Partida Rol por web

No me lo pienso dos veces, cuando oigo disparos acelero el paso y bajo corriendo las escaleras. Me daba igual encontrar clavos, que ratas. El motero podía estar en peligro y también los dos policías. No permitiría que les pasara algo a ninguno y pesara sobre mi consciencia.

Diego se adentra por la trampilla tras escuchar los disparos y baja por las escaleras de cemento a paso apresurado. Mientras desciende, ve la misma lámpara de batería colgada de un gancho del techo y las mismas manchas de humedad en las paredes que vio el motero cuando bajó aquí la primera vez. Lo que no puede creer lo que se encuentra cuando termina de bajar y llega a lo que le parece un oscuro pasillo. Ahí están los dos agentes de policía, y tras ellos, una bestia de ojos rojos cuyas manos terminan en afiladas garras. Es Jack.

Está hecho una furia, y repentinamente uno de sus brazos arremete contra el agente y lo lanza violentamente contra la pared. El sonido del cráneo quebrándose contra el hormigón es helador. Ella intenta huir, pero cuando se da la vuelta ve a Diego al borde de la escalera, mirándola. La luz de su linterna confiere al niño una apariencia espectral, y su fría expresión dentro de aquel marco de pesadilla hacen a la agente detenerse en seco. Congelada en aquel instante de terror. La pistola resbala de sus manos sudorosas y cae al suelo. No es capaz de articular palabra alguna.

Sonrío satisfecho. La Bestia está satisfecha. Aquí soy yo el A-L-P-H-A. Y ahora la hembra humana iba a saberlo.
Me giro. Ni siquiera veo a Diego. Solo tengo ojos para mi presa. Salto sobre ella con ib salto imposible para un humano; nadie podría cubrir esos metros de un solo salton además de una gracia animal que está más allá de burdos símiles con gatos grandes.
Caigo sobre ella en una postura que podría ser de una cópula perfecta.
Con una mano agarro su brazo tembloroso mientras que con la otra mi garra se desliza por su pecho apretándolo a la par que rasga su ropa de policia. No tiene nada que ver con sexo; la Bestia y yo estamos más allá de esas bajas pasiones humanas. No. Esto es sobre DOMINACIÓN. Ella debe saber que nunca debió amenazarme.
- Ahora que ocurre, chiquitina. - susurro en su oído
>>Nunca debiste dejar las muñecas jajaja - me burlo
>>Pero tranquila. Lo pasaremos bien. - le prometo.
>> Esto te va a gustar. - no va a tener otra oportunidad que rendirse a los placeres de la Bestia.
Y por fin clavo mis colmillos en su cuello saciando mi hambre mientras sigo curándome.

Un poco decepcionado, aunque no demasiado sorprendido, con la ambigua información que ha encontrado, vuelve al punto de encuentro para compartirla con Sofía y a partir de ahí, como proceder. 

Lo que Sofía le comparte si bien clarifica la situación, no ayuda demasiado a la hora de encontrarla. La mira dubitativo.

- ¿Algún plan sobre qué hacer con esto? Quizá si sabes la calle y hora aproximada... si habían cámaras cerca, podría indagar. No sé me ocurre nada más. -Enarca una ceja, esperando que ella sepa solventar mejor que él la situación. Echaba tanto de menos la tranquilidad de su refugio...

Mis ojos se abren aterrorizados ante la descomunal masacre que Jack ha organizado en el sótano.

Al principio no doy crédito a lo que estoy viendo y a medida que las piezas van encajando en mi cabeza y reconozco lo que estoy viendo una tremenda furia me inunda.

"El muy inconsciente acaba de matar a un poli y está dejando seco a otro. Maldito crío irresponsable ¿¡Cómo se le ocurre?!"

- ¡DETENTE!

Me quedo un segundo en silencio, mi expresión es pura ira contenida.

- ¡¿TE DAS CUENTA DE LO QUE ACABAS DE HACER?! ...maldito necio irreflexivo. ¡Estamos persiguiendo a este otro vampiro por un espectáculo mucho menos bochornoso de lo que acabas de protagonizar aquí!*

Una voz dentro de mí sabía que aquello no estaba bien. Me suplicaba parar. Me ordenaba parar. Me exigía parar.

Por un momento me paré dudando, tratando de hacer acopio de todas mis fuerzas para evitar cometer aquella atrocidad, pero entonces, ese crío, ese MALDITO CRÍO, tuvo que venir a terminar de joderlo.

- GGGGGGSSSSSSHHHHHHHHH – gruñía y sisesaba a la vez mostrando mis colmillos. Trataba de imponerse a mí. ¡A MÍ! ¡¿QUÉ COÑO SE HABÍA CREIDO ESE MALDITO CRÍO?!

La Bestia volvió con fuerzas redobladas. Quería abalanzarme sobre el Diego. Quería arrancarle su pequeña cabecita de sus hombres. Quería pintar las paredes con sus sesos y después profanar su cráneo.

La Bestia lo quería. La Bestia lo ordenadba. La Bestia lo exigía.

Clavé mis colmillos en la policía. Debía hacer algo para aplacarla. Esa maldita hija de puta era demasiado fuerte. Tenía que elegir entre la pobre mortal o el maldito crío que había propiciado todo esto, ahora lo tenía claro.

Dejé que la Bestia se saciara sin cuidado ninguno hasta que el corazón de la mujer dejó de latir. Sólo entonces cuando los tambores se apagaron fui consciente de la paz. La Bestia estaba dormida. Por completo. Como hacía mucho que no la sentía. El silencio era casi ensordecedor.

Despacio me levanté y miré a Diego con los ojos encendidos detrás de mis gafas.

- Ve pensando como vas a limpiar este estropico que has organizado y reza porque el rubio no se haya escapado entre tanto con tanta gilipollez. – sentencié secamente con una calma extraña tras semejante barbarie.

Me giré y me encaminé de vuelta a la habitación donde había dejado al Autarca. Solo había una salida y no la había usado mientras yo acababa con los humanos, y se tendría que haber cruzado con Diego en cualquier caso. Tan sólo rezaba porque no hubiera otra salida escondida en aquella habitación de mierda y que el rubio estaba allí. Y por supuesto me acerqué preparado para esquivar un posible ataque sorpresa al asomarme si el tipo había aprovechado para curarse.

- Insolente descreído...

mascullo cargado de rabia y me acerco a los cuerpos para comprobar el pulso de ambos todavía incrédulo de que el motero hubiera sido tan estúpido de matar a los refuerzos que venían a ayudarle.

"¿Los ha matado de verdad? ¿es esa clase de psicópata sin conocimiento?"

Como fuera, aquello significaba problemas, problemas y más problemas.

"Dos policías... A quién se le ocurre."

Y además de lo ocurrido, se atrevía a largarse con el pecho henchido. Si no fuera porque su mierda nos iba a salpicar a todos, le dejaría allí con el estropicio que YO había organizado.

Su descaro al echarme las culpas me enfurece aún más y por unos minutos empiezo a valorar mis posibilidades.

"Ahora si podría informar a Casas de lo ocurrido ...nos hará pagar algún favor mayor al resto de la coterie y a Jack lo más probable es que se lo carguen directamente o que lo dejen huír bajo caza de sangre en el mayor de los casos."

El tipo de las gafas amarillas ya está ahí. Había salido de la habitación mientras discutíais y se había echado sobre el cuerpo del policía caído. Bebe de él como si fuera un animal carroñero, haciendo un ruido que os recuerda cuando de niños sorbíais el final de uno de esos batidos de tetrabrik que venían con pajita.

—Ahhhh... mucho mejor... —se incorpora y os mira— ¿Nos vamos ya? —pregunta mostrando una perturbadora sonrisa manchada de sangre.

Cojo las pistolas de los policías, radios y sus esposas, tendiéndole unas al tipo para que se las ponga.
- Sí, nos vamos ya. Pontelas, por favor. Sé que podrás romperlas cuando te salga de los huevos, pero eso me dará al menos la oportunidad de prepararme si me la quieres jugar, lo que te recuerdo sería una tremenda gilipollez, porque huyes de los Sangre Débiles que te cazaron, los Anarkas te quieren cortar la cabeza y nosotros, la Camarilla, por increíble que parezca, somos los únicos que no te queremos matar.
>> Y te recuerdo que sigues bajo mi protección, así que, simplemente, no me jodas, por favor. Ya he tenido suficiente mierda por esta noche. – se lo digo en un tono entre colegueo y cansado que deja claro que quiero hacerlo por las buenas pero que como nos vayamos por las malas van a ser muy malas, que estoy a un tris de arrancar más cabezas y quedarme solo.
.
Espero que se las ponga para salir fuera, donde guardaré mis garras para poder sacar el móvil y llamar a Casas. No me preocupo de que hace Diego. Ya le he dicho que limpie esto y espero que cumpla. Si no, él mismo. Me la suda.
>> ¿Y como coño te llamas? Me canso de llamarte rubio

—Vamos tío, no me jodas —dice mirando las esposas— cuesta más poner esa mierda que quitarlas. Agradezco que lo hayas pedido por favor... pero es algo totalmente innecesario, créeme.

—Me llamo Dominique —no parece tener intención de ponerse esa mierda en las manos.

- No me jodas, Dominique, y póntelas, coño. Tendré que guardar un poco las putas apariencias y más después de esta puta mierda. – digo señalando a los policías muertos y esperando que lo entienda y que no me haga tener que ponerme tonto.

Frunce el ceño —¿Que me estás queriendo decir? ¿Qué me vas a encasquetar a mi este marrón?— dice señalando los dos cadáveres. —Voy a ver a tus coleguitas de la Camarilla, pase. Pero cargar con esta mierda ni de coña.

- No, este marrón se lo va a comer el crío que es el que ha lo ha liado, a ver si así aprende a no meterse en las cosas que le vienen grandes y no meter humanos donde pueden salir muy mal parados.
>> Lo que te estoy diciendo que cuando llame a mi jefe espera que te haya “capturado” y si estamos de colegueo no creo que le haga ni puta gracia – le explico frunciendo el ceño.
>> Así que tenemos la opción de la estaca, muy popular,
>> La de darte ostias hasta que dejes de moverte, un poco más inconveniente para despertarte luego,
>> o la puta cómoda y sencilla de las esposas, que te las quitas cuando te salga del pijo.
>> Así que, ¿qué va a ser, Dominique? – digo aun tendiéndole las esposas para que entre en razón.

—Venga venga... dame esa mierda —va frunciendo la boca mientras se las pone, como un niño pequeño al que obligan hacer algo quec no quiere.

—¡Crrrrack! —un trozo de metal sale despedido— Ops. Estaba probando. —ríe— ¿Tienes otras?.

Suspiro. Me contengo la sonrisa. El cabrón me cae bien, pero hay que mantener la profesionalidad. Le tiendo las otras.
- Vamos, anda.
Me encamino a la salida con él. Salgo yo primero, comprobando que no hay más sorpresas. Una vez seguro de que no hay más mierdas fuera esperando, guardo las garras y marco el 1 para llamar a Casas mientras que espero a que Dominique salga.

Seguía sin dar crédito a todo el circo que estaba montando Jack, yendo de colega con el yonki de las gafas.

Después de lo que acababa de hacer, su mejor opción era cargárselo y encasquetarle la muerte de los dos polis a él antes de que pudiera hablar con alguien.

Meneo la cabeza.

- Bueno, ya que tienes tan claro que esto es mi culpa: vamos a dejar que sea el sheriff o la policía quienes juzguen lo ocurrido.

Me doy la vuelta y me largo del almacén con un soberano cabreo encima.

- A ver si así aprendes a contener tus impulsos asesinos, puto monstruo.

Mascullo mientras subo las escaleras con intención de escarmentar al Brujah. A estas alturas ya me daba igual que perdiera los nervios, no quería saber nada más de él; solo herirle y que aprendiera la lección. Que hiciera lo que se le antojara.

Estaba muy cabreado. Si ese era el trato que recibía por tratar de ayudarle, ya podían ir dándole.