Partida Rol por web

Bueno, en la matanza todos intentaremos sobrevivir... Y los profesionales son muy tendentes a no ayudar a ese proposito- Digo con voz calmada y baja- Normalmente tienen éxito por que actúan coordinadamente y no se traicionan hasta pasada la matanza. Y mucha gente cae en el proceso. 

Simplemente propongo que los no profesionales mas capaces hagamos lo propio: aliarnos. No entorpeciéndonos entre nosotros durante la cornucopia y echándonos un cable en caso de ataque por parte de los mas fuertes.

- Mi nombre es Ruiko- le respondo a Lyan extendiendo la mano. Luego miro a los otros que estan cerca y les apuro.

-Ustedes que opinan, podran valerse solos cuando esos musculosos vengan por su sangre?
Cada día que pasaba, acercandose el momento decisivo me preguntaba cuantos sobreviviriamos más alla de la cornucopia y de los que lo hicieran cuanto tiempo más durarian por sus medios. De momento la unica estrategia que se me ocurria era formar un grupo para poder defendernos.

Una tarde Ruiko se acerco a Thais, mientras estaba estaba sola alejada del grupo. Hasta entonces jamas habian hablado y no hacia mucho que los tributos habian sido reunidos y presentados. Ruiko con su llamativo pelo verdoso azulado, no era alguien que pasara desapercibido, aunque no destacaba en nada, su mera presencia ya era suficiente. 

- Mi nombre es Ruiko, cual es el tuyo? Le dijo intentando un acercamiento amistoso. 

Una tarde Ruiko se acerco a Briar, mientras estaba estaba sola alejada del grupo. Hasta entonces jamas habian hablado y no hacia mucho que los tributos estaban todos juntos y fueran presentados. Ruiko con su llamativo pelo verdoso azulado, no era alguien que pasara desapercibido, aunque no destacaba en nada, su mera presencia ya era suficiente. 

- Mi nombre es Ruiko, cual es el tuyo? Le dijo intentando un acercamiento amistoso. 

James se quedo mirando mientras aquellos chicos hablaban.

-Yo tengo pacto con la chica de mi distrito. No se que os parece

Creo que eso es lógico- responde Lyan- al fin y al cabo, siempre empiezas con los de tu distrito. ¿Quien es, por cierto?

El sábado se harán públicas las puntuaciones de cada tributo (determinadas por un sistema místico del que no seréis conscientes hasta que muráis). De forma que os podréis acercar a los que consideréis más aptos.

Me acerco al chico del distrito 12 después de verlo entrenar durante un rato.

- Buenas. Soy Kyra, del distrito 6. ¿Cuantos años tenías, 12? Pareces demasiado joven. ¿Te parecería bien que hiciesemos un trato?
 

Reculó un poco con una mano resguardada en el pecho, temerosa, ante la repentina presentación del extraño joven.
Lo suficientemente nerviosa estaba con todo aquel asunto para tener que socializar con personas que sabía a lo que venían. Sería pequeña, seguramente la más pequeña del lugar, pero desde luego no era tonta.

Pero su edad no le permitía entender según que cosas, y una de ellas le estaba sucediendo en aquel momento; una de las futuras malas personas le estaba hablando.

-Sí- no supo añadir más y volvió a recular un paso más, con un gesto mezcla de desafío y temor, ceño fruncido.

Elle salió de sus habitaciones en busca de conocer aquellos que se encontraban en la competición, poco a poco podía ver como se formaban pequeños grupos con aquella gente que parecía que quería conocerse. Después de un vistazo rápido, la joven tenía que tomar una decisión y poco a poco se convenció a sí misma que lo mejor era acercarse a alguien de casi su edad y de un distrito que no fuera problemático de inicio.

Con paso dubitativo se acercó a Lily para conversar amigablemente con ella.

Eh ... Hola perdona, espero no molestar. Mi nombre es Elle ¿Como estás?. 

Daniel miró a Scott de arriba a abajo y echó una risotada de despreocupación. Miró a su compañera y sonrió un poco para luego volver a mirar a Scott.

- ¿Y tú qué sabes hacer, eh? Si pretendes unirte a los profesionales tienes que demostrar que eres de utilidad y no más carne de cañón. Además, ¿y tu compañera de distrito? ¿La pequeñaja también vendría contigo? -

Intento no atemorizarme ante la respuesta del chico del distrito. Tengo que hacerlo por Briar....

-Mis habilidades de combate no son malas... Seguramente no tan buenas como las vuestras, pero aún así decentes. Podré encargarme de un par de niños en la cornucopia. Además, soy capaz de detectar la mayoría de las trampas y de inutilizarlas. Cepos, hilos, agujeros, ataduras... Si estáis conmigo no caeréis en ninguno de esos y si caéis duraréis poco en ellos. Mis habilidades médicas son decentes también. De encontrar medicinas o vendas sabré como usarlas... O como improvisar vendajes en caso de no haber botiquín. Además, ni ella ni yo gastaremos mucha comida. No seremos un estorbo y si llegamos a serlo tampoco creo que os costase mucho acabar con nosotros.-Respiro hondo antes de decir las últimas palabras. Puede que me cuesten el puesto entre los profesionales.-Pero si no la aceptáis a ella me temo que no iré con vosotros.

Briar se había sentado con las rodillas abrazadas contra el pecho y la barbilla apoyada sobre una rodilla, mirando al resto con indecisión y no muy segura de querer unirse a las conversaciones. Quería conocerles a todos: algunos tenían rostros amables, miradas capaces, sonrisas rápidas... pero cada vez que pensaba en lo que estaba por venir un escalofrío le recorría la espalda y decidía quedarse al margen un rato más, haciendo acopio de templanza. Cuando escuchó la voz del chico levantó la vista:

-Briar -dijo mirándole desde debajo del espeso flequillo-. Lo siento.

Daniel ladeó la cabeza y puso una sonrisa amplia. Miró a lo lejos hasta encontrarse con la otra chica del distrito 5.

- ¡¡Eh, Briar!! - exclamó, haciéndole un gesto con la mano - ¡Ven aquí, anda! -

Cuando la chica se acercó fue hasta Scott y le dió una contundente palmada en el hombro, sin hacer demasiada fuerza. Con una carcajada respiró hondo. - Aquí tu compañero nos ha estado dando una charla sobre lo que sabe hacer y dice que tú podrías venir con él. ¿Qué nos puedes aportar tú? -

- Chicos, no hace falta que se os suba el temperamento, que tal si hacemos esto encapuchado compañero, esperemos al puntaje de las pruebas y asi comprovamos entre nosotros que cada uno vale la pena como miembro de una alianza-

Buenas Daniel. Previendo el baño de sangre inicial, he pensado que lo mas razonable es unirme al equipo ganador desde un principio. Puedo ser muy útil dando caza a los que traten de escapar de la cornucopia, y una vez escapen, no me será difícil engañarles o tenderles una trampa. 

Y me parece que me irá mejor si voy bien acompañada al principio.

¿Los profesionales tenéis algún plan?

Sarabeth no tardó en acercarse a Daniel. Lo esperó en el pasillo que daba a sus alojamientos, pensativa. En el tiempo que habían vivido en el distrito 2 no se habían conocido, pero eso una vez allí no importaba. Las estrellas los habían elegido, los habían juntado. Ella lo sabía, lo sentía. Y quería asegurarse de que él también lo supiese, cuanto antes mejor. Cuando le vio llegar, inconscientemente se dibujó una cálida sonrisa en el rostro de la muchacha. Se acercó a él lentamente.

- ¡Ah, Daniel! Te estaba esperando. Quiero hablar contigo. Pero este sitio no me gusta, ¿qué te parece... - se volvió y señaló un enorme ventanal al final del pasillo, que dejaba ver el Capitolio iluminado bajo ellos - ...allí?

Sin esperar respuesta se dirigió a la ventana rápidamente. La respiración se le aceleraba... ¡todo eso era tan mágico! ¡Llevaba tantos años preparándose, esperando esto! De cara a la ventana, vigiló por el reflejo del cristal para ver si Daniel venía o no.

Tan rápido buscó Sarabeth a Daniel como respondió a su saludo, con un gesto de mano rápido. - ¡Hola, Sarabeth! - dijo él con alegría. Los Juegos por fin habían llegado y el éxito llamaba a sus puertas. En pocos días estarían en la arena y demostrarían por qué portaban con tanto orgullo el nombre de su Distrito.

- Claro, hablamos donde tú me digas. - dijo despreocupado mientras la seguía hasta aquel ventanal, apoyándose junto al cristal y mirando a su compañera. - Es un placer conocerte cara a cara. Estaba deseando que llegara este momento. -

El Capitolio se extendía a sus pies, hermosísimo, lleno de luz y belleza, como su distrito natal... pero a la vez terriblemente distinto. Ese lugar era mucho mas tranquilo, con poco que ver con la ajetreada vida nocturna del 2. Pero ahora mismo Sarah Elizabeth Wells, o Sarabeth como todo el mundo la llamaba, no prestaba ninguna atención al paisaje que se extendía ante ellos, aunque fuese una de esas cosas que la gente de los distritos solo podía ver una vez en su vida, brevemente, y solo participando en los Juegos. Aunque seguía encarada hacia el cristal, de reojo no quitaba los ojos de encima a su compañero de distrito, aun con esa leve sonrisa dibujada en el rostro.

- Yo también estoy encantada de conocerte... Y tengo que decir que me gusta mucho la pareja que me ha tocado.

Juntó las manos detrás de la espalda y se volvió distraídamente hasta quedar de cara a Daniel.

- ¿Puedo preguntarte algo, antes de que hablemos de los Juegos? Me gustaría saber... ¿tu crees en el destino? Sé que es una pregunta un poco rara viniendo del distrito del que venimos, donde hacemos creer a los demás tontos que tenemos suerte cuando en realidad teníamos todas las cartas para ganar desde el principio. Se nos enseña que la suerte se la busca uno, y por eso estamos aquí... no nos ha elegido ninguna lotería como si fuesemos niñatos tontos de los distritos de mayor número, somos voluntarios. Pero cada año hay decenas de voluntarios... y aquí estamos. Tu y yo, y no otros. Y por eso yo creo que por mucho control que tengamos de nuestro sino y nuestra suerte, una fuerza mayor que todo eso se asegura de colocar siempre las fichas en su sitio...

Tras decir eso, la chica pareció titubear un momento, como reuniendo fuerzas, y luego dio un paso hacia el otro tributo y le cogió el brazo con la mano derecha, sin fuerza, suavemente.

- ...y nuestro sitio es aquí. En estos Juegos. Juntos.- dijo mirando a Daniel a los ojos.

Briar miró a Scott y a los otros dos tributos alternativamente, deteniéndose finalmente en el chico del distrito dos, al que tenía que mirar hacia arriba desde debajo del flequillo. ¿Qué tenía que ofrecer a aquellos chicos? Siempre había sido pequeña y delgada para su edad, por lo que sobraba explicar que sería inútil en medio de la masacre inicial.

-Lamento tener que decir que tengo poco que aportar en el apartado físico -dijo con voz suave, e hizo un gesto con ambas manos hacia sí misma-. Aunque seguramente ya lo habréis notado. Lo mejor que puedo ofrecer es aliviaros de las guardias, tanto de día como de noche. Aunque alguien se quede conmigo, puedo hacer los turnos de varias personas seguidos. Tengo -hizo una pequeña pausa-, buena intuición. También buen oído y buena vista, no necesito dormir mucho, ni comer demasiado, por lo que no resultaré una carga... al menos hasta que llegue el momento -dijo con una pequeña y breve sonrisa, consciente de que lo poco que tenía para ofrecer sólo resultaría útil hasta que el número de tributos descendiera.