Partida Rol por web

Escuchas el sonido de las pequeñas piedras del exterior del almacén crujir bajo los neumáticos del coche patrulla antes de detenerse. ¿Ya habéis llegado?. Al final el trayecto se te ha hecho bastante corto. Demasiado...

El destino queda más allá de Moratalaz. El lugar es una especie de complejo de almacenes donde también se encuentra el punto limpio del distrito Ciudad Lineal, muy cerca del Cementerio de Nuestra Señora de la Almudena.

—Espéranos en el coche —dice el agente. Se baja del vehículo y se dirige al maletero. Intuyes que va a buscar un par de linternas y esas cosas típicas de las pelis policiales— No tardaremos —la voz de ella tiene ese asqueroso tono protector típico de las madres.

Ambos agentes se dirigen al almacén señalado.

Al tipo se le agria el rostro cuando escucha la palabra Camarilla. Es evidente que no le hace puta gracia el asunto.

—Buff —resopla— Tu gente tiene la mala costumbre de "invitar" a un baño solar definitivo a quienes les tocan las pelotas. —calla un instante— Aunque tampoco estoy en posición de decidir un carajo, ¿verdad? —aquella pregunta no necesitaba respuesta. Ambos lo sabíais.

—Un Nosferatu —espeta de pronto— no se nombres tío, pero si recuerdo a uno de esos mamones; el que le daba las órdenes a los demás. Las pocas veces que lo vi estaba vestido como si hubiera acabado de salir del rodaje de una película ambientada en los años veinte —esa descripción te resulta familiar— siempre con un sombrero de copa treméndamente ridículo. —Es gracioso escuchar la palabra rídiculo de su boca tratándose de temas de moda.

- Esa descripción me suena... - digo con un ligero gruñido pensando en Cucaracha - No dejaré que se te acerque y ya sé las costumbres que tienen, pero el Príncipe declaró que nada de muertes y su Senescal lo mantiene, y a ti te necesito vivo para joder a ese nosferatu cabrón - que puede ser el que ha quitado de en medio a Astilla, maldito hijo de puta.
>> Vamos. Si yo te encontré, otros podrán.
>> Y a todo esto, ¿cómo coño te llamas?

Asiente a Sofía.

- Bien, en ese caso, deberíamos separarnos para cubrir más terreno e ir preguntando. Nos reuniremos aquí... ¿En una hora? 

Por más que le disgustara estar ahí, iba a tomarse en serio la búsqueda. No podían quedarse sin "efectivos" y al fin y al cabo, no dejaba de ser una investigación, aunque fuera por unas vías más complejas. Preguntar y vagabundear, ¿No? Pues adelante. Tras darse un momento para potenciar la sangre, se internó en las calles.

Asiento des del asiento trasero del coche.

Vaya... tenía hambre y no me podría saciar de aquellos dos policías. En fin.

Cuando los policías se hayan metido en el almacén, bajaré del coche desobedeciendo sus órdenes y me internaré en el almacén intentando no ser oído o visto por los polis.

Mi idea es observar qué ocurre des de una distancia prudencial.

Doy vueltas por la zona de Moratalaz, voy entrando en los garitos y en los locales donde alguien como astilla pueda haber estado rondando. Hago fluir la sangre hasta mi cerebro, necesitaré de todas mis capacidades para encontrar a mi amiga.

La pareja de polis se dirige hacia el almacén sin cuestionarse nada. En sus ahora pequeños cerebros solo hay una cosa importante; registrar el almacén en busca de drogas y ayudar a un tipo que se llama Jack. No se cuestionan lo más mínimo el hecho de que no deberían estar ahí, y mucho menos que estén siguiendo a ciegas las directrices de un mocoso de diez años. Con paso decidido se dirigen al almacén.

Cuando las luces de las linternas se pierden tras las paredes del almacén, bajas del coche y te acercas. El lugar parece haber sido abandonado hace al menos una década. Asomas la cabeza y miras a través de una de las numerosas ventanas rotas. No ves gran cosa; el interior está oscuro como una cueva. Las linternas de la pareja se mueven de acá para allá, alumbrando paredes, suelo y techo. El lugar parece vacío.

La voz del agente rompe el silencio —He encontrado algo— entonces ambas linternas enfocan el mismo punto. Parece que han visto algo en el suelo. Por el movimiento de la luz intuyes que de ellos comienza a descender. ¿Unas escaleras quizás?. 

Te quedas completamente a oscuras cuando el otro agente comienza a seguir a su compañero y la luz de ambas linternas desaparece de tu vista.

El tipo de las gafas amarillas está a punto de responder cuando una voz masculina os sobresalta.

—¡Policía!

Eso no os lo esperabais. ¡Joder! ¿cómo no los oíste cuando abrieron la puerta metálica?. Calculas que ya deben estar en el pasillo de fuera.

—¡Les habla la autoridad! ¡Salgan con las manos en alto y no hagan ninguna tontería!.

Los maderos deben estar apuntando con sus pipas hacia la puerta de la habitación donde os encontráis. El tipo de las gafas amarillas te mira. Su expresión es neutra. No podrías decir si te está culpando de toda esta mierda o, por el contrario, se alegra de que estés aquí para ayudarlo a salir de este marrón.

Esto va a ser una puta escabechina, pero:
a. Le podré echar la mierda de todo al de las gafas si la cosa se jode demasiado.
b. No quedarán cadáveres que rompan la puta Mascarada.
.
Quien quiera que los haya mandado a jodernos los ha mandado a su muerte.
.
Asiento al tipo de las gafas amarillas. Me coloco las manos detrás de la cabeza tapando su forma de garras antes de salir al pasillo.
- No dispare, agente. Esa puta bestia se fue antes de que llegara.

—¡Al suelo! —brama el agente— ¡túmbese boca abajo y ponga las manos detrás de la cabeza! —te está encañonando con el arma reglamentaria de la Policía Nacional. Su compañera, una mujer de unos treinta años, también te está apuntando con su pistola. 

La luz de sus linternas castiga duramente tus ojos antinaturales.

Apreté los dientes. Esto iba a doler. Esperaba que más a ellos que a mí.

La primera detonación retumba de manera ensordecedora en el subterráneo. El fogonazo del primer disparo ilumina las paredes de cemento. Luego viene otra detonación, luego otra, y otra más en rápida sucesión. La escena te hace recordar a una discoteca, una con luces intermitentes de pólvora y el sonido rítmico del metal golpeando tu corazón.

Sonríes.

Las balas impactan con violencia sobre tu cuerpo muerto. Apenas te inmutas. Eres superior. Inmortal. ¿Que creen que intentan esos patéticos mortales? ¡Acabas de doblegar a un Vástago viejo de un solo golpe! ¿Acaso creen que pueden detenerte con sus armas de juguete?.

Noto el primer impacto. Duele, pero la Bestia pide sangre.
¿Qué se han creido estas patéticas criaturas?
Sigo decidido a cobrarme mi presa. Ella se ha acojonado. Es débil. Primero acabaré con él y con ella... ohhh, con ella lo voy a disfrutar. Vaya sí que lo creo...

Dudas un instante si quedarte allí, observando desde la ventana, o acercarte hasta las supuestas escaleras por las que los agentes acaban de descender. Finalmente te decides. Te deslizas a través de la puerta de metal del almacén y activas la linterna del móvil para iluminar el interior.

Avanzas con paso cuidadoso, intentando no hacer ruido y de paso no clavarte en el pie ninguna tabla con un clavo oxidado. No por el dolor, evidentemente, sino por la incomodidad de tener luego que estártelo desclavando. Por no hablar de estropear la suela de esos zapatos talla infantil que tan bien quedan con tu ropa de colegial...

El sonido de una detonación retumba bajo tus pies.

¡Pum! 

Luego vienen más.

¡Pum!          ¡Pum!               ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! 

Los putos polis están abriendo fuego. Esperas que no sea contra Jack...

La herida era más seria de lo que debería. Disfrutaría la sangre de esa zorra para cirarme.
Primero desgarré el cuello del macho. Rápidamente. Cuando sus manos se alzaton a su garganta llena de sangre gorgoteante, me giré a ella sonriendo.
-Y ahora vamos a divertirnos tu y yo, chiquitina