Partida Rol por web

Veo como Rebecca intenta alcanzar al Dr. Kingston con una canica lanzada por su tirachinas y me dispongo a intentar aprovechar la oportunidad de abalanzarme sobre él...

La canica de Rebecca le dio a Kingston en todo el ojo, haciendo que exclamara una maldición mientras se llevaba una mano al lugar del impacto y disparaba por puro instinto. Ese momento fue aprovechado por Alex para saltar sobre él y lanzarlo contra el suelo, pero ya era demasiado tarde.

El disparo impactó de lleno en la barriga de Willy, que cayó al suelo doblado por el dolor, vivo, pero entre fuertes dolores.

¡PADRE! -gritó Sadie, soltándose de los que estaban con ella y abalanzándose sobre Willy, que estaba en el suelo, sobre un charco de sangre.

-¡No, no, no. No, por favor. No mueras. A pesar de todo... no te mueras!

Pero por si aquello no fuese suficiente, un graznido os indicó que no estabais solos. Uno de aquellos bichos voladores apareció de repente en el pasillo.

En mitad de todo el caos formado, tres piratas más salieron del cuadro, o más bien, cayeron al pasillo, justo al lado del agonizante cuerpo de Willy.

-¡MIRAD, ES EL CAPITÁN! ¡ESTÁ HERIDO! -exclamó uno.

-¿QUIÉN HA SIDO? -preguntó otro.

-¡CUIDADO, HAY UNA BESTIA VOLADORA! -dijo otro al ver al bicho, que estaba chocando contra las estrechas paredes del pasillo.

Solo faltaba la música de Morricone dando ambiente a la escena que se precipitó... iba... iba como a cámara lenta. Había leído no se donde que ocurre, en momentos tan tensos como este, que el tiempo da la sensación de ralentizarse.

Todos gritando, Rebecca tirándole una piedra a Kingston (esa alimaña), Alex se tiró sobre él, Willy herido, Sadie chillando histérica... solo faltaba que Gordi se centrara y pidiera una doble con queso...

Y, para aumentar el caos, la criatura que había quedado atrapada en nuestro plano de realidad hizo acto de presencia...

¿Qué más podía ocurrir?

Solo... solo se me ocurrió una cosa. 

Esa criatura es, en definitiva, un pájaro. Y a los pájaros les gusta el alpiste. Si, también el hueso de las sepias pero, ¿quien lleva una sepia encima? Pero alpiste si... jeje, alpiste si que tengo. Menos mal...

Y metiendo de nuevo la mano en un bolsillo saqué una pequeña bolsita con alpiste que cada vez que veníamos a Goon traíamos, a mi padre le encantaba ir a los muelles y echarle alpiste a los gorriones ya que las gaviotas apenas si les dejaban restos.

Así que ahí la tenía, una bolsita con delicioso y nutritivo alpiste, con una gran sonrisa, la abrí y arrojé el contenido sobre Kingston...

Todos los malos presagios que tuve, aquella primera impresión que me daba en la nariz y que mi instinto me aconsejaba hacerle caso, se terminó por cumplir. "Lo sabía... odio tener razón" —resultaba que desde el principio el Dr. Kingston no era ni mucho menos alguien amable, sino un hombre con ínfulas de riqueza y poder que quería a toda costa conseguir el tesoro del pirata —menuda decepción se iba a llevar—, y para ello había utilizado al profesor Armitage e inclusive a nosotros mismos de conejillos de indias. Vaya tipejo despreciable. 

Sentía en mi interior rabia por toda esta situación y a su vez creía fervientemente que se avecinaba un peligro incipiente sobre el grupo. Quizá por eso, me tiré al suelo incluso antes de que se escuchara la detonación, justo para comprobar cómo el capitán pirata era alcanzado por el disparo. 

—¡No! ¡No dispare! —grité observando estupefacto la escena. 

Los problemas no dejaban de acrecentarse cuando emergieron nuevos piratas del faro y, por si esto fuera poco, la criatura voladora que dejamos atrás, volvía a sobrevolar el interior del museo. Comencé a respirar agitado, indeciso, cubriéndome con los brazos mientras reptaba por el suelo a un lugar en el que esconderme hasta que una lucecita hizo click en mi cabeza, teniendo claro entonces lo que debíamos hacer. Me puse en pie con celeridad.

—¡Corred, hay que ir al sótano y llevarlo al cuadro del Inferno! —les indiqué al trío de filibusteros, más autoritario y líder que nunca—. ¡Y por favor, que alguien descuelgue ese cuadro antes de que salgan más cosas de él! 

Madre mía, se dijo Becca. Tapó los oídos a Hailee después del disparo, tarde, tarde. Y luego le tapó los ojos para evitar que viese toda esa sangre del pirata herido. Y medio a gatas y medio en cuclillas, agachada y todo lo rápido que daban sus músculos y sus escasas energías a estas alturas, se metieron debajo de una mesa, a tiempo de ver a los nuevos secuaces de Willy aparecer.

-¡¡Si estoy diciendo que hagáis algo con ese cuadro!!! -pero ella se escondía más que otra cosa. No le quedaba munición, ni patines, ni aire casi. ¿Y Paul? ¿Se pensaba que era un canario el bicho ese? Se acurrucó bajo la protección de la mesa, cobijando a su hermana en sus brazos y al mismísimo señor Pebbles, al que también abrazó como si pudiese darle fuerzas y rescatarla del miedo.

Al llegar de nuevo al museo y caer encima del pirata muerto, lo primero que iba a hacer era mirar a ver si estaba el monstruo con mala leche por la sala, pero no pude hacerlo al caerse encima mía toda la panda de los Goonies. Después apareció Willy y el traidor de Kingston. Rebbeca le había lanzado una canica y le había dado, pero con una consecuencia. Se produjo un disparo, que dio con los huesos de Willy en el suelo, retorciéndose de dolor. Podíamos haber sido alguno de nosotros el que se hubiera llevado el disparo. Miré a Becca tristemente, por su impulsividad. Al instante, la bestia y varios piratas aparecieron en escena. Había que actuar rápido y una idea me vino a la mente con lo que dijo Billy.

Si llevábamos a toda esta gente al cuadro del Inferno, junto con la criatura, podríamos devolverlos a su mundo. Y si alguno se llevaba consigo el cuadro del faro, nadie más saldría de él. ¡Pues ya tenía plan! Decidido, corrí hasta donde estaba el cuadro colgado y lo quité de la pared. No era muy grande como para que me pesara mucho, así que lo maniobré bien y lo así fuertemente. Salí corriendo hacia el sótano que era donde estaba el otro cuadro.

-"¡Tengo el cuadro, tengo el cuadro! ¡Seguidme, rápido!"

¡¡¡Vamooooossss!!! - Exclamé cuando Gordi cogió el cuadro y salió perdiendo el culo para el sótano. Era una idea brillante, mucho mejor que la mía de echarle alpiste al mezquino de Kingston.

Y, rápido y veloz cual bombero que se dirige a apagar un fuego o un político a inaugurar una rotonda, me encaminé en pos de Gordi y el cuadro. La velocidad no me impidió recorrer los últimos dos metros hasta donde empezaban las escaleras haciendo un moonwalker...

Los ojos de Paul se movieron hacia el doctor, el profesor y Willy, una triada que sin duda alguna le recordó a aquella vieja película que había visto en la televisión y que eternizaba su duelo final envuelto en una música que parecía ir acorde a la tensión que se creaba.

Incluso Bill se dio cuenta de que aquello no podía terminar bien e intentó detenerlo, pero ya era demasiado tarde. La canica, Alex y el disparo casi sucedieron simultáneamente, como si hubieran estado predestinados.

Los gritos se multiplicaron y el regreso de aquella criatura alada complicó las cosas de tal manera que nadie sabía muy bien qué hacer. Paul hizo lo único que se le ocurrió: lanzarle a Kingston un buen puñado de alpiste, esperando que el bicho se echara sobre él y se olvidara de los demás.

Bill, mientras tanto, no perdió la calma y se le ocurrió algo que podía intentar arreglar las cosas, sobre todo viendo la desesperación de Sadie. Los piratas no entendieron de qué estaba hablando, pero el pequeño lo dijo con tanta convicción, que agarraron el cuadro sin dudarlo.

Sin darles tiempo, el mismísimo Gordi se les adelantó para descolgarlo e inició una carrera contra todo en dirección hacia el sótano, seguido de Paul, que también parecía tener claro lo que debían hacer. 

El profesor entendió qué era lo que se estaban jugando, así que se acercó a Sadie y le ayudó a poner en pie a su padre, junto a los piratas, que lo miraron sorprendidos.

-Venga, deprisa. ¡No hay tiempo que perder si queremos salvarlo!

Mientras tanto, el ave sobrevoló por encima de vuestras cabezas, ignorando el alpiste pero fijando su atención en todas las presas que aparecían bajo sus garras y que sin duda, en la siguiente vuelta, intentaría atrapar.

Becca se mantuvo en su escondite con su hermana , sin mover un dedo ni una pestaña. No saldría de allí hasta que el bicho hubiese desaparecido o viese una oportunidad para correr hacia el sótano lejos de esas garras feas. 

¿Para qué querían salvar al maloliente y malvado Tuerto? Por ella, que el monstruo se comiese a todos los piratas y a ese mentiroso depravado del director. 

- Puto pájaro - gruño mientras intento ponerme a salvo después de que la criatura alada ignorase el alpiste lanzado por Paul...

La criatura agarró a las primeras de cambio a Gordi, clavándole las garras en el hombro y levantándolo en el aire, haciendo que este soltase el cuadro que acababa de coger, al suelo Para más desgracia, cayó boca arriba, con lo cual, todavían podían salir más criaturas de él. El profesor intentó saltar sobre la criatura para impedir que atrapase a Gordi, pero lo único que consiguió fue caer al suelo con las prisas. La criatura graznaba y aleteaba entre las paredes, moviéndose con dificultad, pero sin soltar a Gordi.

Mientras tanto, todos habíais conseguido llegar hasta el sótano, menos Rebecca y Hailee, que se mantenían agazapadas cerca del cuadro, y los piratas y Sadie, que llevaban a Willy y todavía no se fiaban demasiado. Sin embargo, al ver que la criatura estaba entretenida con Gordi, aceleraron el paso.

Pero un segundo graznido surgió del cuadro y otra criatura apareció a través del faro, agitando sus alas y fijándose en cualquier cosa que pudiera agarrar, sobre todo lo que tenía más cerca.

Las dos hermanas Deveraux.

Al ver que la criatura se volvía hacia ellas, Willy se detuvo y agitó el sable.

-¡Maldito bicho inmundo, no te las llevarás mientras Willy el tuerto esté aquí! -exclamó, dando un paso hacia ellas, en lugar de seguir corriendo hacia el sótano.

Sadie no sabía qué hacer. La vida de su padre se escapaba por segundos y no parecía que pudiera llevarlo a tiempo al otro cuadro. Los piratas, lo siguieron y espantaron a la nueva criatura, y a continuación, dos de ellos volvieron a agarrar a Willy mientras el tiraba de las dos hermanas.

-¡Venid, deprisa!

En esos momentos, el profesor miró a los demás.

-¡Deprisa, llevaros el cuadro!

Walaa con Willy. Pensó Becca. Se resistió un poco a las manazas del sucio pirata, pero era muy fuerte y, en definitiva, parecía querer salvarlas. Quizás era efecto rebote del amor hacia su hija. O que supo al ver a Becca que ella tenía sangre pirata y que su apellido era Bonny. 

¿Qué me pasa? Me estoy creyendo cada vez más que soy Becca Bonny. 

No tuvo tiempo de darle vueltas al asunto. Voló junto a Willy llevándose ella a su hermana. Y todos corriendo. 

¡El cuadro! -gritó cuando lo nombró el profe. -¡Espera, capitán! -Rebecca se detuvo un segundo para hacer a toda prisa lo que sugería el profesor Armitage. Y, de conseguirlo, además lo pisotearía un par de veces.

-¡Lo siento, Willy! ¡Estoy matando moscas gordas! ¡¡Correeeee!!

No sabía que me pasaba... mis amigos sufriendo mil y una desgracias y yo ahí, como si fuese Michael J. Fox en el saloon haciendo unos pasos de baile...

Me centré rápidamente, Gordi me necesitaba, el resto... el resto parecían ya poner pies en polvorosa.

Me acerqué raudo y veloz tratando de hacer que la criatura se fijase en mi y dejase en paz a Bernie...

¡¡¡EEEEHHH!!! Pajalaco inmundo... bicho alado del avegno... embajadog voladog de lo macablo... suelta a mi amigo - exclamé mientras agitaba los brazos en un vanal intento de llamar su atención.

Mientras veo como Paul se empecina en conseguir que el pajarraco suelte a nuestro querido amigo obeso, una segunda criatura sale del cuadro y se abalanza sobre Rebecca y su hermana.

Sorprendente, es el mismo Willy el Tuerto quien se interpone en su camino protegiéndolas. Veo como Sadie grita asustada al ver como la criatura ataca a su padre. De un salto me acerco a donde se encuentran e intento ayudar al pirata.

- Yo las pondré a salvo... confía en mí - digo cuando me encuentro cerca del pirata y paso el brazo sobre Rebecca y Hailee

Estaba tan centrado en poner distancia de por medio con la criatura voladora que, al llegar al sótano, no me percaté en primera instancia de que faltaban algunos aún por bajar las escaleras. Confiando en que podrían apañárselas sin mi ayuda, me puse a buscar entre las estanterías del sótano alguna tela para cubrir el cuadro. De no haberla, la opción de rajarlo o quemarlo, ganaría enteros. Serían unas obras únicas, pero viendo los peligros que desentrañaban los lienzos, mejor mantenerlos alejados cuánto más mejor de las personas de Goon. 

Willy merecía que su historia no se viera alterada o modificada por nadie; ni por nosotros, ni por el director con ansias de codicia del museo.