Partida Rol por web

Mantenerse sobre el tentáculo de la bestia no era cosa fácil. Se movía de un lado para otro como si un loco estuviera meneando los brazos al aire tras pronosticar el fin del mundo. ¿Qué pretendía aquel pulpo? No lo sabía, pero desde luego se comportaba de una manera tan errática como los que salían en la gran cantidad de películas donde habían incluido a uno de aquellos seres mitológicos. ¿Por qué no nada más agarrar a una de sus presas, se la llevaba directamente a la boca en vez de ondearla al viento sin sentido? Era un misterio, pero así era.

Scott sabía que no tendría muchas oportunidades para hacerle caso al profesor. Por eso se preparó para saltar cerca del ojo de la bestia en el momento en que ésta meneara su tentáculo por delante de su cara. Si lograba agarrarse a su cara y desenfundar su espada de atrezzo, podía intentar clavársela en el ojo. Eso le molestaría al menos y puede que soltase a los chicos. Era una ínfima oportunidad la que tenía, pero tenía que intentarlo. ¿Qué podía perder salvo... la vida?

Y en el momento en que el tentáculo sobre el que cabalgaba, pasó cerca de la cara del pulpo saltó sobre él y trató de agarrarse con fuerza. Su lo conseguía, desenfundaría su arma y intentaría lo imposible. Incrustar aquella espada en su cuenca ocular. No estaba afilada, pero al menos era metálica y daño le haría. 

- ¡Mi madre! - Gritó al saltar y se hubiera vuelto a mear del susto de quedar una gota de pis en la vejiga. 

Aunque fuera difícil, Scott logró la proeza. Quizás no lo matara, pero hizo el suficiente daño como para que el maldito calamar relajara todos sus tentáculos y cada goonie que sostenía cayese de nuevo al agua. Scott lo había conseguido. 

La criatura gritó de dolor, y la serpiente se acercó par aprovechar y atacarla. Su boca enganchó uno de los tentáculos y se desató la batalla.

Segundos más tarde, ocho cuerpos volvían a estar manteniéndose a flote en el agua, entre una serpiente gigante y un kraken, y con la vista puesta en la salvación, la parte seca de la cueva, mientras el agua os empujaba de nuevo hacia abajo, una y otra vez, debido al enfrentamiento entre las dos criaturas.

¿Lo había hecho? ¡Parecía que sí, lo había conseguido! Al acabar de nuevo en el agua se sintió un héroe por un momento, pero sólo duró un instante, porque una enorme ola lo engulló. Scott tragó agua y sintió asfixia antes de poder volver a la superficie.

Una vez a flote respiró y comenzó a toser expulsando el agua que había tragado. Fue consciente entonces de que el kraken estaría un tiempo ocupado, pues la sierpe marina había vuelto a la carga tratando de reclamar su territorio.

La parte positiva era que tenían una oportunidad para salvar la vida. Sólo tenían que nadar. La negativa era que había perdido su fiel espada de atrezzo, aunque había cumplido con su finalidad.

- ¡Nadar chicos, nadar con todas vuestras fuerzas! - Gritó y acto seguido fue él mismo quien empezó a dar brazadas hacia la orilla como si no hubiera un mañana.

Aquellas bestias marinas estaban ahora enfrentándose la una con la otra, olvidándose por completo de nuestra presencia. Era una batalla colosal, que casi me recordaba a las luchas entre monstruos de las viejas películas japonesas de Kaijus como Godzilla y similares.

-¡Bien hecho, Zcott! -felicité a mi compañero, que había sido el detonante para que el Kraken nos soltara-. ¡Vamoz, chicoz, tenemoz que nadar hacia la orilla!

Dicho esto, comencé a dar brazadas, tratando de seguir a Scott en dirección a la orilla y alejarme todo lo posible de aquellos dos monstruos marinos.

-¡Patrick! - grito ella a su vez tratando de alcanzarlo con la mano

Pronto perdió la noción de lo que ocurría a su alrededor entre los gritos de unos y otros. No había sido la única en ser apresada por uno de los tentáculos, del mismo modo sabía que sus amigos estaban tratando de rescatarlos a todos pero ella no podía hacer nada. Su atención estaba centrada en las ventosas que la rodeaban, apretando cada vez más su pequeño y frágil cuerpo, al menos si lo compraban con la inmensidad de los tentáculos y su fuerza.

De pronto un grito en la lejanía, seguido por el agónico lamento del kraken y el chocar de los dos monstruos mientras era liberada, cayendo de nuevo al agua. Al salir a tomar aire, se vio sumergida de nuevo por el agua embravecida como consecuencia de la lucha entre aquellos dos titanes. En su segundo intento por tomar aire sin ser engullida de nuevo por el agua, pudo lograr ubicarse y ver a los demás como nadaban con desesperación hacía el lugar de su salvación. Inmediatamente ella hizo lo mismo, localizando a Patrick en el camino.

-¡Patrick! Vamos, vamos...nademos hacía allí – le indico señalando en dirección a Scott y Caleb que iban en cabeza seguidos por las chicas el profesor

Mis golpes eran poco más que caricias y ni se inmutaba, pero Scott si tubo mas tino con el sable y el kraken soltó a todos los que pendían de sus tentáculos, entre ellos, Lex. Aquella serpiente marina monstruosa aprovechó el momento para atacar al gigantesco pulpo y ese caos era nuestra salvación. Lex desapareció unos segundos bajo el agua y nadé hacia su posición como si fuera un puto delfín, entonces ella volvió a emerger y respiré aliviado.

Cita:

-Ahora que están esos bichos jugando es la mejor ocasión, ¡venga!-dije entre respiraciones agitadas nadando todo lo rápido que podía mientras no le quitaba el ojo de encima a mi prima, aquellas cosas aún estaban muy cerca y podían volver a reparar en nosotros en cualquier momento y era mejor quitarse de en medio lo antes posible.

En cuanto cayó al agua, Emiko se reunió con los demás y empezó a nadar con todas sus fuerzas hacia la orilla. El agua la cubría una vez tras otra, y que ella recordara, jamás había tragado tanta agua en su vida, pero ante la visión de aquellas dos criaturas y con el miedo a terminar ahogándose, no dejó de mover los brazos.

Era su vida lo que se estaba jugando.

Pero no tenía fuerzas. El cansancio estaba haciendo mella en ella y sus brazos le dolían. Con los ojos escocidos por tenerlos tanto tiempo abiertos y los pulmones sintiéndose como si ardieran al intentar aspirar aire en lugar de agua, Emiko, tras un nuevo intento, dejó de nadar y se abandonó a la muerte. 

El profesor se echó a nadar igual que el resto, esperando llegar a la parte seca de la cueva que todos habían visto. Cuando llevaba nadando apenas unos segundos, vio que una de las chicas, Lex, se quedaba atrás, y también como la japonesa, Emiko, empezaba a ahogarse.

Sin tiempo para pensar qué hacer, se dirigió a toda velocidad hacia Emiko y la agarró antes de que terminara de hundirse. La chica empezó a toser, y él intentó mantener su cabeza fuera del agua.

-Eso es, muy bien -le dijo.

Entonces miró a su alrededor. Con Emiko con ella, sus posibilidades de alcanzar la orilla antes de ahogarse eran escsas, muy escasas.

Eran varios de sus amigos los que ahora se encontraban capturados por los tentáculos del kraken y yo, desde el agua, lo único que era capaz de hacer era mantenerme a flote y esquivar los golpes que las dos bestias daban al agua. De todas formas intenté nadar hacia el calamar gigante para hacer... no tenía ni idea qué iba a hacer, sólo sabía que tenía que conseguir que ese monstruo soltara a los chicos.

Pero sorprendentemente fue Scott el que lo consiguió. Cargando con su espada de mentira logró acertar en el ojo de la bestia lo que hizo que soltara a los chicos en el agua.

—¡Bravo Scott! —grité un tanto torpe ya que el agua no dejaba de entrar en mi boca. Tenía que admitir que por una vez el chaval no sólo había tenido una buena idea sino que además había conseguido realizarla con éxito.

Pero aún no estábamos a salvo. La pelea entre el kraken y la serpiente impedía que pudiéramos avanzar en el agua con facilidad ya que las olas que se formaban por culpa de los golpes que se daban nos hacía perder de vista la orilla. No sabía de dónde había sacado las fuerzas pero seguía manteniéndome a flote dando brazadas sin descanso. Más o menos como estaban haciendo todos.

Sin embargo, al pasar cerca de Emiko pude ver que la joven apenas podía moverse y, con cierto esfuerzo, di un par de brazadas hasta llegar junto a ella.

—Vamos Emiko, agárrate a mí e intentaremos llegar a la orilla. Ningún Goonie se queda atrás —era nuestra máxima y la iba a cumplir fuera como fuera.

Con esfuerzo y muy lentamente, fui dando brazadas sintiendo cómo el peso de Emiko me lastraba hacia el fondo así como las olas que se formaban por la lucha de los dos monstruos intentaban alejarme de la orilla. Pero a tozuda nadie me ganaba e iba a conseguir llegar junto a Emiko a toda costa.

Scott saltó de nuevo al agua. Se había convertido en un puto héroe y estaba en racha. Tenía que salvar a sus amigos. Tenían que regresar todos juntos a casa. Morir en manos de un pulpo o una culebra de varias toneladas no podía ser bueno. Por suerte Lex parecía que estaba cerca de Patrick y la que parecía estar peor era Emiko, así que no se lo pensó más.

- ¡Patrick ayuda a Lex! - Gritó mientras daba brazadas en dirección a Emiko. 

Logró llegar al lado de la hija de Data y la agarró por debajo del cuello, empezando a nadar de espaldas. Había hecho un cursillo de socorrismo en el colegio en un campus de verano y eso le serviría en esa ocasión. 

- Tranquila Emiko... - Le susurró. - Yo te salvo... - Y siguió nadando hasta llegar muy fatigado hasta la orilla por segunda vez.

Al ver que Emiko está a salvo, el profesor da una brazada rápida hacia Lex y la ayuda a acelerar la marcha. 

-Deja que te ayude. Agárrate a mí -le dice, empezando a nadar con fuerza junto a los demás.

Poco a poco se van alejando de la pelea entre las dos criaturas y las aguas también van calmándose. A su lado, Anne va nadando también como puede. Bastante ha hecho logrando llegar con los demás y no ahogarse por el camino.

Las aguas parecen diferentes con la distancia. No solo están más tranquilas, sino que también parecen más limpias. Sin embargo, llegáis agotados, exhaustos más bien.

Cuando estáis a punto de alcanzar la orilla, pensando que la última brazada es quizás la más dura, una mano aparece de la nada y una voz dulce, femenina, os habla.

-Rápido, coged mi mano.

¿Quien era esa chica? ¿Por qué les ofrecía su mano? ¿Y por qué tanta prisa? ¡Da igual, era guapa! Scott tomó la mano de la chica con una sonrisa en el rostro e inmediatamente sus mofletes adquirieron un tono colorado. ¿A dónde quería conducirles? Era todo un misterio. Podía ser que llevara algún tiempo atrapada en el cuadro y tratara de encontrar la forma de regresar, justo como les estaba pasando a ellos. Al menos por sus ropas no parecía una pirata.

- ¿Quién eres? - Le preguntó Scott. - Soy Scott Devereaux... 

Cuando vi que Emiko era rescatada por el profesor vi que Lex se había quedado algo retrasada, así que volví hacia ella para ayudarla pero el profesor dió mejor brazada y la alcanzó antes que yo lo que me tranquilizó y permitió que pudiese nadar con el resto hasta la zona de tierra que teníamos a la vista.

Al final, todos llegábamos a la orilla, exhaustos y agotados pero no todo terminó ahí alguien más estaba allí, una chica preciosa alargaba su mano para ayudarnos, la estreché y me puse de pié ante ella suspirando y recuperando el aliento.

-Muchas..muchas gracias...por ayudarnos..¿Y tú quién eres?-la miré extrañado y con curiosidad.

La chica ayudó a subir a Scott en primer lugar, a Patrick y después, uno por uno, al resto. Emiko estaba muy cansada y prácticamente se desvaneció en cuanto tocó tierra, y algo parecido le sucedió al profesor. Ya tenía edad para todo aquello, pero parecía estar haciéndolo bastante bien.

-Mi nombre es Sadie. Si estáis aquí supongo que es porque habéis conocido a mi padre. ¿Willy? ¿Willy... el tuerto?

Alcanzo la orilla de la salvación sin apenas fuerzas en las piernas o los brazos, de no haber sido por el profesor habría terminado por hundirse de nuevo entre todo el oleaje que las bestias provocaban.

Se mantuvo unos instantes más en el agua, los brazos apoyados en tierra y la frente sobre ellos, aguardo hasta que Anne alcanzo la orilla dedicándole una sonrisa serena. Estaba a punto de salir del agua para abrazar al salvador del grupo cuando escucho la voz de la recién llegada, que los ayudaba uno a uno tendiendo una mano amiga, en apariencia.

-¿la hija de Willy? - miró desconfiada a la chica por la que Scott parecía haber olvidado a Anne, chasqueo la lengua molesta pensando que iba a darle un abrazo por salvarlos a todos.

Resultaba que la frase de su madre iba a tener sentido después de todo. Los chicos son todos iguales, dales una sonrisa en una cara bonita y perderán el norte.

-¿y que haces aquí?...y por cierto ¿donde es aquí? - aquella Isla no parecía tan grande ni en la pintura, ni desde el barco y por mucha magia negra implicada, aquello no era medio normal