Partida Rol por web

Aquel bicho empezó a dirigirse hacia vosotros como si fuese una gallina de más de dos metros en busca de lombrices... y era evidente lo que érais vosotros para él.

Billy fue el primero y más rápido en salir corriendo, seguido de Gordi, Rebecca tirando de Hailee y Paul. El pobre de Alex fue a moverse y pisó mal. Un terrible dolor le atravesó el tobillo y le recorrió todo el cuerpo, haciéndole caer al suelo. Existían muchas posibilidades de que se hubiese roto el pie, o en el mejor de los casos, solo se lo hubiese doblado, lo cual estaba bastante mejor pero en ese momento, no le ayudaba en absoluto.

Desde el suelo y gimiendo de dolor, el ave estaba a un suspiro de distancia, graznando y lanzando picotazos al aire... por el momento, mientras la pequeña Hailee gritaba de terror.

Mientras tanto, los demás acababais de llegar a una puerta que parecía ser el final del pasillo y que esperabais no estuviese cerrada con llave. Era una puerta antigua con cerradura vieja, de esas que tienen llaves grandes y un pasador enorme.

- Mierda.... - gimo desde el suelo después de haberme hecho daño en el pie tras la caída. Puedo notar como la criatura se acerca a mí, y comienzo a reptar por el suelo intentando alejarme de ella mientras continúa emitiendo sus desagradables graznidos.

Un nauseabundo olor me envuelve, como de carne podrida proveniente de su pico abierto. Tengo la sensación de tenerla a unos pocos centímetros de distancia, pero continúo arrastrándome por el suelo sin querer mirar atrás...

"Tiradle algo. Tiradle algo".  Resonaba en su cabeza los gritos de la enana entretanto patinaba como loca por el pasillo esquivando trastos, muebles, cristaleras y objetos varios, arrastrando de su hermana.

"¿Móvil a mano?" ¿El móvil? ¿Quién piensa en el móvil, Paul? El móvil...¡El móvil!

Becca frenó sujetándose de un armario, dio media vuelta, soltó a su hermana o más bien la dejó volar con la inercia. Del impulso, Rebecca salió despedida hacia el bicho, tomó su smartphone del bolsillo trasero y se dispuso a lanzarlo...Pero no.

El móvil era la vida. Ni hablar. Ni hablar. En su lugar cogió lo primero que alcanzó su mano, un libraco de firmas de visita y se lo tiró al moscardón con todas sus fuerzas, que no eran muchas.

-¡Cómete eso, mosquito asqueroso! - y luego dio media vuelta de nuevo, a punto de entrar en pánico.

No disminuí el ritmo ni miré atrás en mi huida, confiando plenamente en que todos mis amigos fueran igual de veloces que yo. Solo sentía mi propia respiración, el sonido de mis pasos cruzando el pasillo y la adrenalina fluir por mis cuatro costados. Resoplando como consecuencia de la carrera y recuperando el aliento perdido, me hallé de pronto ante un nuevo escollo en el camino: una puerta con cerrojo de aspecto vetusto. Revisé la cerradura con un rápido vistazo, llegando a la conclusión de que se podía abrir si desplazábamos el cerrojo hacia el lado opuesto.

Decidido, empecé a tirar con todas mis fuerzas, intentando que no se atascara. Pese a mis intentos, apenas conseguí que se moviera. Miré por encima del hombro al resto, percatándome de un detalle que no se me pasó por alto. "¿Y Alex? ¿Y Rebecca?" —me dije, pensando si volver sobre mis pasos de inmediato.

—Ayudadme a abrirla, ¡yo solo no puedo! —exclamé en un tono desesperado.

Corrí, corrí y corrí. Las chichas se me movían de un lado para otro y la comida se me subía por la garganta. No estaba acostumbrado a correr y menos después de haberme comido unas cuantas hamburguesas, patatas fritas y demás cosas. Al llegar a la puerta, miré para atrás y vi que Alex se había caído. Junto con Billy, intenté abrir la puerta, pero yo tampoco conseguí abrirla.

-"¡Maldita sea! ¡No se abre!"

Volví la cabeza atrás, espernado ver a Alex en pie y corriendo hacia nosotros, pero en cambio vi a Rebecca tirándole un libraco al bicho volador. Si le impactaba, puede que decidiera pasar de Alex...

El bicharraco parecía decidido a acabar con Alex pero no se esperaba recibir en el pico un el libraco, lo que provocó que retrocediese, asustado, y se cayese hacia atrás, extendiendo sus alas para mantener el equilibrio. Eso, si bien no sirvió para quitarle el gusto por perseguiros, al menos sí que le dio un tiempo extra a Alex, que arrastrándose, logró acercarse a los demás.

Sin embargo, estaba demasiado lejos por lo que todavía estaba por ver si lograba escapar y, sobre todo, la puerta... continuaba cerrada a cal y canto. Si nadie lo remediaba, en el siguiente ataque, aquel bicho acabaría con vosotros a picotazos.

Era asombroso como un pájaro alienígena-australopitecus nos tenía en jaque...

¡¡Buen trabajo, Gordi!! - exclamé cuando nuestro Bernie le tiró un libraco que dejaría en mero cuadernito al de Petete y que le dio unos segundos preciosos a Alex...

Ahora... por todos los dioses... o abríamos la puerta o no tendríamos donde ir...

Miré el mecanismo... a ver... un simple cerrojo y una llave... ¿donde podría estar la llave? Puede que la lleve encima el pirata que vimos hace un momento aunque, ir a registrarlo no era una opción...

Lo único que podíamos hacer era forzar la cerradura... y rápido... pues los graznidos cada vez se oían más cercanos y más hostiles...

Vale. Ya lo tenía... bueno, a decir verdad no... pero no se me ocurría nada mejor... No tenía con qué forzar la cerradura... y la fuerza bruta no era mi fuerte pero, como dijo Arquímedes, dadme un punto de apoyo y moveré el mundo... y usé lo único que podía usar y quizás lo único que no quería usar... el teléfono móvil...

Corrí el cerrojo y usando el teléfono de palanca hice toda la fuerza que pude (que era más bien poca) con la esperanza de sentir un click...

El oxidado mecanismo, seguramente de antes de la primera guerra mundial, no quería moverse y únicamente lo conseguisteis cuando a Paul se le ocurrió utilizar su propio y queridísimo móvil para forzarlo. Al tiempo que el pestillo subía, el móvil se rompía, quedando completamente inservible en manos del hijo de Data.

Abristeis la puerta con rapidez y en ese preciso instante, el bicho volvió a ponerse derecho y se lanzó hacia vosotros en un último y desesperado intento por cazaros.

Sin saber muy bien cómo, consigo ponerme de pie y avanzar hacia la puerta a la pata coja lo más rápido que puedo...

Rezando todas las plegarias habidas y por haber que conocía para que el cerrojo se moviera de una maldita vez, por fin Paul lo consiguió tras sacrificar su carísimo móvil. A mí no se me hubiese ocurrido, pero era cierto que de poco nos servirían si la criatura acababa con nosotros. Volví la vista al fondo del pasillo para asegurarme de que ya llegaban Alex y Rebecca y luego a la puerta recién abierta. Empecé a correr, pero noté que mis piernas flaqueaban y que todo el ímpetu que había mostrado antes se había disipado por arte de magia.

Tras lanzarle el libraco a la infernal criatura, Becca no se detuvo a comprobar su acierto o no. Patinó como loca hacia la puerta abierta, gritando:

-¡Dejadme sitio, apartado, Hailee, corre y no te quedes pasmadaaaa!

Vio la puerta abierta finalmente y enfiló el pasillo igual que si la persiguiese un demonio.

Que así era.

Paul logró abrir la puerta a costa de su preciado móvil, cosa que aprovechamos los demás para entrar a toda velocidad. La criatura se había detenido gracias al libro tirado por Rebecca y que había salvado a Álex de morir picoteado. Todos nos adentramos en esta nueva sala, escapando de la amenaza que esta criatura suponía y esperando encontrar refugio dentro.

-"¡El último que cierre la puerta!"

Un ligero vistazo por encima del hombro cuando la puerta se abrió me permitió ver al resto de mis amigos como si de una estampida se tratase. Todos corriendo, algunos con el rostro más desencajado que otros, saltando cosas que llevaban encima, soltando espumarajos por la boca... todo... como endemoniados... 

Literalmente, perdiendo el culo... 

Hasta Alex, que a partir de este momento lo llamaríamos "el cojo" traspasó el umbral a una velocidad que podría considerarse como absurda...

Así que hice lo único que se me ocurrió... unirme... y comencé a correr como si fuera el señor Bros y me persiguiera Bowser ...

Lástima de iphone - pensé cuando recordé el crujido que dio al usarlo de palanca.

Uno a uno fuisteis pasando por la puerta, perseguidos por aquella criatura. Hasta Alex pareció olvidarse de su dolorido tobillo. Cuando Rebecca entró, se detuvo en seco. A pesar de que el lugar estaba oscuro como una cueva, había unas escaleras que conducían abajo del todo.

De no haberlas visto, habrían caído todos en tropel, uno detrás de otro, pero afortunadamente, se dio cuenta justo a tiempo. Todos os apelotonasteis detrás de Rebecca, nerviosos porque queríais continuar y sin embargo, ella os había obligado a dejar de correr.

Mientras tanto, algo más sucedió. Billy cayó al suelo en medio de un grito, a un par de metros escasos de la puerta del sótano. El bicho había dado un salto sobre su espalda, lo había lanzado al suelo y ahora mismo, se disponía a picotearle como si fuese la cena que estaba esperando.