Partida Rol por web

Paul lanzó al Mario hacia los dos piratas, cayendo en una roca cercana y empezando a moverse entre extraños sonidos, al menos para aquellos dos. Al oír el sonido, se volvieron y miraron en la dirección, que era justamente opuesta a las rocas en donde os encontrabais vosotros.

-¿Qué ha sido eso?

-Ni idea, pero suena por allí.

Los dos piratas se alejaron de vosotros y al ver el Mario moviéndose entre las rocas, cayendo de una a otra como si algo lo dirigiese específicamente para llevárselos lejos de vosotros, lo miraron con gesto de sorpresa y sacaron sus armas, un cuchillo y un sable.

-¡Pero qué es eso!

-Ni idea, pero a mí me parece cosa de magia. ¡Yo no pienso acercarme!

Estaban tan absortos que si había un momento para salir, era aquel.

La pirata Becca Bonny salió de su escondite con su hermana al lado. Se reía en silencio con la estratagema de Paul, que daba resultado. Ella, por si las moscas, iba armada con la goma del pelo de Hailee y las canicas, lista para tirarla hacia los piratas si se daban cuenta de su presencia.

-Vamos, rápido y en silencio. -Y ella misma empezó a moverse con sus patines que no abandonaba.

Había que actuar rápido y salir pitando de allí, ahora que los piratas estaban distraídos con el juguete de Paul.

-"Vamos, vamos, ahora."

Terminé de escalar las rocas que me quedaban para ascender al camino y fui sigilosamente detrás de los demás hacia el faro. Si todo salía bien, estaríamos en casa dentro de un rato y podríamos comernos muchas hamburguesas. Solo esperaba que salir de este sitio fuera tan fácil como mirar el cuadro por el que llegamos aquí.

Mi idea de lanzar una piedra para distraerles no era mala, pero la de Paul fue aún mejor. Al ritmo de la musiquita del muñeco de Mario, salimos de nuestro escondite con sumo cuidado en dirección al faro. Si estos piratas se comportaban como en los libros de aventuras que leía, serían torpes y no se darían cuenta de nuestra presencia. Pero, por desgracia, esto no era un libro de ficción así que no las tenía todas conmigo...

Ha funcionado... observo sorprendido después de que el plan de arrojar a Mario hacia las piedras funcionara dándonos la oportunidad de intentar burlar a los piratas.

- Venga chicos... id pasando - susurro mientras veo como los niños van pasando sin llamar la atención. En cuanto el último pase será nuestro turno.

- Venga Sadie, tranquila... - digo cogiéndole la mano con un intento de darnos ánimos mutuamente.

Ni en mis previsiones más optimistas (del ya optimista de por si cerebro mio) se daba un resultado tan satisfactorio como el que tuve.

El muñeco cayó en el punto exacto, y por alguna extraña razón, encontró un caminito que solo Mario podía ver y comenzó a moverse, alejando a los piratas de nuestra posición y distrayéndolos.

Uau... tles puntos - exclamé, alzando ambas manos con tres dedos extendidos en cada una, elaborando un símil baloncestístico.

Vamos chicos... es nuestlo momento... apgesugagos *

Sadie y el profesor siguieron al resto del grupo en silencio, pero Paul no lo hizo tan bien. Su pie resbaló y tuvo que agarrarse a una de las rocas, empujando otra sin darse cuenta y provocando un pequeño "alud" que terminó en el agua, llamando así la atención de los piratas.

Los piratas no llegaron muy lejos porque al oír las piedras caer, se volvieron y os vieron subiendo hacia el faro.

-¡MIRA! ¡ALLÍ ESTÁN! -exclamó uno.

Rápidamente, el otro se volvió para avisar a los suyos.

-¡POOOR AQUIIIIIII! ¡ESTAAAAAN AQUÍIIIII!

Sus gritos no se perdieron en la nada, sino que al fondo visteis como Willy en persona, seguido de un buen puñado de piratas, corrían hacia vosotros.

-¡SADIEEEEEEEEE! -gritaba Willie, mientras agitaba el sable sobre su cabeza.

Estabais en mitad del camino y la puerta de entrada al faro un poco más arriba. Teníais que llegar y cerrarla antes de que llegasen. No quedaba otra.

Sadie miró a su padre, o la peor versión de su padre, la misma que había intentando retenerla en aquella cueva por los tiempos de los tiempos.

Y ella no pensaba volver allí.

-¡Venga, deprisa! ¡Entremos! -os dijo, subiendo el último tramo y entrando en el faro -En cuanto estemos todos dentro, cerramos la puerta, ¿de acuerdo?

No podía más. Había corrido, saltado y nadado cuanto podía y en esos momentos, estaba agotada. Así que sin darme cuenta, solté al señor Peebles, y me detuve. Tenía que recuperarlo. Había caído por unas cuantas rocas pero milagrosamente, se había detenido en la última que había, antes de caer al mar.

-¡Señor Pebbles, señor Peebles! ¡Nooo, hay que volver a coger al señor Peebles!

- Mierda Paul... ¿estás bien? - pregunto al tiempo que intento ayudarle a recuperar el equilibrio. - Venga, tenemos que salir de aquí cagando leches.

Puedo oír los gritos de los piratas... de Willy... está claro que si nos pillan no nos harán nada bueno así que nuestra mejor posibilidad es alcanzar el faro para salir de aquí, o al menos eso espero.

Recorro la distancia que me separa de la puerta del faro y me preparo para cerrarla con todas mis fuerzas una vez todos estemos dentro...

Íbamos todos en silencio hasta que algo sonó detrás nuestra. Al girarnos, vimos a Paul que había provocado un pequeños alud, que los piratas escucharon. Todos corrimos hacia la puerta del faro, dado que el propio Willy venía con un montonazo de hombres. Empecé a adelantar a todos y llegué de los primeros. Empujé la puerta para abrirla y entrar.

"Venga ya, ¿es que no podemos estar tranquilos un solo momento?" —fue lo primero que pensé al comprobar que los piratas nos habían detectado por culpa de un inoportuno tropiezo de Paul. Al final la táctica de distracción no había funcionado como debería. "Los Goonies siempre se equivocan."

Comencé a apretar el ritmo olvidando el sigilo para otro momento, sin querer mirar a la multitud de piratas que se agolpaban bramando y corriendo hacia nosotros con intenciones no muy buenas. Pero en mitad de mi carrera, escuché el grito desesperado de Hailee y retrocedí, en una acción un tanto imprudente, para recuperar al señor Peebles y entregárselo de nuevo a la hermana pequeña de Rebecca. Si al final acabaría convirtiéndome en un auténtico héroe.

Lo conseguían casi...Oh, no. Paul. Paul. Qué rollo. ¿Cómo fue tan torpe? Aunque para ser justos, a él le debían la idea de escapar usando la distracción de Mario. Becca por eso no fue dura con él. Se limitó a morderse los labios y a correr patinar hacia arriba, un poco torpe, y absurdo, le suponía un doble esfuerzo.

Y ahora el peluche se perdía. Y Billy haciendo caso a su hermana. Se podía golpear en las rocas. O no regresar a tiempo, atrapado por Willy el Tuerto y sus malvados secuaces. ¿Qué hacer? No podían dejar a su amigo solo. Pero Becca estaba asustada. No razonaba bien, nerviosa y alterada.

-¡Corre, sube con Álex! ¡Vamos, obedece! -ordenó a la pequeña. Despúes se quedó plantada allí, apuntando con el improvisado tirachinas al grupito de piratas. Disparó una canica, dos...tres...Hasta que dio media vuelta pisándole los talones esos malolientes corsarios. 

- ¡Vamos pequeña! Ya te tengo... - animé a la pequeña hermana de Rebecca

¡¡Auch... mielda!! - dije cuando di ese pequeño resbalón. En otras circunstancias no habría tenido la mayor importancia, pero ahí, tratando de alcanzar el faro y nuestros perseguidores apenas distraídos por un muñequito de mr Mario...

Cuando las rocas se desprendieron, traté de sujetarme como una lapa a las rocas. Pegué la cara contra la fría y húmeda piedra, y respirando. Traté de recomponerme, el daño estaba hecho. Ahora había que minimizarlo.

Afortunadamente mis amigos ya habían ganado la superficie segura del faro imposible, incluso el señor Pebbles lo había logrado, solo quedaba yo, como siempre...

Ya voy... chicos... id avanzando sin mi... coled insensatos - siempre quise decir eso...

Alex consiguió recuperar al señor Peebles pero no fue hasta que estuvieron dentro que se lo devolvió a la pequeña Hailee. Mientras, Paul lograba seguir al profesor y entrar el último, a tiempo justo de cerrar la puerta antes de que entrasen los piratas. Después de cerrar, echasteis la barra metálica sobre la puerta, y segundos más tarde, sentíais los golpes de los piratas en la puerta y sus voces pidiendo a gritos que abrieseis igual que ellos os iban a abrir en canal a todos vosotros.

El profesor suspiró aliviado.

-Está bien. Hay que subir. Recordad que hay dos cuadros, el faro y el barco, que uno es la entrada y otro la salida, porque en algún lugar de este sitio tiene que estar la forma de salir. Subid, rápido, mientras yo intento retenerlos -os dijo, sintiendo como se incrementaban los golpes en la puerta y viendo que la barra podía ceder de un momento a otro. 

El profesor miró a los chicos. 

-No perdáis tiempo. No sé cuánto podré aguantarlos aquí.

Le entregué su osito de peluche a Hailee, esgrimiendo una sonrisa un tanto apresurada mientras jadeaba, recuperando el aliento. El problema es que no podíamos permitirnos un momento de respiro pues los piratas estaban intentando acceder al interior del faro y sabía que lo conseguirían más pronto que tarde. Miré hacia las escaleras, preparándome para subirlas cuando el profesor se pronunció, dispuesto a sacrificarse por el bien de todos. Le lancé una mirada de compasión y admiración al mismo tiempo. "No podemos dejar a nadie atrás."

—Profesor... ¡no! ¡Usted también tiene que subir con nosotros! Si se queda aquí abajo no podrá regresar a Goon... Tiene que acompañarnos a lo alto del faro. Aún hay una posibilidad de que todos volvamos a casa —expuse, mirando a los demás con una expresión de súplica de quien busca que le apoyen en su discurso.