Partida Rol por web

En el momento en que la puerta se abrió, el grupo del pasillo pudo observar como desde el interior de la sala de interrogatorios salía por su propio pie y sin atadura de ningún tipo a Pug McCarthy, con las manos apoyadas en cabeza y una sonrisa entre macabra y divertida de oreja a oreja, siendo custodiado por Woodbridge y Riley, los dos con sendas varitas entre sus manos apuntándole.

Los del interior pudieron observar que en el pasillo habían cuatro personas manteniendo una tensa conversación entre sí, aunque sin advertirse señales de manifiesta hostilidad o que se estuviesen atacando entre sí. Los rostros de los allí presentes fueron rápidamente identificados por Riley y Woodbridge, reconociendo al jefe de aurores Franklin Dodge, quién parecía ya estar apuntando con su varita hacia la puerta de antemano, probablemente con la intención de volarla por su rostro severo, y sus dos subordinados Gunnar Grimmson y Charlie Constanza, a quienes horas antes Woodbridge había visto acudiendo al domicio de Diana Selwyn, tras la alerta de un posible ataque. Grimmson estaba al lado de Montgomery cubriéndoles a todos con un protego, dado que al parecer todavía había señales de lucha y un denso Fumos a la derecha del pasillo, y hacia la izquierda, justo en las escaleras de emergencia, estaba Charlie Constanza aparentemente comprobando la situación en aquella dirección. Richard Montgomery estaba haciendo levitar a un metro sobre el suelo el cuerpo inerte de un hombre de mediana edad, no quedando claro a simple vista si estaba muerto o inconsciente, que ninguno reconoció como un empleado o auror del MACUSA, aunque al parecer si que lo reconoció McCarthy por sus palabras.

- Vaya, ese de ahí es Sándor... - y no pudo evitar contener una risa maquiavélica que erizaria los pelos a cualquiera y que no se equivocaría de tildar a Pug como un loco demente - Parece que ya no trabajará más en el astillero del señor Señor Shevlin, jaja. Me pregunto ¿cómo habrá llegado hasta aquí? ¿Por propia voluntad para que no acabasen con su familia o por un Imperius de mi maestro? Sea como sea, ya poco importa... Usted - se dirigió de malas formas a Dodge - ¿Puede dejar de apuntarme con su jodida varita?

Dodge no esperaba que se abriese la puerta y que frente sí apareciese McCarthy, pero aquello parecía como venido del cielo. Lejos de bajar la varita, el hombre avanzó el corto espacio que les separaba hasta tomarle por la camisa, a la vez que qritaba visiblemente enfadado.

- ¡Maldito enfermo! ¡Debería acabar con tu triste vida aquí y ahora! Lástima que me hayan ordenado sacarte de una pieza... - les espetó con contundencia, volviendo a soltarle y empujándolo hacia atrás. ¡Constanza, Grimmson! Atadle de pies y manos y lleváoslo.

El que hasta entonces se había mostrado como un cobarde y un pelele, vio su oportunidad de oro de llevarse el reconocimiento y los honores. Si solo debía acercarse y maniatar a McCarthy, y acreditarse el mérito de la misión escoltándolo sin exponerse al peligro, parecía la oportunidad perfecta.

- Por supuesto, yo me hago cargo señor. - y emprendió la marcha desde las escaleras decidido. Aunque al ver a Riley y Woodbridge a su lado sin intenciones de apartarse del Pug, no tardó en advertirles con altivez. Ya habéis escuchado, entregádmelo y ya me hago cargo.

Grimmson por su parte no entendía el proceder de su superior, pareciéndole muchísimo más razonable y lógico lo que proponía Montgomery. Si estaban aparentememte bajo ataque, y podía haber hasta aurores corruptos implicados que buscaban silenciar a ese testigo, defender la posición y contener la posible amenaza, asegurando que ese tal McCarthy estuviese dentro de la sala de interrogatorios a salvo, era mucho más inteligente que no buscarle una posible evacuación de emergencia que entrañaba mucho peligro. No obstante, él no tenía autoridad para cuestionar a su superior, por lo que a regañadientes asintió, siendo consciente de que ese era su deber y obligación.

- Que demonios... - y mirando a Richard con cierto pesar, dándole a entender que su postura le había parecido más razonable, se dispuso a movilizarse.

Todo quedó en una mera intención. En esos instantes una figura encapuchada se vislumbró al fondo del pasillo, todavía un tanto difuminada por la cortina de humo que poco a poco iba desvaneciéndose, la cual parecía estar dando órdenes o indicaciones, haciendo aspavientos con las manos, apremiando a lo que al parecer parecía un grupo numeroso que se aproximaba a su posición. Todos pudieron apreciar que torciendo aquella esquina donde se encontraba el misterioso encapuchado apareció un hombre con un uniforme naranja, al que le siguieron otros, y otros, conformando probablemente casi una docena de sujetos con los mismos atuendos. 

Gunnar fue el primer en reaccionar.

- ¡No me jodas! ¡Han liberado a los presos del sector 3! - gritó dando la alarma por si alguno de los presentes estaba despistado. ¡No podemos permitir que se produzca una fuga masiva y que escapen todos esos reclusos, mucho menos los del sector 4 de alta seguridad! E importándole bien poco lo que Dodge hubiese ordenado, sabía que la máxima prioridad era contener aquella amenaza antes de que fuese demasiado tarde. Probablemente todavía no irían armados, y era posible volverlos a meter en sus celdas si actuaban con presteza. ¡Eh vosotros! ¡Deteneos de inmediato!

Lejos de obedecer, el primero de los integrantes aquel grupo de prófugos conjuró un Adava Kedavra que pasó rozando las cabezas de los allí presentes, forzándoles a agacharse, y en ningún momento detuvieron la carrera. Puede que lo de no ir armados no se aplicase a todos. ¿Qué había ocurrido para que la situación fuese tan crítica?

Mientras avanzaban, Alma pudo comprobar que aquel ataque había sido masivo y que los autores traidores eran muchos más de los que imaginó, y a medida de que avanzaban, volvió a usar su credencial para hablar con Graves. Lo que estaba pasando era en extremo grave y ahora estaban pasando entre los cadáveres y ella con tacones del baile. La chica apretó los dientes.

"Graves, el piso quinto está lleno de cadáveres de presos y aurores, iniciaron un motín, no tarden"

Siguen avanzando cuando ven el brillo verde y los pelos de la nuca de la chica se erizan, los que estaban ahí dentro debían ser seguidores de ese infeliz y la sangre hirvió, quería atrapar al asesino de Eddy y el causante que tuviera que quemar su cuerpo hasta las cenizas y sólo le había quedado el collar que le había sacado y pensaba en eso cuando llegaron a la siguiente estancia y ven al guardia con los presos mientras que otro sujeto escapaba. Quería ir por él pero si dejaba solo a Dodge, de seguro no sobreviviría, más con el guardia inconsciente. 

— Sectumsempra — conjura la mujer contra uno de los individuos, quería perseguir a aquel hombre pero salvar al guardia era más importante. 

Ese bastardo de Pug seguía burlándose de nosotros, jugando su tonta partida de ajedrez, sintiéndose ufano de subposible victoria, sin embargo, él no sabía que yo ya tenía una jugada planeada, un movimiento que le daría un jaque mate instantáneo.

Pero tocaba esperar el momento indicado para hacer mi jugada, ya luego iría a por Miller y vaya que lo iba a disfrutar, tenía una manopla de bronce con su nombre escrito, de seguro sus quijada se partiría en dos antes de llegar al suelo, vaya infeliz, había jodido al equivocado.

Yenía todo para encerrarlo y sólo necesitaba un pensadero. Sin embargo, la intervención de los altos mandos no estaba en mis planes, pero sabía como poner fin a esa pantomima, pues sólo tenía que invocar el juramento inquebrantable de Woodbridge y los traidores se revelarían solos.

Esta vez atacaría sin dar oportunidad a defensa y es así que puse las ruedas del destino a girar.

Me temo que no podemos entregar al prisionero, pues si lo hacemos el sr. Woodbridge morirá. - anuncio mientras el alboroto creado por los prisioneros nos toma por sorpresa, así que, con un ágil movimiento me giro y apunto mi varita hacia una pared cercana a donde se encontraban los prisioneros.

Sabía que no debía usar fuerza letal, pero sí que me iba a cargar a algunos con lo que pensaba hacer, pues tenía la intención hacer estallar la pared de una de las salas de interrogatorios junto a ellos para causarles múltiples lesiones con los escombros.

¡Voy a intentar detenerlos! ¡Preparad un Fianto Duri para cortarles el paso a esos gandules! - exclamo mientras hago una rápida floritura con la varita.

¡Confringo! 

-Deberíamos haber acudido a la reunión -indicó Montgomery a Grimmson, poniendo especial énfasis en aquella primera palabra-. Pero imaginamos que, si no interrogábamos ahora a McCarthy, no tendríamos opción luego. Y no nos hemos equivocado... -Carraspeó, pensando que, más allá de Miller, nadie más podía haber sabido con seguridad dónde se hallaban-. Miller está metido en esto hasta el cuello.

El jefe auror escuchó a McCarthy identificar al pobre sujeto al que él llevaba levitando y que, a juzgar por lo que decía Pug, se trataba de un pobre individuo que trabajaba en el astillero de Shevlin. Si lograban salir con vida de aquella situación, ese sería otro cabo suelto del que podrían tirar para obtener información de lo que estaba sucediendo.

Constanza, siguiendo las órdenes de Dodge, había avanzado hasta la posición de ellos y pedía que le entregasen a McCarthy para que él se hiciese cargo. Montgomery difícilmente hubiese creído que aquel cobarde estuviese implicado, aunque en esos instantes tampoco es como si le descartase4.

Pero antes de pudieran entregárselo, observaron a aquella docena de presos que acababan de ser liberados. Se trataba sin lugar a dudas de un problema más, que añadía más caos a la situación. Montgomery apuntó en dirección a los reclusos que avanzaban en su dirección y pronunció la palabra de un hechizo que al menos podría herirlos y entretenerlos antes de que llegasen hasta ellos.

-¡Verdimillious!

La idea de que James se pusiese en peligro y además, dejase a su hija sola no era precisamente santo de su devoción, sin embargo tuvo que admitir que el hombre tenía razón, los dos pequeños serían mejor recibidos en la tribu que si iban acompañados por dos desconocidos, y ellos mientras podrían despistar y entretener al escondedetrás, además de que 2 varitas eran mejor que una y esa criatura era muy peligrosa.

Así, resignada, Diana asintió y simplemente se dejó llevar rogando mentalmente que su hija estuviese a salvo y que lograran salvarse de aquella maldición que amenazaba con arrebatarles la vida... James y Diana fueron caminando y marcando rocas y árboles con la sangre del pukwudgie para atraer al depredador que les perseguiría sin duda, hasta que llegaron junto al acantilado y James tuvo la idea de usar revelio y así poder descubrir donde se encontraba el animal, con lo que consiguieron descubrir sus huellas, cerca, muy cerca…

Diana miró a su alrededor pero no lograba localizar a la criatura, sin embargo sintió algo a su lado y un movimiento que la hizo apartarse, esquivando así un golpe que iba dirigido hacia ella, ¡lo tenían al lado!

-¡Está aquí James! ¡Petrificus totalus!- sabía dónde estaba y no iba a perderlo otra vez, ahora estaba petrificado.

Nada más salir al pasillo nos dimos cuenta de que no iba a resultar tan sencillo salir de ahí... y además, el señor MacCarthy tampoco es que ayudara o pensara ayudar, precisamente...

Anoté mentalmente los nombres que nos dió... y el hecho de que reconciera al tipo que Montgomery mantenía levitando de manera tan rápida... pues más información... había que dividir la mente, tratar de que funcionara como varias... afortunadamente había practicado durante toda la vida esa habilidad, por así decirlo, y en ocasiones era muy útil... requería concentración y capacidad de abstraerte de cualquier estímulo exterior... 

Así pues... mientras una parte de mi cerebro se dedicaba a almacenar todo lo que oía, veía u olía... otra parte del mismo se encargaba de la situación en si... y esa era la parte más dificil...

Miré con desprecio al agente Constanza mientras se acercaba... sin duda ese tipo pensaba que se trataba de una tarea fácil... pero seguro que no contaba con mi reacción... - señor Constanza - dije, mientras le apuntaba con la varita y sacudía una mancha que vi por el rabillo del ojo sobre la manga derecha - es mi prisionero, está bajo mi custodia y protección, y pienso sacarlo de aquí para que pueda tener un juicio justo... cuando llegue el momento - añadí, en voz lo suficientemente alta como para que todos me oyesen... a la vez, traté de decirle con la mirada a mi jefe, el señor Montgomery, que confiara en mi... y era necesario que me entendiese... pues no me agradaba la idea de tener que batirme con mis propios compañeros...

Señores... - traté de añadir... pues observaba como me miraban con creciente recelo - ahora mismo me une a este hombre un juramento inquebrantable, y debo protegerlo. Y por mi madre que voy a llevarlo a término... no me obliguen a hacer algo que no quiero hacer... 

En esos momentos apareció el encapuchado... y tras él un grupo de presos que había puesto pies en polvorosa... era necesario parar eso... pero no lo haría yo... igual era el momento de salir perdiendo el culo de ahí...

Jhonatan, pss, pss - susurré a mi compañero - voy a llevarlo a mi laboratorio, cúbreme, y si puedes le explicas a Richard... allí te espero para “sacar” de aquí a éste - dije, señalando con el mentón a Pug MacCarthy, que seguía sonriendo como un botarate.

La decisión más lógica y coherente era ayudar al pobre guardia de seguridad que había quedado noqueado de un puñetazo, y así lo hizo Alma, la cual rápidamente enfrentó junto a Dodge a aquel pequeño grupo de prófugos. El tipo que había sido silenciado agarró del hombro a uno de sus compañeros para advertirle de que estaban en serios problemas, pero este lo apartó de un manotazo contrariado de que le molestase. Estaba inmerso en la labor de buscar las llaves para salir de allí cuanto antes.

- ¡Que coño haces, imbécil! Hay que salir de aquí enseguida, ¿No puedes esperar tranquilo a que coja las llaves? - le espetó de mala manera, mientras seguía rebuscando en los bolsillos. Fue entonces que las encontró, un manojo de llaves de metal, todas dentro de una argolla. ¡Las tengo! ¿Ves cómo podías esperar, inútil?

Visto y no visto, las llaves desaparecieron de las manos del tipo, yendo a parar a las manos de Dodge, quién conjuró un "Accio llaves". Todos quedaron perplejos mirándose entre sí, y después girando sus miradas hacia Alma y Dodge. Fue entonces que la joven aurora realizó un sectumsempra al más cercano, que cayó al suelo lleno de cortes profusos y emanando gran cantidad de sangre de sus heridas. Las caras de pánico del resto fueron un poema, viendo en la mirada de la fémina las ansias de acabar uno a uno con ellos, y sin pensárselo dos veces, levantaron las manos en señal de rendición. Sólo uno de ellos, parecía buscar con la mirada la varita del guardia de seguridad que había caído y rodado por el suelo, valorando si le daría tiempo a tomarla y atacar, pero Dodge le advirtió de forma muy severa y sin contemplaciones.

- No vas a querer hacer eso y lo sabes muy bien. Juro que no tendré piedad alguna... - aseveró Dodge, mirándolo con dureza, lo cual hizo dudar al prófugo, quién todavía no había levantado las manos pero no se había movido de su lugar. ...así que no me obligues a hacerte daño y levanta las jodidas manos. Ya.

Fue entonces que se escucharon pasos a la carrera y aparecieron dos guardias de seguridad, llegando por el pasillo tras la puerta cerrada. Aunque los presos hubiesen logrado abrir la puerta, se habrían cruzado con aquel par de empleados del MACUSA, que Franklin Dodge no tardó en reconocer. 

- Marshall, Horace. Encerrad a estos cinco en sus celdas y ayudad a Arano a recuperar la consciencia, le han aturdido de un puñetazo. - ordenó el jefe de aurores, quién era allí la máxima autoridad. Estos son algunos de los presos del sector 3, pero no podemos permitir que escapen los del sector 4, así que seguidnos en cuanto esté controlada la situación. ¿Entendido?

Ambos guardias abrieron la puerta y se encargaron de maniatar y encerrar a los cinco en sus celdas, permitiendo que Alma y Franklin continuar avanzando por el pasillo donde habían escapado aquel trío sospechoso. Marshall asintió a las palabras de Dodge, por lo que en cuanto estuviese recuperado Joe Arano, no tardarían en seguirles.

La joven Rhydderch y el veterano Dodge avanzaron hasta casi llegar a una nueva bifurcación, y aunque no había rastro alguno de los tres sujetos a quienes pretendían dar caza, si que se enfrentaron al instante a una nueva situación peliaguda. Una enorme explosión resonó en sus oídos realmente cerca, a tan solo unos metros más adelante torciendo la bifurcación, y al llegar y mirar de qué se trataba, ambos pudieron observar como una de las paredes laterales y parte del techo estaba destrozada, y como una enorme nube de polvo y escombros se expandía, dificultando ver con claridad lo que acababa de ocurrir. Entre la polvareda aparecieron un par de presos que tosian y se arrastraban por el suelo malheridos, como alejándose de aquella explosión. ¿Cuál habría sido el origen?

Dodge gritó en alta voz...

- ¡Soy Franklin Dodge, jefe de aurores! ¡Que nadie se mueva! - y apunto con su varita al par de presos, buscando identificar quién más había al fondo. Se veían muchas sombras, aunque no estaba claro si amigos o enemigos.

Las explicaciones que dieron Riley y Woodbridge sorprendieron a Dodge y sus dos subordinados, no pudiendo creer que en verdad Joshua hubiese realizado el juraramento inquebrantable con Pug. Todos sabían que ese tipo de juramento no era ninguna tontería y que de ser roto, solo la muerte deparaba al infractor, pero pese a todo, parecía que Franklin Dodge no estaba dispuesto a permitir que Woodbridge se llevase a McCarthy, y aunque Constanza se detuvo momentáneamente dudando si algo había cambiado tras la órdenes, éste le apremió a que obedeciese.

- Lo siento, pero el prisionero a partir de ahora está bajo nuestro amparo, así que entrégamelo y acompañenos si quiere. - sentenció Charlie Constanza, quién no tenía intención de desobeder a Dodge. Puede continuar protegiéndolo. McCarthy no sufrirá ningún mal y recibirá un juicio justo, así que el juramento inquebrantable no será roto, salvo que haya jurado más de lo que dice... ¿Qué lo ha llevado a...?

La conversación se vio interrumpida por la irrupción en el pasillo de los prófugos, alentados por un tipo encapuchado que los apremiaba a correr y fugarse, y a partir de ese momento todo se precipitó. El primero en intervenir fue el jefe Montgomery, que conjuró un potente Verdimillious en dirección a la horda de presos, las chispas rojas del cual cegaron momentáneamente a los que iban en cabeza, haciendo que un par trastabillasen y cayesen al suelo, siendo arrollados y pisoteados por los que les seguían. Más de uno hueso roto se escuchó crujir, pero aquello no detuvo a la turba. Casi a la par, Riley hizo reventar la pared lateral y parte del techo con un Confringo, haciendo que algunos prófugos saliesen despedidos contra la pared y cayesen malheridos en el suelo, provocando todo un caos y confusión generalizado, dudando unos pocos si seguir avanzando o retirarse. Grimmson optaría finalmente por conjurar un Fianto Duri siguiendo la idea propuesta por Riley, para de esa forma proteger al grupo de ataques mágicos si alguno de los enemigos tenía varita, e impedirles una arrolladora estampida, aunque no sería lo suficientemente rápido para impedir lo que a continuación sucedería.

Todo aquel caos había sido aprovechado por Woodbridge, quién conjuró un impresionante Lumos que cegó por completo a Constanza, permitiéndole apartarlo de un manotazo y avanzar hacia las escaleras con un Pug también desorientado, a lo que Dodge realizó un Incarcerous que atrapó a Joshua, impidiéndole así su avance y forzándole a arrodillarse y perder el equilibrio, momento en que Pug empezó a correr en dirección a las escaleras. La mala o buena suerte, según como se quisiera ver, quiso que esa acción propiciase que uno de los hechizos lanzados por los presos, y que Grimmson no tuvo tiempo de detener, no impactara por la espalda a Woodbridge, pero que en su defecto, le diese en la cabeza a Constanza, reventándola como una sandía madura y salpicándoles de sangre y sesos a todos. Constanza se desplomó en el suelo sin vida.

- ¡Por las barbas de Merlín! ¿¡Qué demonios haces Dodge? ¿¿No ves que estamos bajo ataque?? ¡Libera a Woodbridge y no permitas que McCarthy escape! - gritó Grimmson, quién no comprendía en absoluto la situación, pero que aún así mantuvo su hechizo librandoles de más impactos letales. 

Lo más inquietante de todo el asunto llegaría justo después, cuando a través de la inmensa polvareda levantada por la explosión de la pared y techo del pasillo a causa del Confringo, y que lentamente iba cuajando por efecto de la gravedad en el suelo, se escuchase claramente una voz, y se vislumbrasen dos siluetas al fondo del pasillo, más allá del grupo de presos indecisos o malheridos.

- ¡Soy Franklin Dodge, jefe de aurores! ¡Que nadie se mueva! 

Aquella temible criatura era francamente difícil de detectar, y la presión incesante de saber que en cualquier momento podían ser atacados y quizá muertos de un solo manotazo o mordisco iba calando y haciendo mella en la voluntad de James y Diana. Muy cerca el uno del otro, continuamente trataban de marcar  los árboles y rocas con la sangre de Wamsutta, y tras avanzar un poco más en la nieve, conjurar Revelios para saber si aquella criatura les estaba siguiendo. Y así era.

Muy cerca ya del acantilado, y teniendo a sus espaldas el enorme muro de piedra, los dos se mantuvieron en silencio tratando de detectar cualquier pequeño atisbo de movimiento. James sostenía firmemente su varita con la mano, con la mirada escrutando todo a su alrededor, y solo el vaho de su boca que salía de forma intermitente le demostraba a Diana que estaba vivo. Eran momentos tremendamente tensos y angustiosos

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Y entonces ocurrió. Desde unos metros más arriba, sobre la misma ladera, el escondedetrás saltó dejándose caer al lado de los dos y dando un colosal zarpazo para arrebatarles la vida allí mismo. Casi de forma milagrosa, la joven Selwyn detectó que algo se aproximaba aunque no era capaz de verlo y se agachó evitando lo que habría sido un impacto letal,... pero el zarpazo de la criatura no se detuvo, golpeando con dureza a James, que salió despedido por la aires y yendo a golpear contra unas rocas varios metros más allá. El golpe había sido tremendo, haciéndole sangrar en la cabeza, pero Diana todavía no se había dado cuenta del hecho dado que estaba en esos instantes conjurando un petríficus totalus que alcanzó a la criatura, haciéndolo visible unos instantes. Sin bien quedó patente que estuvo paralizado y que el impacto lo había malherido, no parecía haber sido suficiente para acabar con él, y tal y como se había dejado ver momentáneamente, volvió a desaparecer sin previo aviso.

- Diana... - susurró James débilmente, haciendo que en ese momento la joven se percatase de lo ocurrido. No tardó en acercarse para atenderle, pero justo ese era el momento que James había esperado. Intuía que el escondedetrás querría atacar a Diana cuando estuviese desprevenida y fuese a ayudarle, y conjuró un potente reducto que pasó rozando por al lado de la joven, para impactar al animal nuevamente, y esta vez sí, que se desplomase muerto. Lo conseguimos, jeje. Tu petrificus fue increíble...  Al ver la cara de preocupación de la joven, no tardó en tranquilizarla y decirle con suavidad. Tranquila, estoy bien. Sólo ha sido un arañazo...

Si bien su vida no corría peligro, era más que seguro que le quedaría una buena cicatriz en el cuero cabelludo. Aún con todo, sonrió con dulzura y la besó, para terminar incorporándose del suelo lentamente, y señalar el recorrido de vuelta. Cómo habían prometido, esperarían la llegada de Enma cerca de la entrada del territorio pukwudgie. ¿Lo habrían logrado aquel par?

No sabía cómo, pero los malditos prófugos se habían hecho con una varita y gracias a ello la cabeza del idiota de Constanza no eran más que una masa sanguinolenta que ahora ensuciaba uno de mis mejores trajes.

Demonios bastardo, te voy a enviar la cuenta de la tintorería y no será barata, esto se lava en seco. - le increpo al prófugo, mientras Grimmson termina de cerrar su Fianto Duri.

Sin embargo, de momento tenía otros asuntos que atender, pues había lanzado la carnada y el agente enemigo se ña había tragado entera así que había llegado la hora de actuar.

Me importaba una mierda si era un impostor o sibestaba bajo la influencia de un imperius, iba a crujirle los huesos a este bastardo como me hubiera gustado hacérselo al idiota de Pug, el cual ya se estaba dando a la fuga.

Bien por él, ahora tenía otro juguete al cual quebrar a mi gusto y vaya que lo iba a disfrutar, es así que si previo aviso apunto mi varita hacia Dodge quien había atacado a mi compañero y justo en el instante que un segundo Franklib Dodge hace acto de presencia procedo a darle al atacante del medimago una sopa de su propia medicina corregida y aumentada.

¡INCARCEROUS! - grito con la intención de inmobilizar al agente del señor tenebroso e incapacitarlo causándole la mayor cantidad de daño posible ajustando las cuerdas todo lo que me permitiera el hechizo, con suerte lograría dislocarle una articulación o dos.

Mi voz estaba cargada de autoridad y absoluta seguridad, en especial ahora que el verdadero Dodge había aparecido al otro extremo del pasillo.

Siempre me ha gustado el sencillo hechizo Lumos... es tremendamente efectivo y de fácil ejecución, lo cual en determinadas situaciones resulta de lo más apropiado.

Lo que no esperaba era que Dodge me lanzara un Incarcerour, y me impactó de lleno...poco pude hacer cuando las enredaderas comenzaron a inmovilizarme las piernas, haciendome caer, mientras los sesos de la recientemente explotada cabeza del miserable Constanza llovían a mi alrededor... menudo festival...

No me gustó en absoluto que MacCarthy aprovechara para largarse... debía elegir... tratar de librarme del hechizo de Dodge, o tratar de detener al irlandés...

Eché un rápido vistazo hacia el fondo del pasillo, tratando de discernir quienes eran esos sujetos, volviendo acto seguido a lo que me tenía ocupado... Franklin Dodge, el cual me miraba con un gesto no precisamente amistoso...

¡¡Diffindo!! - tomé la decisión de librarme de las ataduras de Dodge, ya tendría tiempo después de coger a Dodge...

En cuanto quedó petrificado lo vio, era enorme, colosal, y casi los había matado, pero lo había malherido, ahora solo tenía que conseguir que sus hechizos impactaran sobre él, una o dos veces más… Diana se mantenía alerta, preparada para volver a esquivar otra arremetida del escondedetras, cuando escuchó la voz de James, débil, a su espalda, y lo vio, tirado en unas rocas, la criatura lo había herido.

El corazón de Diana dio un vuelto y corrió hacia él, cuando sintió a la criatura tras de si, y antes de que pudiera volverse siquiera, James había conseguido que un potente reducto le impactara, matándole al instante.

-¡James! Oh vaya… pero que torpe eres… - dijo acariciando su cara y sonriéndole con dulzura, por suerte no era tan grave como en un principio parecía.

Diana correspondió a su beso, pero le interrumpió cuando él señaló el camino por donde debían esperar a Enma.

-Mientras esperamos a Enma, - le recalcó, - te ayudaré con eso… -La mujer apuntó con su varita a la herida de su compañero y conjuró un Vulnera sanentum para curarle, nunca había sido muy buena en aquella materia, pero al menos, consiguió cerrar un poco su herida. – Espero que te sientas un poco mejor. ¿Estás mareado? Aún hay tiempo… podemos esperar aquí un poco, o podemos caminar lentamente hasta el lugar, como prefieras. – Dijo mirándole con cariño, sin él, estaría perdida, solo gracias a James habían conseguido vencer al escondedetras.

Montgomery observó impactado cómo uno de los hechizos lanzados por los presos lograba alcanzar a Constanza en la cabeza, haciéndola estallar, salpicando a todos los presentes que se hallaban alrededor con sangre y masa encefálica. Constanza era el tipo de auror que no le caía bien, aunque lamentaba que hubiera sufrido una muerte tan brutal como aquella.

Aunque no era ni mucho menos el menor de sus problemas: al fondo del pasillo había escuchado la que aparentaba ser la voz de Dodge identificándose, rodeando a los presos por la espalda, lo que le llevaba a una conclusión. Si Dodge estaba al final del pasillo, ¿quién era el Dodge que había amarrado a Woodbridge y que tanta insistencia estaba poniendo en llevarse a Mccarthy?

Observó que Riley estaba ocupándose del supuesto Dodge y confió en el talento de su subordinado, mientras él se centraría en neutralizar a los presos fugados.

-¡Ese no es Dodge, Riley! ¡Ocúpate de él! ¡Yo me encargo de los presos! -exclamó el jefe auror, mientras apuntaba con su varita en dirección al pasillo, donde aún divisaba unos siete presos a los que hacer frente-. ¡Grimmsson, necesito apoyo contra estos! ¡Bombarda!

Puede que fuera por los nervios del momento o que no había llegado a pronunciar bien el hechizo, pero lo cierto es que no logró efectuarlo con normalidad, sin que llegase a producirse explosión alguna en el pasillo.

Maldice para sí, si hubiera sido menos humanitaria, hubiera dejado solo a Dodge con los presos y hubiera ido detrás de los que escapaban. Quizás no era tal fría y desgraciada como ella misma creía y aun tenía un corazón latiendo en el pecho, sin embargo ahora renegaba de ese rasgo de ella, así que los miraba con un profundo desprecio, mientras apretaba su varita y no esperaba al jefe de los aurores. Habían unos fugitivos y no había visto aún a Jonathan, o quizás su cuerpo no lo había notado entre los que había en el suelo. Su sangre se heló ante la posibilidad de que el hombre hubiera corrido con la misma suerte que Eddy.

Mientras corrían por los pasillos que habían sido testigos del ataque, vino la explosión y el polvo que se levantó, la mujer tosió un poco y se llevó la mano a la boca con la varita en mano para poder distinguir entras las sombras que danzaba en medio de aquel caos. Los presos, malheridos, intentaban escapar, pero la mujer no dudó y una patada fue a la cabeza de uno de ellos y al otro le dio un golpe de puño para dejarlo K.O., así que al levantar la vista, pudo ver a los que estaban. EL alma le volvió al cuerpo al ver vivo a Jonathan pero cuando se pudo dar cuenta de quien más estaba, su varita la apuntó justo contra Dodge que estaba delante de ella.

— revelio — apunta con suma desconfianza, si resultaba ser falso, de seguro le haría pagar por ello, si no lo era, habría que correr hacia donde estaban sus compañeros y dar hostias hasta acabar con todos. En ambos casos terminaría siendo golpeada o quizás muerta. El auror pudo ver la cara de Alma y supo que si descubría lo que estaba buscando, no se detendría...

La situación era extremadamente caótica y extravagante, llevados todos a actuar en el mejor de los casos por puro instinto con tal de sobrevivir. A medida que la nube de polvo levantada tras la explosión iba depositándose en el suelo, las siluetas al fondo del pasillo evidenciaron a un idéntico Franklin Dodge materializándose para todos, y no les quedó duda alguna de que alguno de los dos era un impostor, aunque todo parecía hacer sospechar que se trataba del sujeto que tenían al lado. Al lado del Franklin Dodge del fondo parecía haber una joven, que aunque no lo podían asegurar, por su apariencia parecía la atractiva Alma Rhydderch.

El primero en actuar fue Riley, que sacando a relucir su lado más hostil e iracundo, le devolvió la misma moneda al más que probable impostor y múltiples cuerdas empezaron a incapacitarle y subyugarle, forzándolo a gritar de dolor al prácticamente crugirle los huesos y dislocarle las articulaciones. No sin esfuerzo, y antes de que la varita se le cayese de las manos, Dodge intentó conjurar un fiendfyre a los presentes, pero las mismas llamas que salieron de su varita se adhirieron a sus ropas y las cuerdas que le atenazaban, empezando a quemarse vivo por cuestión de segundos. Si nadie lo detenía con el contrahechizo oportuno, moriría calcinado en breves.

- ¡Quitádmelo! ¡Quitádmelo de encima! ¡AHHHH! - escucharon todos los gritos demenciales del tipo, quién empezaba a revertir la transformación de una más que probable poción Multijugos, mostrando su verdadera identidad. Un tipo de mediana edad, que aunque la mayoría no lo reconoció, sí que lo hizo Montgomery, al ser uno de los presentes en el partido en el Madison Square Garden IV, el lugarteniente de Bill Dwyer, Vannie Higgins.

Por su parte, Woodbridge logró cortar algunas de las sogas que le mantenían preso, y desplazarse lo justo para evitar el fuego abrasador que por poco no le alcanza. Subiendo las escaleras corría McCarthy atropelladamente, que difícilmente podría ser alcanzado ya con un hechizo al perderse escaleras arriba. ¿Convenía perseguirle?

Montgomery y Grimmson fueron los encargados de contener el ataque de los presos, pero el jefe auror no logró conjurar con éxito la Bombarda ante tal caos y distracciones, y Grimmson a duras penas pudo mntener su Fianto Duri activo y contener los ataques indiscriminados de los prófugos.

- ¡Ayudadme! ¡No puedo contenerles solo! - apremió el viejo auror, quién estaba haciendo un trabajo colosal para evitar que más hechizos letales acabasen con las vidas de los presentes. ¡Ya los tenemos encima!

Y efectivamente, las dudas del grupo de presos se habían disipado al ver como los aurores peleaban entre sí, lanzándose como posesos, como si de un equipo de fútbol americano Nomaj se tratara, a placarles y entrar en el cuerpo a cuerpo, donde la ventaja de las varitas ya no sería tan determinante. La situación no podía ser más crítica.

Alma no había tenido ningún reparo en dejar noqueados de una patada y un puñetazo a los dos desgraciados que se arrestraban malheridos tratando de escapar. A su lado Dodge asintió conforme y sin poner reparos a tales acciones, evidenciando en su mirada que él también estaba muy enfadado y dolido a partes iguales por las pérdidas de leales y honorables compañeros de profesión, con los que ya nunca volvería a tratar.

Cuando la densa nube de polvo fue disipándose y aposentándose en el suelo, tanto Alma como Dodge pudieron ver todo lo que ocurría en aquel pasillo, e incluso Franklin puso los ojos como platos al ver a otro sujeto idéntico a el mismo allí delante. No tardó en darse cuenta de que Alma le apuntaba con la varita, pero lejos de hacer ningún gesto o movimiento amenazante, permitió que la joven lanzase su hechizo Revelio, no ocurriendo ningún cambio. Era el verdadero.

- Comprendo que debías asegurarte, y en verdad te agradezco la acción, porque ya creía que me estaba volviendo loco y veía visiones... - le comentó visiblemente aliviado, para de inmediato apretar con el puño la varita y disponerse a atacar al grupo de prófugos.

Todo lo que acontecería a continuación fue un visto y no visto. Los presos recorrieron el corto espacio que les separaba del otro grupo, donde Alma pudo identificar a sus compañeros, y que rápidamente se entzarzaron iniciando un fiero y cruento combate que pasó de varitas a puños en ocasiones. Sólo dos de los presos que sujetaban sendas varitas en sus manos, se mantuvieron un pelín más alejados, apuntando y preparándose para ejecutar alguna maldición imperdonable en cuanto viesen una apertura. Si Alma y Dodge no intervenían y les prestaban ayuda, probablemente ese par de malnacidos se llevarían por delante la vida de alguno de los integrantes del escuadrón Montgomery.

Pero todavía verían algo más Alma y Dodge desde su posición, y es que el falso Dodge, al ver y reconocer desde lejos al Dodge original, no tardaría en pretender conjurar un fiendfyre para acabar con la vida de todos los presentes, pero Riley reaccionaría a tiempo para incapacitarle con un Incarcerous y provocar que las mismas llamas que conjuraba terminasen prendiendo fuego al mismo Dodge impostor. Alma pudo ver cómo entre gritos de dolor y sufrimiento, su rostro empezaba a cambiar en apariencia y se empezaba a revelar su verdadera identidad.