Partida Rol por web

Miré alrededor alertado por las palabras de Judge.

No creo que debamos preocuparnos. No se ha escuchado  ningún sonido extraño, ni chocar de espadas. No te preocupes, seguramente volverán pronto.

Seguí en mis tareas de montar el campamento e intentar encender algo de fuego. Eso fue lo más trabajoso de todo, ya que en el entorno encontrar algo de madera seca o algo combustible era difícil.

Convencido de que no es una amenaza, Myrmex se acercó para tratar de sacarlo de ahí.

Sicho se acercó a las zarzas y puso una mano suavemente en el brazo de Myrmex para indicar que esperara antes de actuar.

- ¿Por qué huías de nosotros? ¿Qué andas buscando tan de noche?

No responde.

Judge oró durante un rato para hacer tiempo y a su vez contentar a los dioses que seguramente les estarían viendo en ese preciso instante desde sus correspondientes planos.

Cuando terminó no había mucho que hacer, así que se acerco al resto.

- ¿Tenéis unas cartas, dados o algo para pasar el tiempo? Se me han olvidado mis dados de aleación.

Aunque el warforged no hizo ningún gesto sí que emitió un sonido de tono descendente como de tristeza.

Estaba sentado en el suelo, tirando ramitas al fuego para distraerme.

No, lo siento. No tengo ni cartas ni dados. En mis viajes me distraía mirando el paisaje y conversando con otros mercaderes. Nunca me he dedicado al juego.

Mirá alrededor para comprobar si algo se movía. Esperaba que los demás miraran también por mi espalda.

¿Qué hacíais antes de la misión?

Judge se sorprendió de que le hiciesen preguntas personales, pero dada la situación pensó que no estaría mal compartir esa información durante un rato.

- Hace mucho tiempo fuí mercenario, pero lo dejé para viajar por el mundo y conectar más con los dioses que controlan nuestro mundo desde las alturas. También intento devolver la fé a las personas para que no se repita la catástrofe de Cyre, sin la fé los dioses volverán a castigarnos de una forma tal vez peor. Hay que castigar a los herejes.

Mientras contaba su historia tenía la mirada perdida, un gesto de grandeza, orgulloso de su misión. Cuando termina, vuelve a mirar a Threkor.

- ¿Qué me puedes contar tú? ¿Cúal es tu dios preferido?

Me sorprende la pregunta sobre fe de Judge.

No soy religioso, Judge. No confío en los dioses después de lo que ocurrió. Sólo confío en mí mismo y con aquellos que comparto el camino. No rezo a ningún Dios.

Seguí tirando ramitas al interior de la hoguera.

Antes me dedicaba al comercio de objetos difíciles de encontrar. Algunas veces no demasiado legales. Bueno, la verdad es que la mayoría de las veces no eran legales, pero eran los que daban más dinero. La Guerra acabó con este comercio. Ya no se buscan objetos de dudosa procedencia, pero poseo otras habilidades que la gente necesita.

Miré a Judge para comprobar la expresión de su cara a mi relato.

Enceuntro cosas perdidas, entrego mensajes, cobro deudas. Ya sabes.

En cuanto Judge escuchó que Threkor no confiaba en los dioses bajó la mirada al fuego y se mantuvo totalmente inmovil para no delatar sus pensamientos.

¿Tengo que confiar en un hereje para esta misión? ¿Le debería castigar aquí y ahora? No, no es el momento. Aunque los dioses se merecen que Threkor sea castigado pueden esperar a otro mejor momento.

Si tuviese un corazón palpitando dentro de él ahora mismo estaría a mas de 120 pulsaciones por segundo.

Encima ladrón. ¿Cómo he podido juntarme con gente así sin darme cuenta? Por ahora lo dejaré pasar.

- Ya veo. - Buscó con la mirada a Kai, evitando la de Threkor, para repetirle la misma pregunta - ¿Y tú, Kai?

Myrmex trató de prestar atención a las palabras que susurraba.

Intentas poner atención a sus susurros, es difícil atinar a entender que dice y habla en un dialecto extraño casi en desuso ... pero a tinas a saber que maldice su mala fortuna y el perderse en los bosques. También parece maldecir otros nombres, pero no sabes si de personas, ciudades o que.

En general simplemente parece darle vueltas a su situación como si fuera el fin del mundo.

Ante los susurros, Sicho se volvió hacia Myrmex.

- ¿Crees que deberíamos liberarlo? -dijo susurrando- Quizá deberíamos llevarlo con nosotros e intentar obtener información del lugar que estamos buscando.

El mediano se acercó al hombrecillo e intentó sujetarle para calmarlo y tratar que dejara de forcejear con las ramas.

En vista de que Sicho quiere acercarse finalmente ambos hacéis el paso de ir a ayudarlo.

Os acercáis entre los matorrales que dificultan el paso y si bien no son realmente peligrosos, si que son un incordio que arañan de lo lindo si te despistas. Nada que un par de aguerridos aventureros como vosotros no pueda superar con facilidad.

Que sea de noche hace muy difícil ver los detalles pero os percatáis perfectamente que quizá esta demasiado quieto ... demasiado. Los susurros se detienen y cuando ya estáis lo suficientemente cerca, podéis ver que su piel esta reseca, sus orejas carcomidas y ... definitivamente es un maldito cadáver que hace demasiado tiempo que está aquí.

Es en ese momento que os detenéis y hacéis un paso atrás que una luz aparece a vuestras espaldas.

-Vuestro futuro, compartiréis conmigo- Dicen los susurros que escuchasteis antes.

Al daros la vuelta podéis ver una bola de luz brillante, fría y etérea que lanza un rayo de electricidad al gnomo pero este reacciona a tiempo saltando a un lado y clavándose las espinas y ramas de los matorrales por todos lados.

Sicho, sobresaltado, dió un pequeño salto atrás al darse cuenta del aspecto del hombrecillo y observó como aparecía aquel destello detrás de ellos. Lanzó un pequeño grito asustado y se giró hacia sus espaldas. En un acto reflejo, consiguió desenfundar su arco, retroceder y lanzar una flecha hacia aquella luz. Desupués de todo, no era la primera vez que disparaba en este entorno.

- Myrmex, cuidado, no hagas mucho ruido, vamos a intentar no atraer nada más.

Con la mirada, intentaba buscar el camino de vuelta por si había algún indicio de movimiento de sus compañeros al ver el destello del rayo que acababa de lanzar.

Para nada me importaba la religión, procedencia y profesión de los que me acompañaban. Lo que haya hecho alguien en su pasado no tiene nada que ver con las acciones actuales. Ninguno me había dado ningún motivo para la desconfianza hasta ahora.

-Yo no soy muy de orar a un Dios tampoco... -dije mirando a la hoguera fijamente-. Pero creo en ellos. Y si hay uno con el que me identifico, ese es Dol Dorn. De ahí el símbolo de mi escudo -comenté mientras mostraba la marca del Dios, una espada cruzada sobre un escudo-. Desde mi juventud fui adiestrado para el combate y a eso me he dedicado siempre. Unas veces voluntario y otras sin elección... pero así es la guerra -expliqué mientras rebuscaba en la mochila-. -¡Ahá! Sabía que no los había olvidado -exclamé sonriendo y sacando un juego de dados-, ¿os apetece una partida mientras esperamos?

Judge se fascinó al escuchar que el enano si que seguía a uno de los soberanos. Levantó la cabeza para escuchar todo lo que tenía que contar al respecto.

- Oh, Dol Dorn, por supuesto. Su poder y valentía nos inspira a todos para seguir avanzando y luchar en la adversidad. Sin duda nos vendrá bien su ayuda en nuestra misión.

Me cae bien este enano, intentaré mantenerme a su lado y orar por él cuando pueda.

- ¡Claro que me apetece una partida! Los generadores de números aleatorios discretos son un buen pasatiempo. Sería un honor conocer algún juego de tu tierra.

El enano había resultado también no ser tan religioso como yo y se había situado en un lugar entre Judge y yo en el tema religioso. Estaba bien que cada cual respetara las creencias de los demás, aunque había notado que a Judge no le había hecho demasiada gracia mi ateismo.

Me apunto a esa partida. Espero que no tarden los demás.