto se les hizo corto, pues todos iban charlando animadamente bajo los efectos del aguamiel. Fue Rhegaer quién les señaló el letrero en el que estaba representado un elfo durmiendo plácidamente en una mullida almohada. Penetraron en el umbral y un hombre de aspecto amable les salió al encuentro.

-¡Buenas noches, amables señores! Bienvenidos a El Elfo Durmiente, donde incluso la Buena Gente disfruta de un largo y reparador sueño -sin parar de hablar el hombre chasqueó los dedos, y de la nada aparecieron voluntariosas mozas que os despojaron de las capas y jóvenes muchachos que se hicieron cargo de vuestro equipaje-. La princesa Alúsair nos visita a menudo, y hasta su majestad, el mismísimo Azoun se ha alojado aquí en un par de ocasiones. “Grandes lujos al precio más asequible a este lado del Mar de las Espadas” es nuestro lema, y no son cantos de sirena: tan sólo buenas habitaciones, al mejor precio.
Oh… pero ya estoy parloteando otra vez. No llevan caballos, ¿no? No, claro que no, pero seguro que quieren disfrutar de un baño caliente. Pasen por la segunda puerta a la izquierda, por favor. La señorita por la primera. Zhaspeera y Lulthuth les traerán enseguida el agua caliente. Encima de la repisa de la sala encontrarán queso y nueces si quieren ir tomando algo. ¿Quieren algo especial para la cena? Mi señora tiene preparada una sopa excelente si admiten la sugerencia.

Antes de que pudieran abrir la boca, los Escudos se encontraron frente a las puertas de los baños, sin sus macutos, pero con un montón de toallas y ropas limpias, presumiblemente para que lavaran las suyas. Y con un posadero y un ejército de jóvenes solícitos.

-¿Necesitan algo más los señores?

Me sorprendo de encontrarme tan rápido delante de la puerta, pero niego con la cabeza. Todo bien...Nos vemos luego si nos encontramos, y si no, hasta mañana. Descansad y buenas noches, por si acaso. Me despido con un gesto y entro al baño con ganas de un baño de agua calentita.

Entre el aguamiel y el vertiginoso servicio, yo me lo estoy pasando en grande, y con una sonrisa - Nada como ser bien atendido, un baño de agua caliente es lo que yo necesito, gracias mi buen hombre yo estoy servido.- entro en el baño

Phalandar no se vió sorprendido por el expléndido servicio que recibía, pero sí al precio que costaban tales lujos.
Carraspeando, se adentra en los baños.

luego de cruzar mirada con Phalandar, me dí cuenta que pensabamos lo mismo... en fin, mañana nos tendremos qeu arreglar de alguna manera.. a los baños pues.

Tras el baño me visto con las ropas que me han dado y voy por la posada en busca de el comedor o almenos de los dormitorios. Por el precio almenos podría estar esto bien señalizado...

sin mucho más, y por el efecto del aguamiel, luego de comer, si es que no pasa nada extraordinario en la cen ame voy a dormir como un cerdo borracho y con la panza llena.. jaja

Tras el bien merecido baño, Phalandar se retira a sus aposentos a descansar, aún tambaleante por el exceso de aguamiel.

Desisto de mi búsqueda y tras la indicación de una chica que había por los pasillos encuentro mi dormiotrio y me retiro a escansar por fin.

El baño caliente tuvo un efecto reparador. No sólo volvieron a sentirse limpio por primera vez en semanas, sino que el agua caliente hizo que los el manojo de nudos en los que el camino había convertido su espalda se deshiciera por completo. Relajados, se entregaron a la cena. El posadero no exageraba al hablar de lo buena que estaba la sopa, y el pastel de perdiz que lo acompañó no era menos delicioso.

Satisfechos, volvieron a sus habitaciones. La noche pasó en un suspiro, y los aventureros amanecieron completamente recuperados. Se reunieron en la sala de comidas del Elfo Durmiente, y dieron cuenta del copioso desayuno que les sirvieron. Un sirviente les trajo sus ropas, limpias y perfumadas con lavanda. Tras volver a vestirse con sus atuendos habituales y preparar su equipaje se dirigieron al recibidor para partir lo antes posible.

-Son dos piezas de oro por persona, señores -les pidió el tabernero, sonriendo-. Incluyendo no sólo las habitaciones, sino las comidas, el baño y el servicio de limpieza.

Phalandar mira ceñudo a su interlocutor, dejándole ambas monedas sobre el mostrador de madera, cuando se da media vuelta hacia sus compañeros.
Qué tal han dormido ? Me siento rejuvenecido, ja ja ja

Antes de ir a desayunar, como todas las mañanas, al levantarme invoco a Tymora, le agradezco mantenernos a salvo una noche más y recito los rezos para obtener mis conjuros.
al escuchar al posadero no pude pensar en otra cosa....
dos monedas de oro! con eso un campesino vive dos meses! en fin.. estos son los lujos...
luego de terminar de comer hasta la última migaja de pan, le doy al posadero las dos monedas y vuevlo con el grupo.
Bueno, vamos? nos esperan aventuras...

Muy a mi pesar dejo sobre el mostrador las dos monedas y me giro hacia Phalandar. Me alegro de tu rejuvenimiento. Yo también me siento descansada y en emjor estado del que vinimos Le conesto con una sonrisa.Y con el bolsillo mas vacío también... Tras esuchar la propuesta de Lharondar asiento. ¡Vamos a por ellas!

Al oír el costo de nuestra lujosa pernocta, doy una mirada a mis estimados compañeros de viaje sin dejar de pensar, era mejor ir la Jarra Oxidada, coloco las monedas sobre el mostrador miro al posadero -La verdad es que los buenos ratos se pagan- hago una pausa y dirigiéndome a mis compañeros - Vayamos a ver que nos ofrece el alguacil, aunque también me gustaría saber que opinan de reclutar mas aventureros, pero eso lo conversamos en el camino, andando...-

Después de pagar al tabernero por sus servicios, los Escudos salieron al exterior. Era un día fresco de primavera, y una fina capa de llovizna repiqueaba en los tejados. El olor a pan recién hecho llenaba el aire, haciéndoles la boca agua incluso recién desayunados. Calándose sus capuchas, los aventureros se pusieron en marcha.

No tuvieron que buscar mucho más. Un par de manzanas más allá encontraron la casa del alguacil. Era un edificio austero, de dos plantas, con la bandera de Cormyr izada en un balcón.

Había dos Dragones Púrpura custodiando la entrada. Comprobaron que los aventureros tenían atadas fuertemente sus espadas con las cintas de la paz y les franquearon la entrada. Tras esperar unos minutos, un mayordomo les dio paso hasta la sala de audiencias, donde les esperaba Athris Thearyn

-Buenos días, caballeros. Sentaos donde gustéis -el alguacil hizo lo propio y tomó asiento en un sillón frente a una mesa de trabajo atestada de papeles-. No dispongo de mucho tiempo, así que por favor, sed lo más breves que podáis.

La presencia del alguacil era impresionante. Tenía el porte imperativo de las personas habituadas a mandar. Llenaba de tal manera la sala que sólo cuando dejó de hablar los aventureros se percataron de que había dos personas más en la sala. Un anciano con el aspecto de un buitre posado en una rama, con la túnica negra de los Magos de Guerra de Cormyr y un hombre maduro con ropas sencillas pero de calidad, que parecía estar escribiendo.

Con las ropas aún mojadas con la persistente llovizna, Phalandar presenta sus respetos al voluminoso alguacil.
Saludos, noble alguacil. Mi nombre es Phalandar, de los Cinco Conjuros.

al notar que Phalandar no continuó hablando me adelanté y di una breve introducción.
Noble alguacil, Mi nombre es Lharondar, y como mis compañeros formo parte de Los Escudos de Setesper. A mi lado, además de Phalandar, se encuentran Rhegaer maestro de la espada y Sharaden, nuestra.. mhm.. exploradora.... Hemos llegado aquí guiados por Tymora en búsqueda de desafíos, honor y riqueza.

luego de una pequeña reverencia quedo erguido.
Nos aconseajron consultaros por gestas a cumplir en estos lares...

-Así que Escudos de Setesper. ¿Puedo ver vuestra cédula real?

Rhegaer asintió y tendió el pergamino mágico al alguacil. Éste lo revisó durante unos instantes y lo tendió a su vez al anciano. El Mago de Guerra hizo un escrutinio más intenso, y levantando la mirada por encima del papel preguntó:

-¿Phalandar, habéis llegado ya al nivel de Taumaturgo?
-No, señor, no domino aún la tercera esfera.
-Le recuerdo que cuando alcance ese nivel debe registrar en Suzail su nombre, marca arcana y lugar de residencia -el anciano esperó a que Phalandar asintiera, y después añadió:-. Todo parece en orden, alguacil.
-Bien -retomó Thearyn-, podéis servir a Comyr en una misión, pero os advierto que puede ser peligrosa. Veréis, un cargamento de piedras preciosas procedente de las minas en los Picos de las Tormentas debió haber llegado a Arabel hace más de una dekhana, para ser talladas allí. El cargamento no es especialmente cuantioso, pero por las presiones que se nos están sometiendo desde Arabel parece que alguien importante tiene mucho interés en él. Hay una recompensa de mil piezas de oro a quien recupere el cargamento intacto. Si os interesa, anulo la orden de enviar a mis Dragones Púrpura a las Tierras Pétreas para investigar. Con los tiempos que se avecinan prefiero no prescindir de mis hombres. ¿Qué me decís?

Luego de hechar una mirada a mis compañeros, habiendo hablado previamente de esta posibilidad, asiento con la cabeza.
Será un honor para nosotros ser de ayuda. ¿a cuantos días a pie estamos del camino del cargamento?