Partida Rol por web

Pasa su mano por mis hombros, llevándome hasta sus compañeros de alianza.

"¡Me está tocando! ¿Eso significa que sí que le gusto?"

Me lleva para hablar de la alianza.

"Entonces, ¿no le gusto?"

Pero no es necesario que me lleve así hasta ellos...

"¡A ver si nos aclaramos!"

Trato de controlar mi respiración. Mi cara ya no tiene una ligera sonrojez, parezco literalmente un tomate, tanto en color como en forma. Me va hablando de los otros compañeros, de lo que pueden aportar más o menos, de lo que él puede aportar... y está claro que tiene curiosidad por saber qué puedo aportar.

- Pues... Bueno, soy... soy periodista, así que... así que se me da bien conectar... digo, penetrar... digo, empatizar con la gente -tierra, trágame... ¿Por qué tengo que ser tan estúpida delante de un hombre que me gusta? Inspiro hondamente y me limito a sonreír como la tonta que debo de parecer en ese mismo momento- ¿Teneis pensado en ampliar la alianza? -buena idea, cambiemos de tema.

Una leve sonrisa se esboza en mi cara al ver la respuesta del hombre. En cierta manera su forma de hablar me produce simpatía. Sin embargo, ni durante un momento me planteo imitarlo por si así fuera a entenderme mejor: tampoco quiero que piense que me estoy riendo de él o algo parecido.

Carraspeo antes de volver a pasarme la mano por el pelo, un poco nervioso.

- Seré sincero, señor: temo por mi vida. - respondo - He hablado con algunas personas, pero se pueden contar con los dedos de una manos los que no parecen dispuestos a traicionar a cualquiera a la primera de cambio. Al menos, usted parece sincero.

Ropa de brillantes colores, aspecto desarrapado, un sombrero de lo más extraño... No era la primera vez que veía alguien así. Tanto en las ferias de su pueblo natal, Domrèmy, como en las cortes de los nobles siempre había alguno. Pero Juana no estaba precisamente de humor y aquello no lo arreglaba.

Este momento no es el mejor para venir con chanzas, bufón -le espetó en un tono cortante-. Si tienes alguna habilidad que pueda resultar de utilidad, habla y escucharemos. A no ser que tengas pensado distraer a los otros tributos con malabares y comentarios sobre el otro pelirrojo.

Miro durante unos instantes la mano que el hombre me tiende, considerando que, una vez la estreche, no habrá vuelta atrás. Sin embargo, basta con echar un vistazo al resto de la sala para decidirme.

La sujeto con firmeza durante un instante, cubriendo la unión con mi cuerpo para que pase desapercibido a todos salvo los presentes.

- La tenemos. - respondo con alivio - Pueden contar conmigo.

Luego medito unos segundos antes de volver a hablar. La Cornucopia es algo importante, pero lo cierto es que hay otras cosas que me preocupan más ahora mismo. Sin embargo, será fácil explicar lo segundo desde lo primero.

- El chico pelirrojo me lo ha explicado. Kvothe, se llama. Según parece sólo Odiseo y yo respondimos de alguna manera a su discurso.

- Me ha contado que cuando todo comience habrá armas apiladas en un lugar llamado la Cornucopia. - comienzo - El plan del chico era que los veinticuatro nos atrincheráramos allí con ellas, esperando a quien quiera que nos haya traído aquí para al menos morir todos como héroes.

- En cualquier caso parece más peligroso tratar de hacerse con un arma que todo lo contrario. - explico - Los primeros en llegar las usarán directamente para atacar a cualquiera que se acerque.

- La conversación me ha servido para saber eso, y para creer que Odiseo nos traicionará en cuanto tenga oportunidad.

Acabo por acercarme, a solas, a aquellos dos jovenes que, bajo mi punto de vista, denotan más inteligencia en todo aquel berenjenal. Camino sin prisa, con esos ademanes algo ensimismados y casuales de cualquier ancianita de la campiña inglesa que se precie. No, desde luego que no parezco un rival difícil de de vencer. Pero lo que sí denota mi mirada es una enorme inteligencia.

Me detengo ante aquella curiosa pareja, a una distancia más o menos prudencial como para no suponer una amenaza para ellos y, dicho sea de paso, para no interrumpir ninguna conversación que pudiera existir entre ellos. Y es así, mirándolos, cuando el primer pensamiento me asalta.

¿Serán dos enamorados también? Oh, Jane, claro que no. No son cómo esos dos empalagosos de ahí al lado... Si por mi fuera...

Acabo por negar lentamente, sacudiendo la cabeza como para desechar aquel pensamiento rápidamente. Y entonces me dirijo a ellos, con una sonrisa amable, dedicándoles un educado cabeceo.

-Buenos días, jovenes. Soy la señora Marple y aquel de allí es mi amigo Holmes, Sherlock Holmes... - digo, señalando hacia atrás, al lugar en el que Sherlock está hablando, a lo lejos, con la solterona fracasada del diario lacrimógeno. -Podría intentar ahora mismo colaros un rollo interminable sobre la conveniencia o no de aliarnos y sobre nuestras habilidades mutuas, pero me lo ahorraré. Después de todo, si estoy aquí, es porque creo que sois de las pocas mentes pensantes que hay en esta sala...

Iré al grano, jóvenes. Ninguno queremos morir. O, al menos, supongo que todos queremos prolongar nuestra estancia aqui lo máximo posible. Y, si tenéis el nivel de inteligencia que os presupongo a ambos, coincidiréis conmigo en que supondríamos una fuerza de lo más interesante, si aunáramos nuestros esfuerzos. Aguantar. Esa es la palabra clave. Algo que podemos hacer juntos, y que nos resultaría más difícil por separado.

Los miro a ambos, con esa expresión afable, desviando mi mirada hacia el lugar en el que aquel pelirrojo y sus acompañantes siguen armando ruido.

-Está claro que no tengo un hacha, ni una espada, como nuestro amigo el hormonado... Pero tengo esto. -digo, señalándome el cerebro, con dos golpecitos de mi dedo índice- E información. Sobre lo que nos espera. Sobre la cornucopia, sobre el resto... ¿Qué les parece? ¿No creen que podríamos llevarnos bastante bien?

El chico parece nervioso y no es para menos. El mal está por doquier y seguro que ya ha puesto los ojos en aquella inocente criatura.

-Es usted sabio para su edad. No tema, si viene conmigo haré todo lo que esté en mi mano para protegerle de las hordas del mal que nos acechan. Los días serán largos y las noches frías, pero si nos mantenemos unidos no se atreverán a desafiarnos.

Llevo al joven e inocente niño con Dulcinea y Sancho.-Mi bella Dulcinea, mi bravo Sancho, os presento al joven... disculpe, como se llama?

Escucho al tal Oliver con atención. Parece un hombre sensato. Pero los hombres no son nunca sensatos. O al menos, no en la mayoría de los casos, me digo mientras me mantengo en silencio, sin dejar de observar a nuestro interlocutor. Me llama la atención cómo habla de nosotros dos como de un equipo. Pero, ¿verdaderamente lo eramos?

- Podríamos resultarnos útiles los unos a los otros. Aun así, ¿cómo me garantizas que tu fuerza pueda llegar a superar a tu intelecto?

No, no puedes hacerlo. Te mueves por instintos. Eres demasiado primitivo. Como todos.

Sigo al hombre, entre curioso y nervioso, cuando me guía por la sala hacia la pareja. Trato de ser discreto, de que los demás no se fijen demasiado en nosotros.

Cuando llego adonde se encuentran y escucho lo que dice los miro durante un instante, levemente confundido.

- Doctor Henry Jekyll. - respondo con la voz rasgada y la boca pastosa, pasando mi mirada de nuevo al viejo, y luego a los muchachos. Durante unos instantes dudo entonces sobre cómo dirigirme a ellos. La chica había dicho su nombre, y estoy seguro de que no era Dulcinea. A estas alturas comienzo a plantearme si lo que le sucede al hombre no es sólo diferencia cultural y me quedo esperando a que sean ellos los que respondan, tratando de ver si están en su mismo código.

-¡Menuda estupidez! ¡Atrincherarnos! ¿Pero que se piensa ese mequetrefe, que quien haya montado esto no tendrá las armas necesarias como para volarnos a todos por los aires si hacemos eso? -niego, de inmediato, ante la explicacion del doctor.- No, jóvenes, no. Así no se hacen las cosas... Así es como morirán, haciéndose los héroes... ¿Es que no leen nada estos jóvenes? ¿No aprenden nada?

Pues claro que es un suicidio echar a correr hacia allí... Sobre todo teniendo en cuenta que no somos, ni de lejos, los más fuertes ni los más veloces... Habrá que encontrar otra forma de hacernos con algo útil. O esperar a que se maten entre ellos para acercarnos.

En cualquier caso, no pienso lanzarme como una loca a los brazos de la parca....

Miro entonces al doctor, cuando habla de Odiseo, y de su posible traición.

-¿Y que le hace pensar eso de nuestro amigo Odiseo, hijo?  - no puedo evitar que, en mi tono, haya cierto aire curioso. Me llama la atención saber cómo ha llegado a esa conclusión.

No puedo sino asentir ante las palabras de la señora. Poco a poco voy encontrándome algo más relajado entre ellos, y tras soltar la mano de Sherlock entrelazo las mías tras la espalda, pensativo.

- Me es imposible estar más de acuerdo con usted. - respondo a sus comentarios sobre la estrategia del muchacho - Además de que es evidente que no podremos poner a todos de acuerdo. Siempre alguien aprovechará una oportunidad o un descuido de los demás para arrebatarles las armas o acabar con sus vidas.

Luego medito un instante su pregunta, tratando de encontrar las claves que han producido una impresión así.

- Sus palabras han dejado claro que hará lo que sea por sobrevivir. - resumo, pasándome la mano por el pelo - No es algo que haya dicho, sino su actitud. - explico después - Clasifica a prácticamente todos los demás entre cobardes, débiles o taimados, pero al mismo tiempo finge buscar la aprobación del chico y la mía, cuando no parece creer que ninguno de los dos le pueda aportar nada . No tiene ningún sentido.

- El único motivo que se me ocurre para que prefiera tenernos cerca creyendo que no somos útiles es justamente el de no tener que buscarnos después. - explico, con la certeza de que me entenderán de sobra.

Conozco mis limitaciones, las he puesto a prueba. No soy un erudito, he vivido toda mi vida entre bosques. Se seguir un rastro, colocar trampas, tender emboscadas y sobrevivir a la intemperie. 

Vosotros tenéis venís de un lugar donde el hombre mas ignorante es mas erudito que yo. Me parece justo asumir que me encontraréis torpe, rudo, simple... Pero útil. 

Julieta observa con los ojos llenos de curiosidad al anciano caballero cuando se acerca con un hombre y lo mira con una amable y divertida indulgencia al escuchar de nuevo la confusión con su nombre. Arruga el ceño confundida cuando el hombre llama Sancho a Romeo, pero decide no corregirlo, parece que el pobre sufre los achaques de su edad y se encuentra algo confuso. La muchacha no termina de comprender por qué Don Quijote parece empeñado en presentarle tanta gente, pero ante todo es una jovencita educada y sonríe amable a ambos.

Con una inclinación de cabeza saluda al hombre que se presenta como doctor antes de hablar con voz dulce. - Le ruego no tenga en cuenta al gentil caballero su confusión con nuestros nombres, doctor, pues su juicio parece encontrarse algo nublado en estos momentos. Mi nombre es Julieta y el joven que me acompaña se llama Romeo. Es un placer conocerlo en estos momentos tan aciagos en los que nos encontramos.

- Muy bien, lo juro. Juro por el estigio y que vague por la eternidad si rompo el juramento. - digo y espero sus palabras.

Una vez las haya dicho continúo.

- Se formarán muchas alianzas, seguramente no quede nadie fuera de una alianza. Y por cómo veo las cosas estas alianzas serán demasiado grandes. Necesitamos una ventaja que los demás no tengan. Nos mantendremos aliados y fieles tan solo a nosotros. Pero tú por un lado y yo por otro. Forma una alianza con ese Robin y quienes se le unan, yo me uniré al de los cabellos de fuego y quizás a algunos más. Nuestra labor es hacer que ambos grupos no se crucen hasta el final y entonces deberán matarse unos a otros, sin importar qué. Si se cruzaran entonces debe ser tan solo para vencer a otros grupos, lo importante es llegar al final. Mientras estés con ellos deberás evaluarlos para llegado el momento matar al más peligroso primero.

Aquello implicaba una ventaja para ambos grupos, que sin saberlo estarían libres de la amenaza del otro. Pero además nos daba la ventaja adicional de que cada grupo tendría un traidor en sus filas cuando llegara el momento. Puede que no fuera demasiado pero era más de lo que muchos tendrían y quizás fuera lo suficiente para llegar al final.

- El mayor peligro radica en que estaremos separados sin nadie en quién confiar, pero confío en que ambos logremos forjar un fuerte lazo con alguien más. Este alguien deberá ser suficiente mientras queden aún muchos supervivientes. Y algo más, si uno muere el otro debe colocar el Óbolo para Caronte. Si no hay monedas, debe de haber algo de valor que pueda servir. Quién sabe qué será de nuestros cuerpos cuando muramos.

El pequeño ríe tímidamente ante la reverencia del hidalgo, y luego lo hace con entusiasmo al ver la mirada bizca del animal. Cuando termina su risita acaramelada, piensa en qué hacer con el dibujo, hasta que finalmente, sin borrarse la diversión del rostro, le responde al dibujante.

- Eres muy divertido, y el cordero que me has regalado también lo es. Pero es bizco, y necesito un cordero con buena vista, porque si no, en un descuido podría meter una pata en uno de mis volcanes, y no quiero que mi amigo sufra. 

Supongo que a él también le divertirán las reverencias.
Jugando con la extrañeza del gesto, el chiquillo le devuelve la reverencia y la hoja, y cuando acaba, pone la misma cara que pondría Aladín antes de pedir su primer deseo.

- Hazme otro con mejor vista, por favor.
 

- Si llegáramos a ser suficientes entonces quizás tengamos la fuerza necesaria para desafiar a algunos dioses, pero primero necesitaremos tener a otros de nuestra parte. El secreto para vencer a un dios es tener la ayuda de otro más poderoso.

Al oír esas palabras mi corazón se llenó de alegría. Los 2 podríamos confiar el uno en el otro. Sin mentiras ni triquiñuelas. Entonces yo también jure, quería hacerlo cuanto antes...

-Yo también lo juro. Lo juro por el estigio y que vague por la eternidad mi alma si no lo cumplo -después de hacer el juramento que los 2 queríamos empezamos a planera cosas- Me gusta como piensas Odiseo, tu fama de que eras un zorro sigue en ti, y espero que siga así durante toda tu existencia. ¡Tú haces grande a tu patria! -después de alabar su elocuencia e inteligencia empecé a decirle algunas cosas del plan que haríamos entre los dos- Lo primero los profesionales, yo me uniré a ellos, pero tendremos que hacerles creer que estamos separados, que por alguna razón tu y yo vamos a estar separados, para que no sospechen nada de esto.  Y hay otra cuestión, cuando hablé con Julieta la dije que hiciera un pacto con nosotros 2. Que hacemos ahora con ella y su amdado, que por supusto viene en el pack. ¿¿Les digo que hablen contigo para que se alien contigo, o sigo haciendo una alianza yo con ellos pero digo que tu y yo ya no seguimos juntos?? -hago una pausa, ya que le he puesto muchas interrogantes a mi compañero, quiero que las medite y me de su punto de vista o idea. Tenemos que estar de acuerdo en todo, y así todo saldrá bien...

Las palabras de mis dos compañeros me sumergen en la inmediata reflexión. Llevo mi mano a la barbilla, tamborileando con dos dedos en los labios, pensativo.

- Recoger armas no es lo que nos conviene; en eso estamos de acuerdo. Los hay que están deseando salir a por todas, sin importar nada más que sus propias vidas y su supuesto honor. Como el tal Odiseo por ejemplo.- mi mirada, unos momentos perdida, pasa al supuesto sanguinario guerrero. Me temo que ya tenemos a uno en quien no poder confiar en ningún momento.- Miss Marple está en lo cierto. Meternos ahí, en la Cornucopia es un peligro. Quien se quede estará más expuesto que el resto y no nos conviene. Lo nuestro es actuar con la cabeza y entre sombras.

Reflexiono unos momentos más, pasando ya a mis compañeros nuevamente.

- Correr. Esa debería ser nuestra prioridad. Correr y encontrar un lugar con agua. Y, eso sí, debemos montar un buen espectáculo para ganar seguidores y que nos patrocinen premiándonos con cosas. Y en eso... la periodista nos podría ayudar.- mis ojos brillan con la intensidad de quién está teniendo una gran idea acerca de Bridget Jones. Miro a mis compañeros y alzo las cejas dos veces.

- ¡Fabuloso!- le respondo con mucho énfasis.- Nos vendrá genial tu habilidad de relacionarte con el resto.- aunque realmente estoy pensando en el show que podemos montar con el fin de ganar patrocinadores. Bridget puede ser una estrella- Estoy seguro de que junto a ti llamaremos más la atención. Al fin y al cabo sois un diamante en bruto.- y con bruto creo referirme a literalmente, pero no será algo que salga de mi elegante boca.- ¿Ampliar el grupo? Quizás. De momento hemos seleccionado a los que consideramos indispensables para la supervivencia. Ya sabes, tres de mente  y una de carisma. Los guerreros son peligrosos. ¿Conoces al tal Odiseo? Irá a por todos sin compasión. Es de él de quien tendremos que huir u ocuparnos desde el principio. Aunque debo añadir, que no me gusta matar y no lo haré si tengo la posibilidad de incapacitar.

Si ensucio mis manos Moriarty habrá ganado una ronda.

- Dígame, lady Jones, ¿está casada?

¡Por supuesto que no lo está! No tiene anillo en el dedo, tiene el ánimo bastante bajo y lleva una especie de faja extraña por debajo de la ropa, símbolo inequívoco de que no considera que su cuerpo esté bien y necesite esa especie de tortura moderna para intentar conseguir un cumplido.

¿Podrá Odiseo ser uno de los mercenarios contratados por Moriarty para ponerme las cosas aún más complicadas? ¿O se trata de una víctima más sumida en la desesperación de quien quiere sobrevivir? Todo es posible; sin embargo, tengo claro que si quiero ganar tiempo para descubrir el modo de salir de la arena del juego manteniendo con vida al mayor número de personas, Odiseo debe de estar lejos de mi alcance. O mejor dicho, yo lejos de su alcance.

Tengo claro que alguien morirá durante mis intentos de encontrar la salida y que no podré salvarlos a todos. Demasiada gente, demasiado miedo y sobretodo exceso de desconfianza. Una alianza de cuatro es lo que tengo ahora y por el momento es muy manejable. No obstante, no me importaría aumentarla en seis. Necesitamos un cazador en nuestro bando. ¿Pero quién?

Moriarty, te has pasado con el jueguecito.

-Podría, podría, pero verá, no soy un malabarista, soy un mago, ¿Vé?- Señala a su sombrero que en lentejuelas rojas brillantes, algunas mal cosidas, pone "WIZARD".- Tengo sombrero y todo. Verán, por lo que veo... hay gente que pertenece a diferentes eras, y probablemente universos, acorde a la teoría del multiverso klachtiano de Scrotos, un mago klachtiano. Por lo que, supongo, que el lugar de combate, presentará elementos acordes a los universos de los que somos originarios. De ahí que les ofrezca mi consejo como mago. Además soy un buen guía, tuve a mi cargo al primer turista de mi universo. -Termino exhibiendo una sonrisa tan reluciente como la que un mago de la Universidad Invisible podía presenta, en otras palabras, poco.