Partida Rol por web

Pero Lily ya no estaba allí. La pequeña hobbit se había marchado con cara de pocos amigos abandonando la posada poco después que su tío Holfast. 

Gláin buscó con la mirada la mesa que indicaba Rilwen, pero su baja estatura no le permitía atisbar entre la multitud.

—Bueno, sea como sea ya tenemos un par de conversaciones pendientes: una con esos hobbits que huyeron de la emboscada y otra con los nuevos inquilinos de las celdas de Holfast. Y tal vez una tercera con ese montaraz del que hablaste, Rilwen.

El enano se mesó la barba pensativo antes de continuar:

—Y hay otra cosa que tengo que puntualizar. Aquí nuestro amigo Gallind no atacó a los trols usando su amada arpa como garrote. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: es su herramienta de trabajo, no su arma. De la misma manera, mi carreta y Botón, mi fiel caballo de tiro, son mis herramientas de trabajo. Soy comerciante. Sin ellos, no puedo transportar mi mercancía ni ganarme la vida. No voy a arriesgarlos metiéndome en una emboscada. Y menos cuando tenemos otros caminos por recorrer. La Colina de Storn... o Storch... o como sea, está a poca distancia de Bree. Allí quizás podamos apresar a algún bandido que espere a sus contactos del pueblo. O tal vez Toman pueda encontrar algún rastro que nos guíe hasta su guarida.

Como la joven semielfa había puesto mucho esfuerzo en trazar su plan, el robusto naugrim decidió ceder un poco, conciliador.

—Si aún así decidís tomar el Gran Camino del Norte, os acompañaré. Con suerte podamos descubrir el lugar donde esos hobbits fueron emboscados y, desde allí, seguir las huellas de los bandoleros hasta su base. Tampoco es mala idea... Pero Botón y mi carreta se quedan en Bree. He dicho.

- Gláin es peor que se queden las cosas aquí, al menos todo lo que hemos ganado estará con nosotros. Dejarlo aquí es arriesgarse que cuando volvamos no encontremos nada. Si aun así quieres correr el riesgo de que lo ganado hasta ahora desaparezca, pues nada más que decir. Sin pasar por comerciantes no sirve de nada ir por el camino norte, a no ser que acompañemos a algún comerciante que tenga que ir por ese camino. Argumentó Rilwen que también quería zanjar el asunto cuanto antes, pues sabía de la cabezonería de los enanos. Y no iba a discutir por cosas materiales cuando lo que estaba en riesgo eran vidas humanas.

- Por cierto, ¿dónde ha ido Lyli? Comentó una vez que dio por zanjada aquella cuestión. Pues le había extrañado que la mediana se hubiera ido sin despedirse.

Miró a Lily como se marchaba y se quedó en su sitio escuchando discutir diversas ideas a Gláin y Rilwen sin tener del todo claro cómo atajar el asunto. La idea de exponerse así a una emboscada podía salir o muy bien o muy mal, era un todo a uno. Se mantuvo serena sopesando la situación antes de abrir la boca.

- Me temo que yo opino igual que Gallind y Gláin. Es cierto que con la idea de la emboscada conseguiríamos una ventaja tremenda en el asunto, pero si no sale como esperamos podríamos perder mucho más de lo que a priori podríamos sopesar. - se encogió de hombros – Un buen punto de partida sería hablar con aquellos hobbits. Pero no todos a la vez, si hay alguien por aquí que podría estar relacionado quizás podríamos empeorar las cosas nada más comenzar. Saber cómo actúan podría darnos ventaja para tenderles una trampa o averiguar un poco más sobre esa gente. -comentaba mientras jugaba con una de sus trenzas pelirrojas e intercalaba miradas con el resto de miembros de la compañía para saber cuál era su opinión.

- Yo sigo opinando que es mejor llevarnos lo que hasta ahora hemos conseguido. Ya se ha demostrado, que no hay una fuerza de vigilancia ni de choque efectiva en Bree. Dejar aquí lo conseguido es exponerse lo más seguro a que desaparezca. Y estoy segura que desaparecerá, si hay tan poca efectividad en una cárcel habrá que ver cómo puede quedar seguro en una pequeña casa. Y más sabiendo que somos los héroes de Bree, y en cuanto nos vayamos querrán curiosear por todos lados en donde estuvimos. Incluso no me extrañaría que quisieran sacar ganancias enseñando nuestros aposentos, y vendiendo las pertenencias dejadas, pues para este pueblo aquello que no llevas encima es porque no lo necesitas.

Tenemos por ahora varias cosas por hacer... nos podríamos dividir para que así tardemos menos tiempo, y como bien dices Tatharina no ocasionar ningún mal sobre aquellas personas que queremos conseguir información. Los dos hobbit que están sentados discutiendo acaloradamente esos son. Creo que tendría que ir hacia ellos como bien dices compañera una persona, para no llamar tanto la atención. Una persona que tenga labia para poder informarse sobre el asalto que tuvieron, y que tenga el suficiente tacto para que no se sientan interrogados. Sus nombres son Arn Dedosarenosos y Stef Sotomejilla y fueron asaltados hace unos meses, pero lograron huir y llegar a Bree sanos y salvos.

Como bien ha dicho Gláin debemos de hablar con el montaraz, se aloja en la habitación pendón azul, es un montaraz del norte, por tanto aquí se le considera gente peligrosa que vaga por los bosques, aunque no creo que en verdad lo sea, se dice llamar Trancos aunque parece más un apodo que él se ha puesto que un nombre.

Por último sería visitar a Heather Groundsel, según los rumores que he escuchado el incendio se produjo porque era demasiado pobre para permitirse limpiar la chimenea. El hollín debía de haber ido aumentando durante años... Hay que ayudarle económicamente para que pueda tener su chimenea y vivir decentemente, si nos hemos sacrificado ha sido para que esta gente pueda vivir mejor, estoy segura que será algo que nos beneficiará a todos, y también a la comunidad de Bree. Podéis ir eligiendo pues por ahora no se me ocurre nada más, y cada uno elegir lo que quiera o se le dé mejor, en busca del montaraz podrían ir dos o tres, y también a la casa de Heather dos o tres. ¿Cómo lo veis? 

Después de tanta conversación Rilwen bebió de su vaso para que su voz no se sintiera dañada después de charlar tanto en susurro. Miraba a sus compañeros amigablemente, y esperaba haber explicado bien todo lo que pensaba para que ellos decidieran. Abriéndoles la mente a lo que podía ocurrir en el caso que optaran por dejar en Bree el tesoro.

Gláin escuchó estupefacto la larga perorata de la semielfa. El enano llevaba años pasando por Bree durante sus viajes de negocios y nunca le habían robado nada en ese pueblo. Y ahora esa muchacha aseguraba que los vecinos de Tolman arramblarían con todo lo que dejaran atrás. ¿Creía acaso que Bree era un pueblo de ladrones? Botón descansaba en el establo junto a su carrera, como tantas otras veces que Gláin había parado en la aldea a hacer noche, y allí se iba a quedar. Cierto era que los naugrim eran tozudos por naturaleza, pero no era esa la razón por la que Gláin haría oídos sordos a las alocadas divagaciones de Rilwen. Lo que decía no tenía sentido ni fundamento, así que si quería cargar con todas sus pertenencias, allá ella.

—Iré a ver si puedo sacar algo de ese tal Trancos —dijo levantándose de la silla mientras negaba con la cabeza, dispuesto a no discutir más—. Después quizás me pase por la casa del alguacil, a ver si puedo visitar a sus dos nuevos inquilinos. El mago gris nos dijo que no nos fiáramos de ellos, pero no perdemos nada por preguntar.

Rilwen se acercó a los medianos que habían tenido un encontronazo con los bandidos... - Muy buenos maeses Arn Dedosarenosos y Stef Sotomejilla, espero no importunarles. Comentó la semielfa sentándose con ellos. - Me gustaría saber algo más de los bandidos que asaltan caravanas, y me han dicho que salisteis vivos del incidente. Seríais tan amables de ayudarme para poder saber a cuantos bandidos nos enfrentamos. Comentó Rilwen con voz dulce y alegre.

Tatharina escuchó atenta cómo Rilwen ponía sobre la mesa y en orden todos los posibles planes junto con su opinión, para seguidamente escuchar a Gláin y ver cómo este se marchaba. Después con un gesto rápido miró a la otra mesa donde se encontraban los hobbits para intercalar la mirada de nuevo a sus compañeros como si estuviera decidiendo en una milésima de segundo qué hacer.

- Lo acompañaré. - dijo con media sonrisa asintiendo mientras se levantaba de la mesa. - Quizás encontremos algo interesante. Nos vemos en un rato. - se despidió sonriente y salió detrás de Gláin -¡Espera!

¿Y dónde se encuentra la habitación del montaraz?

Cebadilla te mira con los ojos abiertos como platos, antes de contestarte.

-"Veo que no le tiene miedo a nada. Ya le he advertido de esa gente, pero si quiere hablar con él, está hospedado en la habitación del pendón azul. Aunque le ruego que no le moleste en su aposento, en esta posada cuidamos mucho que nuestros clientes estén a gusto y no sean molestados. En poco tiempo seguro que bajará a almorzar al salón, como ha hecho estos días. Ahora, si me disculpa, tengo que atender a otros clientes."

Se da la vuelta y se va a atender a unos humanos que parecen granjeros.

Lily, bastante malhumorada, se levanta de su asiento y se pierde entre el gentío sin ni siquiera deciros algo. Su cara no denota nada bueno, así que pensáis que habrá ido en busca de su tío para cantarle las cuarenta. Ya conocéis a la hobbit y sabéis que tiene bastante temperamento. Tolman os escucha a cada uno, cavilando su respuesta para ver qué hacéis; al fin y al cabo es la cabeza pensante del grupo y un Buscador de primera. El elfo, cabizbajo y pensativo, sigue la estela del hobbit, dejándose llevar por la meditación.

Rilwen vuelve de hablar con Cebadilla y os da la información que ha recabado. Seguís un buen rato discutiendo y divagando sobre cómo actuar seguidamente y después de unos minutos os ponéis en acción. Gláin se levanta y se dirige a ver al montaraz, ya que cree que un personaje rudo como él será mejor interlocutor que un blandengue elfo como Gallind. Rilwen hace lo propio y se levanta para aproximarse a los dos pequeños hobbits que charlan acaloradamente en la mesa del fondo, haciendo caso a la beórnida de ir solo uno. Tatharina, viendo que se va a quedar sola en la mesa, ya que Tolman y Gallind parecen obnubilados, decide acompañar a su querido amigo Gláin. El pequeño hobbit y el pensativo elfo están ahora solos en la mesa, mirando al infinito.

Te diriges con pasos decididos hasta el mercado Callow, donde hace un par de noches estuvisteis liberando a Tolman del presidio. Supones que tu tío se habrá ido a la prisión, que pega pared con pared con su casa. En una de las habitaciones tiene un pequeño estudio u oficina, donde archiva todos sus papeles sobre robos, sucesos, etc. Tu cabeza bulle con muchos pensamientos funestos y el cabreo aún no se te ha pasado. Al llegar allí, no sabes si llamar a la puerta de la prisión o ir a la puerta principal de su casa y saludar a tu tía y a tu primo de paso. Parada en medio del mercado, que ya tiene algunos puestos, miras a un lado y a otro para ver qué hacer. ¿Qué vas a hacer?

Los dos hobbits te miran cuando te plantas delante de ellos y te sientas sin pedir permiso. El primero en hablar es Arn, que parece algo enfadado.

-"Pues ahora mismo estábamos discutiendo sobre un asuntillo, así que sí, me temo que nos has importunado."

Al preguntarle sobre los bandidos, muda la cara y parece asustarse un poco.

-"¡Vaya! Seguro que ese gordo seboso de Cebadilla ya ha ido contándole la historia a todo el que le pregunta. No piensa que algunos de esos bandidos viven entre nosotros y están atentos a todo lo que se habla. ¿Quién me dice a mi que estaré seguro si digo algo que no les guste? Esos malnacidos de Nat y Gil han sido descubiertos, pero, ¿cuántos más hay en Bree? ¿Eh? Seguro que habrá consecuencias por el encarcelamiento de esos dos. ¿Y si el incendio de la chimenea de Heather Groundsel ha sido una advertencia? Es verdad que estaba lleno de hollín, pero..."

Más calmado que su amigo y con menos verborrea, Stef te habla sosegadamente.

-"Tranquilo Arn, esta mujer elfa solo quiere información de lo que nos sucedió para poder acabar con esa lacra. ¿Verdad que sí?" Te dice mientras mira fijamente a Arn.

Vuelve la mirada hacia ti de nuevo y prosigue.

-"Si te contamos lo que nos sucedió, no lo divulgues como hace el bueno e inconsciente de Cebadilla, por favor. Nosotros solo somos granjeros y no queremos problemas con la gente grande, ya me entiende. Ya salimos vivos una vez y puede que no tengamos la misma suerte."

Se queda mirándote, esperando alguna respuesta.

Te conoces bien la posada, ya que has estado bastantes veces hospedado en ella. Sabes dónde se encuentra la habitación del pendón azul y tus pasos te van llevando hacia allí. Ese aposento no es de los caros, si no todo lo contrario, es de los más humildes y baratos. En un momento, Tatharina llega a tu lado. Agradeces su presencia, ya que la tienes muchísimo aprecio. Cruzáis el abarrotado salón, dejando a vuestros compañeros en la mesa sentados; parece que cada uno va a buscar información por separado.

Cuando enfiláis el pasillo que va a las habitaciones y giráis un recodo a la derecha, veis delante de vosotros varias puertas. En ellas, un pendón de cada color cuelga de cada entrada. Miráis a ver dónde está la de color azul y, cuando la localizáis, veis que la puerta se abre y un hombre alto y fornido sale de ella. Tiene cara de halcón, con los ojos brillantes y oscuros, pelo moreno largo y todo en él le da una pinta sombría. Viste unas botas gastadas y una capa verde oscuro castigada por el tiempo. Tú, Gláin, crees recordar haberle visto alguna otra vez, pero no estás seguro.

Cuando cierra la puerta y su mirada converge con las vuestras, agacha la cabeza y saluda al enano en khuzdul, el lenguaje secreto de los enanos. Lógicamente, Gláin se sorprende de que un tipo tan desarrapado sepa su idioma. También saluda en oestrón a Tatharina. Su voz es rica y profunda, y habla educadamente, con modales, cosa rara en un montaraz, o eso pensabais.

-"Saludos, señor enano. Buenos días, mi señora."

Empieza a andar por el pasillo para dirigirse al salón.

Sin perder tiempo me dirijo a la puerta de mis tíos y golpeo insistentemente con los nudillos. Si está mi tía mejor, ella seguro que me entiende y me ayudará a tirar de las orejas a Holfast.

Pon, pon, pon. ¡Soy yo, vuestra querida sobrina!

Atónito por el comportamiento de Rilwen gallind se queda cabizbajo sentado en la mesa mientras con sus imperturbables ojos melancólicos ve de uno en uno como sus compañeros se retiran de la mesa de la misma forma que los pétalos de una flor la abandonan al marchitarse. - ¿Y tu que? - Interroga a Tolman. - ¿Qué piensas hacer?. - Y mientras espera respuesta en su mente se escucha una leve meditación. - ¿Será que pasar tanto tiempo con Lily le estará turbando el carácter a Rilwen?... Mira que ponerse así de paranoica con lo material. Si siempre ha sido una alegre desprendida de las cosas. Antes que objetos prefiere ansiosa por correr por los campos mirando animalillos o flores. ¿Qué le estará pasando realmente? - Y mientras su mueca se vuelve algo más preocupada continua meditando. - Quizás, esconde una gran preocupación tras esas palabras que no parecen ser muy lógicas. Me temo que quiéranos o no estamos metidos en este lio. Y parece un lio grande. Aún así. Sea como sea. Me da gusto que halla decidido quedarse. - Y como volviendo de un ensimismamiento profundo mira al pequeño hobbit y le dice. - ¿Quieres escuchar mi nueva composición en lo que esperamos? - Se ríe suavemente. - En cualquier caso ya nos han quitado todas las opciones y no podemos hacer más que esperar un momento aquí.

Decides entrar por la casa y no por la cárcel. Algunos viandantes se te quedan mirando y cuchichean. Al llegar a la puerta, la golpeas decidida con la aldaba. Al cabo de un minuto, la puerta se abre y aparece tu tía en el dintel.

-"Hola querida. Me alegra mucho que todo saliera bien y estéis de una pieza. Me hubiera apenado que hubierais sufrido algún daño, ya sabes que somos pocos en la familia. Pasa, pasa, no te quedes ahí. ¿Quieres un vaso de té? Lo acabo de preparar. Y tengo unas pastas deliciosas, recién sacadas del horno. Tu primo Milo no está, se ha ido a algún lugar a jugar con sus amigos. Dime, ¿qué te trae a casa? Me ha dicho tu tío que habéis aceptado investigar lo de los bandidos. ¿Es eso cierto?"

Entras y te dirige a una sala de estar. Te indica que te sientes, mientras desaparece para traer, segundos después, una tetera humeante y un plato de pastas.

Rilwen fue a la mesa de los hobbits... se sentó con ellos a pesar de que Arn le comentó de su molestia. La muchacha aunque hermosa escuchó con rostro fiero. Después escuchó a Stef y les habló con el mismo gesto salvaje: - Bueno quizás habéis estado tan enfrascados en lo vuestro que no habéis escuchado lo que ha dicho el alguacil. Ahora somos comisarios, y os juro que si me seguís ocultando cosas sobre esos ladrones os meteré en rejas como a ellos. Ocultar información sobre los bandidos es delito también, negarse a proporcionar información sobre esos delincuentes es delito. Así que ya podéis estar soltando la lengua si no queréis ir directamente a la cárcel, ¡vamos!, ¡hablar! No tengo todo el día. Comentó la elfa un tanto disgustada o así se lo estaba queriendo transmitir a aquellos dos desdichados hobbits. Por un momento el gesto hermoso de Rilwen se trasformó en un gesto severo, con un tono que sonaba imperativo al tener un cargo en Bree de tal calibre. El bueno del alguacil seguro que no se había dado cuenta al nombrarlos comisarios del poder que les había dado en toda la aldea. Aquella doncella de aspecto frágil ahora vestía cota de mallas, llevaba espada y escudo, y arco con flechas. Parecía preparada para un combate sin fin... y tan preparada como iba era una apuesta segura que había conseguido intimidar a aquellos dos medianos.

-Hola Tía Myrtle. Muchas gracias por las pastas. Pero de verdad, no tengo hambre. Vengo directa desde El Poney Pisador y Cebadilla Mantecona nos ha puesto sobradamente de comer. He venido para ver al tío Holfast. Sinceramente tía, no te ofendas, pero empiezo a tener la impresión de que chochea un poco. ¡Y mira que le tengo cariño!. Pero lo que ha hecho esta mañana no tiene explicación. O si la tiene será una genialidad de esas del tío que solo él entiende. Pero esta vez me gustaría conocer cuales son sus auténticos planes si voy a convertirme de nuevo en su títere- 

Lily hace una pausa para coger aire. Pero cortita, como dejando claro que no quiere que la interrumpan. Yo he venido aquí a hablar de mi libro.

-No se le ha ocurrido otra cosa que pregonar a los cuatro vientos que mis amigos y yo vamos a detener a ese tal "Imladir el Malvado". ¿Sabes tú algo de sus intenciones? Dime que tiene un plan. Dime que con este circo pretende hacer mover ficha a los hombres de Imledair... no sé... ¡¡Dime algo distinto a que el Tío Holfast ha pensado de verdad que la mejor forma de atrapar a un bandido al que no conocemos y que se oculta en los bosques mientras sus espías vigilan Bree, es enviar a 4 o 5 justicieros a buscarle mientras toda la ciudad nos aplaude y ovaciona por nuestra estupidez!!

Nueva pausa para respirar.

Y no nos olvidemos de ese montaraz. Sin explicarnos nada nos sugiere que contemos con él. Así, por las buenas. Sin saber ni quien es ese tipo. ¡Quiero las cosas claras tía! ¡Si voy a tener que colaborar con alguien en un asunto como este lo menos que tendré que saber es si es un mendigo o el heredero del trono de Arnor digo yo!

Tatharina asintió con la cabeza a modo de saludo y mostró una gentil sonrisa pese al sombrío aspecto del montaraz y los misterios que le rodeaban. Ese hombre que manejaba lenguas secretas y tenía esa mirada guardaría más de un secreto. Gláin había tenido una gran idea en venir a verle.

- Buenos días tengáis mi señor. - le respondió de manera formal. - Mi compañero y yo habíamos venido por ciertos asuntos de los que quizás usted esté al tanto. Asuntos en cierta medida importantes para la región de Bree. - Comentó a modo de introducción y realizó una pausa para dejar a Gláin hablar. Que el enano supiera del lugar donde encontrar al montaraz, que se fiara de su información y que además diera con él a la primera era un signo más que probable de que tuviera información de la que ella carecía. Así que no quiso largar más de lo preciso dejando al enano guiar la conversación para evitar meter la pata.