Partida Rol por web

Alex se para en seco sujetando a su compañera por el brazo

- Ahora pongamonos en lo peor. Supongamos que estos en quienes hemos confiado son de los suyos y que todo este tiempo nos han estado engañando, y que cuando lleguemos nos estén esperando por traidores. ¿Les depositamos una confianza ciega y sin reservas? Yo creo que no. 

¿Ni siquiera una cuestión que bien podría ser de vida o muerte? -dijo Burlat con "aires" desmedidos. No es si será vuestra la responsabilidad de las consecuencias, pues no conozco la piedad o modo de operar de vuestro señor con sus subordinados, pero es mejor que le avise tranquilamente, podemos esperar incluso aquí fuera si se precia.

Le miró con cierta cara de indiferencia.

Lo que no voy a hacer es explicarle a vos nuestras intenciones en medio de la noche.

Quería hacerle ver que éramos personajes de cierta importancia, sin desvelarle porqué. Quizá de tal forma podríamos acceder.

El mayordomo se queda pensativo unos momentos tras las palabras de Burlat. De acuerdo, ya que insisten tanto iré ha avisar al señor. Pero esperarán aquí mientras tanto.

El hombre vuelve corriendo y se mete en la mansión. A los pocos minutos el mayordomo vuelve a salir pero esta vez acompañando a un hombre alto, con un pronunciado bigote y pelo largo y canoso y ropas lujosas, de exquisita seda salpicada por piedras preciosas. El hombre se acerca a la puerta, con el mayordomo un paso por detrás, y os observa a través de la puerta enrejada del jardín. Mi mayordomo dice que tenéis un asunto muy urgente que tratar conmigo. No os conozco así que hablad rápido, no puedo perder mi tiempo así como así. 

Kraull mira de un lado a otro, observando que nadie los vigila.

-Señor, desean su muerte y la de su familia,y hemos venido a impedirlo, hay algo que buscan, y mientras usted lo tenga correrá peligro. Por favor dejenos entrar y hablar de esto mas en calma y sin oidos que puedan ser perjudiciales para nosotros.

Le pedía casi suplicante el Paladin al señor de la casa, en verdad si alguien sabía de aquello, no sería solo la cabeza del hombre la que estaría en juego, sino la suyas propias.

Antes de que se riera en nuestra casa o tomara aquella "broma" como un insulto en su propia causa, el enano habló.

Créanos cuando le decimos tales palabras, que sabemos que no son a gusto de sus oídos, ni a los de cualquiera. No queremos darle más detalle por encontrarnos en la calle. Si no se fia de nosotros, por favor, llame a cualquier partida de sus guardias leales para acompañarle. Pero insistimos: es de vital importancia para vos nuestro mensaje.

Al principio Lord Dryden no puede dar crédito a lo que está escuchando pero tras unos segundos de reflexión asiente a vuestras palabras. No tomo por costumbre abrir las puertas de mi casa a cualquiera pero me habéis preocupado. En unos momentos podréis pasar dentro y ahí hablaremos tranquilamente. El noble entra en la mansión y acto seguido aparecen tres hombres armados. Llegan hasta la puerta del jardín, la abren y junto con el mayordomo, os acompañan hasta el interior de la mansión.

Un lujoso y majestuoso hall os da la bienvenida, cargado de todo tipo de detalles como cuadros, jarrones con flores y esculturas que parecen ser de gran valor. Los guardias os dirigen a una estancia a mano izquierda que parece ser un despacho y pasan con vosotros. Dentro se encuentra el señor Dryden. Este lugar es bastante más discreto que la entrada de mi casa. Ahora quiero escuchar lo que tengáis que decir. ¿Quién quiere vernos muertos a mi familia y a mi  y por qué? Y lo más importante, ¿cómo es que vosotros lo sabéis?

Creo que el señor Kraull aquí presente le dará buenos detalles de ello. Ahora verá -dejé que mi compañero hablara. Ciertamente a él se le daba la palabra mejor que a mí*. Comprobé que la estancia era realmente preciosa.

-Alex, ¿que te sucede?- cuando me tomó el brazo, sujetándolo con fuerza lo miré con extrañeza. -Desde que estuvimos con el lider... te has vuelto demasiado agresivo... ¿qué te hizo ese hombre? ¿como fue que te cambió?- si bien no conocía demasiado a mi compañero, su desconfianza natural estaba trocándose en paranoia y su comportamiento era cada vez más violento. No tenía dudas de que su entrevista con ese hombre siniestro era la culpable de que ahora, el elfo se estuviera comportando como lo hacía.

Una banda de ladrones y bandidos desean algo que posee usted, una llave, y desean la muerte de usted y de vuestra familia para conseguirla. Sé que no nos conoce de nada pero he ideado un plan para su supervivencia. Aqui mi amigo, se llevará la llave para que la guarden los guardias de la ciudad mientras que yo, les guiaré a un lugar seguro, fuera de las fronteras de la ciudad, y quizás mas lejos aún, para así poder ponerles a salvo de ellos.

El paladin hablaba con premura no debían perder el tiempo en detalles escuetos. Ahora solo quedaba que el señor de aquella casa les diera el visto bueno.

Me ofrezco como voluntario a acompañarles para cuanto menos gente sepa que se van de esta ciudad será mejor, los oidos de esa gente se extiende por cada callejon de esta ciudad.

¿Una... una llave? pregunta extrañado el noble mientras se echa la mano al pecho. Parece estar tocando algo que lleve debajo de la camisa. ¿Quién querría la llave y para qué? Lo siento pero esto es muy surrealista. No puedo confiar en lo que me dices tan ciegamente. Además, en el caso en que eso fuera verdad, no dejaría la llave a cualquiera. Se la haría llegar a la suma sacerdotisa del templo de Atenas en persona. Lord Dryden se cruza de brazos y frunce el ceño. Parece no dar crédito a vuestras palabras.

Si fuera verdad no tendría tiempo alguno de otorgársela a ninguna de las Sacerdotisa, y todo el del mundo para lamentar la muerte de su familia... si es que sobrevive, mi señor -dije. Créanos cuando venimos en persona a su propia casa a avisarle.

Vuestra conversación se ve interrumpida por una pequeña patrulla de guardias. No habíais andado mucho desde que salisteis del cuartel de la guardia y os fijáis que la patrulla viene desde esa dirección, encabezada por el propio capitán Lauren.

- ¿Aún andáis por aquí? - pregunta sorprendido el capitán - Ahora mismo me dirijo con estos hombres a casa de la familia Dryden. Los llevaremos a un lugar seguro tal y como hemos acordado. Podéis acompañarnos si queréis...

No se que creer - Lord Dryden titubea un poco tras la intervención de Burlat. Se queda en silencio unos instantes, pensativo y nervioso. Finalmente se decide a hablar - si alguien va detrás de mi familia lo pagará caro. Gracias por haberme avisado señores. Pondré a mi familia a salvo y me encargaré personalmente de llevar la llave a un lugar seguro, no puedo confiársela a vuestras mercedes. Pueden irse... pero tengan una cosa segura. Como esto sea una broma de mal gusto haré que sean castigados duramente - sentencia el noble con una mirada fulminante. Seguidamente hace un gesto a los guardias que amablemente os invitan a abandonar la mansión.

Al menos habíamos conseguido poner de sobreaviso al hombre.

Una vez fuera de las estancias, pues no convenía mucho insistir en una casa que no era la propia, le pregunté a Kraull ¿Y ahora qué hacemos?

Mientras discutíamos con Alex, una patrulla nos dio alcance. Al parecer, no nos habíamos dado cuenta y estábamos perdiendo demasiado tiempo ya.

-Ehhh, sí, creo que iremos con ustedes ¿verdad Alex?...- en aquel momento era nuestra mejor opción. Necesitábamos volver a juntarnos con nuestros compañeros porque tendríamos que ir al templo no dentro de mucho a informar de nuestro "éxito" en la misión que nos habían encargado, y debíamos tener una buena historia para contar sin lagunas ni contradicciones. -...Ahora mismo no tenemos nada mejor que hacer.

Kraull miró atrás intentado buscar las para intimidar a ese hombre, poder darle a ver que era peligroso lo que estaba haciendo.

-Mi señor, no sabeis donde os andais metiendo, si no confiais en nosotros será lo peor que hagais.

Mas que intimidatorio, sonó amenazador, algo que no buscaba el paladin hacer. Parece que los nervios de que aquello saliera bien, le habían traicionado.