Partida Rol por web

Detrás vuestra aparece Nob, siempre tan agitado y con prisas.

-"Venid, seguidme, Cebadilla os tiene reservada una mesa." Dice mientras anda hacia allí.

Le seguís hasta una mesa redonda en el centro del salón, que está empezándose a llenarse de humo por las pipas de fumar de la gente. En la mesa, ya servida, está sentado Holfast Bunce, que está desayunando. Os saluda con la mano.

-"Tu tío os ha enviado setas, Tolman, grandes sacos de ellas. Ojalá estuviera en vuestro lugar, desayunando de este modo. Y también tenéis muchos huevos y manzanas fritas, patatas con puntas de helechos y nabos con lirios." Se acaricia su redonda barriga apreciativamente.

Una vez que os deja allí, Nob desaparece entre la muchedumbre. Holfast os indica que os sentéis y desayunéis.

Os disponéis a hartaros de comer y de beber, mientras volvéis a oír los cuchicheos y conversaciones de las mesas de al lado.

-"Heather Groundsel era demasiado pobre para permitirse limpiar la chimenea. El hollín debía de haber ido aumentando durante años." Decía uno.

-"...sin ningún deseo de pisar vuestro maíz, como decimos en Bree." Decía otro.

-"¡Y también son un grupo brusco, grosero e irritable!" Decía un tercero.

-"...el fuego era brillante como el sebo." Decía un cuarto.

A vuestro alrededor, la algarabía es inmensa y las conversaciones se entremezclan unas con otras. Os concentráis en el yantar y en ver qué os dirá el alguacil una vez terminado el desayuno. Holfast devora setas como un chico adolescente; de momento no está nada hablador.

Después de que hayáis terminado de comer y de que las conversaciones se hayan ido apagando, el alguacil Bunce se levanta para dirigirse a la concurrencia.

-"Chicos y chicas, lo habéis hecho muy bien." Dice con una potente voz.

Mira de reojo al enano y a los elfos, pero se centra en su sobrino.

-"Os estamos agradecidos de que los trolls no nos vuelvan a molestar más, pero Imledair y sus compinches están aún libres, ¿no es así? No podemos estar tranquilos hasta que los caminos que rodean Bree sean de nuevo seguros. Habéis hecho más de lo que os correspondía, pero sois las personas más experimentadas de toda la ciudad para una tarea como esta, y desearía que fueseis a buscar a los bandidos. Hemos preparado unos equipajes para haceros más ligero el camino, un poco de carnero, pan e incluso una de las tartas de manzana de la señora Bunce. Es comida suficiente para cuatro o cinco días. También os daremos algunas cosas que pueden serviros, como cuerda o palos para andar. Además, os nombraré comisarios de Bree. ¿Qué me decís?"

Termina con la pregunta y se sienta. Todas las miradas confluyen en vosotros ahora mismo y esperan una respuesta.

Tatharina escuchaba atenta las palabras del hobbit mientras aprovechaba para desayunar y reponer fuerzas. Tal y cómo había pronosticado para sus adentros la aventura no había terminado, apenas había pasado unas horas desde los últimos sucesos y ya les querían nombrar comisarios de Bree.

Tal vez era demasiado temprano como para ostentar el título de comisaria, pero Bree era su nuevo hogar, y luchar por la paz en esas tierras haría que Fanuira estuviera orgullosa de ella. Si se enfrentaban a algún peligro allí estaría ella dispuesta a ayudar con lo que mejor se le daba, era la situación exacta para la que se estaba preparando.

- Yo estoy dispuesta. Estoy segura de que Fanuira lo aprobaría – dijo convencida asintiendo con la mirada y paseando la misma por el resto de sus compañeros esperando expectante sus respuestas.

Gláin fue el último en llegar al salón del Poney Pisador. El joven hobbit que les había despertado no había mentido cuando aseguró que la mitad de Bree se había adueñado de la gran estancia: todas las mesas estaban copadas de aldeanos que desayunaban risueños, charlando entre vasos rebosantes de zarzaparrilla, tiernas rebanadas de pan untadas con mantequilla y miel y revoltijos de setas variadas. Desde una mesa en el centro del salón, el alguacil Bunce le hizo una señal al enano para que se acercara.

No fue fácil atravesar la habitación y alcanzar la mesa que ya ocupaba el resto de sus compañeros, pero tras unos pocos "disculpe", "perdón" y "no, usted primero", el naugrim alcanzó la única silla que quedaba vacía y se unió al desayuno. Bunce devoraba alegremente unos huevos fritos, intercalando generosos pellizcos de pan recién horneado entre mordisco y mordisco. Sus sobrinos no se quedaban a la zaga e incluso los afectados elfos no estaban haciendo ascos al abundante refrigerio matutino. Gláin, por supuesto, no dudó en sumarse a la comilona. Allá donde fueres...

Al terminar, el barbudo khazad se palmeó satisfecho la oronda tripa y se despatarró en la silla. A punto estaba de incorporarse para alcanzar una de las jarras de zarzaparrilla que había sobre la mesa, cuando el tío de Tolman y Lily se levantó y, con una retumbante voz de tenor, hizo callar a todos los presentes. Una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de Gláin al ser felicitado por el alguacil, pero fue diluyéndose poco a poco a medida que el discurso iba tomando forma. En un santiamén, les habían encasquetado el papel de defensores de la región. ¡Incluso ya tenían preparadas las provisiones del viaje sin siquiera haberles consultado si estaban o no dispuestos a hacerlo! Y aprovecha para soltarnos las maravillosas nuevas ante las miradas inquisitivas de la mitad de los vecinos del pueblo... Si ahora me niego, ¿cómo podré volver a esta aldea a hacer negocios? Viejo zorro ladino...

Era bien poco lo que Gláin podía decir en medio de tal encerrona, así que siguió esa famosa máxima de los naugrim de Merlost que dice así: si se hunde el túnel a tu espalda, sigue picando hasta salir por el otro lado de la montaña.

—Has pensado en todo, ¿eh, Holfast? Sea, pues. Mi hacha está al servicio de Bree.

Rilwen encamina la marcha junto a Gallind. Aunque seguía hablando con los más cercanos que estaban atrás. - Tenéis razón, le comentó a Gallind. - Pero son nobles de corazón, es un pueblo sorprendente, creo que en toda la tierra media, no encontraremos una forma tan saludable de convivencia. ¡Créame!, ni en Rivendel. Siguió la marcha entonces hasta la posada, hablaba con Lily de vez en cuando. - ¡Oh!, pero si estás muy guapa. Le decía a la mediana con una sonrisa...

Cuando entró en la posada encontró toda clase de aprecios, murmuraciones y demás. Rilwen no sabía si sentirse un héroe o una extraña, de todas formas sonrió a quien tuvo que sonreír, y con buenos modales se sentó en la mesa. - No sabía que hubiera tantos humanos por aquí, es sorprendente. Dijo con un guiño a Lily, después siguió a Nob hasta una mesa, allí había de todo, les invitó a sentarse y comer. Rilwen así lo hizo: - ¡qué maravilla!, la comida que da la naturaleza es la mejor, la más sana. Comentó al grupo, después empezó a comer...

Escuchó con detenimiento las palabras del alguacil sintiéndose alagada, hasta se sonrojó levemente. Después de su ofrecimiento, escuchó a sus compañeros con un gesto de emoción. Viendo que dos de los compañeros ya habían hablado, Rilwen se puso de pie, carraspeó un poco saliéndole aquella dulce voz. - Puede contar con mi espada alguacil. Dijo llevándose la mano derecha con el puño cerrado al pecho, y después se sentó y sonrió a sus compañeros.

Gallind acompaño a la comitiva, se sentó y escuchó al Alguacil. - Ya lo decía yo, nuestros pasos se encaminarían rumbo a ese tal Imlediar, el profano. - Y mirando a Rilwen que no se ha sentado muy lejos de él agrega. - Me alegra que finalmente hallas decidido quedarte con nosotros. Tus habilidades con la espada así como también en la supervivencia le harán un bien mayor al grupo. Y tenerte con nosotros me va a hacer sentir más seguro. - Luego mirando nuevamente al resto y especialmente al inoportuno tío Holfast. - También cuentas con mi Arpa, mis artes arcanas y mi buena predisposición.

Tolman pensó que quizás Hob exageraba a la hora de decir que la posada estaba llena, pero le pareció que se quedaba corto. Se abrió paso como buenamente pudo hasta alcanzar el sitio designado. Saludo a las personas que le saludaron pero intentó evitar al resto acelerando su movimiento.

Ante el nuevo banquete no dijo nada y se dispuso a desayunar como no si hubiera un mañana, llenándose la boca y tragando grandes cantidades de comida de una tacada.

Escuchó mientras engullía la siguiente misión, y no le sorprendió lo más mínimo. Suponía que sería el siguiente paso lógico además de que no había otro grupo a quien pedirle eso.- Es lo que trae la fama.- Pensó. Ahogando un pequeño eructo respondió a su tío.- No hay ningún problema mi querido tío. Puedes confiar en nosotros, ya hemos triunfado una vez y ¡Volveremos a hacerlo! ¡Las buenas gentes de Bree no tendrán nada que temer mientras estemos vigilantes!- Vociferó para que todo el mundo le escuchara, embriagado de estatus con el que gozaba no le pareció mala idea jalearles para regodearse un poco más en ello. La confianza le salía por los poros al pequeño Hobbit.- ¿Verdad que si chicos?- Esta vez la pregunta iba hacia sus compañeros.

Lily escucha atentamente la propuesta de su tío Holfast y su ceño, semioculto tras su melena despeinada, se frunce más y más y más con cada palabra que escucha. 

Cuando Holfast termine de hablar se volverá hacia Rilwen y Tatharina que están junto a ella y les dirá intentando no ser escuchada por nadie más:

-¿Unos equipajes para hacernos más ligero el camino, unos picnics para el viaje y unos palos para caminar? ¿Alguien está de broma aquí? De verdad, si esto es lo que nos ofrece mi tío por hacer su trabajo creo que haríamos mejor en mandarle a pastar. Y luego, si os apetece que terminemos de resolver este entuerto, pues hacerlo por nuestra propia cuenta-

-Mirad compañeras. Yo lo único que ansío es poder volver a vivir tranquila y a pintar paisajes con mis acuarelas. Pero tengo muy, muy claro que eso va a ser imposible con ese Imledair suelto. Estará deseando vengarse de nosotros. Todo el condado de Bree sabe ahora quienes somos y la guardia de esta ciudad hace tiempo que apenas sirve para vigilar las puertas- 

-Pero de ahí a aceptar una oferta tan miserable de parte de mi tío Holfast... ¡¡En esta ciudad hay guardias que cobran más por estar rascándose la huevada todo el día en el bar!!-

Rilwen le respondió a Gallind con un rostro ensombrecido por el recuerdo. - Me dejé llevar por el impulso de los elfos que tenemos hacia la naturaleza y hacia nuestros seres. Lothlorien puede esperar pero Bree no. Dijo ahora saliendo de aquel gesto de amargura que sopesaba en su rostro juvenil pero cuya mirada podía ondear cientos de años de sabiduría. - Esta noche medité en todo, y sí es cierto Lily que las ganancias son ridículas, pero es así lo que engrandece a los medianos, que no tienen afán de posesión ni de grandes cosas, y eso los hace grandes.

Ahora entrelazó los dedos y se inclinó para susurrar a todos los de la mesa: - El mal de los trolls fue algo pasajero, esas grandes criaturas solo querían llenar sus panzas, el verdadero mal está en ese jefe de los bandidos, estoy segura de que empezará primero por arruinar a los caravaneros, entonces verá que Bree es débil, seguirá acercándose hasta arrasar las chozas vecinas, y si no hay quien lo refrene se encaminará a Bree para esclavizar a sus habitantes. El mal siempre va a más si no se le frena. Esta batalla no será solo por Bree también por todas las criaturas que han manipulado y que por su causa han fallecido. Dijo confiada en su 1,65 de altura a causa de su mitad elfa que la hizo más alta que la media de mujeres humanas, pero también esbelta demasiado esbelta. Y con aquella faz juvenil de no haber roto nada, parecía inverosímil que fuera a enfrentarse contra verdaderos bandidos. Solo la vaina de su espada al cinto y su arco colgado al hombro ambos de una manufactura extraordinaria hacían o provocaban que los demás la mirasen con suspicacia o con anhelos de poseer aquello, que aquella frágil montaraz llevaba.

- Tus gestas solo acaban de empezar mi honorable Gláin, le comentó al enano con una sonrisa. - Debemos de idear un plan para coger a los bandidos desprevenidos. Os lo cuento y ya me diréis que os parece: Gláin tiene una caravana, o un carro, en la cueva de los trolls hay un baúl de épocas pasadas. Tenemos dinero... quiero proponer que llevemos tu carro Gláin con dos mulas metamos el baúl y lo llenemos, y nos encaminemos al Gran camino del norte. La noble elfa inclinada con su pelo cayéndole hasta la mesa, y su faz juvenil susurraba ahora sin parar peor que Nob, parecía como si hubiera estado toda la noche dándole vueltas al coco. - Algunos de nosotros deberíamos de comprar caballos para ir a una cierta distancia del carromato. Yo propongo comprarme una montura, y conmigo el que quiera los demás irán en el carromato. ¿Qué os parece?, pero necesitamos más bravos para esta empresa, creo que ayer Cebadilla habló que había un montaraz en el pendón azul, quiero hablar con él y convencerlo para que se una. Los montaraces son gente que conocen bien el terreno, y seguro que nos ayudará cuando le comente que también soy del gremio aunque de otro lugar. Dijo ahora convencida, poniéndose erguida y emocionada, y también por haber desahogado todo lo que había estado dando vueltas durante la noche.

Gláin pestañeó asombrado por el ímpetu que se destilaba de las palabras de la medio elfa. Es la juventud de su parte humana la que habla. El enano asintió ante lo que decía Rilwen, hasta que la muchacha empezó a desgranar el plan que había esbozado durante la noche. 

—Refrena ese galope, Rilwen —le contestó alzando una de sus manazas en señal de calma—. Cierto es que vencimos a dos trols y eso no es pequeña hazaña, pero no dejemos que la victoria se nos suba a las barbas. Imledair y su banda son otro cantar. Tu plan podría funcionar si ese bandido estuviese acompañado de media docena de hombres, pero no sabemos cuántos son. ¿Qué pasaría si nos dejamos atrapar en su emboscada y nos aparecen dos docenas de asaltantes? Mala cosa...

Gláin paseó la mirada entre sus compañeros, consciente de que debían estar esperando que les presentara una opción mejor. De nada servía criticar ideas ajenas sin aportar posibles soluciones al problema.

—Como decía, es poco lo que sabemos de esos bandoleros. Por no saber, ni siquiera sabemos si van a estar esperando la llegada de más incautos ni en qué lugar suelen llevar a cabo sus ataques. Podríamos pasarnos semanas recorriendo el Camino del Norte sin verlos. Y lo sé porque esos dos bastardos a los que apresamos dijeron que eran ellos los que les soplaban los chivatazos cuando una caravana desprotegida iba a pasar por su territorio. Si queremos pillar por sorpresa a ese Imledair, debemos ser nosotros quién escojamos el momento y el lugar. Y sólo hay un sitio dónde sabemos con certeza que están o han estado: el lugar en el que se reunían con esos dos. No recuerdo el nombre de esa maldita  colina... Bueno, como sea. Allí podemos encontrarles o tal vez encontrar un rastro que nos guíe hasta su campamento. Y si logramos encontrar su base, el lugar donde se sienten más seguros, podemos caer sobre ellos cuando más confiados estén.​ Eso es lo que yo creo. ​​​​​​

Rilwen escuchó la respuesta contundente del enano. Por un momento se mordisqueó el labio, ¿había ido demasiado lejos?, luego pensó en que lo que decía Gláin era coherente. - Podemos preguntar, quizás haya aquí algunos habitantes que hayan sido saqueados o sepan algo del asunto. De esa forma podríamos hacernos una idea de cuantos bandidos son los que suelen atracar caravanas. Debemos de corroborar todo lo que nos contaron, Gandalf dijo que no nos fiáramos de ellos. Pueden estar llevándonos a una trampa, y entonces entraríamos en su juego. Será mejor corroborarlo de personas honestas, también está ese montaraz que puede que conozca mejor esta zona y sus escondrijos. Merodear por una zona sin saber donde se esconden puede llevarnos a una trampa, o a que nos localicen y nos den caza como a conejos. La propuesta del camino norte con otros detrás en monturas podría ser una forma de atacarlos por dos flancos. Pero somos pocos supongo... aunque está también lo de la cantidad que no sabemos. Por ahora desconfiaría de todo lo que dijeron esos bandidos, y solo tener por seguro lo que puedan decirnos aquellos que fueron atacados, si hay alguno aquí en bree. Dijo ahora encogiéndose de hombros, miró un momento hacia la barra y entonces dijo: - un momento ahora vuelvo. Se levantó con paso decidido dejando ver su capa verdi-línea que tapaba su contorno.

Rilwen por un momento se acercó a la barra y llamó a Cebadilla con la mano para susurrarle...

Una vez que consigue la atención del posadero, le susurra... - Podría decirme más del montaraz que se aloja en la habitación pendón azul... ¿y dónde se encuentra esa habitación? Creo que nos podría interesar contratar a esta persona para nuestro cometido, si tiene buenas credenciales claro está.

Y otra cosa Cebadilla... sobre los ataques a caravanas... ¿Conoce a alguien que haya sido atracado y viva aquí en Bree?

Rilwen adoptó la misma postura que momentos antes había adoptado en la mesa junto a sus compañeros... inclinada y susurrándole esta vez al posadero.

Lo siento Rilwen pero creo que esta vez estoy con el enano. - Vociferó Gallind. - Por mucho que me duela no estar de tu lado Rilwen es en verdad una idea muy arriesgada. Y como bien ha hecho notar Glain no sabemos con exactitud cuantos son. - Hizo una pausa solemne que en medio del barullo resultó un poco cómica. - ¡Valla! Ya se ha ido. - Dijo mirando como la capa ondeante seguía tras los pasos de su amiga. Miró al resto de sus compañeros y continúo diciendo. - Podríamos enfatizar esfuerzos en averiguar su número y ya con las cuentas claras llevar a delante uno u otro plan. A no ser que maese Glain solo no quiera exponer su carreta al conflicto. Esa es otra posibilidad. - Y rió picaramente. - ¿Ese es acaso un des-alicientes a la hora de emprender marcha? - Se dejó caer nuevamente sobre la silla y rascándose el mentón. - No te lo tomes a mal, solo bromeo. En cualquier caso ¿Realmente creem que el montaráz se nos una?

Holfast sonríe ante vuestras palabras, mirando de reojo a su enfadada sobrina. Ha conseguido que actuéis en favor de la comunidad y os hagáis cargo del problema que es Imledair y su banda. Según vais asintiendo y ofreciéndoos voluntarios, el resto de la gente de la posada grita de júbilo, jadeándoos. Holfast se pone de nuevo de pie y os comenta:

-"Bien, no se diga más. Como os he dicho, os nombro comisarios de Bree para esta misión. Pasaros por la tienda de Henry Pipadecaña y coger lo que necesitéis. Os dejaré allí la comida que hemos preparado entre los que han querido colaborar. Yo me marcho ya a hacer mis quehaceres. Recordar la información que han soltado esos dos granujas de Nat y Gil. Puede que la mejor pista esté en el sitio donde se reunían con los bandidos, en la Colina de Storch. Os deseo suerte y tener mucho cuidado."

Se da la vuelta y se pierde entre la gente en dirección a la salida.

Cuando el alguacil se marcha, os ponéis a hablar entre vosotros, en voz baja, exponiendo diversas ideas e intentando trazar un plan. Alrededor vuestra, la gente sigue chismorreando sobre todo lo acontecido estos días. Especulan sobre los bandidos, los trolls y el incendio de anoche. De momento, Rilwen y Gláin son los que comentan sus respectivas ideas. La primera, intentando hacerse pasar por comerciantes y esperando ser el cebo para los bandidos; contando con el carromato del enano y comprando monturas para el resto. Habría que ir primero a la cueva de los trolls a recoger el baúl y el resto de cosas que allí se encontraban. La segunda, ir directamente a la Colina de Storch para intentar encontrar algún rastro y seguirlo hasta la guarida de los bandidos, pillándolos por sorpresa.

En ese momento Rilwen se levanta y se dirige a la barra para hablar con Cebadilla Mantecona. Veis que el orondo dueño del Poni Pisador pone cara dubitativa y responde a la semielfa, aunque desde donde estáis sentados no escucháis nada de lo que se dice.

Cebadilla se acerca cuando te ve llamarle.

-"¿Qué le falta querida?"

Escucha tu pregunta acerca del montaraz que se aloja en la posada.

-"Solo puedo decirle que es un montaraz del norte, gente peligrosa que vaga por los bosques. Su nombre no lo sé, nunca lo he oído; pero por estas tierras se le conoce como Trancos. Va y viene, hospedándose de vez en cuando aquí. Si me permite un consejo, no haga tratos con esa gente, no son de fiar."

Pone cara de estupefacción cuando le dices que quieres contratarle. Por sus gestos, no se fía de esa chusma.

-"Los que han sido atacados, alguno se hospedó aquí, pero que yo sepa no vive nadie en Bree. ¿O sí? Espere que haga memoria..."

Después de unos instantes, parece que se ha acordado de alguien.

-"¡Ohhh, sííííí! Ahora me acuerdo. Arn Dedosarenosos y Stef Sotomejilla fueron asaltados hace unos meses, pero lograron huir y llegar a Bree sanos y salvos. Justamente están en aquella mesa de allí, son esos dos hobbits que discuten acaloradamente."

Ante la insistencia de varios parroquianos que quieren más bebida, Cebadilla se disculpa y marcha a atenderlos.

Claramente enfadada por lo que acabo de ver, abandono la posada sin despedirme. Lo hago de forma más o menos discreta, pero supongo que mis compañeros se den cuenta de ello. 

No entiendo como a mi tío se le ha ocurrido señalarnos delante de medio Bree como los "justicieros" que van a detener al malvado bandido. ¿Estaba borracho? ¿Esa era la forma de hacerlo? ¿Es necesario que toda la ciudad esté al corriente de cual es nuestra misión? 

¿Y mis compañeros? ¿De verdad ninguno es consciente de que Imledair basa su éxito en tener orejas y ojos en Bree? ¡Maldita sea! ¿Por qué nadie me hace caso? ¿Por qué parece que todos quieran jugar a los súper héroes en esta ciudad? No. Yo no soy una súper heroina. Soy Lily Pulgar verde. Una pintora de acuarelas. Cierto es que tengo unos amigos muy especiales y que Glain ha conseguido derrotar a dos trolls. Cierto es que hasta yo misma saqué el valor de correr hacia ellos cuando pensaba que iban a comerse a mis amigos. Pero aquello en cierto modo nos lo encontramos. Ahora parece que el éxito se nos ha subido a la cabeza. ¿En qué pensamos? ¿En salir de Bree con una carreta entre aplausos y vítores de la población para que Imledair nos embosque? ¿Asociarnos con un Montaraz del que no sabemos nada? ¿Quién nos dice que no sea él mismo un espía de Imledair? O el propio Imledair. No sabemos nada de nuestro enemigo y él lo sabe todo de nosotros ¡No!. Me niego a comportarme de forma tan arrogante e imprudente. 

Me alejo de El Poney Pisador pateando guijarros por las calles y me dirijo a donde pueda encontrar a mi tío a solas.

¡El tío Holfast me va a oir!

Rilwen habló con Cebadilla por algún casual parecía estar viviendo una gran aventura... y aquellos con los que compartía anécdotas serían un día nominados a una gran encrucijada. Desde la barra miró a su grupo y se sintió orgullosa de pertenecer a él. Mientras Cebadilla le hablaba Rilwen escuchó con detenimiento... para después preguntarle.... ¿Y dónde se encuentra la habitación del montaraz? Después de recibir la respuesta, y agradecerle por su información con una bella sonrisa se encaminó otra vez hacia la mesa.

Rilwen había estado apoyada en la barra dejando que su melena tocara la encimera de la barra del bar. Miró con entusiasmo a sus amigos mientras escuchaba lo que le decía Cebadilla. Después miró con sus ojos de color como el mar al posadero dedicándole una de sus mejores sonrisas. Algo más le preguntó, y después se encaminó hacia la mesa junto a sus compañeros. Se sentó con ellos con cara ilusionada y los miró, después le dijo en susurros y como siempre inclinándose un poco hacia la mesa. - Cebadilla me ha dicho que dos hobbit que discuten acaloradamente en aquella mesa... (le indicó la posición con el habla sin hacer gestos para mirarlos ni señalarlos). Fueron asaltados hace unos meses y lograron huir... Le comentó a sus compañeros...