Partida Rol por web

La única muestra de la inmensa alegría que la joven Evelyn sintió cuando Greta dijo en voz alta que su idea había sido buena fue una pequeña y tímida sonrisa que se dibujó en su rostro unos segundos mientras continuaba arrastrando su enorme maleta.

La idea de dormir tan cerca de un cementerio no era algo que le hiciese mucha gracia a la muchacha, pero trató de autoconvercerse de que era normal que la gente que viviera en el convento fuese enterrada cerca del lugar donde vivía. Pasó su mirada del cementerio al monasterio y durante un segundo se quedó paralizada con la vista fija en una ventana.

- No, no puede ser verdad. Debe ser producto de algún reflejo o algo así. Seguro que sí, debe ser eso.- pensó cuando la imagen que le había perturbado desapareció de su vista y continuó caminando. Cuando todos se detuvieron a las puertas del monasterio y comprobó con alivio que las puertas estaban cerradas confirmando su teoría de que sólo había sido su imaginación se atrevió a preguntarle a su amiga.

- Gre.. Greta, no hay ningún guardés en el monasterio, ¿Verdad?

-Oops, qué tonta soy! -aunque intentaba verse avergonzada, la rubia no sentía ningún tipo de remordimiento por haber olvidado que tenía que pasarle la llave a su novio ANTES de que éste intentara abrir la puerta. Metió la mano en uno de los bolsillos delanteros de su ajustado vaquero y sacó el preciado objeto para dárselo a su novio. -Perdona cariño, aquí tienes -mientras Aaron intentaba abrir, esta vez, la puerta por las buenas, la chica miró con extrañeza a su compañera de cuarto-. No debería haber nadie... bah, el abogado de mi tío me ha dicho que el monasterio estaba abandonado por falta de mantenimiento. Como mucho encontraremos murciélagos y alguna rata... pero ninguno de esos bichos es más feo que Lenny, así que no deberías preocuparte -Greta había dejado pasar el comentario del cementerio por parte de su hermano pero no lo había olvidado. Rara vez la rubia dejaba pasar una ofensa y cuando lo hacía, era porque se preparaba para asestar un golpe más duro. -Entremos de una vez, quiero deshacerme de esta mochila y salir a dar una vuelta.

         El joven se retira un paso atrás mirando la puerta, como si algo que se le escapa fallara. - Parece en mal estado, pero es robusto… - Con las palabras de Greta sale de su intenso "soliloquio" reflexivo. - Oh, gracias princesa. - Coge la llave y se gira hacia la cerradura aún sonriente, imaginando el lujo y la comodidad que tendría el monasterio una vez reformado. Da las vueltas necesarias para liberar el mecanismo de la puerta. - Ahora sí… - Empuja la puerta con algo menos de fuerza que antes, dejando que esta se abra poco a poco.

La joven escuchó a su amiga decir que la casa estaba vacía y volvió a repetirse que solo había sido un reflejo mientras Aaron abría la puerta despacio y deseosa de ver por primera vez lo que había dentro de la herencia de Greta.

En aquel momento sucedieron varias cosas: la puerta se abrió con un fuerte crujido, un trueno resonó con fuerza y comenzó a llover fuertemente. Pese a estar pocos segundos expuestos, la lluvia mojó sus cabellos  lo suficiente para que estos se apelmazasen. Afortunadamente el interior del monasterio estaba techado y no parecía tener goteras y la madera que había recogido Aaron no se habían mojado. Ahora solo cabía esperar que el hecho de que no fuesen ramas muy secas no influyera a la hora de hacer un buen fuego. Pero por encima de todo, los chicos se dieron cuenta de que tenían mucha, mucha hambre y que estaban realmente cansados. El largo viaje y la caminata de casi una hora les había dejado agotados. Los últimos rayos de sol, tapados por las nubes de la tormenta veraniega iluminaban débilmente una estancia antigua y llena de polvo en los espartanos muebles,así como unas escaleras al fondo. Pero sin lugar a dudas, lo que más destacaba era un gran cuadro de un hombre, vestido con ropas medievales y de pelo castaño claro con un perro a sus pies. A pesar del bigote, la barba y las arrugas no cabía ninguna duda: los rasgos, especialmente los ojos, eran muy parecidos a los de Greta.

Remy pasa en cuanto puede al interior, resguardandose de la lluvia que de repente habia empezado a caer.

-Genial- dice mientras deja las mochilas en el suelo y se sacude las gotas que aun no han traspasado su ropa- espero que tengamos algun sitio donde pasar la noche...supongo que las celdas de los monjes estaran igual de secas que el resto del edificio. 

Se agacha para coger la mochila donde llevaba la comida.

-Propongo comer algo y luego pasearnos para visitar la propiedad de Greta...y de su difunto y egolatra ancestro.

Con el indice apunta el siniestro cuadro que recibe a las visitas.

La lluvia terminó de acelerar las cosas. Con prisas, aunque no las suficientes pues su cabello quedó hecho un desastre, Greta ingresó al monasterio que había heredado. Lo primero que la sorprendió fue el olor a encierro. Luego, se fijó en el polvo que inundaba todo el lugar. Con sus cosas mojadas, si llegaba a apoyarlas en algún lado, terminarían todas mugrientas, lo que generó que su rostro adoptara una mueca de desagrado. -Puajj, vamos a tener que barrer o algo... esto es una mugre -cuando decía "vamos", obviamente se estaba refiriendo a los demás. Greta Van den Berghe no iba a arriesgar su costosa manicura realizando tareas del hogar. Buscó una linterna y dio un paneo rápido hasta enfocar la luz en el cuadro de su tío. Los rasgos de la familia estaban allí, algo que la impresionó de sobremanera. Era un tío lejano y no esperaba encontrar ningún tipo de parecido con él, por lo que la sorpresa la dejó sin habla unos instantes, recomponiéndose justo para escuchar la propuesta de Remy. -Sí, sí... el raro tiene razón. Comamos algo que me muero de hambre! después podemos ver qué lugar de todo este monasterio es el mejor para realizar la acampada.

Los pocos segundos que Evelyn estuvo bajo la lluvia fueron suficientes para que el ondulado pelo que lucía quedara crispado y para que el flequillo que normalmente aprovechaba para ocultar su mirada se pegara a su frente perdiendo su utilidad. Tendría que secarlo y volver a peinarse si quería que recuperase su aspecto habitual, pero ahora había cosas más urgentes que hacer.

Cuando Greta propuso adecentar un poco la sala abrió su maleta lo justo para sacar una linterna sin que los demás pudiesen observar su interior.

El suelo estaba sucio y con lo poco que costaba barrer un poco estaba claro que la chica prefería limpiar algo antes de cenar.- Se.. seguro que tiene que haber un cuarto con escobas y material de limpieza por aquí cerca.- Dijo alumbrando una de las salidas de la estancia donde se encontraban.

Ni siquiera se percató en el asombroso parecido que su amiga Greta tenía con su tío, encontraría una escoba y un trapo con el que limpiar la mesa antes de ponerse a cenar, no podían cenar con tanto polvo y suciedad, no era higiénico.

Podéis ir sacando la comida mientras busco algo con lo que limpiar la mesa.- Añadió la morena antes de salir por el pasillo lateral.

Aaron antes siquiera de resguardarse de la lluvia, echa la leña dentro y se retira un paso atrás para permitir que su novia pueda resguardarse la primera, después, se da media vuelta para observar el paisaje que estaban dejando ahí fuera, como si quisiera quedarse con el camino de vuelta.

Una vez todos han entrado, ahora calado y extrañamente satisfecho, el joven se guarda la llave en el bolsillo del pantalón y  cierra la puerta quedando a cubierto. Durante unos segundos, vacila al intentar apartar los ojos de aquellos ojos, tan familiares y tan extraños. Las voces a su alrededor logran sacarle de ese estado.

Aaron observa a unos y otros, tratando de poner en orden sus prioridades. Estaba mojado, el que más de hecho, y sería una dura noche sin calor, por lo que tendría que encontrar el lugar idóneo para encender el fuego, en un lugar como este, se esperaría que hubiera chimenea, solo debía encontrarla. - En seguida vuelvo, encontraré algo donde encender fuego, no me eches de menos. - Aaron se dirige cariñosamente a Greta y la ofrece un cálido beso para calentarse al menos los labios. De su mochila, saca la esterilla sobre la que después pondría el saco de dormir y pone su mochila sobre ella, dejando sitio para las cosas de Greta y ella misma. Después, se levanta y observa las salidas para tomar un camino a seguir.

El instinto de protección, y la curiosidad por la actitud de Evelyn hace que acabe tomando el mismo camino que ella una vez ha dejado que se adelante. - Espero encontrar una chimenea… Después de todo lo más duro ya ha pasado, podemos hacer que este viaje sea memorable… - Aaron se va sumergiendo en sus pensamientos mientras sigue los pasos de Evelyn con su linterna apagada.

La puerta por donde momentos había salido Evelyn era realmente vieja, lo suficiente para albergar un ejercito de termitas, pero afortunadamente no parecía el caso, ya que estaba bastante entera. Después de despedirse de su voluptuosa novia con un beso y sacudirse algo de agua de encima, su mirada se posó en un pequeño hueco en las losas. Si no encontraba una chimenea siempre se podía hacer la hoguera allí, después de que Evelyn limpiase un poco. El muchacho se dirigió a hacia la puerta pero su sorpresa fue mayúscula al darse cuenta de que Evelyn había ido con la linterna apagada, pues no se veía ninguna luz en el oscuro pasillo por donde había pasado.

        Aaron mueve la cabeza confundido. Echa otro vistazo para asegurarse de que es la misma puerta por la que acababa de ver salir a Evelyn y tras encender su linterna se adentra en él con el mismo objetivo que antes pero con aún más curiosidad. - Sí, es por aquí… ¿Por qué iba a ir con la linterna apagada? Eso, o es que es muy rápida… - Aaron va pensando para sí mismo sin saber que esperarse.

-No tardes mucho corazón! -exclamó la rubia cuando vio partir a su novio por el mismo lugar que había salido su amiga. A Greta no le llamó la atención la falta de luz. Realmente no se fijaba en detalles que no tuvieran que ver con ella misma y su micro universo egocéntrico.

Miró de nuevo a su alrededor y bufó exasperada. ¿Por qué le había tocado quedarse con todos los perdedores? Por suerte parecía que a su hermano le habían comido la lengua los ratones y el otro pesado, Liam debía estar demasiado perdido en sus ñoños pensamientos, porque desde que arribaran, había permanecido tranquilo, sin molestarlos con toda esa tontería de que la arquitectura tal y la economía por cual, y blablablá. La blonda otra vez divagaba en su mundo.

Para cuando se dio cuenta de que hubiera sido mejor ir con Aaron, ya habían pasado un par de minutos, por lo que la idea tuvo que quedar aparcada en un rincón. Tendría que fumarse a los raros, no tenía más alternativa que esa.

-Y bien? alguno puede no ser tan inútil y abrir alguna persiana para que entre un poco de luz? no quiero consumir toda la batería de la linterna en una sola noche.

-Persianas? En un Monasterio con tan poco mantenimiento como este? Bastante sera si las ventanas tienen cristales!

Dice el joven nerd, asombrado de la tonteria de la rubia y de su novio y amiga que tan temerariamente se han adentrado en el vetusto edificio.

"No se adonde habran ido, pero no me parece buena idea separarse en un sitio como este, desconocido, sin mantenimiento, ahora mismo podrian estar debajo de una viga que se haya caido y no podriamos ayudarles porque ni siquiera sabriamos donde estan..." Piensa preocupado.

-Brenda, aun queda luz solar, no veo necesidad de que enciendas la linterna...Y aunque la encendieras, las pilas no se gastan tan rapido, hay una serie de factores que afectan a la vida útil de las baterías de una linterna. Estos incluyen el tipo de baterías que son, si son A, AA, AAA, o de 9 voltios, cuán grande es la linterna y con qué frecuencia se usa. Se han realizado una serie de experimentos por organizaciones como Consumer Reports para tratar de averiguar cuáles baterías duran más que otras, no sólo en las linternas sino en todos los dispositivos. Los resultados han demostrado que las baterías pueden funcionar de media continuamente durante 24 horas en una linterna de tamaño estándar. Asi que no te preocupes por las pilas, no creo que las usemos tan de seguido...

Greta miró con odio a Remy. El muy listillo la estaba haciendo quedar como una idiota y aquello era una ofensa mayúscula. Lo único que faltaba, era que su hermanastro aprovechara aquella ocasión para reírse de ella.

-¿Y con qué tapaban la luz los monjes, eh? O me vas a decir que usaban cortinas en las topocientas ventanitas... pfff, lo que sea, hagan algo para que en este lugar haya un poco más de luz, que no voy a arriesgarme a corroborar la teoría de Rufus, Robert o como sea que se llame el raro.

Frustrada, sin prestar atención a los demás, se acercó hasta el cuadro de su tío para observarlo más de cerca, aunque en realidad, lo único que quería era evitar socializar con los demás.

Aaron entró en la primera habitación que giraba. Evelyn no tenía pinta de ser muy rápida, seguro que estaba por allí. Cuando comprobó que era la cocina sus sospechas se confirmaron, puesto que la chica había  ido a buscar unas escobas...¿Y que otro lugar podría guardarlas? Confiado, el chico dio un paso por el suelo de madera húmeda....y frágil. No había acabado de ver la habitación cuando el suelo cedió bajo sus pies con un terrible crujido, haciendo que el chico cayera. Afortunadamente para él, fue capaz, in extremis de agarrarse a una de las maderas que permanecía completa.

De pronto, y sin que nadie se lo esperase, resonaron por toda la casa los chillidos y gritos de Aaron. ¿Qué le habría pasado?

           Aaron se ve totalmente sorprendido cuando el suelo se desprende, lo que le lleva a soltar un potente grito por el susto y la subida de adrenalina, lo que le ayuda a poder sujetarse con firmeza a una de las maderas que han quedado enteras.

              - ¡Evelyn, ten cuidado, ayuda! - El joven pone todo su empeño en subir su cuerpo sobre el resto de suelo firme. Una vez lo consigue se queda tumbado sobre este, tratando de dejar escapar el sobresalto que se acaba de llevar. Después busca con una mano su linterna, mientras trata de girarse para enfocar a Evelyn y al agujero que ha creado su cuerpo.

Mientras gritaba para que le ayudasen, algo heló la sangre de Aaron, hasta tal punto que le hizo estar a punto de soltarse. Algo le estaba tocando las piernas y tirando de la pernera, como si intentase agarrarlo. Quizás fuese el estrés, pero hubo un momento incluso en el que sintió una mano pequeña y pegajosa tocándole el tobillo.

Tras frotarse los ojos,continuo el camino hacia la entrada. El olor a cerrado y húmedo, no le desagrado tanto,mientras el resto solo hacia comentarios sobre lo sucio y esas cosas. Remy consiguió sacarle una sonrisa cuando corrigió a su hermanastra con lo de las persianas. Se quedo mirando el cuadro del hombre y el perro, como embelesado, hasta que escucho gritar a Aaron. De repente se dio cuenta que además faltaba la lameculos de Treta,Evelyn.

-¿Tu novio chillando como una nenaza? Esto si es raro.

Tratando de averiguar de dondprocedían.

El pequeño grupo se movió en dirección a los gritos, con cierta inquietud, pero sin esperar ni por asomo lo que iban a ver. Donde debería haber una habitación completa, concrétamente una cocina, estaba un enorme agujero en el suelo del que Aaron pendía. El muchacho trataba de moverse pero lo hacía con sumo cuidado ya que los movimientos hacían peligrar aún mas la pequeña superficie donde estaba agarrado.