Partida Rol por web

Uau... que viaje...

Exclamé, cuando volví a sacar la cabeza de debajo del agua. Pude ver gestos de sorpresa y pánico en mis amigos, y resignación en el profesor, como si no supiera bien que hacer o como ayudarnos...

Y es que... ¿qué podemos hacer? - pensé.

El frío comenzaba a hacer mella en todos nosotros, y tener a una serpiente prehistórica-alienígena persiguiéndonos no ayudaba. Solo las altas dosis de adrenalina que nuestros cuerpos estaban generando nos hacían permanecer activos. La pregunta era... ¿por cuanto tiempo?

¡¡Lo tengo!! Hailee, no te lo pedilía si no fuega necesalio... ¿te impolta pgestagle a nuestla amiga la ofidia el señol Pebbles? No hay selpiente capaz de lesistigse a un muñeco tan mono...

No me quedaban cacharros capaces de ayudarnos en nada pero, si conseguíamos entretener al monstruo con algo, tal vez esos segundos extra nos darían la posibilidad de ganar la orilla.

Con una gran sacudida caí del bote, hundiéndome como un ancla en las frías aguas del lago subterráneo. Los músculos volvieron a quedarse contraídos, perdí el sentido de arriba o abajo, todo daba vueltas. Me recompuse en unos segundos y dejé que mi cuerpo flotara para emerger a la superficie. Al salir, una gran espiración. Mis amigos estaban diseminados alrededor del bote, que estaba volteado. Fui nadando hacia ellos y mirando alrededor para ver si veía la salida de aquí. Puede que al final muriéramos comidos por este horrible monstruo.

De lejos veíais como el lago continuaba más allá de lo que podíais ver. Quizás la orilla estuviese cerca, pero con tanta oscuridad no erais capaces de distinguir demasiado. Rebeca agarró a su hermana, que no soltaba al señor Pebbles y la ayudó a mantenerse a flote mientras nadaba. Billy se movió detrás de ella con más rapidez de la que había sospechado que podía llevar, pero es que el miedo ayudaba un montón. Paul intentó quitarle el señor Pebbles a Hailee, que ya estaba de por sí bastante asustada, por lo que al sentir el tirón, empezó a gritar y a llorar, haciendo que Rebecca estuviese a punto de perderla y su hermanita no sabía nadar. Y Gordi también los siguió, junto al profesor y a Alex, que más que nadar chapoteaba.

-Maldita... sea.... yo no sé... qué tesoro tendrá.... pero este Willy... es un pirata cruel. ¡Válgame Dios, qué pesadilla! ¡Seguid nadando, chicos. Seguro que conseguimos llegar a un sitio seguro!

Finalmente, después de nadar un poco, visteis una zona que podía ser la orilla, o una de ellas, una especie de explanada en la que podíais dejar aquel lago. Pero cien metros sonaban a cien kilómetros en aquellos momentos, debido al frío y al cansancio. Además, no estabais solos. A la serpiente no le costó demasiado alcanzaros con un pequeño movimiento de su cuerpo, y cuando lo hizo, se elevó en el agua en toda su extensión.

En ese instante, fue como si el tiempo se detuviera.

La serpiente gigante estaba saliendo con las descomunales fauces casi desencajadas, preparada para engulliros de un solo bocado. Delante de vosotros, a unos cien metros, la salvación os esperaba, pero estaba lejos, muy lejos. Todos sentisteis la sombra de la serpiente sobre vuestras cabezas, esperando para descender y acabar por fin con todo, pero de repente...

Unos enormes tentáculos surgieron por todos lados, alrededor del bote. El mar embravecido parecía que iba engulliros y la serpiente, dejó de fijar vuestra atención en vosotros para centrarse... en la criatura que había hecho aparición delante vuestra.

Cuando mirasteis, visteis a una criatura similar a un pulpo o calamar gigante, viniendo a vuestra memoria lo que en tantas películas habíais visto.

El Kraken.

Cuando los ojos del Kraken se elevaron por encima del nivel del mar, uno de sus tentáculos golpeó la barca con fuerza y todos salisteis volando por los aires, aterrizando en mitad de aquella batalla campal entre los restos de madera de vuestra pequeña embarcación.

-"¡El kraken, el kraken!" Empecé a gritar.

De un plumazo, mejor dicho, de un tentaculazo, salimos todos disparados hacia tierra seca, con barca y todo. Una lucha de titanes se disponía a empezar delante nuestra. Las bravías aguas de alrededor subían y bajaban por la fuerza de estos dos titanes. Mi enorme culo me sirvió para amortiguar el golpe y no hacerme daño con las piedras.

Todo iba de mal en peor... primero la serpiente... luego el kraken... ¿qué sería lo siguiente? Además por el esfuerzo de nadar impulsando el bote el tobillo me estaba matando otra vez... y caer sobre el tobillo después de haber salido disparado por el golpe del tentáculo no terminó de ayudar.

Sin saber como conseguí escabullirme del resto de tentáculos y de los ventosas que eran tan grandes como mi cabeza...

¡Uuuuauu!

Exclamé, y ya era incapaz de recordar cuantas veces había exclamado "uau" en lo que llevábamos de aventura. A estas alturas, cualquiera de nosotros podría reirse de las aventuras del profesor Lidenbrock cuando bajó por el Snæfells, esto era un no parar.

Una serpiente monstruosa, tan grande que decir que era absurda era quedarse corto. Y un kraken... si, un kraken de verdad, jamás pensé que diría eso, pero me alegré que se interpusiera entre nosotros y la culebra, más cuando mi única defensa era un pequeño osito de peluche llamado señor Pebbles que me había prestado una niña de 5 o 6 años.

Había que llegar a la orilla... no había otra opción...

Así que aseguré el señor Pebbles a mi cinturón y hundí la cabeza, dispuesto a nadar como no lo había hecho nunca...

-¡¡¡¡Pauulllllllllllll, No le quitas al sr Pebbles!!!!  -gritó con todas sus fuerzas en auténtico ya pánico total, con ojos desorbitados agarrando a su hermana de donde pudiese. El loco de Paul por poco no hace que se ahogue del todo. Tragó más agua. 

Pero cualquier chillido o aullido quedó sofocado con la entrada en escena del nuevo monstruo. El Kraken. Como el de la Perla Negra. Ya casi no tenía capacidad de sorpresa ni reacción, y entre el aumento de susto y el agua helada y el tiempo transcurrido, todo se le juntó y Becca se meó encima, o más bien en el agua, paralizada contemplando asombrada aquellos inmensos tentáculos y esos ojos enormes y acuosos que la hechizaban. Menos mal que el calorcito del pis y el alivio siguiente la espabilaron un poquito.

-Sigamos, Hailee, lo podemos conseguir. -y continuó nadando siguiendo a sus amigos y al profe.

"No es real, no es real... ¡No puede ser de verdad!" —lo cierto es que ya no sabía ni en qué creer, pues por un momento juré que estaba en medio del rodaje de una película de Piratas del Caribe y aparecería por algún lugar Johnny Depp caracterizado como Jack Sparrow. Nuestro destino parecía estar escrito, teniendo a una serpiente gigante a nuestras espaldas y al Kraken en frente; las dimensiones de la legendaria criatura marina eran ciertamente inhumanas, por lo que esquivar sus tentáculos no sería tarea fácil.

Comencé a nadar como nunca en mi vida, dando rápidas brazadas, siguiendo la estela del resto de mis amigos antes de sumergirme, pese al riesgo de tragar mucha agua, al percatarme de cómo uno de los tentáculos viajaba en mi dirección para atraparme pero lo conseguí esquivar en el último segundo. Emergí de las heladas aguas tosiendo repetidas veces, con el cuerpo agarrotado y cada vez más cansado aunque con la fuerza de voluntad inquebrantable. Aún teníamos alguna posibilidad de salvar la vida y debíamos aprovecharla.

Aunque pareciese increíble, todos lograsteis alejaros de los tentáculos del kraken, que parecía más ocupado por pelear con la serpiente marina que por vosotros. Sin embargo, las olas que generaba aquel enfrentamiento, digno de cualquier película de monstruos, os empujaba y zambullía casi sin descanso, haciendo que tragaseis más agua de la que os hubiera gustado, es decir, ninguna.

Mientras el enfrentamiento proseguía,, todos vosotros nadabais hacia la costa, un pequeño lugar de roca apartado de lo demás. El profesor ayudaba como podía a todos, pero incluso él tenía problemas para mantenerse a flote con tanto sube y baja del agua.

Poco a poco os fuisteis alejando, aunque los brazos os duelen debido al esfuerzo. Agotados, o más bien, exhaustos, conseguisteis llegar a la orilla. En ese momento, una mano desconocida hizo su aparición, junto con una voz dulce y femenina.

-¡Rápido, coged mi mano!

Al oír una voz desconocida, me giré velozmente para ver de quién se trataba. Una chica nos brindaba ayuda, estirando la amno para ayudarnos a salir del agua. No se de dónde había salido, pero no era una pirata. Fui hasta ella y la di la mano, saludándola.

-"Hola, gracias. Me llamo Bernie y estos son mis amigos. ¿Quién eres tú y qué haces aquí? ¿Sabes salir de este lago?"

Si era del lugar, podría sacarnos de aquí y tal vez llegar hasta el faro, donde podríamos volver a casa.

Completamente mareada y agotada y empapada y tiritando de frío Becca alcanzó la orilla, con su hermanita en brazos. Logró ponerse en pie, caminó unos pasos y se desplomó de rodillas, dejó a Hailee al lado y ella se tumbó boca arriba.

Muertísima.

Respiraba apenas, el aire entraba igual que fuego en sus pulmones. Miró de reojo a esa chica, ¿Quién era? Y escuchó a Gordi presentarse. ¿Y sus otros amigos? 

-¿Es...estás bie...bien...enana?

Observó el techo. Sin más fuerzas. Repitió la misma pregunta de Bernie. -¿Quién eres? Nosotros somos los new Goonies. Yo soy Becca...Bounty.Gracias...

Llegó un momento en el que nuestra única preocupación, al margen de evitar a las criaturas, era no ahogarnos pues el fuerte oleaje nos empujaba de un lado a otro sin que nosotros pudiéramos controlar hacia dónde nos dirigíamos. Al llegar al borde de la orilla comencé a desfallecer, con las energías prácticamente agotadas, y empecé a hundirme sin darme cuenta; pero en ese instante, en el que se me nublaba la vista, sentí que alguien tironeaba de mí hacia la superficie. Me arrastré como pude hasta alcanzar tierra, donde por fin pude recuperar fuerzas y descansar unos segundos (o minutos). Entre las bajas temperaturas y el esfuerzo físico mi cuerpo estaba plena y absolutamente entumecido. 

Me incorporé, no sin esfuerzo, para observar mejor a la chica que nos había ayudado. Mis ojos quedaron en seguida prendados por la belleza de su rostro y noté que si no fuera por el frío que recorría mi cuerpo, se me hubieran enrojecido las mejillas de una manera descarada. 

—Hola, soy Bi-Billy. Di... dime que... sabes dónde está la... la salida de esta cueva —comenté, con expresión de súplica.

No se como pero lo hicimos... todos... cada uno a su manera, es decir, como pudo, nada de sincronización, nada de elegancia... nada de eso ocurrió. Más bien parecíamos un puñado de perritos que hubieran arrojado a una acequia a la voz de "sálvese quien pueda".

Pero lo importante es que ganamos tierra. Si. Todos. Me disponía a levantar la cara del suelo para felicitar a mis amigos cuando una mano, salida de la nada, no animaba a abandonar la cercanía del agua...

Y al levantar, ahora si, la cara y mirar el origen de la voz, vi el rostro más bonito que había visto nunca...

Uau - si, lo dije una vez más - eles... eles... eles pleciosa... soy... yo soy... uau... vamos... Paul... soy Paul... un placer...

Y agarrando su mano me levanté dispuesto a ayudar al resto de los Goonies

De pronto una joven hace aparición en medio de nuestra pesadilla como si fuera un ángel para ayudarnos.

- Soy Alex... gracias por ayudarnos - le digo cuando consigo ponerme en pie y comprobando que todos estamos "más o menos" bien. - ¿Y tú eres...?

La chica ayudó a subir a todos, uno tras otro, incluido el profesor, que en cuanto pisó tierra firme como quien dice, se dejó caer en la fría roca, exhausto.  Ya tenía edad para todo aquello, pero parecía estar haciéndolo bastante bien. Más allá, todavía tenía lugar la pelea de los dos titanes, pero eso a vosotros ya os daba un poco igual porque habíais llegado a dónde se suponía, puesto que ¿a dónde más se podía llegar a través de aquel lago?

Vuestras preguntas se agolparon una tras otra, recibiendo finalmente, una única respuesta.

-Mi nombre es Sadie. Si estáis aquí supongo que es porque habéis conocido a mi padre. ¿Willy? ¿Willy... el tuerto?

El profesor no podía ni respirar. Nunca en su vida había nadado tanto, empujado tanto, luchado tanto y necesitado tanto una cama, como hasta ese día. Ya no estaba para trotes como aquel. Por mucho que le dijese que se parecía a Gandalf el Gris, la realidad era bien diferente. Únicamente se trataba de un viejo profesor acostumbrado a ver el mundo a través de los libros, no a experimentarlo.

Cuando por fin estuvo a salvo, gracias a aquella niña, y pudo recomponerse lo suficiente, la miró con gesto de sorpresa.

-¿L-la hija de Willy, de Willy el Tuerto?

La hija de Willy... ¡¡Uau!! ¿habéis oído, chicos?

Exclamé de nuevo, tras susurrar para mis propios oídos lo que Sadie había dicho. Luego me acerqué a ella. Provocaba en mi una especie de influjo, difícil de explicar para alguien a quien hasta ese momento no le habían interesado las chicas, que me atraía enormemente hacia ella y mostrarme como un pavo real.

Si, Sadie... lo conocimos... cleo que quiele matagnos... - dije con una sonrisa boba, dándomelas de importante.

¿Sabes como podemos salig de aquí?

-¿Sadie, la hija de Willy? -repitió la pregunta, así como incrédula. Estaba tan agotada que no se fijó en la cara de lelo que ponían todos los chicos. Creyó que era debido al cansancio y estrés de la situación. Lo importante era que, de momento, se encontraban a salvo. O eso parecía.

-¿Eres tú el tesoro que protege Willy el Tuerto? Mi padre dice que Hailee y yo somos sus tesoros.- le dió un besito en la mejilla a su hermana. 

Entre jadeos, frotándome los brazos para entrar en calor y con un ostensible gesto de cansancio, escuché perplejo y extrañado la frase de Sadie. ¿Cómo que la hija de Willy? ¿En serio el pirata había engendrado a una chica tan bella? ¿Y por qué estaba encerrada en la cueva? Múltiples interrogantes rondaban mi mente hasta que la acotación de Rebecca me hizo abrir más los ojos. "Es verdad, papá y mamá también me dicen lo mismo" —quizá tuviera razón y el tesoro más preciado del capitán fuera su propia hija. Muchos padres cambiarían todo el oro del mundo por el bienestar de sus hijos; en realidad era una bonita metáfora que engarzaba perfectamente con el supuesto lirismo visible en los cuadros pintados por él mismo que tuvimos la oportunidad de apreciar en el museo.

—Vaya... Es increíble —constaté—. ¿Pero por qué estás aquí y no navegando junto a él para convertirte algún día en su sucesora?