Partida Rol por web

Si, creo que lo más prudente es que nos quedemos aquí. 

Inclusive si son ellos haciendo una ceremonia, darles espacio es darles respeto. 

Parece que no dormirían mucho esta noche, por estar alertas, pero bueno, el lado bueno es que eso les daría tiempo para reflexionar sobre la vida. 

No compañeros, pensándolo bien, creo que si hay que acercarnos.  Desde lejitos, con respeto, pero me gana la curiosidad.  

Creo que tengo por aquí una flauta de mis bailes, rebuscó en su mochila a ver si la había traído*.  Si la encuentro...mh... pues podría imitar el sonido aquel y acercarnos a ver que lo trajo. 

Creo que al entender el tono no sería algo agresivo, como la lanza anteriormente lanzada en nuestra contra.  Podría ser una buena manera de hacer "primer contacto" con ellos.   ¿Que opinan? 

Deberíamos empezar a preparar algo de cena y decidir qué vamos a hacer para pasar la noche.

Me dirigí hacia las tiendas y empecé a rebuscar entre el equipaje.

No somos soldados ni eso, pero deberíamos hacer como en las películas y hacer turnos de vigilancia por si los habitantes del lugar se les ocurre visitarnos por la noche. Al menos asustarlos para que se vayan mientras los demás duermen.

Buscaba los utensilios de cocina para preparar algo de comer.

¿Quién tiene hambre?

El bibliotecario volvía a estar perdido en su mundo. Al menos, volvía a ser el suyo propio y no el inducido por la música. La única muestra de que el "espantapájaros Baterman" había estado bailando era una mirada más huidiza de lo habitual y un rubor poco habitual en sus mejillas pálidas. Tenía clarísimo que el baile no era lo suyo.

Cogió su cuaderno y lo colocó bien abierto, como pudo, en la superficie más plana que encontró y comenzó a sacar fotos de las páginas desde el cenit, intentando que quedasen lo más claras y legibles que fuera posible, dada la oscuridad creciente y lo precario del campamento. Mientras lo hacía, inconscientemente, iba tarareando la música que habían estado bailando, o lo que recordaba de ella, de manera disonante y sin ritmo. A pesar de todo, parecía tener bastante soltura sacando copias fotográficas de legajos, por lo que no tardó demasiado en cumplir su cometido.

- Lo-lo-lo-los apuntes. Necesitamos hacer co-co-copias de todo, no sea que se pierdan. Podemos hacer copias en sus or-or-ordenadores y subirlas a un par de servidores como backup.- estaba claro que EL BIBLIOTECARIO le había poseído, con el deseo de preservar el conocimiento a toda costa.- Si me permiten usar sus PCs claro. No sé cómo se me olvido traer uno.- añadió ligeramente avergonzado.- Creo recordar que el suyo se-se-señor Kengsinton tenía conexión por satélite, así podremos tener una copia en la nube. Es importante no perder lo que hemos descubierto, pase lo que pase, podemos programar enviar los archivos a nuestros mecenas por si, por si ocurriese algo. Podemos cancelarlo o añadir datos si todo va bien.- se apresuró a añadir, intentando no sonar tan cenizo.- Y, estoy en desacuerdo con la doctora,- le sonrió con disculpa.- no me siento cómodo alejándome del campamento en plena noche, no hasta que sepamos que lo que hemos investigado está asegurado, hasta ahora sabemos que nos han atacado en dos ocasiones y no hemos sido demasiado res-res-respetuosos con su... "descendencia" si es lo que fotografiamos. Dejémosles tranquilos hasta mañana y recomencemos el día con mejor pie.- mientras hacía estas declaraciones, no dejaba de moverse alrededor del campamento, buscando donde cargar la cámara, manipulando los libros que había traído consigo y, en general, volviendo poco a poco a ser el mismo, con sus tics y su movimiento inquieto constante.

- De hecho, debe-debe-deberíamos establecer guardias de vigilancia, sólo por si acaso.

- Déjenme eso a mí, colegas. - Están claras dos cosas. Una era que el Sr. Kengsinton tenía las emociones a flor de piel, pues había pasado de estar preocupado y abrumado a cierto nivel de euforia. La otra era que decir "colegas" no le pegaba nada. - Tengo mi propio servidor instalado en mi apartamento. - Entonces comienza a teclear rápidamente en su ordenador portátil mientras da explicaciones divertidas. - Cuando compré mi apartamento me di cuenta que había una sala subterránea. Era diáfana y el anterior propietario la utilizaba como bodega y, según creo, destilería clandestina. En fin, que las bajas temperaturas perpetuas que allí habían convertían el lugar en perfeecto para instalar allí un servidor. Fue un problema lidiar con la humedad, y tuve que aislar suelo, paredes y techo. Costó un dineral, pero lo financié vendiendo las botellas de vino que por allí abajo quedaban. ¡No os podéis imaginar lo que valen algunas!... Bueno, creo que ya está.

Una barra de progreso en la pantalla llega a su fin y un OK en color verde parpadea en el centro.

- ¡Archivado! - Sentencia el informático. - Aquí podremos guardar lo que nos plazca, y compartir a nuestro antojo con Alma Mater. Como usted ha dicho, y para darles un anticipo a nuestros jefes, les daré permisos de lectura y el enlace para verlos.

Mientras todos tienen las miradas fijas en la pantalla, una piedra golpea la pantalla y dibuja en forma de rotura una telaraña sobre el cristal.

- ¡Mierda! - Grita Albert Allister Kensinton. Cayendo en el suelo con el trasero y gateando hasta ponerse a cubierto tras un tronco de un árbol.

Otra piedra impacta contra el suelo.

- ¡En los árboles! - Dice, señalando hacia las copas de los mismos.

Arriba, entre las ramas, unas figuras de piel oscura con ropajes de animales salvajes, os lanzan piedras con una especie de ondas. Su ataque es rápido, como una guerra de guerrillas, donde la sorpresa, el conocimiento de la orografía y la rapidez juegan a su favor. Aparecen, lanzan y se esconden, para a continuación, aparecer en otro lugar. La escasez de luz dificulta sobremanera verlos aparecer para poder protegerse a tiempo.

Batsy miraba embobado la pantalla y el parpadeante "OK" con un sentimiento de alivio en su ética profesional. Al menos los datos estaban a salvo. Toqueteó inconscientemente el cuaderno que volvía a pesar reconfortantemente en el interior de su chaqueta. Pasase lo que pasase, sus descubrimientos estaban a salvo y, a la vez, a mano para seguir estudiandolos.

La piedra que golpeó la pantalla le pilló totalmente de impreviso, y le hizo soltar un grito sorprendido. Se giró, buscando el origen, pero a penas pudo distinguir la miriada de figuras oscuras vestidas con pieles que les atacaba. Como loco, se lanzó al suelo, intentando llegar hasta su cámara para cargarla y protegerla de los impactos.

¡¿Son los vegetarianos o los carnívoros?!  -le dijo Sharada a Batsy y Kensington mientras corría a buen refugio.  ¡Aquí, atrás de esta pared!    Había encontrado un buen parapeto contra las pedradas, y se agachó ahí, sosteniendo nerviosamente su flauta india en la mano.  

Su intención de acceso pacífico, el canto de saudade que había oído, lo de los experimentos... mil hipótesis le cruzaban ahora la cabeza. 

¿Será que tuvieron hijos-planta con eso del laboratorio y los están protegiendo?  ¿O es el cementerio?  No; es más que eso.  El laboratorio está en uso, el lugar ritual está en uso.   Es su sitio y atacan como que lo invadimos. 

Bueno pues, a quitarles el sentimiento.  ¡Somos embajadores de buena voluntad, no invasores!  -dijo para sí, o para los demás, o para todos, no se. 

Lo único que se le ocurrió fue entonces ponerse en flor de loto y empezar a tocar la flauta, como un buda con bermudas.  Imitó la melodía, quería transmitir empatía, sincronía, actitud de paz. 

Las piedras llovían de un lado y de otro. Parecía que había decenas de ellos escondidos entre las ramas de los árboles. Escuchaba como la doctora intentaba hablar con ellos, pero creía que los nativos no estaban para escuchar a nadie, y menos si no nos entendían. Lo mejor en ese momento sería encontrar un lugar donde resguardarse e intentar pasar sin recibir una pedrada en la cabeza.

No teníamos nada con qué defendernos y aquello podría llegar, según la experiencia del día, a suponer un craso error por parte nuestra. Corrí hacia el edificio que teníamos más cercano, buscando la protección de las pocas piedras que quedaban en pie de la fortificación. Cuanto más alejado estuviera de los árboles, más a salvo estaría.

Corría haciendo eses, mientras escuchaba como las piedras repicaban por el suelo a mi alrededor. Sólo esperaba ser más rápido que ellos.

Una piedra silba al lado de la cabeza de la doctora y su corazón da un vuelco. Cuando se gira para ver dónde ha impactado, ve al bibliófilo, el Sr. Baterman, llevándose la mano a la cabeza. La piedra le ha abierto una brecha de la que mana sangre.

Las piedras siguen cayendo, así que corréis a buscar cobijo. Baterman, a pesar del golpe, reacciona y se arrastra por el suelo, protegido por los bultos del campamento, para proteger el material sensible. Threkor Ohrin corre hacia las ruinas cercanas, buscando alejarse del conflicto, lo que no evitó que una piedra le golpeara la rodilla. El ocultista cayó al suelo, pero su cuerpo estaba segregando cortisol en grandes cantidades y se levantó lleno de rabia. Cojeando, llegó a cubierto. La Dra. Srinivasan, en cambio, optó por imitar los cantos ya apenas perceptibles que provienen del bosque adoptando una posición mística. El Sr. Kengsinton aprovecha una caja vacía para ocultarse debajo con el maltrecho ordenador portátil.

Desde tu nueva posición ya pareces estar a salvo del inesperado ataque. Tomas unos segundos para volver a la calma y examinarte la rodilla. Te duele al caminar, pero parece que no tienes nada roto. Cuando llegue el resto del equipo podrás ser atendido. Mientras tanto, tendrás que conformarte con una leve cojera.

Palpándote la rodilla estás cuando a través de uno de los boquetes que hay en los muros de las ruinas ves una curiosa silueta. Tiene forma humana, pero permanece inmóvil. Al otro lado, de donde todavía están tus compañeros y sus atacantes, escuchas unos extraños alaridos.

Cuando estáis todos a cubierto, los atacantes intentan acercarse más para encontrar nuevos ángulos desde los que atacar, pero entonces sucede algo inesperado. En los árboles sobre los que se encuentran, algunas ramas más finas reaccionan de cierta manera a esos seres y son atravesados por las más punzantes, mientras que las ramas más flexibles los enredan e inmovilizan. Cuando comienzan a verse apurados, lanzan unos horribles alaridos que hacen que los más atrasados huyan del lugar atemorizados.

Al cabo de unos segundos, la sangre gotea sobre el campamento desde los cadáveres muertos en las ramas de los misteriosos árboles de alrededor.

La melodía que se escuchaba, y que la doctora trató de repetir, se escucha ahora cercana. Proveniente de muchos lugares de alrededor.

Apenas notó Sharada que estaba tratando de recuperar la respiración.  Sus vendajes a Batsy se sucedían mientras hablaba.   Quedarás como una momia, mijo, jeje.  Quédate quieto, carambas.  Pues tu querías que te curara una arqueóloga, ¿no?, jaja.   El buen humor -nervioso aún- le había regresado después del rescate.  Se sentía segura, sin embargo en cuanto pudiera dejar en camino de recuperación a sus compañeros, iría a ver qué había pasado con los cuerpos de los atacantes. 

Al menos, parecía que la especulación* de la Dra. Srinivasan había ido por buen camino.  ¿Notaron que los agresores llevaban pieles de animales?  Científica hasta para los sustos y riesgos mortales.  Eso me hizo pensar que serían la civilización de "carnívoros", pues los "veganos" llevarían típicamente ropa de fibras vegetales, ¿o no?  

Y pues lo de la defensa arbórea fue consistente con este hecho.    

Volteó maravillada a ver toda la vegetación, los ojos abiertos en especulativo asombro. 

¿A poco estamos ro-rodeados por la gente vegetariosa?  A-amigos, ¿estos árboles son diferentes a los de la selva normal, verdad?  ¿Son baluartes, de-defensas vegetales? -¿O son la propia gente?  Casi se tapa la boca al decirlo, además de que tartamudeaba ya como Batsi.  Estaba como queriéndolo decírselo a sus compañeros en bajo por si era verdad y los oían, y los entendían, que ya eran tres saltos de imaginación sin red abajo de su trapecio. 

Esto es una civilización también: llevar tus temas, tus leitmotivs, hasta donde puedas llegar con ellos. 

Y la música, con su leitmotiv, llegaba.

Batsy trataba de reprimir un lloriqueo mientras se dejaba atender por la doctora, no estaba acostumbrado a recibir pedradas en la cabeza. Veía doble, le sabía la boca a sangre a causa de haberse mordido la lengua con el impacto y, en general, tenía un aspecto más miserable del que debería, pues era tal y como se sentía. Demostrando lo mal paciente que era, se agitaba, saltaba cuando la herida escocía y, en general, dificultaba el hacer de la doctora más de lo que se debería esperar de un hombre hecho y derecho.

No respondió a las cuestiones de la doctora, quedándose abrazado a la cámara, protegiéndola, en un silencio mareado y dolorido. No tenía demasiado ánimo para ponerse a elucubrar. El dolor no ayudaba. Los cadáveres que les rodeaban menos aún. Cuando la doctora empezó a tartamudear, casi como un reflejo de su propia manera de expresarse, no pudo evitar una ligera sonrisa que acabó en una mueca dolorida.

- Me-me-me da a mi que en eso último tiene razón. Si los árboles no son los "vegetarianos" al menos nuestros "protectores" deben te-te-te-tener algún control sobre ellos.- Se llevó la mano a la cabeza, tocando tentativamente el vendaje y gimoteó de nuevo, dolorido.- Me cuesta pensar. Cre-cre-creop que voy a acostarme un rato.- Añadió, derrumbándose en el sitio. La parte hiperactiva de su mente le dijo que, si tenía una conmoción, lo peor que podía hacer era dormirse. Pero estaba taaaaaan cansado....