Partida Rol por web

Romeo miró alrededor, nervioso. Había sido separado de su amada, y con cada segundo que pasaba, temía por su seguridad. Necesitaba tenerla a su lado. Necesitaba protegerla, saber que se encontraba bien, que podría hacer todo lo que estuviese de su mano para evitar que cualquier evento aciago le sobreviniese. 

Al menos, aquel anciano caballero demente se encontraba junto a ella, y ella además se encontraba cerca de una salida en la que podrían caber ambos. 

No tenía sentido recoger cualquier artículo dispuesto en las diferentes zonas, si no podía garantizar la seguridad de su bienamada Julieta, de manera que corrió hacia ella, lo más rápido que pudo, temiendo que con cada segundo que pasaba separado de su lado, algo malo podía ocurrirle.

Confiaba en que el doctor, que había decidido unirse a ellos, tuviera a bien seguirle, o al menos tener en cuenta hacia dónde se dirigía. No le haría ninguna seña, pues eso era peligroso. Evidenciaría que se encontraban aliados de alguna manera, y se convertirían quizá en objetivos primeros de los profesionales. Y él no podía fallecer dejando desprotegida a su mitad. A Julieta. 

En cuanto la oscuridad da paso a la luz del sol me tapo de inmediato los ojos con la mano. Bueno, está claro que tendremos esa luz que necesitábamos de referencia... pienso mientras mis ojos se acostumbran al sol. Sin embargo, en cuanto veo cómo es el terreno que nos rodea, sólo puedo maldecir mentalmente. No había contado con esto.

Comienzo a pasar la vista por los demás tributos, contándolos para asegurarme de que estamos todos aquí. Veinticuatro. Y algunos parece que vienen con regalo.

Durante la cuenta atrás trato de respirar para mantenerme tranquilo. Lo peor que me puede pasar es que conozcan a Hyde ahora. Probablemente todos se lanzarían a por mí como animales. Examino la zona central, más por curiosidad que por plantearme coger algo, y cuando veo el maletín médico no puedo evitar abrir mucho los ojos. Está cerca de Bridget... ojalá a ella se le ocurra cogerlo. Pero ahora la prioridad es correr.

Dejo que el tiempo pase, midiendo las distancias con la vista y examinando las posibles salidas. Tendremos que irnos por una de las grandes si vamos a llevarnos a Don Quijote. Sólo hay dos de esas, y una justo detrás de él. Podría correr hacia allí, pero lo mejor sería conseguir llevarme algo, quizá una mochila... Es arriesgado, pero sobrevivir a la intemperie puede ser duro. Ni siquiera sé cómo será este clima cuando anochezca.

Cuando escucho el grito de Robin, lo miro con los ojos abiertos. Será posible... ¿Qué explicación podría tener? Parece haberlo gritado en dirección a Rincewind. ¿Será posible algo así? Él quería matar a los magos... ¿Le habrán engañado prometiéndole algo así? Eso es lo que termina de decidirme: no quiero quedarme a comprobarlo. Ya veremos cómo nos armamos: incluso no descarto conseguir fabricar algo con lo que encontremos. Pero ahora hay que poner distancia entre toda esta gente y yo mismo.

Durante la cuenta atras, tomo aire y miro hacia mi izquierda.

¡DESEO SER INVULNERABLE!- Trono con toda la potencia que me permiten mis pulmones.

Tic Tac Tic Tac

Se va escuchando la cuenta atrás que les llevará al País de la Matanza. Según sus preparadores, no puede salir de su posición hasta que pase un minuto y es algo que se hace eterno. Mientras pasan los eternos segundos observa lo que tiene alrededor y ve objetos dispersos... no le interesa ninguno, salvo quizá alguna de las mochilas que hay, pero conseguir cualquiera de los otros podría suponer morir en el intento. Además, a su lado hay una mujer con una extraña criatura echa de materiales que no conoce... bueno, el metal si, pero ¿lo otro? 

Parece bastante peligroso y es posible que sea rápido. Quizá no consiga su objetivo y cree recordar que es una de las profesionales.

Tic Tac Tic Tac

Y es justo en ese momento cuando el Conejo Blanco se mete a toda prisa por la apertura que tiene una de las niñas a su espalda. El Conejo Blanco siempre marca el camino. Así que viendo las pocas posibilidades que puede tener de conseguir una mochila, quizá lo mejor sea huir inmediatamente y no perder la pista de su entrañable amiguito.

En cuanto la oscuridad da paso a la luz del sol me tapo de inmediato los ojos con la mano. Comienzo a pasar la vista por los demás tributos, contándolos para asegurarme de que estamos todos aquí. Veinticuatro. Y algunos parece que vienen con regalo.

Durante la cuenta atrás trato de respirar con la mayor tranquilidad posible. Se hace eterna. Examino la zona central con cierta curiosidad, tratando de adivinar quiénes se lanzarán a por qué cosas.

Menuda sorpresa más desagradable.

Observo el escenario intentando no mostrar mi inicial disgusto. Toda estrategia se ha ido al garete, o al menos la parte en que corríamos. Imagino que nos encontraremos en algún punto y continuaremos con la alianza. Aunque siempre hay alguna persona que aterrada no es consciente de sus actos. O que tal los camufla con esa excusa.

Sea como fuere esto se ha complicado bastante y la estrategia de correr sin más ha quedado obsoleta. Necesitaré coger algo para sobrevivir y lo primero en lo que pienso es en el tabaco para la pipa. Pero no, esta vez tendré que ser consciente de que con cabeza es con lo único que puedo sobrevivir. Sobrevivir... ¿Qué les parecerá a los patrocinadores que me haga con tabaco y esté tan tranquilo?

Posiblemente pensasen que soy un especímen único como soy si es que llego a sobrevivir.

Sin intención de acercarme muchísimo a la zona central, termino por aclarar mi estrategia. Imagino que la joven Julieta se irá por la grieta que tiene detrás Victoria y eso mismo haré yo después de intentar llegar a por la mochila más cercana a mí y si la cogen entonces de camino a la salida cogeré agua, indispensable si pensamos aguantar aquí mucho tiempo. Le pegaré una patada al tabaco para colocarlo en mi trayetoria hacia la salida y me iré por la grieta de Victoria.

Ha llegado el momento de la verdad.

Moriarty. Encontraré la solución a este enigma.

La llamada había llegado de forma inesperada interrumpiendo una conversación que sería muy importante. Antes de salir de la sala común apenas tuve tiempo para decir un par de palabras.

- No olviden quién es el verdadero enemigo! No se dejen manipular. - caería en oídos sordos pero quizás uno o dos comprenderían.

Al salir, los ojos demoran un poco en acostumbrarse a la luz exterior y de a poco van apareciendo cosas. Algunas reconocibles y otras no tanto. Miro hacia los lados intentando ubicar a todos, algunos serían peligrosos y otros quizás no tanto.

Mientras los segundos pasan dejo que mis ojos vayan de un punto a otro buscando reconocer aquellas cosas que a priori no son reconocibles. La cima es un punto estratégico muy importante y quien lo ganara tendría una ventaja enorme, sobre todo si ese alguien fuera un buen arquero. Miro a mis lados mientras pienso, quizás el tal Robin de Locksley lo intentara... o el cazador.

Vuelvo a fijar mis ojos delante buscando algo que reconociera.

Cuando el reloj da el momento corro tan rápido como puedo, no tendré tiempo de tomar armas si quiero llegar a la cima primero. Desde allí podría defenderme mejor y quizás haya alguna sorpresa que valiera la pena. Si logro estar a solas en la cima podría ver de hacer caer a cualquiera que intente subir.

Evalúalo todo, Kvothe. Miro a mi alrededor. Ten los sentidos alerta. No te distraigas. Respiro agitadamente por la boca, empezando con el juego de pies y agitando las manos para activar mi cuerpo, mientras la cuenta va hacia atrás.

Observo todos los objetos de mi zona, así como al resto de tributos. Dedico un par de segundos innecesarios a observar el laúd, preguntándome qué utilidad tiene eso ahí.

Me encojo ante el grito de Robin, mirándole de reojo. Vuelvo la vista hacia los objetos, y la clavo en el cuchillo. Esa será la prioridad. A partir de ahí, veré cómo puedo salir de bien.

Opción A:

A la cuenta de 0, salgo disparado hacia el cuchillo que hay en mi zona, tratando de hacerme con él el primero.

Si alguien va a llegar antes que yo al cuchillo, me desvío hacia el escudo.

Si alguien va a por el cuchillo Y a por el escudo, me desvío a por el objeto raro*.

Si alguien va a por esas 3 cosas, voy a por el laúd.

Si alguien va a atacarme directamente ignorando los objetos y veo que es más rápido que yo, si este es Robin, vincularé su bota a la mía mientras se acerca para dar una fuerte patada al aire para desestabilizarlo y hacerle caer al suelo, para después huir por la salida que hay detrás de Frodo. Si es cualquiera que no sea Robin, lucharé con él mano a mano.

Si alguien va a atacarme pero yo soy más rápido, aún así voy hacia los objetos mencionados.

Por último, no creo que fuese necesario, pero si me veo en peligro de muerte desde el primer turno, intentaré apelar al nombre del viento.

Escucho la cuenta atrás sin ni siquiera inmutarme. El momento ha llegado. Perfecto. Cuanto antes empecemos, antes acabaremos. Es ley de vida. Miro de reojo a Limbo. Está quieto, como si inerte. Pero yo sé que no es así. Sé que observa todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Tal y como lo estoy haciendo yo. Analizando y registrando. Esperando a que yo planee para ejecutar mis órdenes.

- Cogeremos lo justo y necesario. Pero si tienes oportunidad de cargarte a alguien, hazlo. - Mientras hablo observo a las dos niñas que están a mis lados. Blanco fácil, pienso inmediatamente.

La cuenta atrás continúa. Se me acaba el tiempo, tengo que decidir. Perfecto. La mochila, el contendor de agua y la tienda de acampar son mis objetivos. Yo me encargaré del primero, Limbo hará todo lo demás.

- Te encargarás de coger dos contendores de agua y una de las tiendas de campaña. Recuérdalo, no dudes en matar a quien puedas.

En el momento en el que comienzan los juegos a Elayne, la emperatriz infantil, se le ponen los ojos en blanco y en un tono sepulcral que retumba por toda la cornucopia dice: Deseo concedido La tierra tiembla y un haz de luz brillante emana de ella para ir a parar a Robin que pasa estar rodeado por una pompa de luz.

Ignorando con habilidad el temblor de la tierra y raudo como una centella Rincewind surca la cornucopia a toda velocidad y trepa por la montaña de libros. Al llegar arriba, como si hubiera encontrado un gran tesoro, alza con ilusión un ladrillo. Don Quijote llega cabalgando a la base de los libros y se hace con una lanza para seguir cabalgando al encuentro de su amada Dulcinea. Detrás de el llegan Frodo, Juana, Robin y Odiseo que cogen respectivamente una espada, otra espada, el carcaj y un escudo. 

El principito cruza la arena corriendo con todas sus fuerzas alcanzando una velocidad sorprendente para llegar a coger los dibujos. Junto a el Momo se hace con una mochila y Kvothe intenta correr a por el cuchillo pero el temblor lo desequilibra haciendo que tropiece, le da tiempo a levantarse rápidamente y a llegar junto al cuchillo pero sin cogerlo.

Julieta coge una mochila y le hace un gesto a Romeo para que se acerque a la grieta que hay tras don Quijote. Yocasta con una jabalina justo al lado. Don quijote llega a caballo a la zona. Sherlock coge otra de las mochilas de la zona. Victoria y Deckard intentan llegar a coger algo por la zona, pero les pasa algo parecido a Kvothe y pierden el equilibrio con el temblor. Birdget Jones y Miss marple corren hacia Sherlock y Deckard.

Quatermain corre rápidamente y se hace con una mochila, da un quiebro hábilmente y vuelve corriendo por donde ha venido. Mientras tanto Arya se hace discretamente con otra mochila, junto a ella observa la imponente imagen del robot de la doctora Susan recogiendo contenedores de agua y ve como la doctora Susan intenta llegar a la zona pero es mas lenta y no le da tiempo a coger nada.

Romeo y Jekyll corren hacia la grieta que estaba detrás de Don Quijote, lo suficientemente grande para que salgan los dos. Asenath retrocede unos pasos adentrandose en la grieta a su espalda mientras observa la escena con una sonrisa en el rostro. 

Después de conceder su deseo Elayne se acerca a la pared de piedra  su espada para ver como Alicia mira como si hubiera algo donde no lo hay y corre hacia la grieta que estaba detrás de Arya.

"Sobrevivir. Aquello iba de sobrevivir. Ahora era el momento de saber si todas aquellas promesas vacías que se habían lanzado hacia unas horas, serían cumplidas. A mi derecha estaba Holmes. A pesar de todo, quería confiar en que lo que había dicho aquel hombre, era verdad. Era irónico que confiara en el, sin saber siquiera si era humano, o no. ¿Y dónde estaba Susan? No podía verla, y me preocupaba saber como esta."

Deckard se quedó de cuclillas, estudiando a la gente a su alrededor. Desabrochó la chaqueta, mientras soltaba algunos botones de la camisa, y posaba una mano en la plataforma, preparándose para todo. Finalmente, miro a su derecha. Holmes. Se lo quedo mirando, y cuando este cruzo la vista con él, asintió con la cabeza, haciéndole algún tipo de seña. Era posible, que a pesar de todo, estuviera ofreciéndole su ayuda.

A pesar de todo.

Pues si que nos han fastidiado bien... Menudos cabroncetes los que han montado esto.

Miro a mi alrededor, en cuanto mis ojos se acostumbran a esa claridad. Cualquier plan que hubiéramos hecho, cualquier alianza, parecía, a todas luces, ser en vano. Me fijo en aquella pila de cosas en el centro de la cornucopia y las escruto con la mirada, mientras sigue esa cuenta atrás, que intento repasar mentalmente. Hay más de una cosa que podría ser de utilidad, pero dudo mucho que una vieja como yo tenga alguna posibilidad de sobrevivir allí en medio.

Lo siguiente que busca mi mirada son caras conocidas alrededor y al menos veo que nuestro amigo el doctor está por allí. Sin embargo, Holmes y Deckard parecen mucho más alejados, aunque quizás ellos planteen una posibilidad de supervivencia mayor que el doctor, sobre todo teniendo en cuenta que conozco su pequeño "secretito".  Y es que si, por un casual, el doctor libera sin querer a su "amiguito" no quiero ser yo quien esté a su alrededor.

Así pues, creo que lo más inteligente es escabullirme, en medio de toda aquella confusión hacia la derecha, en dirección a las 6 de la tarde, donde vislumbro a un Deckard que, afortunadamente, está más cerca de mi de lo que he calculado en un principio.

Ahora mismo ese es mi único objetivo: acercarme a él, y al detective, y proteger nuestras vidas. Sólo así podremos salvar las del resto.

Cuandó la cuenta atrás acabó, Deckard se lanzó a la carrera como si fuera perseguido por media docena de Replicantes armados con palos. Su vista se puso en Holmes, su intención no solo era coger algunas cosas, también seguirlo, y alcanzarlo y hacerle alguna seña de que le acompañaría.

Pero antes de nada, irá hacia el centro, con la mano metida en la chaqueta por si debe hacer uso de su pistola. Su primer objetivo: Los cuchillos. Su segundo objetivo, el tabaco, y el tercero, el papel enrollado.