Partida Rol por web

Encontráis con facilidad la sala 3C del piso 8, era una de la salas más grandes del edificio. Además todo el mundo parecía que iba hacia dicha sala, era una reunión para lo que parecía ser todo el personal de la empresa o al menos gran parte del ella.  Había pues, bastante jaleo y nadie parecía saber a qué venía esa reunión. La sala estaba abierta y había asientos para todos o al menos casi todos. Algunos ya se había sentado y esperaban impacientes y otros simplemente seguían de pie hablando.

Entre el personal que estaba allí, Rosa ya había ocupado un asiento y enredaba con su teléfono móvil.

El señor Ávila entró entonces en la sala.

 Sentaos de una vez y cerrad el  pico. Ordenó malhumorado. Hay algo importante que debo anunciar.

Tras él, entró una mujer rubia muy guapa, vestida de negro al completo.  No la habíais visto nunca en la empresa y nadie tenía la menor idea de quién era.

 Os presento a la señorita Jade Wright, la prometida del señor Carter y vuestra nueva jefa.

Entró entonces una rezagada que llegaba tarde a la reunión, tampoco os sonaba su cara, parecía nueva.

Wright la miró con muy mala leche.

 Debería despedirte ahora mismo, llegar tarde a una reunión es muestra de falta de respeto a tu superior y una falta muy grave.

Disculpad…soy nueva y me he perdido. La muchacha estaba colorada y muy nerviosa. Se fue rápido a sentarse, rezando porque se quedara así la cosa y no le dijera nada más.

Me temo que a ella no puedes despedirla, son órdenes directas de su prometido. Le explicó Ávila.

Como puedes ser??? Wright parecía muy muy enfadada. Sin consultármelo?? Pensé que tenía total y absoluta libertad para hacer lo que me diera la gana.

No te enfades con el mensajero, yo sólo cumplo órdenes

 Ha sido ese imbécil de Max, estoy segura, odio a ese secretario de las narices. Si pudiera…

Se paró ahí, consciente de que todo el mundo la miraba y no dijo nada más.

Gabriel se había asegurado de llegar antes de que la reunión empezase para sentarse y atender adecuadamente. En lo que a hacer su trabajo se refiere es una persona bastante profesional, siempre cumple plazos y objetivos. Saluda a Rosa con una sonrisa cuando entra a la par que le bromea en voz baja:

- Nada como una reunión que aumente la carga laboral para empezar la mañana como unos campeones ¿eh? - Tras lo que toma asiento y abre su portafolio, listo para tomar las notas que sean precisas. Y entonces entra Ávila. Y el pivón.

Bueno bueno, esto si es empezar bien el día...

Gabriel no puede evitar relamerse un poco cuand ve entrar a la que instantes después es presentada como Jade Wright, prometida del jefazo. Con esa cantidad de ceros en la cuenta corriente, no me extraña que se pueda permitir una prometida de este palo. Cabrón con suerte... jeje.

La rabieta de la señorita le dice bastante acerca de ella. Infantil, orgullosa, dominante, colérica... Gabriel se sonríe viendo como los otros empleados tratan de empequeñecerse para no ser objetivos de la ira de braidzilla, especialmente la chica nueva que parece no saber en que boquete esconder su cabeza. Primer día y ya te has ganado la antipatía de alguien chica. Bien jugado. Piensa con sarcasmo.

Pero ¿qué es eso de que no la pueden despedir? ¿Una favorita del jefe? Enchufazo ¿eh? Bien bien... Habrá que tener un ojo puesto en ella a ver que se cuenta. En cualquier caso, Gabriel ve una oportunidad en esta situación, así que dando un par de golpecitos con su bolígrafo sobre su portafolio comenta, aún sentado:

- El señor Carter demuestra como siempre un gusto impecable, tanto en lo laboral como en lo personal. - dice mirando a Jade directamente a los ojos con una sonrisa - Gabriel Law, señorita Wright, gestor de sistemas. Será un placer trabajar para usted. - Él no va a ser como el resto de pusilánimes que quieren pasar desapercibidos. Si eres ambicioso tienes que tomar riesgos. Tras desviar la atención de la nueva jefa, y en un momento en el que esta no le mire, gira la cabeza a la nueva y le sonríe.

La llegada a la oficina fue algo problemática, me cruce con una pequeña protesta por algo de derechos humanos, Bangladesh y no sé qué de elementos electrónicos “Que coño me cuentan, si apenas gano para sobrevivir” Me dije, aun cabreado por lo molestos que eran. Pero seguro que esos idiotas tenían su Iphone, Tablet o algún elemento más “Hipócritas”

Entre en el edificio, me coloque la identificación. Salude a los de seguridad, no sabía diferenciarlos, pero era bueno llevarse bien con ellos. ¿Eh vaya partido ayer eh? Espero no perdierais mucha pasta. Comente con una ligera sonrisa hipócrita “Que leches me importa, ojala perdieras hasta el apellido”

Tras ello el ascensor y con algo de prisa entre al lugar de la reunión. Allí estaba el jefe, mirándome como siempre, con esa mirada que se pregunta qué leches hacia allí “Desgraciado, soy el mejor informático que todos los de este jodido edificio y seguramente con el coeficiente intelectual de mas nivel, pero solo soy el de los recados” Pero borre esa idea “Vamos Igor, buen rollo, solo aguanta en diez minutos estas en el cubículo”

Buenos días. Salude a todos con un gesto educado. Estaba el Señor Avila, Rosa y un tipo que me sonaba de haberle llevado alguna vez algún paquete, la verdad que conocía de vista a mucha gente por mi tarea. Me hice a un lado, un poco apartado, sin comprender que hacia yo en ese lugar, casi era el último mono de la empresa.

Entonces se nos presentó a la nueva jefa, una mujer impresionante, de esas que te hacían babear pensando en lo que la ropa ocultaba. Normal que diera un braguetazo como liarse con el jefe.

Buenos días Señorita Wright, soy Igor Alvarez, el chico del correo. Comente, aunque claro después del puesto y presentación del tal Gabriel, quedo aún más ridículo. Justo por fortuna la entrada de una chica nueva que llegaba tarde desvió la atención “Uf menos mal” Pensé. Aunque me quede con la copla que no se la podía tocar por orden del jefe “Vaya una enchufada” Anote mentalmente, alguien a quien no molestar y caer algo bien. La salude con la cabeza con una ligera sonrisa.

“Pero querida tienes una enemiga jodida” Pensé viendo la reacción de la prometida del jefe, pensé rápido el chantaje que le haría al jefe, con ese cuerpo embutido en un picardías y una luz tenue, dudaba que el jefe se pudiera resistir mas de diez segundos, antes que la sangre de su cabeza viajara a otra parte “Poco te queda en el convento”

A Wright parece cambiarle el humor con el comentario de Gabriel. Le gustaban mucho los chicos guapos, y más si estos eran tan atrevidos como él. Se dibuja en su cara una sonrisa traviesa. Encantada Law, se acerca a su mesa y apoya las dos manos en ella, dejándole ver algo de su escote, ignorando por completo al resto de personas. Lo mismo digo, será divertido trabajar con usted, y le guiña un ojo. Y sí, así de descarada era ella, no le importaba en absoluto pararse a coquetear con un chico en medio de una reunión y mucho menos estar prometida con el jefe.

Ávila desvió la mirada incómodo.

Después le sonrió a Igor. Encantada de conocerle a usted también, Alvarez.  Al parecer no todos son tan ineptos como aquí la señorita enchufada. Era directa y no tenía pelos en la lengua.

Por otra parte, La nueva se puso muy colorada y nerviosa con la mirada de Gabriel, tanto que tiró el bolígrafo, que tenía en la mano, al suelo;  pero se puso aún más nerviosa y colorada con el comentario de la jefa. Le devolvió el saludo a Igor con una sonrisa, con él se sintió más cómoda.  

La nueva jefa continuó hablando. Espero no tener que enfadarme con nadie y que todos cumpláis con vuestro deber, no voy a dudar en despediros si no es así, y me dan igual vuestra familias, vuestros hijos, vuestras enfermedades y todo lo demás, aquí se viene a trabajar si yo no digo lo contrario. Tampoco aceptaré que nadie me lleve la contraria. Me importa una mierda vuestras vidas y vuestros problemas y no quiero el peloteo ni las risas falsas de nadie.  Cuando quiera hablar con alguien, ya me acercaré yo a esa persona, si no lo hago, no me molestéis. Eso es todo. Ya hemos terminado. Encantada de conoceros. Bueno, a alguno…a otros no. Miró a la nueva con esa última frase.

Law, tengo  que hablar con usted sobre un tema. Por favor, venga a mi despacho cuando pueda.  Le comentó al chico, cuando ya todos los demás se estaban levantando para marcharse.

Ávila se acercó a Law también, yo también tengo que hablar con él... pero Wright le miró de mala manera y este decidió que quizás no era buen momento. Lo haré despues. dijo mientras se marchaba. Acto seguido se acerco a Igor. Alvarez, parece que hoy es tu día de suerte, pásate por mi despacho ahora.

Bingo. Esta va más lanzada que una bala en una escopeta. Y parece que le he caido "bien". Gabriel la mira con una sonrisa descarada y se asegura de disfrutar las vistas que la señorita le ofrece, mirándola después a los ojos.

Puntos para el chico del correo. Los tiene bien puestos el cabrón. Piensa para si mismo viendo como ella también le da su aprobación. Un mandado cualquiera no se hubiera puesto una diana en la frente de ese modo, y haberlo hecho le ha ganado el respeto de Gabriel, al menos por el momento. Y volviendo a la jefa/tentación, ¿le quiere ver en su despacho? ¿Ya? No pierde un puto segundo ni tiene vergüenza ninguna. Gabriel aprieta los labios conteniendo una sonrisa más que evidente, y asiente. - Claro jefa.

Cuando la reunión queda oficialmente terminada la deja salir antes mientras se pone en pie y camina un par de pasos. Cuando pasa junto a Ávila le pone la mano en el hombro un momento y le comenta discretamente en tono respetuoso:

- No se preocupe Ávila, no soy idiota. Sigo sabiendo como van las cosas aquí. Me paso por su despacho luego. - y tras guiñarle un ojo a la nueva, muy consciente de lo tímida que parece, va al despacho de la jefa.

Suspire al parecer aquello finalizaba. Desde luego intuía que el jefazo tendría más cornamenta que una manada de Ñus, sobre todo por como reacciono y contesto a las palabras de Gabriel. Eso sí la que peor parte se llevo fue la nueva, desde luego su comienzo no es que fuera malo sino algo peor aún.

Luego la rubia marco territorio, lanzando amenazas a diestro y siniestro “Vale una bruja, egocéntrica” Perfecto para tenerla de jefa, solo le faltaba sacar un látigo, aunque eso igual se lo reservaba para Gabriel. Este ultimo mantenía su posición altiva, pero por ahora sobrevivía y ademas se gano el aprecio de la jefa, cosa que ponía a Avila en una poisicion incomoda ante Gabriel "Va a ser divertido estos dias" Pense en el cruce de ambos cuando chocasen por ordenes cruzadas.

Gracias señorita Wright. A su disposición. Dije despidiéndome de la jefecilla. Las palabras de Ávila me dejaron preocupado “¿Será ironía?” Claro Señor Ávila ahora mismo me dirijo a él. Dije viendo como salía. Luego de unos segundos abandone el despacho.

Dude si dirigirme directamente al despacho de Ávila, pero no era alguien que le gustase esquivar los problemas, así que mejor agárralo de frente. Con parsimonia y armándome de valor fui hasta allí. Llame a la puerta para esperar permiso para entrar.

EL despacho de Wright es enorme, con un gran ventanal de las mejores vistas. Tiene, además de la mesa y el ordenador, un minibar, un sofá y una televisión de plasma. Un mueble enorme ocupa toda una pared, llena de libros y de películas. Y hay otras dos habitaciones,  sólo accesibles desde su despacho, un puedes imaginar que es un baño propio, la otra no lo sabes. Como nota curiosa, tiene un poster del bajista del grupo de Red Rose, Eric; con corazones pintados a mano.

Pasa. Te dice nada más verte. Siéntate. Te ofrece. No hace falta decir, que probablemente sean las sillas más cómodas en las que te has sentado y que todo lo que te rodeo es caro y de calidad. Lo mejor del mercado.

Tengo un gran problema Gabriel. Comienza a decirte, mientras se sienta en el pico de la mesa, cerca de ti, con las piernas cruzadas. Yo no soy de aquí y no he tenido mucho tiempo de hacer amistades, además mi prometido está todo el día trabajando. No tiene nada de tiempo para dedicarme, ni siquiera para preparar su propia boda. Me caes bien, eres justo el chico que necesito, alguien que me haga compañía, no me gusta estar sola. Su voz no parecía la de una mujer afligida por las circunstancias, más bien parecía que disfrutaba con aquello y que le divertía. Por su puesto te pagaría bien.

Buscando el despacho de Ávila, te diste cuenta de que ya no estaba en el mismo lugar de siempre, lo habían trasladado a otro despacho mucho más pequeño y con menos comodidades.  Además tenía cajas, en las que tenía sus cosas, y lo pillaste colocándolas en su nuevo y pequeño despacho.

Pasa. Te dice malhumorado. Te tira unas llaves a la cara. Estas son las llaves de mi antiguo despacho, no sé qué has hecho ni como lo has conseguido, pero esto no va a quedar así, te enteras? Te amenaza mientras te señala con el dedo. Te estaba dando su despacho? Parecía que así era. Pero que estaba pasando? Acaso te habían ascendido o algo así?

Russell quiere hablar contigo, ha mandado una limusina a recogerte que te llevará a su casa, deberías irte, no le gusta que le hagan esperar. El señor Russell? el multimillonario?? Sí, así era, el tío más rico y carismático de toda la ciudad quería hablar contigo.

Al entrar me pareció extraño, por la pinta que tenía la situación era evidente que lo habían trasladado a ese lugar. Su cara me hizo ver que era así. Aunque antes de poder preguntar nada vi cómo me lanzaba unas llaves. Las tome, pero mi cara se tornó de estupefacción cuando me dijo lo que dijo “¿Esto es una broma? Si esto tiene que ser algún tipo de cámara oculta para partirse de mi” Pensé, cuando comento lo de que ahora su despacho era mi despacho.

Pero ya la cosa fue más inverosímil cuando me dijo que el Señor Russell quería verme y que había puesto una limusina a mi disposición “Está claro. Aún estoy sobado en mi cama. Despierta Igor” Me dije. La escena era de locos, yo era el de correos, el pringado que alguna vez echo una mano a alguna de las chicas con los problemas informáticos. Pero al fin y al cabo el tipo extraño que estaba en un cubículo en la planta baja.

Es…. Está bien Señor. Conteste, desde luego no le contestaría ni explicaría nada, dado que tampoco tenía idea. Pero al girarme esboce una ligera sonrisa, ante su amenaza “Si claro, prepárate mamon, como esto sea realidad” Tenía muchas deudas que cobrarme y o sí que me las iba a cobrar como pudiera.

Con las llaves en mi bolsillo salí, mire a ambos lados esperando ver a la gente riendo y grabando mi cara. Pero no fue así, todo estaba normal. Por ello tome camino a la salida, mirando el suelo pensativamente y luchando para no dejarme llevar por la ilusión y alegría, aquello era una locura estaba claro. Cruce la parte de seguridad de salida y al llegar a la calle busque esa supuesta limusina.

Gabriel toma asiento tras admirar la suntuosidad del lugar brevemente. No se le pasa desapercibido el detalle del retrato del músico de la banda de fama del momento. Je. Se reclina en el sillón en el que perfectamente se podría dormir (U otras actividades más animadas), cruzando su pierna derecha sobre la izquierda, y escucha con atención y muy comodamente a la mujer ante él. Según van saliendo palabras de su boca, más se acentúa la sonrisa del chico. Cuando le llega el turno habla con picardía:

- No puede ser que una mujer como tú esté sola y triste antes de un momento tan importante como su boda, desde luego. - le dice inclinándose hacia adelante en su asiento hacia ella, hablándole en tono de "amistosa confidencia" - Si puedo hacerla feliz, jefa, -dice esta palabra con cierto retintín, como provocándola- mejorando la productividad de la empresa y ganando un par de euros de más... sería muy idiota por mi parte decir que no, ¿verdad?

La cosa tiene muy buena pinta pero habrá que ir con pies de plomo. Su mano derecha está en su bolsillo mientras habla y "accidentalmente" desbloquea su teléfono y activa la grabadora, volviendo a bloquearlo. Porsupuesto el teléfono está en completo silencio, como siempre lo tiene en el trabajo.

- Además, lo que la haga feliz a usted hará feliz al señor Carter. Así que dígame... ¿como puedo complacerla señorita Wright? - dice esto en tono serio pero con ojos y sonrisa divertida, y concluye relamiendose levemente la comisura inferior de su labio.

Ella sonríe con picardía, se levanta de la mesa y se inclina hacia ti, acercando su cara a la tuya.

Pero no satisfecha con eso, pone sus dos manos en tus rodillas y las va subiendo con una suave caricia, mientras te sigue hablando en voz bajita y sugerente, cerca del oído. Mañana por la noche toca en el club Gótica mi grupo de música favorita, Red Rose. Y cuando parece que te va a tocar tus partes sensibles* se desvía a tus bolsillos del pantalón, y te introduce en uno de ellos lo que parece ser una entrada. Me harías muy feliz y te lo agradecía mucho si me acompañaras.

Cuando te mete la entrada en el bolsillo. Se separa de ti. No te ha llegado a tocar nada*, pero se ha quedado muy cerca. Se muerde el labio inferior, y te mira con deseo. Hasta dónde estarías dispuesto por dinero? Te pregunta entonces. Que serías capaz de hacer si yo te ofreciera mucho dinero y todo lo que quisieras?

Al salir, ves que efectivamente hay una enorme limusina y un señor, vestido con un traje, esperando. Cuando te ve, te hace una inclinación con la cabeza, te saluda con educación y te abre la puerta para que entres.

Señor de la limusina: buenos días, señor.

Los que pasan por la calle, se te quedan mirando y se preguntan por quién eres. Quizás algún famoso que no han sido capaces de reconocer.

El trayecto se hace algo largo, el señor Russell vive lejos, en una casa enorme a las afueras de la ciudad. Por el camino, el chofer de la limusina te ofrece una bebida y algo de picar, te abre una pequeña neverita y deja que tú mismo te sirvas lo que prefieras.

Cuando llegáis, para en la puerta. Tiene una casa enorme con una gran piscina. Una casa a la que desde luego no le debe faltar de nada, con todo tipo de comodidades.

Llamas a la puerta, y la chica de la limpieza te hace pasar a un salón igualmente enorme, digno de un señor con mucho dinero como él.

Señora de la limpieza: Espere aquí unos segundos por favor, el señor Russell le atenderá enseguida. Si puedo traerle mientras algo de beber….

Cuando al salir vi la limusina y el chofer me llamo por mi nombre, casi me caí redondo. Sentí como la gente se me quedo mirando pero no como esas veces que miran a un pringado, se notaba cierta admiración y nerviosismo por no saber exactamente quién era “Joder y solo con el saludo de un chofer” Resultaba gracioso esas actitudes.

Subí a la limusina, y luego  me senté, cuando se me ofreció mirar la pequeña nevera no lo dude, había de todo, reconocí un par de marcas buenas y tome una de esas botellas pequeñas de bebida cara y las guarde “Para luego, que esto no lo puedo comprar en el supermercado”

Cuando baje, tras que me abriera la puerta el chofer no pude evitar cierto sonrojo, más que nada por el tema de llevarme esas pequeñas botellas. Pero no pasó nada. Cuando llegue a la puerta una mujer me llevo a un salón que era casi como la planta donde vivía, era enorme y estaba decorada de una manera espectacular.

Si una Coca-Cola estaria bien. Conteste cuando la sirvienta que me recibio, me pregunto si queria algo de beber. Al irse me senté, me acomode en aquel sofá que parecía ser una nube, era tan blando que podía sentir como mi culo lloraba por la emoción de aquel mullido asiento. Luego observe las vistas, me puse en pie y me dirigí a los ventanales. Allí pensé lo que sería ser el Señor Rusell tener tanto dinero y poder que podía controlar aquella ciudad “Que pasada”

Gabriel no se lo piensa demasiado y le dedica una mirada más que fácil de interpretar cuando ella se acerca tanto.

Joder... yo pensaba que no tenía vergüenza pero esto ya es la locura. Piensa cuando nota su mano tan cerca de la zona 0, así como su aliento sobre su piel al hablarle tan de cerca.

- Claro que te acompañaré... es un crimen que una mujer de tu calibre tuviese que ir sola a ninguna parte... - se asegura de que ella note también la vibración de sus palabras en la piel de su cuello, acariciando así su piel sin tocarla. Cuando nota la entrada en su pantalón no puede evitar pensar Miguel va a flipar. ¿Que no era posible conseguir entradas, eh?

Y acto seguido ella se separa y tira el órdago. ¿Hasta donde? ¿Dinero y lo que se me antoje? Algo le dice a Gabriel que esto es algún tipo de retorcida prueba de la mujer, buscando encontrar sus fronteras, hacerle flaquear, asustarle... Pero no lo iba a conseguir. Ni de broma.

- Digamos que no creo en los límites. Puedo llegar hasta donde me apetezca. Y suele apetecerme a lo grande... - Y mientras termina la frase se relame la comisura superior derecha de sus labios.

Sonrió y se puso a buscar unos papeles en uno de los cajones. Charlie es un hombre de 50 años, te empezó a contar mientras seguía con la búsqueda. Trabaja en esta empresa desde los 25, no es mal trabajador, aunque tampoco es de los mejores. Tiene cuatro hijos de 25, 20, 16 y 14 años.  Su mujer se murió hace 2 años. El hijo de 25 años está en el paro y vive con él. Por fin encontró lo que buscaba, y lo mantuvo en la mano mientras seguía contándote la historia de Charlie, al cual conocías, era buena gente, algo torpe a veces, pero trabajador. La hija de 20 está divorcia y tiene un hijo, le cuesta llegar al final de mes, y Charlie le tiene que pasar dinero todos los meses; su hija de 16 quiere estudiar una carrera, es brillante y podría tener un gran futuro; y sobre su último hijo no hay nada significativo que contar, ayuda a las abuelitas a cruzar la carretera y siempre sonríe por todo. Te pasó los papeles que tenía en la mano, eran para despedir a Charlie. Probablemente y debido a la edad de Charlie y a que no es que sea demasiado brillante, si le despides se quedará en la calle, dudo mucho que encuentre trabajo. Él, sus hijos, claro. Sí, habías escuchado bien, había dicho “si le despides”.  Si lo haces te ascenderé, cobrarás 4000 euros más al mes y estarás a cargo de un grupo de programadores. Si no lo haces, puedes volver a tu trabajo actual, sin ninguna represalia, y Charlie se podrá quedar en el suyo.

Se quedó mirando a ver cuál era tu reacción. La situación la divertía mucho.

La sirvienta te llevó la coca cola, dejó una copa de vino, y cosillas para picar.

Russell no tardó mucho en aparecer, cogió su copa de vino y le dio un trago.

Buenos días, Igor. Te saludó, cuando terminó de darle el trago. No te importa que te llame Igor, verdad?

Pico de lo que había en la mesa y te invitó a que hicieras lo mismo.

A estas alturas ya sabrás que te han ascendido, una llamada por mi parte ha sido más que suficiente, pero no hay nada que agradecer, en realidad te lo merecías, no? te miró con una extraña sonrisa, esperando una respuesta. Te tenían infravalorado. A los tipos como tú siempre le hacen eso, les dan puestos por debajo de su nivel, los mangonean y les pagan poco.

Se sentó en el sofá y volvió a picar algo de comer. Y es que Igor, en este mundo hay dos tipos de personas, los que pisan y los que se dejan pisar, que prefieres ser tú?

Gabriel ni parpadea siquiera. ¿4000 euros más de sueldo por despedir a un cualquiera? ¿Que cojones le importa a él ese tipo? Además si Wright le está proponiendo esto es porque algo habrá hecho, se ha ganado la antipatía de ella, lo cual es hacer mal su trabajo, no es todo cuestión de picar código y rellenar papelajos. La decisión más fácil de mi vida.

Sin embargo el chico procede con cautela, ya que sabe que cuando las cosas parecen demasiado buenas para ser verdad... normalmente es porque no lo son.

- Pues que vaya recogiendo sus cosas. - dice con total seguridad - Pero ¿desde cuando tengo capacidad de despedir gente? ¿No es cosa de Ávila? ¿O solo dices que la decisión es mía y tú firmas los papeles?

Los papeles ya están firmados por mí, sólo hay que entregárselos y darle la notica. Tú se la darás. Después de eso, te esperaré en mi despacho para hablar de tu ascenso y además te habrás ganado mi simpatía más que antes. Incluso puedo dejarte jugar conmigo un rato, si quieres. Te respondió mientras te miraba con deseo.

Aproveche lo que trajo la mujer para picar, no había comido nada desde que Sali de casa y llevaba un día bastante extraño lo que me abrió el estómago, realmente todo me abría el estómago. De paso me guarde un par para la vuelta.

Justo cuando tenía uno en la boca llego el anfitrión el señor Rusell, trague lo que tenía en la boca y me limpie con disimulo la mano en el pantalón. Luego instintivamente me quede recto como un palo, nervioso ante el tipo más poderoso de la ciudad. Escuche lo que me dijo, no podía entender por qué hacia todo eso. Si comprendía el sentido de sus palabras, pero no conseguía entender el por qué.

Gracias por todo  Señor Rusell. Después de lo que ha hecho puede llamarme como desee. Dije con tono educado. Si le soy sincero quiero estar arriba, ser el lobo no la oveja, o como dice ser de los que pisan fuerte. Conteste con firmeza al Señor Rusell. Pero con todos los respetos, a pesar de mis aptitudes, sigo sin entender porque hace esto y créame que suelo ver venir las cosas. Eso me tenía bastante intrigado.

- Jugar contigo... - Gabriel se relame a la par que se levanta del asiento - Bien, pues vamos a lidiar con el papeleo ya. - El chico se asegura de tocar la mano de ella cuando recoge los papeles sin mirarlos siquiera. El deleite es más que palpable en su voz y su mirada.

Quien me iba a decir al mi que este día se iba a poner así de interesante. Piensa Gabriel muy entretenido mientras espera a ver como se desarrollan los acontecimientos.