Partida Rol por web

Conforme se va acercando el comienzo de los juegos voy tratando inconscientemente de anticiparme más a los acontecimientos. Saber que cualquier decisión mal tomada puede costarme la vida no es algo que me guste, y aún ahora me parece sorprendente que haya gente que ofrezca voluntaria para esto. Con lo bien que estaría en mi estudio...

- Quizá deberíamos establecer una forma de encontrarnos. - apunto - No sé qué sucederá en la Cornucopia, y puede que acabemos corriendo en direcciones opuestas. Podríamos fijar una distancia y una dirección a la que encontrarnos unas horas después, por si nos separásemos.

Medito durante un instante las palabras del señor Hood, para finalmente asentir levemente con la cabeza.

- Comprendo. Hablaré con el chico. - respondo, refiriéndome a Kvothe - De todas maneras, creía que los verdaderos peligros se encontraban entre vosotros, los profesionales.

Momo se dirigio hacia aquel tipo que parecia un aventurero, su entrenador la habia dicho que el era tambien de su mismo grupo, pero Momo no entendia pra que del mismo grupo si al final solo ganaba uno aquel juego tan extraño.

-Hola, mi nombre es Momo y el entrenador me dijo que tu eras de mi mismo grupo...que tal vas por aqui?

Cuando Momo se acerco la tortuga que iba con ella se quedo cerca, justo al lado de sus pies mirando detenidamente a aquel aventurero.

Caballero, puede que este miedo nazca de mi ignorancia... pero he oído la palabra mago mas de una vez. Se como enfrentarme a una flecha o a una espada. Y si me hieren con una se como coser dichas heridas.

Pero magia... No se como enfrentarme a ella. Y no hay nada mas peligroso que lo imprevisible. 

Los profesionales no somos mas que hombres... Y el mago del sombrero rojo se ha dedicado a juntar a un grupo de individuos con poderes que todos haríamos bien en temer. 

Miro a aquel joven, alzando una ceja, como si me estuviera tomando el pelo. ¿Que me responderá si le contesto a eso? ¿Pero se ha vuelto loco? Aún así suspiro, con una expresión bondadosa en el rostro, paciente. Y lo escucho, con atención, hasta que llega al final de la historia, donde lo miro con una expresión horrorizada:

-¡Pobre animal! ¡Indefenso en medio de un desierto! ¡Cómo no lo voy a ayudar, eso es imposible! - exclamo, espantada con la idea de que el pobre animal sufra sin ayuda ni consuelo. Nunca he sido muy amiga de la violencia gratuita, mucho menos así- No se me ocurre ninguna razón para no ayudarle... ¡Menuda crueldad!

Niego, con el ceño ligeramente fruncido en una expresión de preocupación, mirando a Deckard con aire interrogante- ¿Para qué quiere saber eso?

No lo entiendo. Definitivamente, carece de lógica.

- El doctor ha expuesto una interesante idea- dijo, tras observar detenidamente a los recién llegados- Es menester que convengamos un lugar de reunión, pues la cornucopia es quizá el momento más aciago de esta gesta- miró entonces a la dama de cabellos claros que de pronto participaba en la conversación- ¿Quién sois vos? Parecéis cuanto menos... Bastante contemporánea. ¿Acaso no sois la acompañante del buen caballero Don Quijote?

Tomó de nuevo la mano de Julieta, entrelazando sus dedos con los de su amada, evidentemente nervioso- No sé qué es lo que puede ocurrir. Pero lo que está claro es que deberemos ser cautos. Somos siete ahora mismo los que estamos gestando el ardid que pretendemos utilizar contra los profesionales. Siete es multitud. Siete constituye un blanco visible. ¿Cómo podremos permanecer ocultos? 

-Bienvenidos, bienvenidos. No se preocupen por lo de ocultarse. Seremos relativamente visibles, sí, pero seremos más numerosos que ellos y nuestras intenciones más puras que las de ellos. Los demonios no saldrán en grupos grandes, saldrán en grupos de 3 o 4 como mucho para darnos caza. Yo podré con ellos.-Alzo mi cabeza, orgulloso, completamente seguro de mis habilidades.-Cuando empiece la cuernocopa iré a por un arma y saldré junto a Rocinante para proteger a Dulcinea y a todos los justos que me encuentre en el camino.-Me giro hacia mi Dulcinea y la veo de la mano de Sancho.-Sancho, está incomodando a nuestra señora Dulcinea. Por favor, aparte esa mano de ahí.-Mi tono es ligeramente más serio que antes.

Miro a Bridget Jones y entrecierro los ojos.-Porqué hay una vaca entre nosotros? Será nuestra comida o algo?

- Muy bien, tú tan solo ten cuidado cuando estés con esos 3. Cualquier alianza si es con gente que resulte ser útil nos da una ventaja. Vas a dejar al grupo de profesionales?

- Lo tendré, no te preocupes. Por ahora es solo con Julieta y Romeo. Ya veré si hablo con don Quijote. No creo que deje los profesionales, no por ahora. Seguiré con ellos, aunque también ande con Julieta. Me las apañaré por ahora. ¿Tu como vas con los demas?

- Déjenme hablar con Epicasta - digo antes de alejarme en su búsqueda

Algo más tarde vuelvo a reunirme con Kvothe y Jeckyll

- Prefiere formar parte de los profesionales y al parecer estuvo hablando con los enamorados. Entre esos 3 - digo refiriéndome a Romeo, Julieta y el Quijote - hay un grupo bastante leal creo, pero no me parece que la decisión de Epicasta sea la correcta. Esos 3 no serán leales a nadie más. Tampoco pude convencerla de unirse contra los dioses, su estadía en la morada de Hades le causó demasiada impresión.

- Somos pocos, por ahora Kvothe y Jeckyll. Sin embargo el tal Kvothe parece ser alguien capaz, o al menos sensato. El otro me preocupa un poco más, no parece ser demasiado útil.

Me acerco y tiro de la manga de Robin Hood, cojo del codo a Juana y les aparto del grupo.
-Se que no me considerais una fuente fiable de información, pero...bueno... Deberia empezar diciendo que en mi mundo,los magos, usamos nuestro don para destruir demonios y evitar que nos conquisten. De hecho, tenemos el don de ver la magia y lo que es invisible a ojos del resto de la gente. Bueno, lo que importa, he estado charlando con Asenath y he notado una presencia en su interior. Algo con tentaculos y simbolos arcanos.

Les miro preocupado.

- Tu ten cuidado con ellos. Ya veres en los juegos si son utiles o no. Pero por ahora mejor tener a algunos al lado, que si no... es peor.

Sin duda el gesto amistoso que tiene Miss Marple calma mis nervios. Qué señora tan agradable.

- La fuerza bruta solo tiene efecto contra la propia fuerza bruta, me temo -respondo a la pregunta de Miss Marple-  Aunque estando en un lugar tan atípico, cualquier situación es posible y por lo tanto...

Me callo al ver que empiezo a divagar mientras va llegando más gente. ¡Y Sherlock está besando la mano de otra chica! ¡Será posible! Mira que pensaba que los tenía a todos calados. ¡Cómo me ha engañado! Aunque ahora tenemos entre manos un tema más importante, y que afortunadamente el Doctor nos lo recuerda: ¿qué pasará nada más aparecer en la Cornucopia? Deberemos de salir de ahí cuanto antes... sí, pero, ¿a dónde? El otro chico guapo parece preocupado porque seamos un grupo numeroso, y el viejo que es mi compañero que hipotéticamente es de mi distrito pero hasta ahora no me ha dirigido palabra, ahora me la dirige pero para insultarme.

Vaya día...

Ignorando a quiénes no aportan nada a la conversación, sigo con el tema principal de la misma. ¡Sherlock es un infiel! No, ése no es el tema... El tema es:

- No tengo ni idea de orientarme, ¿cómo sabré a dónde me he de dirigir? ¿Y cómo sabremos dónde nos encontramos?

Realmente la idea de perderme nada más salir corriendo es un miedo que claramente se refleja en todo mi ser.

Llevo mi mano al mentón, pensativo ante los nuevos e importantes temas a tratar. Es cierto que la arena puede ser inmensa y que en el auge de una desesperada huída podemos perdernos. ¿Pero cómo conseguir orientarnos sin saber siquiera si habrá sol, luna o estrella polar?

- No se ponga nerviosa, querida. No permitiremos que se pierda en medio de la inmensidad.- le contesto a la señorita Jones mientras, con la mirada perdida en el vacío pienso una posible solución lógica e inteligente.- ¿Conoceis y sois capaces de hacer el aullido de un lobo en condiciones? Personalmente no tengo unas dotes tan buenas para la imitación de animales, pero con que uno, dos o tres de nosotros seamos capaces podemos guiarnos, en caso de pérdida, a raíz del sonido. Aunque eso serviría tan solo una vez perdidos, pero no para evitarlo. MMMmmmm... ¿qué haría Watson? Bueno, él gritaría por todos lados mi nombre cosa bastante contraproducente...- nueva inmersión en mi mundo para intentar encontrar el modo de guiarnos.- ¿Qué forma tiene una cornucopia? Si tuviera una puerta o algún tejado puntiagudo podríamos quedar en huir en dirección contraria pero siempre recta a ésta.

Miro con los ojos muy abiertos a la vaca que habla. ¿Cómo es posible? Una vaca que habla no puede ser obra de Dios, sin duda alguna es una enviada del mal para descubrir nuestro plan. Además, porqué sino habría permanecido callada cuando le hablé antes? No, no puede ser buena. Sin embargo me guardo mis sospechas de momento. No merece la pena disolver el grupo por aquel animal que seguramente no vaya a salir vivo de la cornucopia. Pobre, será la cena de los demonios y no lo sabe. 

-No será difícil, mis señores. Por la posición del sol sabremos cual es el norte. Sino, podremos quedar todos a 300 o 500 metros en linea recta de uno de nosotros. Por ejemplo, de nuestra amada Dulcinea. Podríamos quedar todos a 300 o 500 metros en linea recta de la señora Dulcinea alejándonos de la cuernocopa. No será difícil.

Tras meditarlo un instante asiento. No le veo fallos al plan y es mejor que lo de aullar. Si luego resulta que hay lobos la cosa podría ponerse fea.

-Si me permiten... Cuántos de ustedes pretenden hacerse con un arma? Huir está muy bien, pero si todos escapamos sin armas no tendremos ninguna oportunidad.

Todo va viento en popa, hasta que el anciano decide meterse con la pobre Bridget, llamándola vaca. ¡Y para colmo la criaturilla se calla! No señor, esto no puede quedar aqui. Si quiere colaboración, lo esencial es el respeto entre todos nosotros.

-¡Pero habráse visto semejante descaro!¡Menudo sinvergüenza el vejestorio!¿Se ha metido aqui alguien con la forma tan poco atractiva en la que le cuelgan a usted los pellejos? ¡Pues no se meta usted con la chica, caray! ¡Una mujer debe tener la chicha suficiente como para que, después de cuarenta días en cama con fiebre, de gusto verla! ¡Eso lo sabe todo el mundo!

Miro al anciano, con pose indignada. No, desde luego que no voy a consentir que meta con la pobre chica. Demasiado medrada parece tener la autoestima ya de serie. Así que me sitio junto a ella, mostrándole mi apoyo, y agarrándola del brazo, con aire reconfortante.

-Dicho esto, a mi no me preocupa ser un grupo numerosos... Cuantos más seamos, menos quedarán en nuestra contra... Y más dificil les resultara atacarnos... ¿O es que a alguno de vosotros se os ocurriría lanzaros en solitario contra siete personas? No, eso no es un problema... El problema, básicamente, es coordinarnos. Aunque, como bien ha insinuado mi querido Holmes, es posible  que adoptando alguna clave, alguna especie de código entre nosotros, nos resulte más sencillo reagruparnos... Y todo el mundo sabe que es más fácil imitar el aullido de un lobo que el graznar de una cacatúa...

Miro al resto, con una tranquilidad pasmosa para la que se nos viene encima. Y, por último, vuelvo a intervenir, una última vez:

-Y, si pensáramos en un grupo aún más numeroso... ¿Conocen a alguien más que sea de fiar?

Julieta sonríe al hombre que besa su mano y entonces se fija en que una joven rubia se ha unido al grupo. Se queda mirando sus estrafalarios ropajes completamente asombrada y se sonroja tan sólo con darse cuenta de lo corto de su falda, que deja gran parte de sus piernas al aire. Por lo menos ha tenido la decencia de taparse los tobillos, así que quizá no se trate de una meretriz, sino tan sólo de una persona de alguna otra cultura salvaje. No es grave en ese caso que ni siquiera se haya presentado ni sido anunciada, probablemente en el lugar del que venga no conozcan las reglas básicas de la educación.

Cruza una mirada con Romeo, sabiendo que él comprenderá lo que está pensando sin necesidad de decirlo y frunce levemente el ceño preocupada al ver que el número de personas en el grupo cada vez aumenta más. Por suerte, su amado parece darse cuenta de su preocupación y busca su mano, haciendo que el mundo de repente sea un lugar mejor. Con una sonrisa apacible se dirige al anciano senil. - Oh, no os preocupéis, gentil caballero. Sanch... Romeo no me está importunando, tan sólo trata de apoyarme para que mi ánimo no se vea mermado ante el aciago destino que se nos presenta cada vez más cercano. 

Sus ojos se abren de nuevo sorprendidos cuando el caballero confunde a la joven recién llegada con una vaca y se lleva los dedos a los labios, horrorizada. Asiente a las palabras de la anciana cuando lo increpa por ello, pero finalmente decide interceder por Don Quijote. - No le tengáis en cuenta su falta de tino, por favor. El anciano seguramente no trataba de insultarla, es tan sólo que se encuentra un poco senil y su juicio y su visión parecen estar alterados por extrañas ilusiones.

Tras estas palabras la joven guarda silencio un instante antes de responder a las preguntas que habían surgido. - Romeo y yo correremos tan lejos como nuestras piernas nos lleven, pues permanecer cerca de la cornucopia conlleva grandes riesgos al estar cerca de los profesionales que pretenden acabar con nuestras vidas cuanto antes. Y no conocemos a nadie más aquí en quien confiar... - Los ojos de la joven se dirigen con preocupación hacia alguno de los pequeños, los que más débiles parecen, Momo, el Principito y la Emperatriz infantil. - Sin embargo, algunos de los más pequeños llenan mi corazón de lástima al pensar en la suerte que podrían correr estando solos. ¿Quizá podríamos entre todos protegerlos de alguna manera?

Cuando todos parecen distraídos con la conversación, Julieta aprovecha para susurrar algunas palabras en el oído de su amado. - Romeo... ¿Qué opinión te merecen todas estas personas que tan dispuestas parecen a formar un grupo numeroso? Cuantos más seamos más posible es que una semilla de traición se cuele entre nosotros. ¿Crees que realmente podremos confiar en todos ellos? 

Julieta escucha apenada a la mujer, que parece triste por la disputa sufrida con su compañero de distrito, pero cuando ella menciona a los dioses la mira asombrada por la blasfemia que contienen sus palabras. Sin embargo sus extraños ropajes parecen indicar que la mujer proviene de otra cultura, así que la joven se presta a aclarar su error. 

- Querida señora, - dice, con voz dulce y gesto amable. - debéis saber que sólo hay un Dios verdadero, al contrario de lo que pregonan algunas religiones paganas. Y la verdad es que debo confesaros que no creo contar con su favor, pues he mancillado el honor de mi familia al desposarme por amor sin tener en cuenta los deseos de mi padre. - Julieta guarda silencio un instante, preguntándose si en la cultura de esta mujer esto será realmente tan grave como en la suya. Algo despierta su curiosidad y finalmente, tras dudar un par de segundos, se decide a preguntar por lo que la intriga.  - Sin embargo, me extraña que vos no contéis con el apoyo de los demás profesionales, suponía que formaríais un grupo junto a ellos todos unidos. ¿No será así?