Partida Rol por web

No pudisteis descansar todo lo bien que hubiérais querido en el smial de los Pulgarverde, ya que os acostasteis tarde y os levantasteis temprano. Además, los sofás y sillones, aunque cómodos, no son las mullidas camas de los hermanos hobbits. Ha sido un día muy largo, primero yendo a la cárcel a declarar y después volviendo a celebrar lo acontecido a la posada de El Poney Pisador. Cebadilla os ha alojado gratuitamente esta noche, por los servicios prestados a la comunidad, en una de sus estancias. Tenéis pensado dormir allí, nada más termine la cena.

-"¡Ahora setas!"

Exclama, mientras sale de la puerta de su cocina humeante y se aproxima a vuestra mesa.

-"¡Ya se que a la gente pequeña les encantan las setas!"

Deja la pesada bandeja sobre la mesa y se gira sobre sus talones, las manos en sus anchas caderas.

-"No dudo que vosotros, la gente pequeña solamente, dejaréis limpia la bandeja, y eso que casi no puedo levantarla, pero aquí la dejo, es para todos los bravos aventureros. Para los 'buenos, justos y humildes', como decimos en Bree. Como todos sois amigos, encontraréis la manera de compartirlo." Dice, más lentamente, rascándose la cabeza. "Y hay muchos huevos, muchas patatas y manzanas fritas, y lirios de la Viuda Calientadedos."

Sin dar tiempo a nadie de interrumpir el curso de sus pensamientos, se da la vuelta sobre sus talones.

-"¡Nob! ¡Nob! Tengo tanto trabajo que la cabeza me da vueltas. ¡Nob, lentorro! ¿Le has llevado la jofaina al montaraz de la habitación del pendón azul, o está ahí sentado maldiciéndote los huesos?"

Después de comer y beber hasta reventar, decidís ir a descansar a los aposentos que os prepararon. La fiesta ha sido agradable y las camas os parecen mullidas y acogedoras.

El día está llegando a su fin y la luz se va haciendo más tenue. Estáis en las habitaciones que os dio Cebadilla, unos confortables salones en la parte trasera de la posada. Las ventanas son bajas y redondas, profundamente abiertas en los anchos muros. El techo es suficientemente alto para acomodar a huéspedes elfos o humanos.

La sala de estar es confortable, con sillas y taburetes de diversos tamaños alrededor de una limpia y gastada alfombra de lana trenzada en tonos rojos y marrones. El fuego está listo para ser encendido en la chimenea y, sobre la repisa, unos brillantes candelabros de bronce sostienen unas velas.

La puerta de roble puede cerrarse por dentro con una recia barra.

Dos pequeñas habitaciones contiguas a la sala de estar contienen camas especiales, a la medida de los hobbits, y gruesos y confortables colchones de plumas para los demás huéspedes. Sobre una pequeña mesa se encuentran una vela, vasos y una jarra de cerveza. La ventana abierta deja pasar una brisa fresca, perfumada por el aroma de flores de verano. Ganchos en la pared permiten colgar las capas y los capuchones a ambos lados de un tapiz, sencillo, pero agradable. Gláin puede deciros que estas son las mejores habitaciones de El Poney Pisador.

La fiesta ha sido agradable y las camas os parecen mullidas y acogedoras. Encendéis el fuego, ya que aunque estáis a principios de verano, suele refrescar un poco a altas horas de la noche. También cerráis la puerta para que nadie os moleste. Os quitáis los bártulos y los dejáis colocados en las respectivas habitaciones. Mañana puede ser un día de despedidas, ya que vais a hablar sobre qué va a hacer cada uno. No pasa mucho tiempo antes de que caigáis rendidos en la cama y empecéis a soñar con corderitos corriendo alegremente por el campo.

Un poco antes del amanecer os despierta una llamada a la puerta. El fuego son solo rescoldos y el par de velas que dejasteis encendidas, se han consumido.

-"¡Toc, toc. Toc, toc!" Resuena por la estancia. "¡Eh! Los de dentro. Soy Nob, abrid."

Nob es el alegre hobbit que os llevó anoche a vuestras habitaciones. Por la voz, parece muy excitado.

Tatharina se despierta mirando hacia la puerta donde se escuchan los fuertes golpes de Nob. Después de la noche anterior y de los sucesos de los días anteriores lo último que esperaba era levantarse de esa manera. Parecía que la aventura no había terminado, y nuevos e inesperados sucesos esperaban al grupo.

Se levanta de la parte inferior de la litera, y lo primero que hace es buscar a Lily Pulgaverde, para acariciarla el hombro mientras la zarandea suavemente con el objetivo de despertarla. Habían sido amigas durante mucho tiempo y estaban todo el día juntas con su hermano Tolman Pulgaverde. Lo primero que le salía era ir a despertarla para avisarla de que alguien estaba tocando a la puerta.

- Lily. ¡Lily, despierta! Están tocando. - y sin perder mucho más tiempo se dirige a la puerta a abrirla, para saber qué está pasando.

Gláin se incorpora molesto por tan brusco despertar, mascullando improperios en la lengua de los enanos y con la boca seca como un trapo viejo. El sueño le ha sorprendido sentado en una de las sillas de la sala de estar. Antes de que la cerveza del banquete le adormeciera, el robusto enano se había descalzado para disfrutar del mullido tacto de la alfombra bajo sus pies y del calor de la cercana chimenea. Ahora solo quedan unas moribundas ascuas en el hogar y las velas han ido apagándose hasta sumir la estancia en una penumbra crepuscular.

El robusto enano se levanta y gruñe de dolor al sentir un pinchazo en la base de la espalda. Por una vez que puedes dormir en una cama caliente y cómoda y te acogotas en una silla como un mendigo borracho..., se reprocha en silencio. La cantarina voz de Tatharina llega desde una de las estancias, pero Gláin tiene mejores cosas en las que pensar. A tientas, palpa la mesa y toma la jarra de cerveza tras volcar un par de vasos. Toma un largo trago para aclararse la garganta y desterrar el agrio sabor de boca. Lanza un suspiro ufano y se seca la barba con el anverso de la mano. Por un instante parece concentrarse en algún punto de la pared cubierta de sombras, pero solo está dando la bienvenida a un sonoro y formidable eructo de satisfacción.

—Mucho mejor... —murmura antes de dar un último sorbo de la jarra. Después la posa sobre la mesa y se da la vuelta hacia la entrada, escudriñando la oscuridad con los ojos entreabiertos—. ¡Más te vale tener buenas razones para despertarme a estas horas, muchacho!

Y con rotundos pasos que resuenan feroces contra el suelo, se dirige a la puerta para ver quién llama y qué pretende.

Rilwen durmió algo mal aunque durmió sin desvelos a la mañana le dolió algo la espalda, debido en parte a dormir en lo que no era una cama. Comió frugalmente viendo como el posadero mediano se encontró más concentrado en servir a sus camaradas medianos, y mantenerlos contentos. La semielfa sonrió aunque por dentro se encontró en un mundo donde no se la tenía en cuenta. Pensó que igual pasaba con los humanos con respecto a otras razas. Así que comió algo que le recordó a su vida silvestre, y bebió agua la bebida más sana para el cuerpo.

Detrás de la posada estaban los salones donde se instalaron por el buen hacer del tabernero, y vio que había una habitación para los medianos y otra para los humanos. Viendo que son dos mujeres y que los hombres eran caballerosos se instaló en la sala de los humanos, en uno de los mullidos colchones que estaba en medio. Rilwen en uno de los ganchos de la pared dejó su capa, y las armas en la habitación abajo del colchón junto con los víveres donde iba a dormir. Ayudó a encender el fuego de la chimenea y cerró las ventanas abiertas, ya que eran demasiado bajas y podría entrar alguien durante la noche. Antes de acostarse cerró la puerta por dentro con la recia barra. Después de ver que están protegidos se acomodó en su lecho quitándose antes las botas y se acostó. - Buenas noches, que Yavanna reina de la tierra os dé un buen descanso. De esa forma cerró los ojos Rilwen, cayendo profundamente dormida por el cansancio y el confort de dormir en tan buena cama.

Aldea de Bree, 2951 de la Tercera Edad. Es verano y son las 07:10, haciendo una temperatura algo fresca.

Antes del amanecer Rilwen escuchó que llamaban a la puerta... se presentó el que llamaba. - Un momento. Dice la bella semielfa, y aprovechó para ponerse las botas, armarse y coger sus víveres, después vio el gancho donde dejó la capa y se la puso. Al terminar miró a sus compañeros y con un asentimiento se dirigió hacia la puerta para abrirla, o  para acompañar a algún compañero que la abriera.

Tras la intensa comilona diga de un banquete de reyes la somnolencia cayó en Tolman como una maldición. Pocos hubieran aguantado después de tal mala noche, con la tripa llena y la expectativa de un lugar cómodo donde reposar. El mediano buscó una cama libre y cuando encontró la de su tamaño simplemente se deshizo de los pertrechos para tirase prácticamente de cabeza en ella, boca abajo con la cabeza de lado mascullando entre dientes palabras casi sinsentido.- Este Cebadilla si que sabe tratar a unos héroes como es debido.- Tras un largo suspiro que hinchó sus pulmones hasta el límite se dejó llevar por la dulce sensación del descanso y quedó profundamente dormido en segundos.

El descanso no había sido ni remotamente suficiente cuando la puerta sonó bruscamente, al principió lo ignoró pero ya había sido desvelado. Abrió los ojos cuando Nob vociferó aquellas palabras. No quería abrir, no quería moverse, no estaba seguro ni de haber completado la digestión, los ojos le escocían y se sentía aún muy cansado.- Esto no me puede estar pasando a mí. Me merezco un descanso digno, que crueldad otorgarme tales viandas y una cama para despertarme de esta manera. No es justo.- Se giró en el colchón calculando mal la distancia desde donde estaba y acabó de bruces contra el suelo. Otro gran suspiro salió de su boca aún cabeza abajo, un suspiro menos agradable que el de la noche anterior.- Vamos a fingir que esto no ha pasado.- Usó ambas manos para darse impulso y levantarse de un salto. Sus rodillas crujieron un poco, sus ojos aún hinchados y la boca pastosa daban la imagen de alguien que desde luego no había descansado lo suficiente.

No recogió nada de primeras, solo caminó despacio junto con los que ya estaban despiertos rascándose un ojo perezosamente.- Lily despierta ya, que nos llaman para algo.- Se dirigió al resto.- Buenos días amigos. Espero que hayáis descansado más que yo, cosa que no creo difícil. Han dejado la hospitalidad de Bree a la altura de mis pies. Pero bueno a ver que tienen que decir, espero que sea importante.

Lily no ha parado de preocuparse por aquellos que aún no se han quitado la máscara en Bree desde que la ciudad nos dio ese heroico recibimiento por nuestra gesta. Está segura de que antes o después alguien nos traicionará. 

Sin embargo, aquella noche se dejó llevar por el optimismo y la seguridad que le da seguir rodeada por sus fieles compañeros. 

- Si alguien planea hacernos algo malo es seguro que no será hoy, en la Posada más famosa de toda la Tierra Media y cuando todos los amigos permanecen juntos. Así que, como en algún momento tenemos que disfrutar, mejor que sea hoy. Tiempo habrá en los días venideros para vigilar bien las espaldas-

Y con ese pensamiento en la cabeza comió hasta saciarse y se acostó tarde riendo y contando anécdotas. 

Sin embargo su descanso no fue plácido. Lily sigue preocupada y sombras oscuras le acecharon aquella noche en sus sueños.

¡Maldita sea!. ¿Quién llama tan temprano a nuestra puerta?

Dos vueltas en la cama y... abro súbitamente los ojos. Convencida de que mis temores van a hacerse realidad en cuanto abramos a quien con tanta prisa nos llama. 

Pego un bote. Me incorporo sobre mis pies descalzos y busco de manera instintiva la ventana como ruta de posible escape. Pero cuando reconozco la voz de Nob me tranquilizo un poco y me acerco a la puerta. 

Miro a Glain y busco su asentimiento antes de abrir para ver qué narices sucede que corre tanta prisa.   

Tras la noche de jubilo y descalzo sobre el colchón de plumas de aquella habitación donde su vieja amiga Rilwen también reposaba se desperezó. - Ahhhhh - Un crujir de gráciles huesos y una mano de puño cerrado flotando sobre su propio lecho invitaban a la vigilia. - Parece que soy el último en despertarme. - Paró la oreja y aún acostado escuchó las voces de todos sus compañeros. Recordó brevemente la noche anterior, los agasajos, los problemas y las soluciones. - Otra vez noticias abruptas. - Se dijo para si. - Espero este muchacho solo esté ansioso y preocupado por algún problemilla atípico pero por lo demás bastante normal con lo que infiere a una posada. - Tomó el pequeño cuchillo. Miró la blanca flor y jugando con la pequeña hoja entre sus dedos se preguntó. - ¿Por qué ese enano habrá rechazado llevarlo consigo? Al final de cuentas el se veía muy animado cuando tomó este pequeño cuchillo de la cueva. - Y mientras giraba la hoja y el tenue brillo de la luz que se colaba en la habitacion se reflejaba en su rostro. - Rilwen se ha levantado ya. Incluso los medianos parecen estar quejosos y de pie en la sala de estar. Debería ir despidiéndome de esta cómoda cama. - Y mientras Lily y Gláin se aproximan para abrir al muchacho conocido, Gallind comienza a vestirse y prepararse para lo que el destino les tuviese esperando el día de hoy.

La primera en levantarse parece ser la beórnida, que rauda va a despertar a su mejor amiga, Lily. El camisón que lleva hace juego con la palidez de su rostro y su larga melena rojiza reluce con los primeros rayos de sol que entran por las pequeñas ventanas. En el salón, suena un sonoro erupto, que haría temblar hasta los más fuertes cimientos de cualquier construcción de Bree. Rilwen y Tolman, que retozan en sus calientes y mullidas camas, también se levantan, desperezándose. Bueno, el hobbit más bien se cae de la cama, pero hace un par de flexiones, como si estuviera todo orquestado, y se pone de pie de un grácil salto. Después se dirige hacia Lily y Tatharina, al parecer a su hermana le cuesta despegarse de las sábanas. No le extraña, con todo lo vivido estos días. Lily se levanta algo asustada, pero enseguida se repone. Rilwen, empieza a vestirse y a colocarse sus cosas. El último en levantarse es Gallind, que se une a su amiga y también empieza a ponerse su vestimenta. Gláin ruge en el salón a quien aporrea la puerta a estas horas.

De nuevo se repiten los golpes.

-"¡Toc, toc. Toc, toc. Toc, toc!" Llaman con insistencia. "¡Eh! Despertad, soy Nob, abridme."

Gláin, que ha dormitado en una de las sillas del salón, es el primero que se acerca a la puerta. Prácticamente lleva la misma ropa que hace días, por lo que un ligero olorcillo a sudor y cerveza ascienden de su cuerpo. Detrás, ve que Tatharina, Lily y Tolman, vienen para ver qué pasa. Van vestidos con la ropa de dormir, camisones y calzones de algodón. Al no ver a los elfos, supone que seguirán durmiendo, los muy perezosos...

Cuando abrís la puerta, Nob irrumpe en la habitación. Está dando saltos de la emoción.

-"¡Chicos, lo que os habéis perdido!" Exclama. "¡Uau, todo el pueblo estaba fuera de sus casas! ¡Dos grandes acontecimientos en poco más de dos días! ¡Primero vuestro asunto, y ahora la chimenea de la señora Groundsel! Supongo que no lo habréis oído, estando aquí atrás, lejos de todo. ¡Se hablará de esto durante semanas y el salón común estará lleno, eso seguro!"

Se os queda mirando a todos y al ver que tardáis en preguntarle, sigue hablando excitada y rápidamente.

-"Ha habido un gran incendio en mitad de la noche. Todo el mundo está con los nervios a flor de piel por lo de los trolls y lo de ese tal Imledair. En cuanto algunos se percataron de las llamas, creían que nos estaba atacando ese bandido con toda su banda. De la chimenea de Heather Groundsel surgían enormes llamaradas, y todo el mundo que se hallaba por ahí cerca corrió a echar una mano. Al final resultó que solamente se quemó el hollín, sin producir daños de importancia, pero durante un tiempo reinó el caos."

Os vuelve a mirar, coge aire y sigue hablando atropelladamente.

-"El salón ya está lleno de gente y rugiente de habladurías, si queréis oír más daos prisa, y tomaos un desayuno mientras escucháis. ¡Ah! El alguacil Holfast se encuentra allí y quiere veros, me mandó buscaros."

Sin más, con un pequeño saludo de cabeza, sale corriendo de vuestra habitación y se aleja por el pasillo.

Rilwen se acercó a la puerta como siempre bien pertrechada y con pasos ligeros. Allí vio a la beórnida, a sus amigos los medianos y al enano frente a la puerta. Esperó en retaguardia mientras escuchaba lo que decía el mediano llamado Nob. Escuchó todo aquello con paciencia mientras miraba a la ventana, pues era difícil poder ver al mediano con tantas personas delante. Se quedó boquiabierta por la cantidad de información que estaba dando el hobbit, ya la medio- elfa empezó a querer procesar toda esa información perdiendo parte de ella. Lo que le quedó es que tenían que ir donde se estaban reuniendo todos los vecinos, y el alguacil que estaba allí y los quería ver. Habló por detrás del grupo: - Buenos días, que el sol os ilumine nobles amigos. Comentó con la voz dulce que tenía. - Será mejor ir con prontitud antes que nos quedemos sin espectáculo. Argumentó con una sonrisa esperando que fueran saliendo por orden de llegada a la puerta.

Último en despertar pero primero en ser curioso. Gallind se apresura y termina de vestirse saliendo a la sala común y el encuentro de la comitiva. - Buenos y cálidos días compañeros y amigos. - Y acercándose a Rilwen. - ¿No te parece que era demasiado discurso para solo tener que decirnos que Holfast nos busca? - Suspiró algo frustrado. - El tío de Tolman debería saber nuestra situación y la condición en la que estamos. Un poco cruel de su parte sacarnos de esta forma de nuestras cómodas camas. - Fue ganando pasos hacia la salida. El amontonamiento armoniosamente discordante de todos sus compañeros lo obligó a formar fila esperando su turno de abandonar el recinto. Fuese como fuese, él ya estaba listo para partir si así lo requiriese la providencia. - ¿Y bien, qué esperamos? - Dijo saliendo en segundo o tercer lugar hacia el pasillo y con intención de dirigirse a los salones de la posada.

Tatharina se frota los ojos escuchando al mediano y su pequeño gran resumen que en breves había expuesto en un tiempo record a costa de su propia respiración. Un incendio, gente hablando de lo sucedido con los trolls, y el gentío que había en la sala común. Miró al resto mientras escuchaban atentos a Nob, y al poco se dispuso a ir a vestirse y prepararse para salir a los salones.

- Buenos días tengáis. - saludó a sus compañeros Rilwen y Gallind al salir por la puerta mientras se aseguraba de que llevaba todas sus cosas consigo y estaba lista para lo que pudiera venir a continuación. - Es cierto que el contenido era poco pero sus palabras eran muchas. Quizás estuviera emocionado por lo que esté pasando abajo.

Tolman esperó paciente con el resto del grupo allí presente como Nob escupía todas aquellas palabras con rapidez y emoción, haciendo difícil a veces saber cuando terminaba una frase o empezaba otra. Asimiló mentalmente toda la información que estaba recibiendo mientras su confusión sobre ese despertar tan repentino aumentaba, lo acontecido a su grupo era obvio que seguiría en las bocas de los habitantes un tiempo y el incendio, aunque previamente si que parecía de importancia, terminó siendo una anécdota que además ya estaba solucionada.

La noticia de que su tío les buscaba si que era importante y a su juicio debería haber sido lo primero en ser nombrado.- Debería haber empezado por ahí. Bueno, no hay mal que por bien no venga queridos amigos, hemos dormido poco pero ahora viene uno de los mejores momento del día. ¡A desayunar!- Tolman volvió sobre sus pasos para dejar las vestimentas de dormir y ponerse un atuendo de diario, tras ello salió de la habitación para unirse al jolgorio, desayunar e ir al encuentro de su tío para ver que quería. Seguramente sería hablar de algo que quedase pendiente en lo referente a ellos mismos o al menos eso esperaba el Mediano.

La vertiginosa verborrea del joven hobbit dejó a Gláin sin palabras. Apenas había empezado a amanecer, había dormido en una silla —no especialmente cómoda, por cierto— y la cerveza de la noche anterior pugnaba por salir de su vejiga con la vehemencia de un ariete de asedio. No, no estaba teniendo su mejor despertar.

Cuando el mozo desapareció pasillo abajo, dejando al enano con la boca abierta de pura estupefacción, sus compañeros empezaron a darse los buenos días frescos como rosas perladas de rocío. ¡Y ni siquiera ha amanecido todavía! Gláin se abrió paso entre ellos de vuelta a la sala de estar, mordiéndose la barba mientras mascullaba iracundo. Con paso fiero, se dirigió hacia el lugar donde descansaban sus botas, a un lado de la silla que le había servido de cama; el resto de su equipaje estaba amontonado de cualquier manera bajo la mesa.

—¡Por las barbas de Aulë! —gruñó furibundo al clavarse una astilla en la planta del pie desnudo—. ¡Por los Siete Padres que hoy no va a ser un buen día!

Sin dejar de rezongar, el enano se dejó caer sobre la silla, que crujió peligrosamente, y se afanó a arrancarse la pequeña esquirla de madera. Tras ello, se calzó las botas de cualquier manera y empezó a recoger el resto de su impedimenta.

—Id pasando, que ahora vengo —avisó a sus compañeros, consciente de que alguno de ellos ya estaba totalmente pertrechado y no quería hacerles perder el tiempo.

-¿Nos has despertado a esta hora para decirnos que a una señora se le ha quemado la chimenea y que hay muchos chismosos reunidos en el salón?-

-¿No podía nuestro tío esperar un par de horas antes de vernos?-

¡Maldita sea! Estoy hecha un trapo. 

Lily se frota los ojos, bosteza unas cuantas veces con el rostro contrariado y siente como el malhumor habitual en ella va creciendo. 

-Matamos dos trolls y descubrimos a una banda de malhechores para que no nos dejen dormir y tengamos que vigilar ahora nuestras espaldas a cada paso. Y todo, todo, es culpa de mi hermanito y sus sueños de superheroe...brrrrrr-

-En fin. Vayamos para allá. Como no sea algo muuuuy importante me va a oír mi tío Holfast. ¡Será el alguacil, pero primero de todo es mi tío! 

Y despelujada y con su característica cara de mala hostia, Lily abandona la habitación en dirección al atestado salón de El Poney Pisador. 

Una vez que Nob abandonó vuestros aposentos, cada uno de vosotros recogió sus cosas para ir al gran salón a desayunar y ver qué tenía que deciros el alguacil Holfast, tío de los Pulgarverde. Los primeros en marchar al salón fueron Gallind y Rilwen, que ya estaban pertrechados como para salir de viaje. Después les seguisteis los demás, según ibais vistiéndoos y cogiendo vuestras cosas. Gláin fue el último en salir, ya que al pobre se le había clavado una astilla en el pie y le costó sacársela, además de colocarse su pesada armadura de metal. Unos veinte minutos después de la irrupción de Nob, ya estabais todos de pie en la entrada de la sala común, esperando sentaros en una mesa.

Mientras esperáis, mirando alrededor, podéis ver cómo el salón ya está hasta arriba de gente. Tanto humanos como hobbits debaten sobre lo sucedido hace unas horas, mientras desayunan. Muchas miradas se desvían hacia vosotros momentáneamente. Podéis oír claramente varias conversaciones que llegan hasta vuestros oídos. Hay opiniones diversas sobre vosotros, como podéis comprobar. Aunque todos hablan bajo para intentar que no se les escuche, tienen que forzar la voz para oírse, por lo que el ruido en el salón es enorme. Unas conversaciones hablan sobre el incendio, otras sobre los héroes locales que vencieron a unos trolls pero que se quedan dormidos a las primeras de cambio, otras hablan sobre los perezosos figurines que sois al no estar cuando se os necesita y otras hablan maravillas de vosotros por las proezas realizadas días atrás. Algunas personas que pasan al lado vuestra os felicitan dándoos una palmada en el hombro.