Partida Rol por web

Durante el viaje, aprovecháis los conocimientos del capitán del barco, para que os hable un poco de vuestro destino.

Belize, a donde os dirigís, es la capital de Honduras británica. Tiene aproximadamente 10.000 habitantes. Está en la costa del caribe, ocupando ambos lados de la desembocadura del río Belize. Las casas son de madera y disponen de altos tejados y amplias balconadas, a las que dan sombra los cocoteros.

Los edificios principales son: En el centro, el palacio de Justicia; en el extremo sur, la Casa del Gobernador, al Norte, fuerte George; y además el Banco de Inglaterra en Honduras, un hospital, un convento y una iglesia metodista, que es el edificio más grande de la capital y el favorito de la mayoría de sus habitantes.

También destaca el distrito del puerto, que, a pesar de no ser excesivamente grande, si tiene bastante tráfico marítimo, y es allí donde se concentra la mayor parte de tabernas y posadas de mala muerte de la "ciudad".

Belize está rodeada de pantanos de manglares, lo que hace que sean muy comunes los brotes de fiebre amarilla, cólera y otras enfermedades tropicales. Sin embargo Belize no es tan insalubre como toras ciudades de los trópicos, puesto que la marea alta cubre frecuentemente las marismas y los vientos predominantes son brisas marinas, cálidas pero fuertes.

No hay conexión por carretera o ferrocarril entre Belize y cualquier otra ciudad, por lo que todos los enlaces se realizan por medio de vapores costeros. Se dice que la United Fruit Company está ejecutando obras de trazados de ferrocarril en centroamérica y que pronto enlazarán con Belize, pero de momento son sólo comentarios.

Sobre el resto de Honduras británica también os habla el capitán. Es, obviamente, una colonia de la corona inglesa.. Tiene unos 20.000 habitantes, de los que unos 2.000 son de origen europeo. La mayor parte de los británicos que viven aquí son descendientes de bucaneros del Caribe.

Honduras británica limita al Norte con México, al Sur y al Oeste con Guatemala, y al Este con el mar Caribe.

Su cultura está más estrechamente relacionada con las islas del caribe que con la de sus vecinos centroaméricanos. El grueso de su población la componen antiguos esclavos de origen africano, con algún indio asiático y algunos americanos nativo. Estos últimos viven en las junglas del noroeste y en las montañas del suroeste y tienen poco contacto con los colones excepto en las cercanías de la costa. Es más normal que los nativos hablen español que inglés.

El capitán os habla sobre lo peligroso que es la aproximación a la costa de Belize, por la barrera de arrecifes de coral tan peligrosa que tiene. De hecho el puerto de Belize no tiene amarres para navíos de gran calado.

Os cuenta del país, que tiene un relieve compuesto en su mayoría por montañas, pantanos y junglas tropicales. La mitad sur está dominada por las montañas Maya, que en el extremo más meridional están cubiertas de selva tropical. La mitad Norte no se eleva más de 60 metros sobre el nivel del mar, y la mayor parte de las zonas son pantanosas. Al Oeste los pantanos se convierten gradualmente en bosques de hoja caduca y sabanas. La costa la componen principalmente pantanos y manglares. Los tres ríos principales son el Belize, el Hondo y el Nuevo.

Aparte de Belize hay otras ciudades en Honduras británica: Stann Creek, Corozal, Orange Walk, Punta Gorda, El Cayo, Mongey River y Mullins River. Hay una línea telegráfica entre Belize y Corozal al Norte, y Punta Gorda al Sur.

La moneda oficial es el dólar de oro norteamericano, aunque también son de curso legal el sobrerano y el medio soberano británico.

El capitán, muy dicharachero él, sigue con su charla informando sobre vuestro destino. Os dice que el país está salpicado de ruinas antiguas, y que hay muy buena parte inexplorada por forasteros. Pero que debéis tener cuidado, pues hay animales poco amistosos, como jaguares, pumas, cocodrilos, reptiles y todo eso.

El viaje es tranquilo, sin sobresaltos, y en él los integrantes de la expedición aprovechan para conocerse mejor. Pasados tres días y cinco horas, el navío echa el ancla en un lugar de la bahía de Belize, y echan al mar una chalupa, desde la cual harán desembarco en el puerto.

A pesar de lo gracioso que pueda parecer ver al anciano anticuario y al resto de pisaverdes de ciudad abandonar el barco y situarse en la chalupa sin acabar siendo comida de peces, lo cierto es que el trámite resulta poco gratificante. Al fin, la pequeña embarcación cumple su cometido, y el grupo, y sus pertenencias, arriban a buen puerto.

Una vez en tierra firme y seca, un pequeño grupo de cuatro personas recibe a viajeros. Uno de ellos, el más joven, se adelanta al resto y toma la palabra:

-Oh, al fin, empecé a temer que les había pasado algo. ¿Qué tal el viaje? ¿Bien? Oh, me alegro. Disculpen mis modales. Soy Jeremy Morgan, director de la expedición y profesor de arqueología en la Universidad de Arkham. Me acompañan el Doctor Dennis Franklin, que cubrirá la parte médica de la expedición, el señor Gordon Lockley, que se ocupa de la logística, y el señor Thomas Patterson, quien nos hará de guía.

-Es un placer verles señores, y, señora. Bienvenidos a este extraño mundo donde los mosquitos mandan más que las personas y el sol no hace distinciones.

Dice el doctor, con una sonrisa muy británica.

-Bienvenidos -añade Lockley, escueto.

estira las piernas, tomando aire en el nuevo lugar, a la vez que observa a los alli presentes, uno a uno.

-Lo mismo digo, es un placer.

Mientras busca sus maletas y las de sus compañeros, esperando que hallan llegado en condiciones.Nota la terrible humedad que les recibe, lo que le produce un terrible ahogo, teniendo que echar mano de su inhalador.Se reconforta al comprobar que ha sabido elegir bien la vestimenta.

El sofocante ambiente de este paraje tropical me obliga a evitar tener demasiada ropa encima de mí, así que el poco abrigo que tenía descansa sobre mi mano, y empiezo a pensar en desabrochar, a pesar del protocolo que me gustaría mantener, uno o más botones de mi camisa.

Quedándome en mi sitio, saludo a los que nos dan la bievenida con sendas inclinaciones de cabeza, retirándome el sombrero. Una vez los he saludado a los tres, decido que el sombrero quizás deba quedarse con el resto de abrigo y lo mantengo en mi mano, empezando a agobiarme al ver que estoy cargándome los brazos estúpidamente. Supongo que tendremos un lugar donde dejar las cosas y descansar un poco de la travesía, ¿o no? Mi sonrisa se vuelve ligeramente nerviosa, impaciente por una silla y, sobre todo, un perchero.

Los ojos brillantes del anticuario miran, despiertos y enérgicos, a las tres figuras que han salido ha recibirles en esta tierra abrupta y extranjera, situada a pocas millas de la barbarie aborigen de la selva.

-Buenos días señores, estos son el señor Vincent Strange, Harald Parker, Henry Smith, Leonard Lake, Mortimer Sterndale, Thomas Patterson, el padre Robert Sunhold, la señorita Emma Dresden y el señor Walter Secret. El viaje ha sido excelente, por supuesto, sobretodo para los que jamás hemos navegado por estas aguas -que curiosamente seguro que somos todos-. Encantado, encantado -comenta mientras estrecha la mano a los nuevos compañeros- ¿Alguna novedad, señor Morgan?

Lunes 10 de Marzo de 1921 - Puerto de Belize - 17:30 horas

El joven arqueólogo contesta al anticuario enarcando una ceja.

Pues... no, no señor Grey, ninguna novedad, si se refiere a la desaparición del profesor Williamson, como supongo que hará.

-Precisamente estabamos comentando acerca de los últimos preparativos para el viaje. El profesor Morgan nos conminó a esperarles, para ver si alguien necesitaba algo para la expedición. Hoy he dejar todo listo, señores, y en breve parto a ver a mis proveedores. Así que... ustedes dirán.

Dice el señor Lockley, cortando al profesor Morgan con unos modales no demasiado exquisitos.

La conducta del forzudo misionero ha ido operando un palpable cambio a lo largo del viaje. En la ciudad su trato era correcto, pero también seco e introvertido. Parecía incómodo, impaciente, y no participó mucho en la amigable charla que se tuvo en la cafetería.

Iniciar el viaje pareció animarle. Cuanto más se acercaban a tierras hondureñas más crecía en él una evidente expectación. Incluso se volvio hablador, hasta jovial, sobre todo si el tema de conversación era su pasión: la antropología de los pueblos indígenas.

Ahora, al descender por la pasarela, se muestra exultante. Toma aire con intenso placer, hinchando su poderoso pecho, como si aquel aire espeso y salino fuera una delicada esencia parisien.

-Caballeros... - se adelanta para estrecharles la mano con firmeza-. Ah... es bueno estar de vuelta... -añade para sí mismo, con la mirada fija en las tierras vírgenes que se adivinan ya en el horizonte-. En cuanto al equipo -continua en voz alta, dirigiéndose al señor Lockley-, entre mi equipaje llevo un baúl con material para la misión. Básicamente herramientas y medicinas. Confio en que el señor Armitage les informara de ello y no haya inconveniente en unirlo al resto de equipo de esta expedición.

-De hecho podrá llevar todo lo que pueda cargar, señor Sterndale. Llevamos con nosotros a un indígena que cuenta con el mínimo de confianza indispensable, y que se encargará de portear lo más pesado. Pero no todo, claro está. Cuando abandonemos el barco que nos remontará río arriba, habrá que apañarselas cada uno como pueda, así que es necesario que se olviden de lo más superfluo.

Contesta Gordon en tono seco.

Thomas observa a los recien llegados y no puede evitar pensar ... Espero que se comporten mejor de lo que aparentan por que ...

-Bienvenidos señores y ¿señorita? , espero que hayan disfrutado de su viaje , y que esten preparados y sobre todo concienciados de donde estan . En cuanto a llevar ese baul , cro que va a ser mejor que lo meta en una mochila o algo similar por que andar por la selva con una baúl no creo que sea lo mejor , además Miguel , que es de entera confianza - dice mirando a Gordon , -no creo que este dispuesto a llevar eso en la espalda , y yodesde luego no se lo voy a llevar , así que revisen su equipaje y dejen en el barco lo que sobre o no sea imprescindible . Por cierto me llamo Thomas Patterson .-

Imposible. Cualquier animal de carga debería ser sacrificado por el camino. No es apto para ese tipo de animales.

-Encantado caballeros. El viaje estubo bien...aunque estube por llamar al servicio de habitaciones para que me trajera un camarote más grande jeje...Gracias por preguntar.

Digo Animandamente.

- Dios plantó un jardín en un lugar de Oriente llamado Edén, y colocó allí al hombre que había formado. Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, agradables a la vista y buenos para comer. El árbol de la Vida estaba en el jardín, como también el árbol de la Ciencia del bien y del mal...., musita el padre Sunhold en voz suficientemente alta como para que todos le escuchen.

El anticuario mira al profesor Morgan y al señor Gordon intermitentemente, primero a uno y después al otro, después sonríe plácidamente.

-Estoy seguro de que usted señor Gordon, con su experiencia y conocimiento, será más que capaz de encargarse del asunto de los menesteres con sabiduría y experiencia. Por cierto, antes de que me olvide ¿Cuando partiremos?... ¿Nos alojarán en algún sitio hasta entonces? No se los demás, pero yo quizás necesite descansar un poco después de este largo viaje en barco. La falta de costumbre al mar, me temo.

Parlotea Allan, haciendo gala de su habitual charlatanería.

Walter había permanecido callado todo el tiempo. mirando a unos y a otros, a su momento dijo:
-Buenas, me llamo Walter Sickert, aunque a alguno de mis compañeros evidentemente les cuesta recordarlo. Por mi parte no creo que les de problemas con el equipaje, ya que estoy acostumbrado a viajar con lo mínimo. Eso si, voy a necesitar un machete, algo de comida seca y agua, imagino que alguno de ustedes sabrá donde conseguir todo eso.-

-Por supuesto. Partiremos mañana, obviamente les dejaremos el resto de tarde y la noche para que se habitúen al nuevo medio.

Dice el profesor educadamente, para ser, de nuevo, interrumpido por Gordon.