Partida Rol por web

Sigues andando y llega un momento en el que chocas y caes de bruces al suelo. Entonces dos cabezas que al principio te cuesta identificar te miran también asustados, y al enfocarlos con el móvil ves una escena bastante peculiar. El profesor Tilkiri y la profesora Tiranuka están allí uno encima del otro, ¡con muy poca ropa! Ellos tampoco saben qué hacer en ese momento, en el que hay una tensión que se podía cortar con un cuchillo.

La chica entonces se gira y puedes comprobar que te suena de algo ¡Oh no! ¡Es una de tus muchas malvadas ex-novias! Aunque de esta ni te acuerdas del nombre. Con algo de malicia responde al que parece el dueño.- Señor... teníamos que usar la grúa para transportar los coches hoy... ¿Verdad?.- El hombre que parece dubitativo responde entonces como si saliera del shock.- Sí, no podemos dejar a cualquiera nuestra grúa, además la necesitamos a toda prisa para transportar los coches al otro taller que está aquí al lado...- La chica entonces te guiña un ojo en señal de "Te la debía".

Zorra embustera. - pienso con desagrado mientras pongo a trabajar la sesera a marcha forzada y decido jugarme mi mejor basa.

Disculpe señor, pero este es un asunto del comité escolar, la presidente Haruno está esperando con una enorme ofrenda de flores que llevará al templo en representación de la escuela.

Comprendo que está bastante ocupado, pero si me permitiera llevar el montacargas por algunos minutos, estoy seguro que la escuela se lo agradecería, yo personalmente lo traeré de vuelta, prometo no tardar y luego dedicaré el resto de la tarde a ayudarlos a reponer el tiempo perdido.

Le aseguro que aprendo rápido, soy un joven disciplinado y bastante fuerte, puedo de serle de mucha ayuda en el taller, le cambio mi tiempo por el suyo.

Algunos minutos por las horas que Usted necesite de mi el resto del día sin importar cuantas sean. - propongo en tono conciliador y algo suplicante mientras lo ayudo a mover un pesado barril de aceíte de un extremo del taller al otro sin siquiera quejarme.

Ni siquiera la deliciosa cena que su madre había preparado consiguió animar el día tan horrible que llevaba. Primero la mujer de su vida estaba con otro, ¡que además era un macarra de mucho cuidado! Y luego estaba Shiroya, a la que había dejado sola ante el peligro y por la que no podía evitar preocuparse. Normal que su madre le preguntara qué le pasaba, debía tener escrito “estoy fatal” por toda la cara.

 -Mamá… Cuando una chica que te gusta sale con otro… ¿Qué posibilidades hay de que se fije en ti?

Las madres eran muy sabias, pero algo le decía a Hiroshi que en esta ocasión ni su sapiencial madre podría echarle una mano.

Me quedé con la boca abierta al ver esa... esa... escena tan... tan... em... no se como describirla. Pero desde luego, lo primero que hice fue levantarme, roja como un tomate. En todo momento tenía el móvil grabando... del impacto, ya se me había olvidado que lo tenía encendido.

No dije nada... no emiti ningún sonido... simplemente estaba boca abierta y roja mirando la escena con móvil en mano... hasta que al final corte la grabación, guarde mi móvil y sólo les miraba con una gran incomodidad. Al final, al ver las caras asustadas de los profesores, y viendo que no me iban a decir nada... tragué saliva, y a paso muy despacio, comencé a irme para atrás en dirección a la salida... sin poder quitarles los ojos de encima.

- ¡¿QUÉ HACES TU AQUI?!.- Dijo bastante sorprendido y no con cara de buenos amigos el profesor, mientras la profesora corría por su sujetador.

Tu madre se acercó a tí y te dijo algo que quizás nunca olvidarías.- Quizás esa chica no se ha fijado en lo que tiene alrededor, tú tienes que recordarle que lo que tiene alrededor es mejor que lo que tiene en frente.- Dijo mientras te acariciaba la cabeza.- Ahora no te atormentes y no dejes que te atormenten.

El hombre te vio hablar de forma tan elocuente y convencida que te lo llevaste a su terreno.- Está bien chico, eso parece muy importante... pero a cambio tendrás que trabajar el resto del día con nosotros y te aseguro que es un trabajo muy duro, espero que no tengas nada que hacer mañana.- Dijo el hombre mientras te ofrecía las llaves. La chica cambió su mirada por una de enfado pero no dijo nada.

El muchacho abrió los ojos sorprendido y miró a su madre como si se hubiera convertido en una diosa de la sabiduría suprema. Y de repente se sintió mejor.

 -Pues… No había caído en eso. -sonrió mucho más animado- ¡Gracias mamá!

¡Aún había esperanza! Sólo tenía que cambiar de estrategia. Evitar un enfrentamiento directo y avanzar por el flanco para llegar a su objetivo. Y la mejor manera de hacerlo era trabar amistad con ella, convertirse en su apoyo. Y así cuando descubriera que su novio era un imbécil, ¿a quién acudiría? ¡Era un plan estupendo! Pero claro, tenía que investigar al novio de Mayurit también, para demostrar lo cretino que era. Porque si sólo hacía la parte de la amistad, corría el riesgo de quedarse “friendzoneado” para toda la vida. No se sentía bien ante la perspectiva de hacer daño a su queridísima Mayurit, pero… Ese tipo con el que salía era lo peor. Aunque al final no acabara enamorada de él, Hiroshi tenía que salvarla de las garras de aquel gamberro.

Mañana había muchas cosas que hacer en el instituto.

Muchas gracias caballero, regresaré en un periquete. - respondo con una sonrisa mientras echo a andar la máquina, una vez con mi objetivo cumplido, regreso con Sakura para recoger el jarroón.

Con la ayuda del montacargas resulta sumamente fácil llevar la ofrenda floral al templo, una vez allí nos reunimos con los encargados que tras conversar brevemente con Sakura me indican donde dejar las dichosas flores.

Listo Sakura-chan, tarea cumplida. Ahora, si me disculpas, debo regresar al taller mecánico, pues le di mi palabra al encargado de que si nos prestaba el montacargas yo trabajaría para él, el resto del día. Según dice, es un trabajo bastante pesado, pero bien lo vale con tal de poder ayudarte. - digo con una sonrisa mientras pongo en marcha el montacargas.

La verdad es que el montacargas me dio la excusa perfecta para poder escapar de Sakura antes de que intentará algún movimiento para retenerme en el templo más de lo necesario, pero el precio a pagar quizá sería excesivamente alto.

Algunos minutos después de dejar la ofrenda ya estaba de vuelta en el taller con el montacargas, listo y dispuesto para ponerme a trabajar, confiando en que cualquier cosa que me pudiera tener preparado el encargado sería bastante más manejable que lo que pudiera pasar por la mente de Sakura.

Con el grito de sorpresa del profe Hiyosota, el miedo que no tenia por el fantasma me surgio de golpe y me paralizó las piernas -Mierda, mierda, mierda... ¡Mierda, que me ha preguntado el profe!- pensé con todas las alarmas encendidas... y cuando se me encienden pues me enfado bastante. Arrugue el entrecejo y endureci el gesto cuando me preguntó que hacía allí -¿Pe-pe-pero...? ¡¿Pero como puede tener tanta cara usted?!- pregunté enfurruñada, por muy antipático que pueda ser el profe o la cara de pocos amigos que tenga -¿De verdad me vais a preguntar que hago yo aquí? ¡La pregunta es que estabais haciendo los dos! Estabais... estabais... estabais foll... ¡lo he visto TODO, y no me voy a poder quitar jamás esa imagen de la cabeza!- terminé de decir roja como un tomate tapandome la cara de la vergüenza.

-Yo sólo quería darle una lección a los alumnos que creía que hacían ruidos para fomentar leyendas de fantasmas porque me habían interrumpido tocando el piano... espera... si los ruidos erais vosotros... ¡por todos los kamis! ¿Cuantas veces lo habéis hecho para que se creen rumores? Ay... por todos... ¡los kamis!- exclame realmente avergonzada... ahora siempre que oyera rumores de fantasmas; las asociaria a dos profesores maduros manifestando su amor.

- Eres tan adorable.- Soltó Sakura mientras veía un brillo en sus ojos ¡La tenías cada vez más conquistada!

Sin embargo la idea de trabajar durante toda la tarde no fue para nada buena. Tu ex no paraba de darte más y más trabajo, y se quejaba a la mínima a su jefe, así que fue una jornada muy dura y desesperante. Ni siquiera conciliaste bien el sueño.

Tras un momento de fulminante vergüenza los profesores te hicieron prometer que no dirías ni una sola palabra si no querías suspender y cada uno siguió su camino.

Mañana sería un día duro así que te acostaste temprano y aprovechaste para descansar, aunque en tu cabeza se oían gemidos de profesores que tenían sexo entre ellos, cosa que no te ayudaba a continuar tu descanso.

El nuevo día llegó, y ya estabais como siempre corriendo por llegar los primeros antes de que cerraran las puertas. Os encontrasteis de nuevo en el patio interior, aunque muchos todavía no se habían acercado a apuntarse a la excursión, claro que tampoco sabíais si Mayurit iría o no, pero está claro que si no sacabais esa información podíais equivocaros en vuestra decisión.

Era jueves así que no teníais mucho más tiempo para decidir, ya que el fin de semana empezaría la odisea.

Mientras ingresaba al patio de la escuela, decidí dirigirme de inmediato al edificio principal, pues estaba verdaderamente molido por el trabajo del día anterior y difícilmente podía darme el lujo de correr hacia el aula.

Mientras camino por la escuela, observo en todas las direcciones posibles por si veía a Mayurit.

Después de una de las peores noches de mi vida para mi persona, que seguramente tenga que ir a un psicólogo a que me ayude ha sacarme esa imagen y sonidos de la cabeza, fui un poco como alma en pena hacia el colegio. Iba a una velocidad normal con la bicicleta, que para mi era increíblemente lento, con el pelo despeinado y con unas ojeras impresionantes... quiero dormir.

Una vez dejé mi bicicleta en su aparcamiento, me dirigí al patio... con una ganas increíbles de echarme en el suelo y dormir una siesta. Aunque estuviera por aquí Mayurit, mi cabeza no podría procesarlo como debiera... por lo que me dirigí a la única persona que puedo reconocer aunque esté en un estado de facultades perceptivas mermadas: la cara de gorila de Hiroshi -Ey...- le saludé con pocas energías -¿Que pasa colegón? ¿Como estás?- le pregunté, intentando parecer lo más amistosa que pudiera aunque estuviera así de ojerosa.

A diferencia de sus compañeros, Hiroshi había amanecido lleno de energía. Había desayunado como un campeón y había ido a la escuela casi corriendo. Cierto era que el día anterior había sido horrible como mínimo, pero… ¡Qué diantres, aquel era un día nuevo lleno de nuevas oportunidades! Además, tras el fenomenal consejo que le había dado su madre, el muchachote se sentía más que listo para encarar los problemas que le vinieran de frente.

Cuando Mika le saludó, Hiroshi le dedicó una gran sonrisa.

 -¡Buenos días Mika-san! Hoy estoy a tope, seguro de que va a ser un gran día. ¿Tú qué tal?

Entonces se fijó en la mala cara que traía, con esas marcas oscuras bajo los ojos.

 -¿Estás bien? Si te encuentras mal te acompaño a la enfermería. Ir a clase estando enfermo no es nada recomendable.

No tardé en negar con la cabeza ante la petición de Hiroshi -No hace falta Hiroshi-kun... solo... es que he tenido una mala noche en la que casi no he dormido- le dije intentando sonreír un poco -Aún me parece oír en mi cabeza esos ruidos...- pensé mientras recordaba... ¡NO CEREBRO! ¡NI SE TE OCURRA RECORDARLO! ¡NOOOOoooo...! Tarde... ya lo vuelvo a tener en la cabeza -Un consejo... jamás te quedes por la tarde en la escuela... ves cosas que te cambian- acabé soltando suspirando.

-Pero cambiemos de tema anda. Yo todavía no me he apuntado en la excursión ¿lo has hecho tu?- le pregunté, realmente queriendo cambiar de tema y sacarme a esos "fantasmas" de mi cabeza -Si aún no lo has hecho, podríamos ir juntos ha apuntarnos después de clase si al final nos apetece ir- le propuse. Todavía no sabía si Mayurit iba a ir; ese sería mi objetivo durante las clases.

¡La excursión! Con todo lo que había sucedido el día anterior se le había olvidado por completo hablar con la encargada del viaje, no digamos ya el apuntarse.

 -Me parece una idea estupenda. Tengo muchas ganas de hacer ese viaje. Las excursiones al campo fortalecen el cuerpo y el espíritu.

Y si Mika iba, al menos sabía que tendría una amiga con la que contar durante el viaje.

 -¿Sabes si alguno más de nuestros amigos va a ir?

-Zzz... zzz...- En el momento en el que Hiroshi me preguntó esto último... yo ya estaba sopa. Estaba de pie... pero ya tenía la cabeza ladeada, los ojos cerrados, roncaba, y tenia una pompa en la nariz que confirmaba que ahora estaba más frita que las patatas.