Partida Rol por web

PNJOTIZADO.

¿"Gentiles"? ¿Genti... qué? ¡Qué "parruchadas" son esas! -decia Justo con su peculiar y ácida opinión-. ¡Que me áspen!, ¡Da miedo si: este bosque no lo querría yo para reunirme con el Santo Padre!, pero... ¿eso de brujos y demás calamidades? ¡Que barbaridad! ¡Habrase vis...! ¿¿¿¡¡¡EEEEHHHH!!!!!???

Y el discurso de Justo se vio interrumpido por lo que vio; más bien por lo que todos vísteis.

Justo interrumpió su discurso, pues ennseguida vio, al igual que vosotros y momentos antes de que Ekaitz volviera a dar explicaciones sobre su ruta y viaje, cómo todas las piedras de aquel claro (no las del dólmen, sino cantos, pedruscos y peñascos, que andaban sueltos en mitad del lugar donde estábais) comenzaron a elevarse... ¡¡PARECÍAN MOVERSE SOLOS!!

Se habían elevando hasta la altura de vuestras cabezas (unas más bajas y otras más altas) y, comenzaban, estando en el aire, a girar en torno al dolmen, unas más cerca y otras más lejos de éste... ¡QUÉ LOCURA!

En la actualidad bien podríamos nombrarlo como un fenómeno Poltergeist... ¡¡o tal vez algo peor!!, y en tanto que las piedras comenzaban a girar poco a poco y lentamente, éstas cogían cada vez más velocidad... ¡y casi os dan!

haced una tirada de Esquivar (AGI)

¡¡Me cago en la Virgen!! -blasfemó Gorka mientras usaba su hacha aún en alto para golpear a las piedras que le venían, (como si fuera tenista)-. ¡¡Brujería!!, ¡¡¿¿Qué es esto??!! ¡¡¿¿Qué es esto??!!

Entonces escuchásateis, además, una voz que procedía de la espesura más inmediata, bajo la niebla tal vez, seguramente de detrás de algunos de los árboles cercanos:

¡¡EKAITZ, MORIRÁS!! ¡¡DAME LO QUE ES MÍO!!

Pol se quedó fascinado ante el fenómeno que estaba teniendo lugar frente a él, pero lo que realmente le asustó fue la voz que surgió de los arbustos. Paralizado y sin saber hacia dónde huir, se quedó clavado en el suelo y no vio venir el pedrusco...

Como confirmando mis pensamientos las piedras del suelo se alzaron y comenzarón a girar a nuestro alrededor. Tal como predije, Ekatiz estaba obrando sus maleficas artes para acabar con nosotros, era el momento de aceptar el castigo de Yawhe por mis actos.

Escuché las palabras que salían de la niebla y cuando comprendí su significado intenté esquivar las piedras pero ya era demasiado tarde.

Me tiro al piso apenas las piedras comienzan a volar, intentando esquivarlas, pero soy demasiado lento. La vida de monje no ayuda a los ejercicios físicos.

Apenas escucho la voz giro la cabeza en esa dirección, para intentar ver a quien sea que está hablando, mientras vuelvo a ponerme de pie.

Antes de que Ekaitz pudiera dar explicación a cuantas preguntas y dudas asaltaban a Alex y al resto, un fenómeno propio de aquellas historias al amor de la lumbre tuvo lugar ante los atónitos ojos del párroco. Sin embargo, aquella vez, pareciera que Ekaitz no era el que las había originado, sino algo más que se dejó oir en la espesura, una voz que hizo que el vello de la nuca de Álex se erizase cual si de un gato se tratase. Tal fue su sorpresa, que no pudo impedir que una de aquellas inmensas piedras se cerniese sobre él...

Juana estaba como paralizada ante el diálogo que tenía lugar ¿Habían estado ayudando a un brujo? ¿Lo que ella creía que era una misión divina era en realidad pagana?

Las lágrimas estuvieron a punto de aflorar, pensando en que se condenarían al infierno por aquello cuando una de las piedras le golpeó violentamente la mandíbula, dejándola casi sin sentido por unos segundos.

Ya no pudo hacer nada más, salvo esforzarse por permanecer en pie. Estaba a merced de aquel impío.

Cuando Ekaitz vio aquel fenómeno, no dudo en llevarse de nuevo las manos a su frente, apretar un poco sus ojos y comenzar a mover piedras que revoloteaban contra sí, para desviar su trayectoria ¡De nuevo ponía sus poderes en práctica! Sin duda que aquello no es obra de Dios ni cualquiera de su hueste celestial, aunque tampoco un servidor les aseguraría que el diablo hubiera metido la mano... El caso es que las piedras que venian contra Ekaitz parecían rebotar cuando simplemente las miraba, y encontrábase girando en todas direcciones, pues en todas direcciones ahora le venían...

El resto de vosotros fue golpeado por las piedras, que no eran excesivamente grandes, aunque si que os dificultó moveros sobremanera. Mientras Ekaitz daba unos pasos hacia delante (parecía dirigirse hacia el dólmen), dos tipos salían de la negra espesura, ¿otros asaltantes? Eso parecía, aunque lo cierto es que nada tendrían que ver con los de las jornadas anteriores. Portaban espadas y parecían que las piedras no golpeaban contra ellos, sino que, justo cuando cada una (en su rápido giro) se dirigía al cuerpo de éstos, cambiaban de dirección y sentido.

Tirad iniciativas (1d10+AGI)

Claro que, fuiste tu el único que se percató de algo: esos dos típos no eran los únicos que había escondidos en el lugar. Una tercera figura se hallaba observándoos de entre la espesura.

El impacto no fue tan fuerte como esperaba, pero alguna de esas piedras podía herirles si seguían allí. Cuando Pol vio salir a otros dos tipos que parecían tener el mismo don que Ekaitz, y cómo este intentaba desviar las piedras que los otros movían, supo que, por alguna razón, eran sus enemigos; mas aún ignoraba muchas cosas, entre ellas, si Ekaitz les había engañado o no, y si aquellos tipos le atacaban con razón... aunque aquellas cuestiones no importaban demasiado en aquellas circunstancias.

Cuando Juana vio a aquellos dos tipos, decidió en un instante. Las piedras iban contra Ekaitz, pero partían de aquellos dos hombres. Las piedras la golpeaban a ella, por lo tanto el enemigo eran los dos sujetos.

- ¡Contra ellos, las piedras parten de ellos, no de Ekaitz, nos hemos equivocado!

Tras levantarse dolorido del encontronazo con una de aquellas moles, las sospechas de Álex se vieron confirmadas por el modo de actuar de Ekaitz y por la aparición de las dos oscuras figuras a las que las piedras parecían obedecer... No sabía qué era aquel muchacho, si un ser bendecido por Dios o por el Maligno. Pero que en esos momentos no era su principal enemigo parecía claro.

Afortunadamente las piedras más grandes iban contra Ekatiz, no contra mí. Alguna me golpeo de refilón pero solo me hizo algún pequeño corte, nada de importancia.

Los hombres de las espadas parecían ser los que controlaban las piedras y me hallaba en mitad de la que podía llamarse una guerra de brujos. Aunque tenía el presentimiento de que si el joven Ekatiz caía los de las espadas no serían muy amables con los que le habíamos acompañado en su viaje.

Aquello no podía ser obra de Dios, era una lucha entre brujos y nos habíamos visto envueltos. La justicia divina debería de caer sobre todos, uno por uno. Ahora lo mejor sería asegurarse de que aquellos desconocidos encontraran su destino, luego debería de hacerse lo mismo con Ekaitz. No había otra sentencia más que la muerte para quien jugara con aquellos poderes.

Doy un paso atrás al ver que los dos hombres se acercan y señalo hacia los árboles apuntando a un tercer individuo oculto.

- Hay otro! - exclamo mientras señalo, el conocer el paradero quizás salvara la vida de Alex, Juana, Justo y Pol. Al menos para que pudiera expiar los terribles pecados que habían cometido y que ahora resultaban aún peores al ver que habían pecado para ayudar a un brujo.

El demonio nos engañó utilizando sus trucos, haciéndonos creer que Ekaitz no era más que un joven inocente y aún peor... quizás un santo. Tan solo espero que sus almas aún no estén condenadas, cristo sabrá perdonarles.

PNJOTIZADO.

¿Cómo que otro? -pensaba yo mientras intentaba esquivar las piedras que me golpeaban sobre el hábito-. Entonces vi a los dos hombres acercarse, comprendiendo cómo, al parecer, nos habíamos metido en el mismo infierno...

Aquellos dos tipos salían de la espesura, encapuchados y decididos, y parecían ir contra vosotros. Sacaron entonces sus espadas, ocultas hasta ese momentos y se precipitaron a atacaros sin dilación alguna. Las piedras seguían sin golpearles.

Ekaitz siguió haciendo frente a las piedras con su poder telekinético... Lo único que acertó a decir cuando se percató de que sus compañeros (pese a que había algunos que dudaban de él y otros que le creían un santo) que le siguieran.

¡¡Venid todos!! -gritó aún separando piedras que iban contra su cuerpo sin llegar a tocarlas- ¡¡CORRED HACIA EL DÓLMEN!!

Me percaté de que venían dos tipos contra nosotros... ¿más asaltantes? Al menos pude zafarme de las malditas piedras, aunque no sé si podría contra esos dos en medio de tanta confusión...