Partida Rol por web

Ése era el gran día. El GRANDIA (así, tal cual) en el que los muertos de hambre que habían sobrevivido a la criba de hacer una fila de a uno para inscribirse en el torneo del Rey Torg (¡Larga vida al Rey Torg!) iban a participar en el campeonato de sus vidas (porque no vivirían mucho más la mayoría de ellos, las cosas como son) para conseguir el manjar más exquisito que un kobold pudiese probar:

Un rollizo bebé humano.

El Rey Torg (¡Larga vida al rey Torg!), en su infinita bondad, iba a renunciar a un ejemplar estupendo de bebé (era tan estupendo que ni lloraba por las noches despertando al personal y cuando le sacaban los gases no acababa vomitando como si sus tripas tuviesen vida propia) aun cuando estaba pasando tanta hambre que sólo se podía permitir 12 de sus 13 comidas diarias para alimentar al campeón de los kobolds.

Aquella mañana todas las cuevas de los kobolds de la zona se vaciaron (mejor para los excursionistas porque ese fin de semana tocaba jornadas de espeleología y habría sido un desmadre) para reunirse todos en lo que los humanos llamaban "vertedero" y los kobolds llamaban "el laberinto de los tesoros". Habían hecho montañas de basura y pasarelas que las conectaban para los chillones espectadores que se agarraban a las barandillas y amenazaban agitando sus puñitos peludos en el aire, chasqueando sus bocas llenas de dientes mientras el rey Torg (¡Larga vida al Rey Torg!) avanzaba regiamente meneando su cetro de rey chulo hasta una isleta de basura en la que también llevaron al bebé metido en un carrito (un bebé es una cosa muy delicada y no se debe exponer al sol sin la crema con factor de protección solar adecuada) cubierto.

Los espectadores hicieron ruidos de mono en celo cuando el rey Torg (¡Larga vida al Rey Torg!) saludó señalando el carrito del bebé y entonces levantó ambas manos.

Se hizo el silencio más sepulcral que un kobold podía hacer: sólo se oían los mocos sorbiéndose y las zarpas rascándose las orejas. Entonces empezó el repicar de tambores, la señal que todos conocían para que metiesen a los kobolds en el recinto y así, entre seis y ocho (los números nunca han sido su fuerte así que dependiendo de a quién le preguntases el número cambiaría) kobolds serviles arrastraron una jaula cubierta de madera. Sólo cuando la carreta estuvo frente a la plataforma de guarrería en la que estaba el Rey Torg (¡Larga vida al Rey Torg!) la descubrieron y, con un palo atado a dos palos muy largos, levantaron el pequeño seguro de la jaula de la carreta para que se abriese.

-¡Que empiecen los juegos!-anunció el Rey Torg (¡Larga vida al Rey Torg!) El primero que salió fue Tonel y fue directo a la plataforma del Rey Torg para robar al bebé. El muy idiota debía haber perdido la poca cordura que le quedaba y se agarró a un objeto grande y blanco que se desprendió de la montaña y cayó sobre él aplastándolo, dejando sólo a la vista los pies peludos del pobre Tonel, que se movieron en un espasmo breve cuando la nube de polvo que había levantado la caída del objeto se disipó.

Ese de ahí no se movía y trepar era incluso más inútil de lo que cualquier Kobold habría escogido.

Canturreo cuando duermo en la jaula, canturreo durante el viaje en la caja y continuo canturreando cuando abren la caja y el aire pestilente (yami!) nos da la bienvenida. Ladeo mi cabeza peludita mientras el Rey Torg (¡Larga vida al Rey Torg!) dice algo y entonces Tonel se cae y muere aplastado. Se me cae la baba pensando en lo rico que estaría con orina de cabra y esas bolitas rojas que hay cerca de casa, en la cueva. Pero también me lo puedo comer crudo, no hay que hacerle ascos a nada, oye.

-Arrf arf arf...- más babas -¿Salir?- indico con una zarpita a los demás concursantes. En cuanto puedo me lanzo hacia donde está Tonel aplastado e intento morderle los dedos de los pies para comérmelos.

-¿Si gustáis?- hago una sonrisa dentuda enorme y le pego un mordisco. No está bueno, pero los arranco igualmente y me quedo mirando a los otros candidatos, sonriendo y con dos dedos kobolds asomando entre mis dientes, como esos bichos que tienen los humanos, pedos (¿?).

Olde'Pachuli estaba agarrando las rejas con sus manos mientras el hedor que expulsaba su cuerpo, mucho peor que el de cualquier kobold que estuviera al sol durante dos semanas enteras, se acumulaba bajo la tela que los cubría.

-¡QUERER BEBÉ! ¡QUERER BEBÉ! ¡BEBÉ MÍO! -gritaba mientras zarandeaba los barrotes hasta que la abrieron.

Por el otro lado.

Hasta que no escuchó las risas por la muerte estúpida de Tonel, no se dio cuenta de que ya la habían abierto y él estaba mordiendo y tirando de los barrotes para abrirse una salida. Cuando se dio cuenta, salió todo lo rápido que pudo, dejando una estela apestosa a su espalda, y alguno podría jurar que no solo era su hedor, sino que algún pedo acompañaba su rastro.

-¡LARGA VIDA AL REY TORG! -gritó mientras corría hacia una de esas bolsas que podían contener algo de interés

Emsias estaba lamiéndose durante todo el camino en aquel viaje en jaula, sabiendo que esto probaría sus verdaderas habilidades marciales y por fin podría demostrar que es digno de ser un siervo del rey Torg(¡Larga vida al rey Torg!). Miró al resto de los participantes y asintió mientras achinaba los ojos, porque eso era lo que hacia aquellos expertos en artes marciales como el.

-Guachai-Dijo con tranquilidad antes de observar como se abría la jaula y Tonel, caía muerto al ser aplastado por una roca, aquello le pasaba por pringao.

A continuación comenzó a correr como alma que lleva el diablo hacia la primera bolsa que vio mientras seguía gritando “¡Guachai!” una y otra vez para después saltar contra el suelo y comenzar a hacer la tecnifica legendaria de LA CROQUETA, quera llegar el mas rápido y esto se lo iba a permitir.(O eso creía el pobre currito)

Algo olía mal. Quizás todo fuera una trampa. Quizás era el miedo de sus coleguitas. Quizás fuera el montón de basura que se amontonaba fuera de la caja. Tim olisqueó una vez más al aire y entonces lo supo. Era él. Eso era un alivio. Él siempre olía mal y eso era bueno. No es agradable comer cosas que huelen mal.

Tim se agazapó tras las paredes de la caja y miró a su alrededor. Un bebé humano siempre era una buena cosa. Por lo general olían bien. No siempre. A veces echaban cosas marrones que no olían bien. Pero Tim sabía que eso no importaba mucho porque si lo apartabas seguía sabiendo bien. Un bebé era gran cosa. Y más si lo ofrecía el rey Torg. ¡Larga vida al rey Torg!

Tim no era muy bueno pielando. Tampoco aporricheando. Tim era muy bueno cacharreando. Eso no era ser cobarde, era ser asturcio. Los asturcios gustaban al rey Trog. ¡Larga vida al rey Torg! O al menos si no gustaban eran buenos ganando bebés. Tenía que encontrar cachilugios con los que cacharrear. Ese era el plan.

Los humanos hacen la absurda prueba de habilidad de haber si se pueden chupar un codo. El mítico enviudagallinas es todo un visionario y lleva esa prueba de habilidad de a ver si es capaz de mordisquear su propio codo. Pero algo le hizo salir de su prueba de destreza e ingenio sin igual, aquel silencio. 

Alzó su cabeza peluda con la boca-serrucho medio abierta en proceso de morderse su codo y lo vio. El grandioso, maravilloso y orondo Rey Torg (¡Larga vida al Rey Torg!) y al lado el carrito con el bebé más rollizo que jamás sus ojillos de asesinapollos había visto. GRRRRR protestó el estómago de Hei, porque cuando él tenía tanta hambre, su estómago cobraba vida y le recordaba que tenía que mordisquear algo y engullirlo (el chicle no engañaba al estómago de Hei, era más listo que su cerebro).

Cuando se abrió la jaula vio como sus compañeros rivales para quedarse con aquel manjar ya se movían. El primero en caer fue Tonel y Hei se rió del desgraciado de una forma que parecía un cacareo cruel (ya sabéis, para cazar a tu enemigo hay que pensar como él). Bolsas, bolsas marrones eso era bueno... pero su estómago (el más listo de los dos o esa es la teoría) le hizo notar en aquella cosa brillante, amarilla y bonita. Las cosas bonitas son lo peor, pero igual le servía en su cometido y zamparse así aquel trozo de carne humana a medio formar. Volvió a babear. Así que salió corriendo hacia aquella cosa brillante, amarilla y bonita. 

Energumenizados y vigilados por la atenta mirada del rey Torg (¡Larga vida al rey Torg!) que no se separaba del bebé del carrito ni para hacer un pis apuntando a ojo desde lo alto de su montón de chatarra, los campeones salieron de la jaula con mayor o menor (más menor que mayor) destreza tras el aparatoso y pseudodoméstico accidente de Tonel.

Tonel ahora no podría llorar si le mordisqueaban los mejillones y, como si pretendiese retarle a hacerlo, Jack-Todo-Dientes, nieto de Ataulfa-Todo-Encías e hijo de Renato-Todo-Caries, se lanzó a por las extremidades que sobresalían del electrodoméstico que aplastó a Tonel y se dedicó a saciar su hambre cuasinfinita para coger energías y alzarse como campeón total y absoluto, merecedor indiscutible del bebé del premio. Tan entusiasmado estaba royendo los dedillos huesudos de los pies de Tonel que pasó de Solo-un-Hei y de su intento suicida de imitar a Tonel para trepar por aquel montículo de metálica y variada basura para llegar hasta el rey Torg (¡Larga vida al rey Torg!) y el preciado premio.

Varios pasos (zancadas humanas, más bien) más allá de donde el kobold hambriento de Jack se llenaba la tripa con las míseras patitas de Tonel y de donde Solo-un-Hei intentaba trepar con toda su alma haciendo trampas se encontraba corriendo Olde'Pachuli con la lengua fuera agitándosele al viento como quien lleva un estandarte en batalla, garritas extendidas hacia el más cercano de los bultos que se encontraban en el suelo y, en el momento en que lo agarraba se quedó mirando con ojillos brillantes como escarabajos la tela desgastada que cubría lo que fuera que hubiese ahí debajo.

Pero el momento de éxtasis no estaba hecho para durar del mismo modo que no está hecha la carne de bebé para la boca del kobold plebeyo y otra garrita apareció en su campo de visión aferrándose al paquete. Un primer vistazo subiendo la mirada por aquel bracito flacucho y peludo le llevó hasta la cara de Emsias, aunque su propia peste le habría delatado si Olde no hubiese estado tan ensimismado en su pequeño triunfo (y su propio pestazo no le hubiese atrofiado por momentos el olfato).

Como decía la obra de teatro kobold: eran dos kobolds y un destino.

Y por último, el kobold más tímido (si es que eso pudiese ser una característica kobold) había pasado olímpicamente de sus compañeros y del delicioso olor a kobold espachurrado para ir con la cabeza gacha mirando el suelo. A los espectadores les costaba diferenciar qué había ahí donde Tim ardor, enemigo jurado de Almx el Sosegado, acercaba los morros con tanto interés, quizá sólo intentaba ganar tiempo para que los demás se matasen entre ellos o quizá prefería hacerse el longuis a ver cuánto tardaban sus compañeros en saltarle a mordisquearle una orejilla. 

Si no hubiese sido un kobold hasta se diría que tenía una estrategia enrevesada y sutil... pero era un kobold.

Era su bolsa, su magnífica y preciosa bolsa que iba a llevarle hasta lo más alto de todo lo que podría alcanzar un kobold y se comería ese bebé regordete con todo el placer que podría imaginar. Pero unas manos traidoras, avariciosas, asquerosas y apestosas querían quitarle sus sueños.

-¡BOLSA MÍA! -grito Olde'Pachuli- ¡TÚ BUSCAR OTRA O YO COMERTE A TI ANTES QUE A BEBÉ! -amenazó mientras tiraba con todas sus fuerzas, aferrando esa bolsa con las dos manos y clavando talones para ser un mejor anclaje.

Estaba convencido de que por allí había algún cachilugio, pero resultó que no. Y sin cachilugios disponibles no podía cacharrear. Me rasqué la cabeza confuso y contraje el gesto. Las tripas hacían rum rum así que no podía perder más tiempo en eso.

Algo llamó mi atención. Más kobolds pielando. Seguro que algo bonito o sabroso era el premio. Quería el premio. Seguro que podía intentar cogerlo sin que se apispasen. Me acerqué a ellos y grité.

- El decir que tú feo y ole mal. - En cuanto despisten agarro lo que sea.

Me acabo el último cacho de carne que he podido arrancar del kobold muerto y que no esté atrapado y aplastado por la caja blanca y pesada. Me siento en el suelo, pensativo, y me tiro un eructo enorme que suena como el rugir de un león con anginas.

-Sigo tenendo hambre- Entonces y solo entonces, me acuerdo de un ligero tema sin importancia: el bebé jugosito que el Rey Torg  (¡Larga vida al Rey Torg!) había prometido como premio por hacer... algo, ¿qué era?

-Ah. Sí, matar kobolds rivales- y quien dice matar, igual comérselos, vamos. Y salgo disparado hacia el primero que veo nada más levantarme del suelo: Solo-un-Hei, que parece querer subir una montaña absurdamente. Ahí no hay comida, sólo Rey Torg  (¡Larga vida al Rey Torg!) y el premio.

-A Vor no gustar eso. ¿O sí?- pienso en voz alta con algo de confusión, pero sin perder el ritmo, que hay que atrapar a un kobol renegado.

Olde'Pachuli hizo lo que todo Kobold criado bajo el nada misericordioso ojo del gran dios rojo de la ira VOR habría hecho: gritar muy fuerte para demostrar que tenía más razón que Emsias y así hacerse legítimamente con el contenido de la bolsa.

Y funcionó: helado o paralizado como después de haber chupado un cable, Emsias miraba al apestoso Olde (aunque si se tenía en cuenta el pestazo de los dos lo mismo la unión de pestes había terminado por freír el no-cerebro del kobold)como si fuese la personificación del gran dios rojo de la ira VOR y la tela se escurrió de entre sus deditos peludos y de uñas demasiado largas como un pedillo sigiloso después de hincharse a legumbres (que era un asco pero a veces es lo único que encontraban para meterse al gaznate).

Victorioso, ufano y muy satisfecho de sí mismo, Olde'Pachuli abrió la bolsa y en su interior encontró una  rata muerta pinchada en un palo. Olía a bicho muerto y era un asco muy gordo pero a caballo regalado no le muerdas la huevada, todo el mundo sabía ese refrán... y ahora tenía un arma definitiva (bueno, no muy definitiva pero ya era algo) con la que defenderse o matar de la peste a alguien, para ser idiotas los kobolds eran muy creativos (y por eso actualmente se los rifan en las reuniones del departamento de marketing).

Tim ardor, un poco más cauto que Emsias (aunque no lo suficientemente cauto como para ser considero un cobarde asqueroso merecedor de la ira del gran dios rojo de la ira VOR) echaba leña al fuego metafóricamente intentando ver quién de los dos kobolds que habían disputado la posesión de "la rata de la muerte" era el que se daba por ofendido antes por el comentario de la peste. El premio debía de ser suyo.

No muy lejos (técnicamente a cuatro pasos de kobold) Solo-un-Hei fracasaba estrepitosamente en su intento de alcanzar la cima de la plataforma central y dejaba un rastro de garras que bajaban muy majamente hasta casi el suelo. Los kobolds no lo sabían, pero los humanos se dejaban verdaderas cantidades de dinero por hacerse arreglos en las uñas como los que se acababa de hacer Solo-un-Hei al intentar clavar las garras buitreras en la basura.
Aunque el volver al suelo no era el mayor problema de Solo-un-Hei, su mayor problema, algo que cualquier otro Kobold podría haber llamado karma-por-traidor, era Jack-Todo-Dientes que se lanzaba a toda prisa contra él con la boca hasta las orejas de paluegos peludos de los dedillos de los pies del difunto Tonel.

Hei pecó de avaricioso o de osado o idiota, o simplemente de las tres cosas juntas, porque no era desconocido de que lo de pensar las consecuencias de sus actos no era su fuerte. Y ahí estaba el pobre bicho, escurriéndose por aquel montón de basura, mientras veía aquella cosa brillante alejarse de sus mugrientas (ahora más que nunca) zarpas.

Rodó un poco hasta llegar al suelo, poniéndose de pie de un brinco (mala idea) algo desorientado. Encima Jack-todo-el-jodido-día-cantando se lanzaba a por él para repetir la jugada que con Tonel. Se encaró al dentudo y si tuviese una camisa se la partiría la camisa como vio a dos idiotas humanos que intentaban demostrar cual era el más machote. -¡No temerte y encima tú cantar mal!

Olde'Pachuli alzó su nueva arma de terror con ambas manos sobre la cabeza mientras gritaba como un energúmeno, impuesto sobre todos los demás al ser el único con un arma. Iba a ensartar al osado que había intentado quitarle su derecho de nacimiento, que era ese arma que le llevaría al bebé regordete; pero entonces una voz empezó a insultarle.

-¡TU APRENDER RESPETO AL TODOPODEROSO OLDE'PACHULI! -gritó mientras se lanzaba con ese palo que ensartaba a la rata en ristre- ¡SER PRIMERO EN PROBAR LA RATA DE LA MUE'TE! -y un grito energumenizado surgió de ese pequeño cuerpo.

-Gracias- sonrío con todos los dientes -Yo canto como gato atropellado- respondo orgulloso sacando pecho -Pero palabras bonitas no pararme, lo siento. Yo o mi estómago. Tu entender- explico muy claramente, como si fuera lo más evidente del mundo. Corro como una liebre, como si no hubiera un mañana (que es probable), alrededor de Solo-un-Hei, driblando a un lado y a otro. No me ves por aquí, estoy allá, intentando marear la perdiz o mejor dicho a Solo-un-Hei, antes de lanzarme a su pierna y pegarle un mordisco de esos que hacen historia. Porque tengo Hambre. Tonel tenía poca chicha en los pies y mi estómago es un agujero negro. Le clavo los dientes en la carne hasta el tuétano.

-Eref mioh-canturreo con la boca abierta y clavada en su pierna.

 Tanta peste había dejado a Emsias paralizado y por eso perdió aquella bolsa de sus zarpitas malolientes y eso no lo podía permitir.

-¡GUACHAI!- dijo antes de retroceder con un salitito que casi lo tira al suelo y sacar su lengüecita.

Ahora si que estaba listo para pelear, destruir y posiblemente zamparse a los demás kobolds, solo tenia que usar su técnica ancestral y milenaria...o milenariamente ancestral de hacer que cosas salgan de sus manos y hagan otra cosas. ¿Pero eso como se hacia? Ah si, diciendo cosas.

-¡Uah! Uah! ¡Sacatan Sacatún tam tam tam que summun pen que tum pan que tepetepetam to que summun que tum!-Comenzó a gritar mientras movía sus zarpitas y babeaba y gritaba y su malo olor se hacia mas patente debido al montón de pedos que soltaba cuando estaba concentrado.

-Más quisieras tú cantar como gato atropellado, cantas como hembra humana- porque uno de los peores momentos de llevarse a un bebé, era escuchar los alaridos que daban las hembras humanas para dormir a sus crías. Era horrible sin duda y la peor tortura que se podía recibir. 

Intentó seguir con la mirada al bardo, dando vueltas y  más vueltas, como si fuera un carrusel y cuando estaba apunto de caer al suelo redondo por el mareo, soltó un alarido al notar como el boca serrucho de Jack le mordía una pata-GAAAAAAAAAAH- le miró con sus ojillos llenos de maldad. Debería ser de miedo, pero era un kobold y por tanto estúpido -SOLO-UN-HEI SÓLO PUEDE SER COMIDO POR SOLO-UN-HEI- bramó y sin más ceremonias se metió el puño y lo que pudo en la boca y comenzó a comerse a si mismo. Curiosamente sabía a pollo. 

El duelo intelectual y verbal de Jack-Todo-Dientes y de Solo-un-Hei dio paso al argumento irrefutable de morder al contrincante para ganar y como Solo-un-Hei no era menos también se mordisqueó a sí mismo.

Pero lo que ocurría varios pasos más allá era algo incluso más inesperado que ver a un kobold afirmar que sólo él tenía derecho a comerse.

Emsias, con un grito de guerra digno de cualquier humano de ojos rasgados que moviese las manos y las piernas muy rápido, empezó a conjurar un antiguo hechizo robado de su antiguo mentor el todopoderoso mago In'Flmable que pereció tres inviernos antes después de gritar que era inmune a las llamas de un incendio que él mismo había provocado. El cielo se oscureció  y  un viento frío y cuasi huracanado barrió el lugar mientras se arremolinaba alrededor de Emsias, creando una espiral mortal de peste de pedo y gorrino alrededor de él mientras que en sus manos creaba una bola de fuego que creció. Creció hasta ser más grande que Emsias, creció hasta ser más grande que el rey Torg y su plataforma (¡Larga vida al rey Torg!) pero no creció más que el gran dios rojo de la ira VOR porque nadie podía ser más grande que él y el hechizo se le fue de las zarpas, consumiendo a Emsias como un hombre de paja en la playa.

Aquello disolvió toda la energía que se había acumulado y, como un eructo después de dos litros de bebidas con burbujitas, se expandió imparable empujando a los demás kobolds y amenazando con derribar la plataforma donde estaba el rey Torg y su curiosamente silencioso bebé en el carrito.

Tim ardor rodó aún más lejos del alcance de Olde'Pachuli y, justo cuando se sentía por fin a salvo, el carro que los había llevado hasta allí lo arrolló pasándole por encima furiosamente y convirtiéndole en una pegatina con semirrelieve en el suelo mientras mientras que Olde'Pachuli se salvaba por los pelos del sobaquillo de aquella muerte tan patética.

Jack-Todo-Dientes no iba a dejar escapar a Solo-un-Hei sólo porque éste hubiese decidido mordisquearse a sí mismo y su acto reflejo al recibir el empujón del energía fue apretar más los dientes y así se quedó con la pata de Solo-un-Hei en la boca mientras rodaba independiente al cuerpo del mencionado, que se acabó estampando contra el montículo de chatarra más cercano y se atravesó con el puño el cielo de la boca y hasta llegar a la cavidad del cerebro (que dada la estructura kobold es curiosamente sencillo pasar hasta ahí)y, en los dos segundos que tardó en quedarse tieso se dio cuenta de que tenía cerebro.

Un cerebro sin estrenar que ya nadie sabría que tenía.

Cuando el caos cesó y el blablabla de los espectadores se redujo a un volumen tolerable, sólo quedaban dos kobolds en pie: Olde'Pachuli y su rata de la muerte en un lado y Jack-Todo-Dientes con la la pata de Solo-un-Hei asomándole por un lado de la boca.

Desde lo alto de las gradas llovieron cosas. Bueno, técnicamente no llovieron pero si dos gotas del cielo los kobolds ya creían que era lluvia el término era igualmente aplicable a cualquier cosa que cayese en una cantidad igual o superior a dos.

Aunque fuesen vacas.

Por suerte para los dos supervivientes no eran vacas sino objetos: a Olde'Pachule le cayó encima lo que parecía ser un trozo de saco mal remendado que le tapó parcialmente la vista y que, una vez revisado, se dio cuenta de que era una maravillosa capucha mientras que, peligrosamente cerca de Jack-Todo-Dientes y del cadáver de Solo-un-Hei (que al estar muerto pues le daba lo mismo si le caía algo encima o no) caía un martillo. No era el mejor martillo del mundo pero era mejor que intentar agredir a su contrincante con la pierna de Solo-un Hei.

Mordisqueo la pierna de Solo-un-Hei como el muslo apetitoso y apestoso que es, con sumo gusto. Entonces llueven cosas raras. Me quedo mirando esa cosa en forma de "algo" mientras mordisqueo la pierna. Sostengo con la boca la pata de kobold y recojo esa "cosa" venida de arriba. Me saco la pata de la boca por un momento.
-Gracias VOR por "esto"- y hago una estúpida reverencia. Arranco un trozo de carne de nuevo de la pata mientras observo la "cosa". ¿Para qué servirá? Mastico con ansiedad la carne y sosteniendo de nuevo la pierna con la boca trato de encontrarle la utilidad a la "cosa", manejándolo de una mano a otra.
-Af ya fe ques- y me pongo a hacer una danza de la lluvia con el martillo en una mano y la pierna en la boca colgando, agitándolo como un loco y empiezo a cantar mi canción más exitosa.
-Txirop, txirop, txirop, txirop, txirop,
txirop, txirop, txop, txop, txop.

Pues por eso, pues por eso, uooooo,
no comas queso en exceso

Txirop, txirop, txirop, txirop, txirop,
txirop, txirop, txop, txop, txop.

Sí, sólo hablo bien cuando canto y tampoco es que me sepa toda la letra, ¿para qué? Nadie aprecia mi arte. Sigo danzando, cantando y masticando. No me atraganto de milagro.